Perros Criollos empezó hace poco más de dos años en un bar, sin muchas pretensiones y con un formato muy sencillo: tres amigos –Lokillo, JP y Julián– contando lo que les pasa, mirando con distancia las tragedias para hacerlas comedia y reírse de sí mismos, de la vida, e improvisando, porque Lokillo y JP son trovadores consagrados.
Un año después, para celebrar su primer aniversario hicieron la Fiesta de Los Criollos, un evento que además de su show habitual incluía concierto de Alcolirykoz, batalla de improvisación y salsa, mucha salsa. La acogida fue tan grande que la boletería se agotó en dos horas y tuvieron que abrir una fecha más, y la llenaron también: sold out, 24.000 personas en dos días.
Dos años después superaron la hazaña, pues no sólo volvieron a llenar La Macarena, sino en el Coliseo Medplus, —el escenario multipropósito más grande de Latinoamérica— y en un montón de teatros alrededor del mundo. Sin terminar el año, la cifra de asistentes a los shows de Perros Criollos está cerca a los 100.000 y las reproducciones en YouTube se cuentan por millones.
Semejante éxito tiene diversas explicaciones.
—Lo más importante que ellos tienen es la honestidad, y creo que la identificación que la gente siente con ellos es porque han hecho un cosa muy brutal: desde la orilla del humor crearon un orgullo sobre lo que la gente no solía sentirse orgullosa, que es el fracaso. Estábamos acostumbrados a que la élite tuviera una narrativa donde lo popular era despreciado, considerado un fracaso social y ellos lo enarbolaron como sus banderas e hicieron que todas esas cosas por las que uno se ha sentido mal, como ser pobre, feo y tener cierto mañerismo se volvieran inspiración. Ellos están realmente democratizando la cultura, poniendo una narrativa donde todos cabemos, porque la narrativa oficial es elitista, como ha sido elitista este país, pero la narrativa que están imponiendo ellos, y muchos otros que lo han estado haciendo desde otras orillas, es que ahora nosotros mismos nos incluimos, y no hay nada mejor que sentirse incluido, por eso ese fenómeno es tan masivo —dice Gilmer Mesa, escritor y amigo de los Perros Criollos.
Otros que también han insistido con esa narrativa de lo popular son Alcolirykoz, quienes hacen parte fundamental de la historia de Perros Criollos, pues JP conoció a Gambeta en un evento de improvisación donde competían raperos contra trovadores, y por Gambeta conoció a Julián —conocido en redes como @eldelasfotos—, así se reunieron con Lokillo.
—Yo estuve ahí desde el principio y siento que ellos lo que hicieron fue juntar poderes y eso no tiene pierde, los tres son muy talentosos, cada uno en cosas distintas, pero que se complementan. Cuando se juntaron yo lo vi muy natural, lo mismo el crecimiento, porque hacía falta eso que ellos hicieron, ese humor no tanto de contar chistes, sino de esquina, de amigos, con esa libertad de decir cualquier cosa, que es lo que hacemos siempre en los parches, que es coger un tiro y sacarle el IVA y tirarse la pelota entre todos, es eso, un humor de amigos de situaciones reales, como vivimos, como hablamos —dice Gambeta, rapero, productor y amigo de los Perros Criollos.
Y eso que dice Gambeta, ese humor de esquina, de amigos, es una de las cosas que más le gusta a Jorge Cardona —Ingeniero electrónico y estudiante de doctorado en ingeniería— uno de los grandes fanáticos de los Perros Criollos, pues ha ido a casi todos los shows que se han hecho en Medellín, desde los primeros en Mero Bar hasta las fiestas de la Macarena.
—Yo a ellos no les veo ese interés de ganar plata sino de divertirse y divertir a la gente y ayudar a las fundaciones de animales, entonces no es un show y ya, tiene contenido social, historias de ellos que son muy de la cotidianidad, del colombiano y del ser humano en general. Ir a los shows es como ir a tomarse una cerveza con los amigos y hablar de la vida, de como nos fue, de cualquier cosa, entonces es muy fluido, muy espontáneo. Ellos son así, no están actuando, eso es lo que yo creo que ha hecho que trascienda, dice Jorge.
Esa familiaridad que hay entre los Criollos y su audiencia, la manada, se crea, en parte, a través de la repetición, ‘sacándole el IVA’ a los chistes, como dice Gambeta, creando un lenguaje común, con referentes y personajes. Ya todos saben a que se refieren cuando hablan del tío César, de Papayó, de Don Tortugo, de los ojos de Lokillo, de las tundas que le daba el papá, del ‘motilao’ de la mamá y de la anaconda de Julián. Pero eso que tanto les gusta a unos es lo que menos les gusta a otros. Tal vez la crítica más recurrente que se lee en redes sociales es esa, que hacen chistes de las mismas cosas, que repiten, pero eso lo hacemos todos cuando estamos entre amigos, rememorar, contar las misma historias para darles otro lugar en la historia, que es la vida.
—A eso no hay que buscarle muchas explicaciones, son tres personas muy talentosas que se juntaron en el momento preciso y entendieron lo que quiere la gente. Ahora es una comunidad gigantesca y un show muy completo, porque tenés comedia, música, improvisación, participación de la gente y visualmente está muy bien hecho, es muy lindo, ellos le meten mucho a la estética. Empezó como una cosa muy de parche, muy diferente a lo que ya habían hecho que era más libreteado y políticamente correcto, como la comedia tradicional, pero aquí son ellos jugando, y el juego les salió muy bien. Para mí lo de ellos ya no es un fenómeno, es algo de lo que vamos a hablar los próximo diez, quince años —dice Chicho Arias, también comediante.
La música y el desparpajo fue una de las cosas que más le llamó la atención a Diego Botero, un colombiano que vive hace 10 años en Estados Unidos, donde tiene, entre otros proyectos, Ruta A, una empresa de transporte escolar para niños con capacidades especiales que tiene más de 7.000 empleados y opera en 22 estados de ese país.
–Para mí han sido un salvavidas, porque cuando los empecé a seguir hace dos años estaba pasando por un momento de estrés muy fuerte, porque el negocio se me había crecido del cielo a la tierra, pero la forma que ellos tratan los temas, en muchas ocasiones sensibles, me ha mostrado que la vida no hay que tomarla tan en serio, porque lo serio aburre, cansa, estresa y las cosas no tiene que ser serias para ser organizadas, disciplinadas, para funcionar. Además son seres humanos geniales y excepcionales —dice Botero, que se acuesta siempre viendo el show y se ha repetido todos los capítulos más de una vez.
A otros que también están salvando los Criollos es a los perros, pues de cada show destinan un porcentaje de la boletería para fundaciones de las ciudades en las que se presentan, y en cada capítulo les dan espacio para visibilizar su labor, sensibilizar a las personas y, sobre todo, estimular la adopción de mascotas y la tenencia responsable. Hasta ahora son más de 55 las fundaciones que han sido beneficiadas, y solo este año han donado más de diez toneladas de comida para los animales.
—Ellos están realmente comprometidos con los perros, de verdad les duele y se preocupan, es algo que les nace, y contar con el apoyo de una comunidad gigantesca como la de ellos nos ayuda mucho, visibiliza nuestra la labor, y tiene mucho más eco. Son demasiado amplios con sus redes sociales y a mi eso me parece increíble. Son muy humildes, muy lindos —dice Andrea, de la fundación Second Chances.
Esa es la gracia de Perros Criollos: la honestidad. No son personajes, sino personas, y esas personas son como nosotros. El truco de mostrar las heridas, reírse de ellas.
—Ellos han logrado traer esas conversaciones de las tiendas de barrio al escenario y eso es lo que genera esa identificación de la gente de todas las generaciones e incluso de todos los estratos, es brutal. Uno habla con personas de un estrato muy alto o uno muy bajo, y ambos los admiran y encuentran en ellos no solamente el chiste, la comedia sino que se encuentran con una realidad de la que quieren hacer parte. Es muy poderoso lo que han logrado —dice Valentina Hoyos, marketing manager de Spotify.
Tan poderoso que se puede traducir en números. Por ejemplo, la playlist La Fiesta De Los Criollos, que armaron con la audiencia durante uno de los capítulos, ha sido guardada 56.000 veces, superando, por mucho, el número de seguidores de cualquier playlist de usuario de la plataforma.
Una frase de Alcolirykoz lo resume todo y a todos: “Hicimos trampa para perder y así ganamos”. Porque Perros Criollos hace parte de un universo que también incluye a Gilmer Mesa y sus libros, y Alcolirykoz con su rap, y ese universo se funda en la lealtad que tiene cada uno con sigo mismo.
Gilmer lo explica así:
—El dinero nunca ha sido el fin. Si la vaina fuera por la plata, habríamos buscado otras formas, pero nosotros hacemos lo que hacemos porque es la única cosa que queríamos hacer en la vida, eso es triunfar. No es la plata, es encontrar una forma de estar en el mundo que te permita expresarte con libertad, sin hacerle daño a nadie y con la gente que querés.
–Los amamos, son representantes del espíritu de una época, y abordan la fibra popular con carisma, ingenio y talento —dicen Cristina Toro y Carlos Mario Aguirre del Águila Descalza.