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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Obra La maza está callaita; concierto y coreografía, Tatyana Zambrano y Henry Palacio, 2019.
    Obra La maza está callaita; concierto y coreografía, Tatyana Zambrano y Henry Palacio, 2019.

Perreo + techno, nuevo sonido de Medellín

¡Bienvenidos al perreo de la Medellín 3000! Techno perreo, neoperreo, latin club, latincorer, existe un abanico fresco de sonidos más allá de la saturación del reguetón.

Cristian Herrera* | Publicado

Una media de Aguardiente Antioqueño vacía sirve de florero para dos rosas rojas. Más que de adorno, su función pareciera tener un propósito medio divino, como si se tratara de una especie de agua bendita lista para santificar la celebración que se está dando en uno de los cerros tutelares de Medellín. De fondo, Verraco embelesa a más de 500 personas con “Xtasis”, tema producido por el colombo-estadounidense Nick León y el veterano pionero venezolano dj Babatr, que terminaría convirtiéndose en “la canción electrónica del 2022”, según varios medios especializados de música como Resident Advisor, Crack Magazine y Pitchfork.

“Xtasis” fue publicado en el sello TraTraTrax, cofundado por el mismo Verraco –hijo putativo de Valparaíso, experiodista ganador de un Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar gracias a la crónica El antro más pequeño del mundo, publicada en Vice, y uno de los djs colombianos más laureados del momento–, y la razón por la que se encuentra tocando en un mirador de Belén Altavista, bendecido por aquella mediecita ante los ojos del planeta entero: es la transmisión del Boiler Room Medellín.

Una de las plataformas de streaming más reconocidas de la actualidad puso la mirada sobre un puñado de djs que decidieron crear un sello de música en la ciudad con un objetivo claro: enfrentarse al monopolio del llamado Norte global a punta de dardos sónicos lanzados desde la montaña. Una fórmula en la que géneros como el techno, el tribal y los breaks derrumbaran barreras coloniales como más le gusta a lxs latinxs: haciendo mover el culo.

Un par de meses después, en el corazón del sur del Valle de Aburrá, una nueva congregación captaría la atención de los devotos más liberales de la música electrónica en la ciudad. La tradicional Central Mayorista de Antioquia serviría de locación para recibir una nueva propuesta enfocada en resaltar el brío de la sonoridad latina en la electrónica. De la mano de Alejandro Cardona, dj y gestor cultural de la ciudad, Latineo se convirtió en la primera edición de un festival que, más que un cartel, reflejaba el sentir de una Medellín cansada de magnificar djs internacionales semana tras semana; cansada de ver cómo les pagan hasta diez veces más de lo que recibe un dj con una trayectoria local consolidada.

“Mucho de lo que ha pasado en la ciudad y en Latinoamérica sobre la electrónica está pasado por el eurocentrismo o el primermundismo, todos los djs que llenan son gringos o europeos, entonces queremos traer por primera vez a Medellín un line up completamente curado por artistas latinoamericanos, un evento para unir a los djs de toda la región”, comentó Cardona en un artículo publicado por El Colombiano, casi que vaticinando lo que Sano, Julianna, Gladkazuka, Lucrecia Dalt, Valesuchi, Matías Aguayo y Nicola Cruz pondrían musicalmente sobre la mesa. Fueron 12 horas de una intensa travesía por río, meseta y montaña, siempre atravesada por la satisfacción de esa utopía que, desde la riqueza de esta tierra sonora, cadenciosa y color marrón, labra nuestras raíces.

Latineo fue un poderoso homenaje a la electrónica latina. Un festival con enfoque netamente sudaca, con espíritu bellaco y montañero, organizado por uno de los fundadores de Perro Negro –la discoteca de reguetón más famosa de Medellín–, surge para hacerle frente al colosal conservadurismo que por décadas enteras el techno ha erigido en estas tierras.

Tanto Verraco como Alejandro, al igual que nombres como DJ Lomalinda, Motivando a la Gyal, DJ Pai, Bclip, Samuelath, Indogma, Coal y OCTUBRXLIBRV, son partícipes vivos de una realidad que está permeando con fuerza la escena electrónica medellinense: el techno dejó de tener una sola cara –oscura y contundente– para comenzar a mostrar otra mucho más colorida, llena de deseo, sudor y dembow arrebatado.

La llamada capital mundial del reguetón pareciera haber encontrado una nueva identidad propia, un nuevo sentido común que extiende una invitación marcada: a regocijarnos nosotrxs mismxs desde aquel cortejo fluido y honesto de la discoteca, de nuestra discoteca, dejando atrás las normativas convencionales del “club”.

Y es por eso que la mención de Alejandro Cardona y Verraco no es en vano. Alejandro, quien desde los famosos foros de MedellinStyle mostró su interés por el lado “ñoño” de la música, fue encontrando paulatinamente su lugar de la mano de artistas y colectivos como Sano, QK e Invazión. Era común verlo por las calles de Medellín con una camiseta de Underground Resistance –tal vez la colectividad más contestataria que ha tenido el techno norteamericano– mientras promovía fiestas suyas con djs de la talla de Ben Klock, Jonas Kopp y Matías Aguayo.

Aun así, no había porqué ocultar su amor por el perreo. En 2014 decidió llevar al antiguo El Deck las canciones con las que crecieron en el colegio, bautizando la noche como “Barrio Fino”, en honor a la joya de la corona de Daddy Yankee. A medida que la fiesta adquiría cada vez más notoriedad, el voz a voz en la “escena techno” arrojaba comentarios burlones y quejosos, como si se tratara de una ofensa imperdonable. Cardona prefirió la pasión a la atención, y continuó transitando por esta doble calzada con la frente en alto. Un par de años después fundaría la que, para muchos, se ha convertido en la discoteca de reguetón más representativa que ha tenido Medellín en su historia reciente: Perro Negro.

Verraco, por su lado, también decidió jugársela al mostrarle al mundo que en Colombia, y sobre todo en Medellín, podemos tener una versión del techno cocinado con nuestros propios ingredientes, acompañado con un guarito y tomado en una esquina donde se perrea a poca luz. Aunque han sido varios los sellos que han explorado previamente esta narrativa de techno y perreo –NAAFI en México o Salviatek en Uruguay–, ninguno había logrado atravesar la estratósfera colonialista con la fuerza que lo hizo TraTraTrax.

“Una de las razones por las que hicimos TraTraTrax fue porque vimos cómo gente de afuera, que respetamos y son referentes, hacían cosas con nuestros ritmos y se volvían reconocidos por eso. Eso fue la tapa. No puede ser, ¡la chimba! ¿Otra vez la dinámica extractivista en la que la gente saca el ritmo, le mete la blanqueadita y lo pone cool? Yo no estoy en contra de que lo hagan, a menos que sea un extractivismo descarado, pero era como que ellos estaban reclamando hacer el dembow de avanzada o el deep dembow. Eso es lo que nos empezó a hacer mucho ruido”, respondía Verraco en una conversación con la revista Shock, días después de su presentación en el Boiler Room Medellín.

Desde la tierra del techno agreste y contundente, un sello con raíces paisas ha puesto a perrear a medio planeta. Y, por lo pronto, el bailoteo no parece detenerse...

Más allá de la etiqueta –techno perreo, neoperreo, latin club, latincore–, esta nueva narrativa latinoamericana incorpora al mundillo del techno un abanico fresco de posibilidades asociadas a temáticas populares, feministas, queer e incluso sociológicas. Parafraseando a la filósofa y profesora argentina Luciana Cadahía, estas nuevas corrientes “invitan a pensar desde el perreo”, pues son nuevas voces que rompen con la institucionalidad sosa y purista del patrón tradicional del techno e invitan a construir un proyecto para conectar con esa utopía latina.

Y aunque cada vez son más los djs anglosajones y europeos que sacan pecho a la hora de tocar este tipo de música, facturando millones mientras viajan por el mundo sin ni siquiera compartir los respectivos créditos de lxs productorxs detrás de dichas composiciones, el puño del latineo sigue bien en alto. Porque como bien dice Kaztro, rapero del grupo Alcolirykoz, en Reflujo: “Quieres cantar como latino, pero que no te traten como a uno”.

Bienvenidxs al perreo de la Medellín 3000.

*Periodista musical especializado en electrónica, hip hop y reguetón. Ha colaborado con VICE, Arcadia, Shock, Spotify, Boiler Room y Resident Advisor.

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