“Tal vez, sabiendo lo que fuimos y lo que somos, podremos vaticinar lo que seremos; quizás conociendo de dónde venimos, sabremos para dónde vamos”, dijo Manuel Uribe Ángel (1822-1904). De esa idea que rondaba su mente es posible que proviniera su afición por el coleccionismo. Había acumulado a lo largo de la vida objetos de valor histórico y geológico, que, en 1881, sumado al acopio de piezas militares del coronel Martín Gómez, dio origen al Museo de Zea, que a finales del siglo XX recibió el nombre de Museo de Antioquia.
Para contar esa parte de su historia y pensar la importancia de la figura del intelectual, como parte de la conmemoración de los 140 años del Museo, se inauguró la exposición El jardín de los senderos que se bifurcan. Actos fundantes, gestos refundantes, con un conversatorio, a las 4:00 de la tarde, entre Luis Fernando González, doctor en Historia; Carlos Uribe, curador; y los artistas, Jorge Marín, Isabella Bernal y Mauricio Carmona.

Agentes de cambio
Uribe Ángel no es el único que aportó con su saber y potencia a la consolidación de la región antioqueña en el siglo XX. El atlas que ocupa la segunda sala de la exposición propone nombres como Fernando González, Pedro Nel Gómez, María de los Ángeles Cano, Luis Ángel Arango y Ángela Restrepo, para señalar personajes que se ocuparon no solo en su crecimiento personal y el desarrollo de sus carreras, sino que hicieron del avance comunitario, otro propósito en sus vidas. El más joven de la lista es Andrés Aguirre Martínez, nacido en 1960.
De acuerdo con el curador Carlos Uribe, aún es muy pronto para determinar cuáles son los intelectuales que están haciendo huella en el presente, aunque ya se ven figuras relevantes. De igual forma, Uribe considera que las figuras individuales ya no son de estos tiempos, sino que serán los esfuerzos colectivos los que marquen los cambios que veremos hechos realidad en unos años.
Enfatiza el curador que el panorama actual es de crisis, después de salir de la oscuridad en la que se había sumido la ciudad en la época más dura del narcotráfico, la región ha vuelto a la incertidumbre y la inestabilidad, de ahí que sea necesario volver a las figuras inspiradoras del pasado y renovar impulsos para sobreponerse a las circunstancias.


Arte que habla de historia
Entre los objetos, libros, cartas y documentos de Manuel Uribe Ángel, junto a las obras de la colección del Museo que ayudan a trazar su contexto, se encuentran piezas nuevas de artistas que reinterpretan la historia y el territorio, repartidos en las tres salas en las que se divide la exposición.
Una idea que concuerda con otra máxima que se lee en una de las paredes: “Romper este presente inamovible, sacudirlo, despetrificar los objetos y darles sentido en esa especie de anacronismo que el arte permite al interrogar los objetos del pasado”, de George Didi-Huberman.
La historia se encuentra abierta a nuevas interpretaciones. El artista Jorge Marín lo resalta en la primera sala, donde reúne más de cien objetos, entre artículos de la colección patrimonial y otros creados por él para armar un gran archivo ficcional, donde se despliega críticamente el patrimonio de la región, que es al tiempo realidad y creación, con temas como la decadencia de los símbolos, los cambios de las fronteras y las diferentes narrativas que se bifurcan.
En la tercera sala se habla en pasado, presente y futuro. Hay dibujos originales de Alexander von Humboldt y otros ilustradores científicos posteriores, que retrataron el continente americano, apenas “descubriéndolo”; a veces como parte de expediciones científicas en los territorios, otras veces interpretando relatos de otros viajeros.
Con esa misma línea gráfica, hay tres acuarelas del artista Carlos Castro, de la serie Respirando por la herida (2013), hechas sobre papel del siglo XIX, que recrean en el estilo de esa época escenas contemporáneas, como bailarines en la calle 10 y guías turísticos en Santo Domingo. También están los originales del cómic Revisión a la historia de Francisco José Peláez, ganador de la beca de creación en novela gráfica o cómic de la Alcaldía de Medellín en 2017, que retrata desde la sátira los mitos fundacionales y el costumbrismo. Fotografías, videos, dibujos y pinturas actuales dialogan con obras del pasado para establecer el camino recorrido y dar ideas del porvenir.
La cuarta sala tiene que ver con el ejercicio de la medicina de Uribe Ángel, una faceta que permite reflexionar sobre la situación actual de salud pública y los cuestionamientos ejercidos sobre los profesionales de la salud desde esferas no científicas.
Las inquietudes de entonces siguen siendo las de hoy, aunque vestidas de nuevas complejidades. La violencia, la corrupción y la desigualdad se exponen en las diferentes salas, queda en el aire el reto a enfrentarlas para ganar un puesto en el atlas de los intelectuales .

