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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Hagamos “vaca” por un museo

Hagamos “vaca” por un museo

¿Por qué y para qué visitar los museos de su ciudad?

Por: Juliana Restrepo Tirado | Publicado

Cada dos meses nacen, en promedio, tres museos en Colombia. En 2022, Colombia contaba con 743 museos en 27 departamentos. Pequeños y grandes, internacionales y locales, comunitarios, históricos, de ciencia, de arte, de memoria, botánicos, digitales; esta cifra más o menos se mantiene a través de los años. Los hay de diseño, del vestido, del vidrio, del oro, del tiro, de la lepra, de la fotografía, de la cestería, del calabazo, del petróleo, del hierro. Los hay del humor, de la selfie, de la caña de azúcar. Hay casas museo que perpetúan el legado de políticos, héroes, escritores y otras personalidades. También hay lugares que, sin estar propiamente constituidos como museos, cuentan con una colección o un espacio que les da ese reconocimiento.

Se abren y cierran museos todos los años; se abren cuando una persona o un grupo de personas curiosas y digamos que un poco locas, deciden poner al servicio de una comunidad una colección o un conjunto de historias contenidas en objetos o libros o experiencias. Se cierran por muchas razones, principalmente por problemas financieros; pero también por desconexión con sus públicos, por falta de relación con el territorio. Cuando caen en el olvido y ya nadie los visita. Por problemas de orden público o cuando se transforman en otra cosa que se aleja del objeto para el cual fueron creados. También ha habido tragedias que han llevado al cierre de museos como fue el caso del incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro en 2018, que lamentó y registró el planeta entero. Y cómo duele ver el cierre de un museo, el cierre de sus puertas y servicios, cómo se siente de rara la imposibilidad de visitarlo y de no tener acceso a una obra, a un libro, a un corredor.

Este es un texto donde quiero hablar de la necesidad de apoyar a los museos, de visitarlos, de sentirlos propios, del papel fundamental que cumplen. También quiero que sea pedagógico, de modo que usted sepa qué encontrar, para qué sirven, cómo recorrerlos... Para ello, recogí las voces de amigos y colegas de este mundo maravilloso de los museos.

¿Qué encontrar

en los museos y para qué?

Dice María Mercedes González, directora del Museo de Arte Moderno de Medellín, que “en principio cuando uno entra a un museo espera encontrar exposiciones” y explica que “las exposiciones son una construcción de conocimiento alrededor de una idea, de una pregunta, de un artista o alrededor de un momento de la historia; y todo eso se representa a través de objetos y por supuesto también de otros elementos”, pero que “los museos son mucho más que exposiciones; son espacios vivos donde se generan conversaciones”.

Es muy importante decir, y es algo que también resalta la directora, que los museos pueden tener programas de cine y hasta programación musical; y que en los museos también suceden eventos privados y públicos de diferentes tipos. En el mundo entero los museos desarrollan estrategias para su financiación, que incluyen el alquiler de espacios para eventos corporativos y de entretenimiento. Es por esto que no es raro ser invitado a una cena o a un coctel para el lanzamiento de un producto, o para un desfile de modas, o para la presentación de un libro, lo que al final será otra manera de asistir y vivir el museo. Lo cierto es que en un museo se encuentran distintas maneras de ver el mundo, que es como entrar en otro lugar y en otro tiempo.

También escuchamos con frecuencia, y este es un concepto que ha estado de moda por décadas, que los museos son “lugares para el encuentro”. Ojalá esta frase siempre esté vigente. “Uno se encuentra en los museos y para eso sirven”. Para encontrarse con los amigos, para hacer amigos, “para encontrarse uno en las paredes, en los objetos, encontrarse en sus miedos, en sus placeres, en su familia, en la curiosidades y las cosas que le interesan. Eso yo creo que es maravilloso del Museo: son lugares donde uno se pueden encontrar”. Comenta a propósito Julián Roa, museólogo y museógrafo1.

El director del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, Gustavo Ortiz, dice que “en los museos encontramos preguntas al enfrentarnos nosotros ya sea a una obra o a un objeto patrimonial, donde lo primero que hace nuestra mente es preguntarse de dónde viene, quién lo obtuvo, quién lo hizo, qué significado tiene, qué desempeñaba este objeto o esta obra dentro de la sociedad... ¿qué significado podrá tener para el futuro?”.

“Los museos son también espacios de debate. Los museos contemporáneos latinoamericanos, como los nuestros en Colombia, son unos lugares de tensiones en donde se llevan a cabo muchos debates sociales de nuestra cultura y de nuestra historia y se hacen de una forma muy inteligente y proactiva”, afirma María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia.

Conversar, encontrar, guardar, preguntar, debatir. Cinco acciones que hacen parte de la vida, de nuestra relación con los otros y con la ciudad, y que también están en el corazón de nuestra relación con los museos.

¿Cómo recorrerlos, qué esperar?

Los museos, como un barrio o una ciudad, no deberían tener recorridos lineales. Sin embargo para la comprensión de los públicos, los museos diseñan recorridos especiales que son acompañados por personal experto en ciertos temas o al menos muy bien preparado para tener conversaciones fascinantes. ¿Ha conversado alguna vez con el guía o mediador de un Museo? Esto es algo que debe hacerse al menos una vez en la vida, le aseguro que se sorprenderá.

A propósito de los mediadores, comenta Julián Roa, que los museos están pensados para servir al público en general y siempre hay alguien que está dispuesto a guiar, a mediar, a explicar y a quitar los miedos. Y es que si algo puede esperar uno de un museo es “encontrar la cara de otra persona que tiene sus propios intereses, tiene la emoción de contar una historia, de contarle a uno la memoria, el pasado, el presente, el futuro, el porvenir de un país, de una sociedad, de un pueblo”.

Sin embargo, lo interesante de recorrer un museo libremente es que nuestra mente se dirige de acuerdo a ciertas motivaciones o atracciones. Es bueno dejar “que ciertos objetos, que ciertas obras, que ciertos elementos nos impresionen, nos atraigan; hay que dejar que esa energía que fluye dentro de uno y de los sujetos y de las obras se encuentre”, como dice el director del MAC.

Coincide Óscar Roldán, exdirector del Museo Universitario de la UdeA, al afirmar que “la mejor manera de estar en un museo y recorrerlo es estar solo, habitado por la curiosidad y por la capacidad de sorprendernos. Hacernos preguntas audaces dentro de una sala o de una reserva de un museo va a llevar no necesariamente a respuestas sino a nuevos cuestionamientos que se multiplican de manera exponencial y eso es lo más más bonito al recorrerlos”.

Estas posiciones acerca de los recorridos son siempre contradictorias pues mientras más nos esforzamos los profesionales de museos en la construcción de mediaciones, más insistimos, nosotros mismos, en la experiencia maravillosa que es tener un recorrido solitario.

Los recorridos en los museos eran antes lineales, con un principio y un fin porque tenían una disposición con relación a lo que tenía que contarse. Pero, como afirma la directora del Museo de Antioquia, los museos han venido subvirtiendo todo ello y más que espacios lineales son sinuosidades o elipses, inclusive circularidades y por ello son muy libres en sus recorridos; a veces esa libertad se vuelve en su contra porque también perderse en un museo hoy puede ser muy fácil y la sensación de pérdida es difícil de sobrellevar. “Siempre un recorrido en un museo es una especie de pérdida y de encuentro al mismo tiempo”.

Entonces, volviendo a la contradicción, me atrevo a concluir que aunque es una dicha recorrerlos en soledad, es una ventaja que sean mediados; pues complejos como el mundo que habitamos son y poderlos recorrer con alguien es una fortuna.

Sin miedo entrar a un museo

Históricamente los museos han sido considerados espacios exclusivos, y ha sido este uno de sus grandes retos ¿Cómo romper esa barrera que se ha construido a su alrededor? ¿Cómo presentarlos como espacios de conocimiento no exclusivo, no para unos pocos, no especializado? ¿Cómo abrirlos como espacios entretenidos, tranquilos, seguros y sorprendentes?

Como dice González “A un museo siempre hay que ir con la mente abierta y con disposición, con la voluntad de querer ver y de querer oír”. De tener una experiencia sensorial pero también de conocimiento y aprendizaje; pero todo eso depende mucho de la apertura que uno tenga para dejarse sorprender, para descubrir, y por qué no, para aburrirse en caso de que no le guste una exposición o no esté de acuerdo con su planteamiento.

No le de miedo entrar a un museo. Claudia Hakim, exdirectora del Mambo, lo define muy claro: “Es maravilloso y emocionante entrar a un espacio que ofrece un alto en la vida cotidiana para deleitarse, cuestionarse, reflexionar, inspirarse, aprender o simplemente contemplar su contenido”. No le de miedo entrar a un museo, uno nunca es el mismo después de hacerlo.

Apoyemos los museos de la ciudad

Desde siempre, los museos han enfrentado desafíos importantes no solo por su sostenibilidad financiera, que es lo más conocido, sino en general por la manera como se comunican con sus públicos.

En los últimos años, nuestros museos han enfrentado desafíos sin precedentes que amenazan su papel esencial en la sociedad; desde la disminución de las visitas hasta la reducción de fondos, estas instituciones culturales se encuentran en una encrucijada que podría redefinir su futuro. Esta crisis no solo afecta a los museos más pequeños, sino también a las grandes instituciones que han sido pilares del patrimonio cultural y educativo en nuestras ciudades y que se han convertido en las últimas décadas en centralidades de nuestra vida cultural y social.

Esta crisis de museos, invisible para muchos, ha sido la motivadora de este texto. Y si, están en crisis nuestros templos queridos. Y es una condición generalizada de los museos privados en Colombia, que se han convertido en instituciones tan enormes y significativas, que ya no pueden parar. Pero tampoco pareciera posible, en la coyuntura social y económica de país, lograr su sostenibilidad. ¿Cómo hacemos para que esta situación se revierta? ¿Cómo debería ser una ley de museos que garantice ingresos a estos espacios fundamentales? ¿O será que hacemos una vaca?

Póngase la tarea de visitar al menos un museo de su ciudad, será la mejor forma de apoyarlo. Conózcalo, lleve a un amigo, revise su programación y asista a sus actividades de vez en cuando. Cuando sea invitado a trabajar en un museo, no lo dude. No hay lugar más noble y gratificante. Cuando tenga la oportunidad de entrar a un museo, no lo dude. Uno nunca es el mismo después de esta visita. Cuando pueda, siempre, siempre, apoye a un museo.

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