La luz natural es muy importante para el diseñador de modas antioqueño Camilo Álvarez. Su papá, que ha dibujado toda la vida, le enseñó de dónde debía venir la luz a la hora de trabajar, si es derecho desde la izquierda y viceversa y todo para poder percibir bien los colores.
Pero como también, hoy en día, flexibilidad es la palabra que más aplica, puede acomodarse. En el estudio que tiene se adapta. La Luz le llega muy nítida en las mañanas, en la tarde le da el poniente y baja el blackout, todo el día se está “moviendo”. En la noche sube la persiana para ver la ciudad iluminada desde ese octavo piso y usa un bombillo led blanco, “soy muy técnico con la luz”, cuenta.
Los hábitos son lo suyo, pero no le gusta estancarse, por eso su marca ha cambiado bastante en estos 15 años. Camilo Álvarez es un referente de moda desde que salió de la universidad y comenzó a trabajar en su proyecto de autor, a presentar sus colecciones. Todo, como ocurre en una industria cambiante, acelerada e intensa como lo es la de la moda, creció muy rápido a un punto en que el mismo Camilo sintió que debía desacelerar, “ocurrió justo antes de la pandemia, yo tomé la decisión de bajar el ritmo, ese nivel de producción de cosas”.
Estos últimos tres años han sido para volver a la esencia del estudio de creación, de generación de ideas, de empezar a proponer formas diferentes de producir moda.
“Creo que la manera de diseñar madura en muchas direcciones, hubo un momento en el que mis primeras colecciones eran muy experimentales, después empecé a distribuir en diferentes boutiques y eso también empezó a condicionar mucho la manera en la que me estaban comprando y es normal como uno va adaptándose un poco al mercado”.
Esa decisión prepandémica buscó más volver a la motivación y no a la manera de diseñar, porque incluso piensa que esa se ha transformado, “ahora es buscar hábitos de creación, es decir, mantener un ritmo constante en la creación, en la producción de cosas y no necesariamente pensada en un volumen muy grande sino en cosas que son más pequeñas, más constantes, es como estoy cambiando la manera de crear, incluso eso modifica todo hasta la manera también de vivir, de cómo se ofrecen las colecciones, que ya son más bien prendas que se van entregando una a la vez”.
Camilo hoy se dedica, principalmente, a diseñar y a coordinar todo lo relacionado con el diseño y por eso ya no necesita el espacio de antes, en el que albergaba máquinas, producción, stock de telas, no, ahora necesita un espacio personal para la creación.
Por eso la luz es tan importante y se añaden más componentes.

La mesa blanca
Hay dos en su oficina, una para sentarse y otra para estar de pie, esa última le llega a la cintura. Y vuelve la flexibilidad a tocar su puerta porque lo que busca es disponer y quitar cosas fácilmente. Si está únicamente en el computador, le gusta que en la mesa esté solo el computador. Si está haciendo bocetos le gusta lo acústico y poder retirar cualquier dispositivo. Y como no hay absolutos a veces escucha música, a veces no, pero eso sí, como su formación inicial fue en el Instituto Musical Diego Echavarría está recuperando ese hábito de escuchar melodías en los momentos creativos.
“Y me pasó algo muy particular en estos últimos años y fue darme cuenta, con esos conteos que al final de año hace, por ejemplo, Spotify, que llevaba tres años escuchando lo mismo, y esa curiosidad que tengo desde mi formación en el colegio no se podía perder, se me estaba cerrando el panorama y por eso empecé a buscar listas diferentes, sonidos frescos de creadores independientes”.
Hay otros momentos en los que prefiere oír un pódcast, le gustan de historia, de psicología, también las entrevistas. Y hay más hábitos.
“Una vez finalizo la jornada limpio mucho el espacio de trabajo para que así vaya a seguir trabajando con lo mismo al otro día, cuando vuelva a sentarme, tenga todo tranquilo, es como pensar que las cosas durmieron también un poco, que todo descanse y así tengo una nueva mirada para seguir trabajando”.
Al salir al showroom, el lugar en el que tiene la exhibición de ropa, también hay movilidad, la mayoría de los muebles tienen ruedas o son fáciles de mover, nada está empotrado o anclado a una pared. Allí comparte espacio con otra marca, Arcano, y comenzaron a hacer un evento al mes para abrir el estudio privado también a otras marcas, tener diferentes tipos de experiencias.
Y como el espacio también debe reposar, en la temporada vacacional guardó todo, para sentir que el trabajo no invadía su vida.
Este 2023 volverá a ser docente, llevaba cerca de 7 años sin serlo y sabe que lo lleva en la sangre, abuelos y padres docentes le enseñaron que el intercambio generacional nutre la vida. Sus expectativas hoy en día van más en la búsqueda de equilibrio, en crecer, “he aprendido a reconciliarme con mi manera de hacer las cosas lejos del ruido que generó en un momento el hecho de ser un empresario, emprendedor”.
Ahora va más tranquilo, una cosa a la vez, flexible, sin afanes y el espacio ayuda para crear, para concentrarse, para disfrutar de hacer moda a su manera, siempre con el sello Camilo Álvarez.



