Una conversación con Fernando Andrés Castro Torres, doctor en ciencias humanas y sociales, director de investigación de la Colegiatura Colombiana y profesor de Comunicación Digital.
¿Qué es ser un ciudadano global? ¿Qué implicaciones tiene?
“Lo primero es que cuando se habla de ciudadano global se está haciendo referencia a un proceso que uno creería que es muy nuevo, pero viene desde el siglo XIX, desde la revolución industrial, cuando se generaron las primeras grandes transformaciones del mundo desde la técnica, relacionadas con el ferrocarril, con la generación de conocimientos de muchos lugares, la posibilidad de las personas de viajar cada vez más lejos en menos tiempo, y eso hizo que las personas pudieran tener un sentido cosmopolita del planeta.
Obviamente eso estaba reservado para un grupo muy pequeño de personas, que finalmente empezaron a tener una injerencia muy grande en políticas públicas, en movimientos independentistas. Por ejemplo en América buena parte de lo que surgió con las independencias se generó por la posibilidad de ciudadanos de estas colonias de viajar al mundo, de conocer las ideas, de ver lo que estaba pasando en la Revolución Francesa, etc.
De una manera u otra, desde allí empezaron a generarse unas transformaciones de algunas personas, logrando tener un sentido amplio del mundo. No podríamos pensar que es un asunto de hoy, lo que pasa es que a partir de la globalización y de la posibilidad de interconectarnos desde dos perspectivas, primero desde un mundo que tiene unas lógicas comunes y cada vez menos fronteras, eso hizo que claramente tuviéramos la posibilidad de desterritorializar un poco la vida de cada quien. Y lo otro es con la tecnología digital, claramente las personas pueden estar dividualizadas, que es un concepto del filósofo Gilles Deleuze”.
¿Qué significa dividual?
“Eso quiere decir que nosotros somos seres fragmentados y tenemos copias de nosotros mismos como seres divididos.
Podemos estar aquí en este momento en Medellín, pero también podemos estar virtualmente en Envigado estableciendo una reunión o yo estar respondiendo WhatsApp al otro lado del planeta. Son como copias de nosotros mismos que están divididas en virtud de lo digital.
Gilles Deleuze planteó eso en Sociedades de Control en los 90, como proyectando un poco hacia dónde nos dirigíamos con los desarrollos de la técnica. Igual no había internet ni nada de eso, pero digamos que es uno de los filósofos más importantes y más trascendentales de Francia y de Occidente. Y bueno, ya desde ese momento avizoraba y planteaba un poco hacia dónde íbamos a ir, hacia dónde nos dirigíamos.
Y un poco era el decir, estamos dejando de ser una sociedad y estamos entrando a otro tipo de sociedades. Esas otro tipo de sociedades están altamente caracterizadas por lo dividual y por los desarrollos de la técnica que permiten que las personas podamos estar aquí y allá.
Esa es una perspectiva, digamos, como desde la técnica. Hay otra mucho más amplia desde el concepto de ciudadanía. Porque, bueno, ¿qué es ser ciudadano? Si vamos a la definición clásica de ciudadano, es aquel que tiene los derechos sociales, económicos y políticos.
O sea, puede elegir, puede tener propiedades y puede tener acceso a educación y a salud. Esos tres ámbitos de derechos, pero en la contemporaneidad, con la globalización, con la posibilidad de hacer viajes a un costo, un tiempo y unas condiciones técnicas y logísticas mucho más diferentes de lo que eran hace unas cuantas décadas.
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Y la facilidad de viajar, cada vez menores requisitos, menores visas, menores trámites para ello, un mayor conocimiento, unas herramientas que te facilitan viajar y desplazarte por todo el planeta. Pues en la medida en que se empiezan a dar todas esas transformaciones, el concepto de ciudadanía que ha venido transformándose, pues ya está un poco atado a una ciudadanía cultural, por ejemplo.
Unas posibilidades de pertenencia y que de una manera u otra están cambiando con esa posibilidad que tenemos hoy de trabajar al otro lado del planeta: sabemos que muchos ciudadanos de otras partes del mundo, especialmente europeos y norteamericanos, por ejemplo, vienen a Medellín y trabajan en Medellín unos cuantos meses y disfrutan mientras en sus países están en invierno.
Vienen acá al trópico, disfrutan del sol, de la comida, de los paisajes, ganando lo que ganan en euros, pero gastando lo que se gasta en pesos. Realmente el acceso a salud, que es una de las condiciones más complejas que puede haber, o el poder elegir, ya no son condicionamientos que estén marcados por la pertenencia a una nación, a una ciudadanía.
Es decir, y sabemos de muchos casos de personas que trabajan en otra parte que tienen un seguro, es internacional, lo cubren, no necesitan necesariamente ser ciudadanos de lugar donde estén. O por lo que ganen y devengan en euros, perfectamente puede pagar cualquier tratamiento particular acá en Colombia.
Y respecto del asunto de elegir, de la pertenencia, hay unas categorías que un sociólogo alemán, Ulrich Beck, llama categorías zombies, que están vivas y muertas. Como por ejemplo la pertenencia a lo político, a lo partidario, son categorías muertas. Bien sabemos que hay un desencanto gigantesco por lo que implica movilizarse partidariamente por un político, por un partido político, y en ese sentido tampoco determina el hecho de yo elegir o ser elegido, pues no tengo ningún interés de participar en política, ni en elegir, ni tengo una desilusión profunda de la democracia, de esos asuntos, y eso no es un condicionamiento tampoco para pertenecer a un Estado o Nación. Entonces, digamos que desde las lógicas de la política se han reconfigurado, desde las lógicas de la técnica se han reconfigurado, entonces por eso hoy, digamos, como esas condiciones de ciudadanos globales están marcadas por esas transformaciones históricas que vienen de 200 años atrás”.
Hay un tema importante que es el arraigo. No sé si un ciudadano global, hablando desde las implicaciones de lo cultural, tiene arraigo, o cómo sería eso culturalmente hablando, y cómo funciona ahí el tema de la cultura
“Estoy citando mucha gente hoy, pero hay un sociólogo, un teórico latinoamericano, Néstor García Canclini, quien dentro de su teoría tiene una publicación que se denomina Culturas Híbridas.
Entonces de una manera u otra el arraigo hoy está dado por otros elementos socioculturales que no necesariamente son la pertenencia a un estado en el que nací. Y eso tiene que ver con algo que nos enseñan un poco en historia, y es que los estados-nación son una creación del siglo XVIII, siglo XIX. Es decir, antes no había ni himno, ni bandera propiamente de un país, ni la comida típica, ni el traje típico, ni ese sentido de pertenencia a un estado-nación, por el que finalmente la gente va a la guerra y se mata.
Eso fue un fenómeno, digamos, como muy contemporáneo del surgimiento de los estados-nación, y nos hicieron creer que todos los que nacimos en un territorio le debemos fidelidad, debemos dar la vida por ese territorio, debemos estar orgullosos de nuestra bandera, de nuestras tradiciones, y eso realmente es algo muy nuevo. Y como muchos de los conceptos históricos pueden aparecer o desaparecer, o hibridarse, o cambiarse. Entonces un poco hoy el desarrollo frente a la pertenencia de un lugar fijo, de un espacio fijo en el que yo tenga que estar, pues hoy parece que volviéramos a ser nómadas, no los sedentarios que desde el neolítico empezamos a ser como sociales, sino empezamos a ser nómadas, y el carácter de nómada también es cultura, y también establece unas relaciones con la cultura. Uno ve cómo se hibridan las culturas. El fenómeno de las migraciones es un fenómeno cada vez más importante que determina los movimientos y la política pública, las campañas políticas, las propuestas de los estados. Es un tema de preocupación en todas partes del planeta, y lo que sí es claro es que es un asunto que no se puede detener.
Las migraciones, las movilizaciones siempre han existido, y hoy la condición de ese desarraigo más bien podría interpretarse como una hibridación cultural. Un extranjero que vivió acá tiene unas tradiciones que vienen de donde nació y las hibrida con formas de vida de acá, aprende cosas, disfruta asuntos de la gastronomía, del clima, de la moda, de la música, y eso no establece ningún factor ni negativo ni positivo.
Tiene unos efectos que en algún momento pueden ser nocivos para las personas que son locales, que viven en la ciudad, que todo el tiempo han existido en esos territorios, pero de una manera u otra no es que desaparezca la cultura, las híbrida, se transforman, y esa es una de las condiciones también de esos ciudadanos globales, que son personas con unas culturas híbridas que les permiten precisamente enriquecer su horizonte cultural con ese diálogo de saberes que tienen permanentemente en todos los lugares que visitan”.
¿Y entonces cómo funcionan ahí las fronteras?
“Mira, el mismo Ulrich Beck, el de categoría zombies, tiene una publicación que sacó en 2017, que de hecho fue con la que yo hice mi trabajo de doctorado, mi tesis doctoral, que es la metamorfosis del mundo. Y él dice que en las últimas décadas del siglo XX y de ahí en adelante hemos estado en un proceso de metamorfosis. No es un cambio, no es una revolución, no es una transformación, es una metamorfosis, un cambio profundo: lo que se creía que antes era imposible, hoy es posible.
Y esas posibilidades y esas condiciones de esa metamorfosis se denomina cosmopolitismo. Y el cosmopolitismo no es nada distinto a esos ciudadanos globales, esas prácticas globales, esas tecnologías con capacidad de globalizarse.
De una manera u otra las fronteras siguen estando, como bien lo decía, hay unas restricciones, pero la tendencia es a que se vuelvan más permeables, que hayan mayores licencias y permisos, que siguen existiendo por diferentes características. Una de ellas tiene que ver con el tema del crimen, de la delincuencia, pues efectivamente tienen que haber unos controles entre los países, los migrantes que llegan a Europa en balsa, o a Estados Unidos cruzando la frontera por el río Bravo, etc.
Son problemas muy latentes, muy grandes en el planeta, cómo llegan esos migrantes, qué es lo que hacen, cómo se insertan en economías desreguladas, etc. Siguen siendo unas problemáticas álgidas, hoy están en una de las primeras líneas de la agenda política en Europa y en el mundo en general, pero lo que sí es claro es que esas fronteras cada vez se vuelven más porosas, se vuelven más diluibles, más diluidas, y eso en parte es por la tecnología, porque cada vez hay menos restricciones para viajar, para instalarse, para existir en diversos instantes. Ves cómo hoy los colombianos podemos viajar a muchas partes del mundo sin que nos pidan visa, como era hace 20 años, que teníamos muchas restricciones con todo el fenómeno del narcotráfico. Las restricciones se dan un poco en ese sentido, en asuntos de controles frente a procesos ilegales y a temas en donde los estados se tienen que proteger, pero hoy cada vez más ves que se empiezan a diluir un poco esos requisitos y los estados tienen que validar sus fronteras desde otra perspectiva. Ahora, desde la tecnología, desde la comunicación digital no existen fronteras, o sea, yo puedo sentarme y reunirme y trabajar en cualquier parte del planeta con obviamente unos requisitos establecidos, pero yo puedo vivir y trabajar de manera híbrida desde cualquier parte del planeta con un computador y una conexión a internet. Esas fronteras desde la tecnología y desde la técnica se diluyen por completo”.
¿Ese concepto de ciudadano global es absoluto? ¿Sigo siendo una ciudadana global si quiero ir a Argentina y no a India?
“No, para nada, digamos que existen unas ciertas afinidades que se dan por idioma, por cultura, por tradición y claramente ese diálogo y ese intercambio oriente-occidente todavía es muy complejo, pero son por fronteras culturales, más no por fronteras propiamente de carácter legal o técnico, o sea, tú puedes viajar a India, te puedes instalar en donde quieras, pero de ahí a comer como comen ellos, el asunto de la solidaridad, todo ese tipo de cosas mucha gente lo hace, va a allá y se instala allá y se queda por aquí o allá, pero tiene que ver más con lo cultural que con lo político o con lo técnico derivado de lo digital”.