El Sol. El Rey. El dios adorado por todos los pueblos. El ave que resucita todos los días. El astro que cobija con su luz de misericordia al mundo —“a malos y a buenos”—. La foto lo atrapa detrás de un árbol de pocas hojas: parece que se incendia, como la zarza que se quema, pero no se consume. Asistimos a un nuevo milagro, a un prodigio.
Por: Daniel Rivera Marín | Publicado
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