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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Sara Jaramillo Klinkert escribió su tercera novela, Escrito en la piel del jaguar. Foto: cortesía Gustavo Restrepo
    Sara Jaramillo Klinkert escribió su tercera novela, Escrito en la piel del jaguar. Foto: cortesía Gustavo Restrepo
  •  “Aquí hay cosas que es mejor no ver, aunque uno las haya visto”: Sara Jaramillo Klinkert

“Aquí hay cosas que es mejor no ver, aunque uno las haya visto”: Sara Jaramillo Klinkert

Esa es una de las reflexiones de la más reciente novela de la escritora, Escrito en la piel del jaguar.

Mónica Quintero Restrepo | Publicado

Tres años estuvo Sara Jaramillo Klinkert trabajando en su tercera novela, Escrito en la piel del jaguar. Las otras dos, Cómo maté a mi padre y Donde cantan las ballenas tuvieron un proceso distinto, habían empezado en las clases de su maestría de Escrituras Creativas en España. Con esta, en cambio, la presión era distinta, ya la conocían como escritora, ya sentía que tenía lectores esperándola, que había una expectativa, así que quería que todo le gustara: la abría, buscaba un párrafo al azar y si había algo que no le convencía, lo reescribía. Incluso se fue un mes completo para ese pueblo que la inspiró, allá donde el mar está siempre sonando, no hay señal de celular, hace muchísimo calor y no hay puertas ni ventanas.

En ese sitio tan lejano se terminaron de construir Lila y Miguel, los personajes principales junto a Antigua, una mujer chamán que es un jaguar —o no, depende del que lea—, y Tilda, una niña muy inteligente que cuenta historias y quiere ser futbolista y escritora y que da respuestas que para los citadinos que andan de visita no son lógicas, pero que para ella son facilísimas: en la noche no hay energía porque no se necesita, la noche es para dormir. En ese lugar además apareció Cumbia, una perrita que también es importante, porque en este libro Sara toca temas que son fundamentales para ella: la naturaleza, los animales, las mujeres, la violencia, el agua, el aborto, el amor.

Lea más: Sobre Donde cantan las ballenas

En Puerto Arturo se desarrolla la novela, y tiene mucho que ver con la experiencia que has tenido en un lugar al que vas mucho, lejos y olvidado. ¿Cómo se fue armando este Jaguar?

“Es un sitio al que suelo ir con mucha frecuencia desde hace años y siempre llegaba muy fascinada con el entorno, los personajes tan particulares que viven allá y con las historias que relatan. Estamos hablando de un lugar muy aislado: sin policía, sin ejército, sin hospital, sin carreteras. Es uno de los tantos lugares olvidados por el Estado, en donde la gente está abandonada a su propia suerte y tiene que encontrar formas de sobrevivir y resolver los conflictos, razón por la cual se tejen unas dinámicas bastante particulares. Por ejemplo, allá la escasez de agua ha sido un problema porque la temporada de sequía es muy intensa. Yo toda la vida oí decir que en uno de los pozos de agua había un anaconda y a todo el mundo le daba miedo acercarse. ¡Cómo no voy a usar ese tipo de cosas en la novela! Entonces para armarla tenía un lugar hermoso y terrible en igual medida y también una historia que me habían contado sobre algo impresionante que ocurrió allá hace unos años. No podía creer que en un sitio tan puro como ese hubiera ocurrido algo tan sorprendente. Eso se me quedó en la mente dando vueltas, sentía que no podía quedarme sola con esa historia, que tenía que hacer algo con ella y fue cuando la idea central de la novela tomó forma. Puerto Arturo es un nombre inventado porque si bien está basado en aquel lugar específico podría ser cualquier otro pueblo de los muchos que existen en Colombia en donde lo mágico termina siendo más real que lo real”.

En la novela las mujeres son protagonistas, incluso los hombres quedan muy mal parados

“En mis tres novelas ocurre lo mismo. A mí me interesa mostrar el poder femenino porque creo en él, creo que las mujeres somos las que movemos el mundo. Mis personajes femeninos tienden a ser muy fuertes, muy aguerridos, muy de tomar decisiones. Particularmente en esta novela quería mostrar cómo las mujeres de Puerto Arturo son víctimas de la violencia y del machismo. La educación sexual es nula y eso las ata a los hombres, a los hijos desde edades muy tempranas. Pareciera que son cadenas que ellas no pueden romper y a mí eso me ha preocupado y entristecido en igual medida. De ahí por ejemplo nació el personaje de Tilda. Tilda son todas las niñas que yo he conocido allá a lo largo de muchos años, porque te digo que su historia es exactamente igual a las de todas. Son niñas con un espíritu inmenso, con una imaginación desbordada como la tiene Tilda, y lo sé porque he hecho talleres de literatura allá, y las cosas que imaginan son alucinantes, tienen un imaginario muy fecundo. Son niñas que sueñan con hacer cosas, con estudiar, con dedicarse a un oficio que las llene, pero siempre ocurre lo mismo: se embarazan y sus compañeros no responden y esa es una de las razones por las cuales no logran salir de ahí. Carmenza es un poco esa mamá que está en el punto intermedio, le pasó lo mismo y cree que es la única posibilidad para su hija.

El personaje de Encarnación es esa mujer que tiene conocimientos ancestrales. Eso es muy de esas zonas, como no hay hospital, la gente consulta donde la bruja, donde la curandera, donde la sobandera. Ellas son la que saben qué hierbas usar y cómo tratar las enfermedades, y no solo las enfermedades del cuerpo, también las del alma. Como hay un montón de mitos alrededor de espíritus y de maldiciones, la bruja es la encargada de gestionarlos y por eso la gente le tiene miedo y respeto. Sin embargo, al final de la novela me interesaba mucho mostrarla tan humana como todos. Pareciera que la novela va a tirar por el lado del realismo mágico, pero todo lo que narro tiene asidero en la realidad, nada de lo que cuento aquí es inventado.

Usé tres lentes diferentes para evidenciar que las historias cambian por completo dependiendo de quien las narre: el primero es el de Tilda, que es muy mágico, lleno de imaginación, pero no dice ninguna mentira, cuando ella dice que Encarnación se está convirtiendo en elefante, es verdad, porque tiene elefantiasis; cuando dice que Encarnación hace flotar las cosas, es verdad, porque la casa de Encarnación está llena de telarañas; cuando Tilda dice que su hermano es un ángel y que no tiene alas, es verdad, su hermano se llama Ángel y no tiene alas, es un torso sin extremidades. Ese personaje de Ángel, por ejemplo, está inspirado en la vida real. El segundo es el lente de Lila y Miguel, que de alguna manera somos todos nosotros, los de la ciudad, que nos vamos para allá creyendo que nos las sabemos todas, pero no nos enteramos de nada, no vemos las cosas incómodas porque es más fácil hacernos los de la vista gorda. Por último, está el lente de la realidad de lo que está pasando de verdad. Los tres lentes son válidos y eso demuestra lo que dice la sinopsis, que definitivamente cada quien ve lo que quiere ver”.

Por si le interesa: Sara mató al padre en este libro

Sí se nota cómo la magia existe de cierta manera, pero todo tiene explicación, y aún así sigue siendo mágico.

“Me interesaba mucho que el inicio de la novela pareciera que tuviera muchos elementos mágicos como una manera de mostrar que los seres humanos explicamos con magia aquellas cosas que no somos capaces de entender: peces que comen ojos, hombres de dos caras, fuerzas invisibles que mandan, ángeles sin alas, mujeres que se convierten en elefante, pero me interesaba más que al final todo tuviera una explicación lógica. Con el tema del jaguar pasa lo mismo. A mí me preguntan mucho, ¿hay jaguares en la novela?, y siempre digo, depende del lector. Si el lector quiere ver jaguares, los va a ver y me puede argumentar todas las razones por las cuales Antigua se convierte en jaguar. Si otra persona dice no, el jaguar en la novela es una metáfora de que cada quien cree en lo que quiere creer tiene cómo argumentarlo. Ahora, el que diga, no, en la novela no hay ni un solo jaguar, igual tiene razones para explicarlo, y los tres tienen razón porque yo como autora busco que el lector complete, que el lector sea el que decida, qué quiere creer”

Para mí, por ejemplo, Antigua es un jaguar

“Ves. Fue muy bonito el personaje de Antigua, porque en un principio era supersecundario, en un momento hasta pensé que no iba a necesitar que ella llegara a Puerto Arturo, creí que su única función dentro de la novela era darle a Lila y a Miguel una razón para quedarse allá, porque sino ellos dirían, ay no, esto aquí está muy aburrido, vámonos, y se iban y ya, pero si tenían una razón para esperar a una mujer que posiblemente les iba a ayudar a encontrar agua, tendrían una razón para quedarse. Lo que pasó fue que por esos días en que estaba creando el personaje de Antigua, llegó a mis manos el libro del Chiribiquete, la maloca cósmica del hombre jaguar. Quedé fascinada con la idea de que los chamanes se transmutan en jaguares, no te imaginas el vuelco que le dio al personaje de Antigua haber leído ese libro. Dije, quiero que Antigua tenga ese poder, ese halo de magia de los chamanes, entonces pasó de ser una niña que dibujaba huellas de jaguar en la arena para mantener alejados a los ladrones de agua, a ser una mujer mítica, con rasgos felinos y manchas en la piel, una mujer que atrae jaguares y hasta podría convertirse en ellos”.

Además es muy bella esa parte donde la abuela la quiere hacer pasar como hombre...

“Para protegerla, las mujeres por nuestro género seguimos siendo violentadas y Antigua era una niña vulnerable a la que su abuela mandaba a cuidar pozos de agua en lugares desérticos llenos de hombres con más filo en sus machetes que inteligencia; hombres acostumbrados a apropiarse de todo lo que desean, incluso si lo que desean es tomar la virginidad de una niña indefensa. Ahí fue cuando cobró sentido la idea de hacerla pasar por un hombre. La sola condición masculina, tristemente, sigue siendo un lugar más seguro, las mujeres pareciera que tenemos todas las de perder. Pensando en cómo darle a Antigua estrategias para defenderse, se me ocurrió que una buena era no solo imitar las huellas de jaguar sobre la arena sino también los rugidos. Así empezó una suerte de autotransformación en un animal poderoso y temido que le ofrecía un lugar seguro en un mundo absolutamente inseguro. Por eso, insisto, si el lector quiere ver jaguares los va a ver”.

Ahora hablabas de Miguel y de Lila, se hace mucho énfasis en que en la ciudad saben mucho, pero allá no les sirve de nada su conocimiento. Es una reivindicación a otros saberes.

“Sí, sí. La novela tiene un montón de temas, no solo habla de lo que ya hemos dicho: del machismo, de la violencia, del embarazo infantil, del paramilitarismo, también es una crítica al consumismo y al manejo del tiempo. Al consumismo porque nosotros aquí en la ciudad, sin dinero, no somos nada, ¿quién puede vivir en una ciudad sin dinero? Lila y Miguel llegan a Puerto Arturo con una bolsada de dinero en el carro y se dan cuenta de que no les sirve de nada, que si los lugareños no les enseñan dónde encontrar agua, dónde coger yucas, se mueren de hambre. Es impresionante porque nosotros en la ciudad somos muy dependientes del dinero, todo lo podemos solucionar con él, creemos que el pescado se pesca en el congelador del supermercado y que los tomates se agarran del morrito en Carulla. Estamos tan desconectados de la naturaleza que ya no sabemos hacer nada, no conocemos las propiedades de las plantas ni el papel de los animales dentro del ecosistema, no sabemos sobrevivir sin dinero. Los niños de hoy en día creen que la leche sale de la caja, no conciben que salga de la teta de una vaca. La novela es entonces también una crítica al consumismo, a la desconexión con la naturaleza y al manejo del tiempo.

Creemos que lo correcto es estar produciendo, siempre afanados, cansados, quejándonos de que el día no nos alcanza. Creo que nos estamos equivocando. La vida no puede ser trabajar para consumir y consumir para seguir trabajando, tiene que haber algo más, algo que no estamos viendo porque andamos todos contagiados del mismo mal, absolutamente esclavos del tiempo. Lila y Miguel se encuentran en Puerto Arturo con una cantidad inconmesurable de tiempo libre y se aburren, no saben qué hacer, y desean implantar el esquema de la ciudad: nosotros desayunamos porque es hora del desayuno, no porque tengamos hambre, y nos bañamos no porque estemos sudados, sino porque es hora de bañarse. Todo lo hacemos por reloj. Allá Lila le pregunta a Tilda, ¿cuál es la mejor hora para meterse al mar? Tilda la mira extrañada por esa pregunta tan absurda, y le dice, la mejor hora para meterse al mar es cuando uno tiene calor, y tiene mucha razón, tiene toda la razón del mundo. Luego, cuando están empeñados en poner electricidad en la cabaña, porque creían necesitar luz por esa costumbre tan nuestra de que hay que alumbrar la noche, ¿qué hace uno en la noche sin luz?, pregunta Lila, y Tilda le responde, pues dormir, la noche es para dormir, ¿por qué necesita luz por la noche? O son muy interesantes esas citas que se pone Miguel con los muchachos para jugar fútbol, dicen, nos vemos cuando caiga el Sol, y todos llegan exactamente a la misma hora a jugar el partido de fútbol. Y es superbonito, no se pusieron hora, pero todos saben a qué horas cae el Sol, y saben que esa es la mejor hora para jugar fútbol porque no se van a deshidratar”

Aquí si nos decimos al caer la tarde no llegaríamos a tiempo

“Sí, podrían ser tantas horas, porque tenemos luz artificial en todas partes, por eso nos acostamos tan tarde, y estas pantallas nos mantienen embobados... Allá uno se duerme a las 8:00 de la noche porque a esa hora le da a uno sueño no tiene pantallas ni música ni estímulos lumínicos. Así como los animales se van aquietando y se va apagando el día, igual se va apagando uno. Vuelvo al punto anterior, a la desconexión de la naturaleza. Nosotros aquí hace cuánto no salimos a ver estrellas. En las ciudades ya no se ven estrellas, y en cambio allá pasan tantas estrellas fugaces que se acaban los deseos para pedir. En esos cielos uno puede quedarse horas viendo sin aburrirse. Eso ya lo perdimos”.

En esta novela sigues tocando temas que son importantes para vos, y que estaban en Donde cantan las ballenas, la naturaleza y los animales.

“Allá hay tanto contacto con la naturaleza y con los animales. Por ejemplo, el tema de los osos perezosos, ¿cuántos hemos visto? Yo me emociono siempre que veo a uno como si fuera la primera vez. O lo que me pasó durante las vacaciones de diciembre, como estoy dando clases no me podía desconectar del todo y la única forma de agarrar señal era subiéndome a una piedra que está dentro del mar. Durante esa temporada no me cargaba nada y yo muy cabreada porque eso significaba caminar 5 km de ida al pueblo con sus consabidos 5 km de regreso. Estaba haciendo mucho calor, me salpicaba el agua y estaba muy enfadada, cuando de repente miré alrededor y vi que estaba rodeada por decenas de delfines. Me acuerdo que bajé el celular, se me aguaron los ojos y pensé, ay, no, tan idiota yo pegada a este celular y peleando aquí con la señal cuando tengo esto aquí tan mágico y tan único.

Sobre los perros, allá hay muchos perros, yo los llamo en el libro, perros sin dueño. Ese es un tema que me entristece un montón, porque los veo siempre, temporada tras temporada, los perros viven como del aire, son flaquitos. Siempre les llevo cuido, pero claro, los dejo gorditos ese mes que estoy allá, pero eso les tiene que durar unos tres, cuatro meses hasta que regrese. El caso fue que cuando estaba escribiendo la novela, me fui para allá sola durante un mes porque estaba aquí muy distraída, estaba con la promoción de Donde cantan las ballenas, y dije, necesito irme a algún sitio donde nadie me desconcentre, allá no tengo celular, no tengo teléfono, no tengo internet, no tengo nada. Me fui sola y la primera noche me acosté en la cama y sentí miedo. Lo peor es que no tenía dónde meterme, no tenía ni un solo sitio seguro donde cerrar una puerta. Al día siguiente estaba escribiendo y llegó una perrita, que es la que aparece en la portada de Escrito en la piel del jaguar, toda flacuchenta y me miró con esos ojitos, le di comida y se quedó conmigo el mes entero y, claro, terminó inspirando el personaje de Cumbia. La novela se empezó a llenar de aullidos, porque después me empecé a dar cuenta de que esos perros por la noche aúllan entre ellos, es como si se llamaran, viven desperdigados por el bosque y aúllan y se hacen manadas y se contestan unos a otros. Cumbia me enseñó la tensión entre los doméstico y lo salvaje. Es muy bello cómo a veces un suceso tan inesperado, como que me fui para allá y esa perrita me acompañó todo mes, crea un personaje nuevo que le dio un giro inesperado a la novela”.

El final con Cumbia es triste

“Siento que la perrita quedó redimida. Le hizo caso a su manada, no a la domesticación. Entonces cómo no iba a narrar animales si ese paisaje se compone de animales, tenían que estar por todos lados. La gente dice, ay la playa, qué rico, yo me sueño con vivir en la playa, con esa idea tan paradisíaca y tan idílica, pero la gente no tiene ni idea lo duro que es vivir en un sitio como ese, donde hay muchos bichos, el calor es muy agobiante, la cantidad de zancudos es impresionante. En la teoría parece un lugar idílico en donde, de repente, la idea de felicidad parece materializarse, pero en la práctica, la vida tan aislada y salvaje entraña incomodidades y problemas que la gente proveniente de la ciudad ya no es capaz de resolver. La felicidad no está en los lugares, está dentro de nosotros mismos”.

Hablemos de los conflictos de la novela

“Siempre tuve claro que la novela tenía tres conflictos, Lila y Miguel versus la naturaleza, que se estaban enfrentando a todas esas dificultades de la naturaleza; Lila y Miguel versus la comunidad de lugareños que está asentada allí y el tercero, Lila y Miguel, ellos como pareja, porque es muy fácil estar bien cuando se está en casa, rodeados de comodidades, cuando se abre la canilla y siempre hay agua, cuando se abre la nevera y siempre hay comida, o si no hay, hay plata para ir a comprarla. Otra cosa es estar al límite, uno solamente conoce a la pareja, e incluso a uno mismo, cuando está en el límite, así se conoce a las personas, ante lo imprevisto, ante lo incierto, ante las dificultades, ante las incomodidades cómo reaccionan, eso es lo que uno necesita ver en la pareja. Ellos nunca habían enfrentado dificultades de ese tipo, no se conocían bien, y ahí es donde empieza a aflorar la verdadera cara de cada uno. Lila se acopla más a lo que está ocurriendo, tal vez porque sus orígenes eran más humildes y tenía más consciencia de lo que es vivir con dificultades, pero el otro que era un hijo de papi acostumbrado a que le resolvieran la vida entonces, obviamente, la tenía que pasar muy mal”.

Otra de las reflexiones es que hay pueblos tan olvidados

“Sí. Yo le cambié el nombre por dos razones, una, porque por el suceso final no quería que se supiera exactamente dónde había ocurrido y dos porque Puerto Arturo podría ser cualquier pueblo, ni siquiera del Caribe, sino del Pacífico, todos son iguales, están aislados, tienen condiciones muy difíciles, servicios públicos precarios, o no los tienen, están en manos de los grupos ilegales. Ese es otro tema de la novela, ese “ellos”, al principio se deja entrever como algo muy mágico, parecen espíritus que todo lo saben, todo lo dominan, todo lo mandan y todos los nativos temen incluso nombrarlos y les tienen mucho respeto y mucho miedo. Lila y Miguel se preguntan si “ellos” son fantasía más de Tilda, pero no, resulta que son reales, los paramilitares, siempre están en todos lados así no queramos verlos. Volvemos a la misma metáfora del jaguar, cada cual ve lo que quiere ver. A «ellos» es mejor no verlos, porque es más cómodo. ¿Quién va a querer enfrentarlos? ¿Quién va a querer desobedecerlos? Nadie. Es mejor hacerse los que no existen, pero existen, y mandan allá y están en todas partes, y allá se hace lo que ellos digan y tienen sus particulares mecanismos de gobernar. Antigua lo resume superbien en una frase cuando le dice a Miguel, aquí hay cosas que es mejor no ver, aunque uno las haya visto. Esa es la novela”.

Una cosa que me impresionó mucho del lugar es que no hay electricidad, no hay nada, y tampoco hay silencio.

“Sí, la naturaleza siempre habla. Y es bellísimo cuando uno aprende a escucharla. El rumor del mar es bien particular, uno llega allá y las primeras dos noches está aturdido porque suena muy duro, luego deja de oírlo y el esfuerzo es por traer el sonido de vuelta”.

“Aquí hay cosas que es mejor no ver, aunque uno las haya visto”: Sara Jaramillo Klinkert

Otro tema que también atraviesa la novela es el amor, incluso hay un momento que Lila dice el amor no se obliga.

“Sí. Yo nunca escribo de cosas románticas, a mí me aterran las tramas románticas, las películas románticas, no me gustan ni cinco. El día que escriba de amor es porque se me acabó, y no voy a escribir de amor, sino de desamor, y para poder escribir de desamor tengo que haber construido antes un amor, porque sin amor no hay desamor. Fue lo que me pasó con Lila y Miguel, necesitaba una pareja muy distinta y que tuvieran una relación, porque lo que yo quería no era mostrar el idilio, sino todo lo contrario, la descomposición de ellos como pareja y reafirmar un poco mi teoría de que el amor nunca es desinteresado. Ninguna relación amorosa lo es, uno siempre está esperando algo del otro. Me refiero al amor entre hermanos, entre los papás, un hijo espera que el papá lo eduque, el papá espera que el hijo lo cuide cuando esté viejo. Siempre hay algo, siempre se espera algo de una relación, y de una de pareja sí que más. Quería mostrar mucho esa descomposición y esa manera como dejamos de entendernos, como cuando todo está bien nos entendemos y luego, a la menor dificultad, dejamos de entendernos, de sintonizarnos. Como es de difícil convivir con la gente, incluso con la gente que uno ama, y ahora en condiciones extremas mucho más. Quería mostrar todo eso porque esa figura de ¡ay, el amor, el amor nos mueve! Sí, el amor nos mueve, el amor es muy importante, pero el amor es muy difícil también. Es un sentimiento muy complejo y nos define mucho. A mí me impresionan mucho las parejas que terminan pareciéndose, incluso hasta físicamente, y terminan pensando igual. Creo en el amor, pero sin perder la individualidad ni las libertades”.

Esta es una novela que te tomó tres años de trabajo

“Sí, yo con esta novela sentía mucha presión. Como que las dos anteriores las había escrito en medio de una ingenuidad muy grande, porque las había hecho en España cuando era estudiante, cuando nadie esperaba nada de mí, yo no esperaba nada de las novelas, las estaba haciendo porque quería y ya. En cambio ahora tenía una editorial grande detrás, una editora detrás puyando, sentía que había lectores esperándola. Cuando fui finalista del Premio Nacional de Novela, pasé paralizada tres meses porque decía, no sé si puedo hacer algo mejor de lo que ya hice, la gente está esperando otro Cómo maté a mi padre y yo ya escribí eso, ya no voy a escribir más sobre ese tema. Sentía una parálisis intensa, una presión muy grande. Por otro lado está el punto de autoexigencia, como que decía, ya tengo dos, la tercera tiene que ser mucho mejor. Me esforcé para que se notara esa diferencia y para que se notara todo el trabajo y la reescribí muchas veces. Me acuerdo que llegué al punto loco y obsesivo de coger al azar el libro y decir, el párrafo que lea me tiene que gustar. Cuando uno escribe en un proyecto largo hay cosas que le gustan más y hay cosas que le gustan menos, pero yo decía todo me tiene que gustar más, todo, y lo cogía al azar y no, este no me gusta más, y lo reescribía, lo reescribía, lo reescribía hasta que me gustaba. Esta novela tiene demasiada reescritura, fueron tres años de mucho trabajo, mucha disciplina y mucha consciencia de lo que estaba haciendo. A veces durante la escritura sentía miedo y vulnerabilidad, pero creo que eso es bueno, porque no lo deja a uno bajar la guardia. Tenía que sentirme insegura para poderla reescribir tantas veces y para poder meterle tanto tiempo y tanto trabajo. En el fondo la agradezco porque quedé contenta con el resultado”.

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Mónica Quintero Restrepo

Es periodista porque le gusta la cultura y escribir. A veces intenta con la ficción, y con los poemas, y es Camila Avril. Editora de la revista Generación. Estudió Hermenéutica Literaria.

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