esde hace algunos años el cine de Medellín ha ocupado un lugar sobresaliente en la cinematografía colombiana y ha sido resaltado en numerosos festivales de cine internacionales. Una de las causas del crecimiento del sector es la proliferación de espacios de formación que ha estimulado la especialización técnica y artística. Un apunte significativo es la notable presencia de mujeres antioqueñas en roles creativos ocupados tradicionalmente por hombres, como la dirección, el sonido y la dirección de fotografía, hecho que sin duda modifica las estéticas pre-existentes e incide en la renovación del medio. Este texto no pretende hacer un listado de las películas antioqueñas estrenadas este año, sino más bien reflexionar sobre algunos filmes que plantean formas discursivas desafiantes a los cánones del cine comercial. En 2023 sobresalieron tres largometrajes documentales, tres óperas primas que acuden a la autobiografía, haciendo uso de recursos propios del cine en primera persona, como la voz en off y los archivos fotográficos y de video para explorar historias que narran una conexión entre el presente y el pasado familiar, íntimo y particular, pero que tiene claros vínculos con una historia social y cultural compartida.
El rojo más puro de Yira Plaza cuestiona las luchas políticas y las resistencias sociales cuando arriesgan los lazos familiares. La voz de la directora conduce el metraje, en las imágenes mira de frente a su padre y a la vez que lo interpela a él, lo hace con ella misma para reconocer su propio lugar en el mundo; un documental que con firmeza nos conecta con la absurda historia política colombiana. Amando a Martha de Daniela López es una carta de amor a su abuela, le habla directamente, la mira a los ojos y nos hace partícipes de su tristeza al revelar la historia de maltrato que vivió con su esposo. Una película dolorosa y honesta, incómoda y valiente, pues habla de la violencia intrafamiliar que en muchas familias se ha normalizado. La multipremiada Anhell 69 de Theo Montoya, con amplia participación en festivales internacionales, se adentra en el universo queer de Medellín para enfatizar en una ciudad desesperanzada donde el no futuro sigue dominando la mente de muchos jóvenes disidentes de la hegemonía social.
Observamos un viraje hacia formas narrativas alternas a las tradicionales, en las que la mezcla de materiales y formatos hacen parte del contenido mismo y van más allá de meras decisiones estéticas. Se percibe un afán por la exploración de sistemas de producción diferentes, pues son películas que implican largos periodos de realización, en los que las etapas convencionales de creación (escritura-producción-posproducción) son trastocadas por la no linealidad en los procesos.
Con películas como estas, el cine de la ciudad escribe una contra-historia alterna a la institucional y se convierte en un agente que puede incidir en las prácticas sociales de los espectadores. Su valor no está dado solamente por lo que testimonian las historias que cuentan, sino por el acercamiento social y cultural que realizan.
*Guionista, directora de cine e investigadora.