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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

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    FOTOS: EL COLOMBIANO

El estudio de Astrid González

El arte de Astrid González se desarrolla a partir de preguntas. Eso es lo primero, la forma y los materiales vienen después. Las preguntas parten de su experiencia como mujer afrodescendiente, y cada respuesta es siempre otra pregunta, por la idea de raza, el racismo estructural y los procesos de blanqueamiento, por la diferencia, por el colonialismo y la representación de las personas negras en la historia universal. Esa indagación que parece no acabar se ha vuelto un método que ella describe más o menos así:

Por: Sara Kapkin | Publicado

“Yo lo que hago es tener una pregunta que busco argumentar con bibliografía o con referencias audiovisuales para luego pasar a pensar en el medio del lenguaje artístico que me permita formalizar esa argumentación de la pregunta”.

Parece abstracto, pero es absolutamente poderoso, porque lo que hace Astrid con su arte es construir imágenes. Imágenes de personas que han sufrido racismo, imágenes de personas afro, que a lo largo de la historia han sido imaginados por otros, por prejuicios.

“Estas ciudades son responsables de esa imagen del hombre que presidió la construcción del mundo, no necesariamente del hombre como debería ser, sino como es, retratado según las creencias de aquellos que gobiernan el mundo. Nuestras vidas son evaluadas y controladas de acuerdo con las definiciones, principios y objetivos de la cultura occidental y sus leyes internas”, dijo el intelectual senegalés, Alioune Diop en la sesión inaugural del Segundo Congreso de Escritores y Artistas Negros celebrado en Roma en 1959. Así está consignado en el libro de Paul Gilroy Atlántico Negro (2014), uno de los libros que Astrid tiene en su estudio.

Eso que dijo Diop de Roma, pasa también en Medellín. Por eso las preguntas de Astrid son también las de Gilroy, las de Diop, las de todos aquellos que han sufrido el racismo. Su arte se suma a los esfuerzos de tantos artistas afrodescendientes por hacerlas públicas, intentando hacer visible lo invisible, porque el racismo es tan naturalizado que para muchos resulta difícil incluso notarlo. Por eso lo que hace Astrid es tan poderoso, porque lo expone con su arte en todas partes.

Su estudio está en un cuarto pequeñito, el último de una casona grandota de Prado, en el centro de Medellín, donde antes vivió un cura, y donde ahora todos los cuartos son talleres de artistas. Ahí, Astrid construye una imagen propia de lo afro, diferente. A veces lo hace con fotografía, otras veces con escultura o video, pero siempre con otros principios, con otros objetivos diferentes a los de aquellos que han gobernado el mundo, como dijo Diop.


El estudio de Astrid González es un cuarto pequeñito de una casona grandota de Prado Centro, donde antes vivió un cura. Todos los cuartos son talleres. El de Astrid es el último, al lado de un patio donde cuelgan materas con cuernos y helechos enormes, desbordantes. En ese cuarto está gran parte de la obra que ha expuesto hasta ahora.

A primera vista se ven sus primeras obras. La obra fotográfica Cultura Negra, una pequeña muestra de lo que fue Nuevas Africanías y algo de Asepsia, una instalación donde traza una relación entre la higienización de las calles y la masacre del perejil, dirigida contra los haitianos en República Dominicana.
Mucho del trabajo de Astrid sucede por fuera del estudio. En la experiencia y la interacción con otros, en el extrañamiento de lo cotidiano, en la politización del ser afro. Cuando menos parece que está pensando en arte.
El arte de Astrid se desarrolla a partir de preguntas. Por eso en su estudio hay más libros que otra cosa. Con la bibliografía construye los argumentos que luego se traducen al lenguaje artístico que se acomode mejor, ya sea fotografía, video o escultura.

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