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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Julio César realiza la inspección técnica del cadaver de un mono tití en la Unidad Forense. Foto Camilo Suárez.
    Julio César realiza la inspección técnica del cadaver de un mono tití en la Unidad Forense. Foto Camilo Suárez.

Un forense contra el maltrato animal

¿Qué causa la violencia contra los animales? Julio César Aguirre lidera la primera Unidad Forense Veterinaria del país, donde buscan respuestas.

Sara Kapkin | Publicado

Julio César Aguirre recuerda que al principio le decían que estaba loco, que eso que estaba haciendo no tenía sentido. En ese entonces –hace más o menos 10 años—, a mucha gente no le importaban tanto los animales, sus vidas, mucho menos sus muertes, pero a Julio si, porque de alguna manera, los animales han sido sus maestros, sobre todo los perros, sobre todo Pepe.

Julio se encontró con Pepe cuando trabajaba como veterinario en el Centro de Bienestar Animal La Perla. Pepe llegó allí con otros perros que necesitaban atención, estaba tan mal y era tan agresivo que cumplía con el protocolo de eutanasia.

—Estaba famélico, tenía cortadas, puñaladas, una herida por machete, mordiscos. Todas las heridas estaban sin atender... Estaba muy mal” —recuerda Julio, qué además de las heridas, evoca la cara del perro, su mirada.

—Lo miré y no sé, me conmovió y me lo tomé personal. Ese fue el perro que me marcó. Ahí yo dije ¿De dónde viene este perro? Y empecé a indagar en su historia a través de sus heridas, dice Julio, que terminó adoptando a Pepe.

—O sea que su especialidad forense empezó por curiosidad...

––Sí, por preguntarme por la vida del perro, ¿qué le había pasado?, ¿cómo fueron esos primeros cinco años de vida hasta que lo encontraron en la calle? Empecé a estudiar ciencia forense a punta de bibliografía porque en Colombia eso no existía —dice.

Todo muy empírico, como podía, investigando por su cuenta, contactando a grandes forenses del exterior. Y a medida que iba aprendiendo empezaron a pedirle cada vez más que acompañara a la Policía ambiental en sus visitas. Tuvo tanto éxito que pasó a la Secretaría de Seguridad.

—Dimos golpes muy contundentes y eso nos generó una relevancia nacional, y empezamos a viajar por el país hablando de bienestar animal, de protección, de cómo hacer efectivas las sanciones.

Mientras tanto, Julio también era profesor de Anatomía en la Universidad Remington, fundó la Asociación de Medicina Veterinaria Forense, hizo un curso de ciencias forenses avalando por la Nanyang Technological University (Malasia) y cursó la maestría en Ciencias Forenses y Criminalísitica en el Tecnológico de Antioquia, que aunque no tenía nada que ver con animales le permitía formalizar el conocimiento forense y aplicarlo en veterinaria.

—Soy el primer veterinario con un posgrado forense en el país. De ahí es que me conocen como el primer veterinario forense de Colombia —dice.

Hasta que finalmente fundó, con varios colegas, la primera Unidad Forense de Veterinaria del país en 2018. Ese primer año atendieron 16 casos, todos remitidos por la Policía, unos atropellados, muchos golpeados, asesinados de formas muy violentas. Este año, en menos de dos meses, han atendido alrededor de 20 casos, y según sus cálculos, por cada 20 casos particulares, uno es remitido por las autoridades.

Lo de Julio y su equipo es una especie de CSI veterinario. Inspeccionan cuerpos, hacen autopsias, dejan que el muerto les hable. Uno de los casos más recientes es el de un mono tití que llegó a través de la Inspección Ambiental de la Alcaldía de Envigado, al parecer electrocutado.

—Con este animal se hacen varias cosas, radiografías, examen externo, tomamos fotografías, y hacemos una revisión completa buscando signos de trauma, asimetrías, fracturas, perforaciones, hemorragias, si tiene sangre, comida entre los dientes... todos esos detalles son importantes para nosotros. Los animales nunca mienten.

—En estos años que lleva haciendo veterinaria forense, ¿qué ha cambiado en la relación con los animales?

—Muchas cosas. Antes para muchos un animal muerto era basura. La sanción social y las leyes han aportado a la transformación de nuestra relación con los animales, a que tuvieran una mejor consideración. Hoy hablamos de animales compañeros.

—Pensar en los animales, en cómo nos relacionamos con ellos, termina siendo un asunto revolucionario...

—Es un cambio de paradigma.

Y puede ser el principio de la transformación del marco de pensamiento moderno que se basa en la oposición de animales y humanos, naturaleza y cultura. Por eso, aunque le dijeron loco, lo de Julio no es locura, es una revolución.

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