Lo que nos han demostrado los algoritmos computacionales es que por un cálculo que combina reglas y factores definidos podemos tener una primera respuesta que va justo en la línea de lo que nos es más familiar y seguro. En redes sociales y buscadores nos han perfilado a tal grado que con base en nuestra ubicación, hábitos, orientación sexual o política nos entregan lo que nos interesa.
Pero hemos dado un paso más allá al combinar algoritmos y datos en ese conglomerado de técnicas de aprendizaje profundo (Deep Learning Technologies) de las que hacen parte las Inteligencia Artificial Generativa (AGI) que reúne el contenido existente como audio, texto e imágenes para generar algo nuevo que resulta estructurado y creíble.
Como lo define el científico Pablo Haya, en una entrevista para la Agencia Sinc, este tipo de herramientas “no entiende el conocimiento que genera, solo junta palabras”. Es decir, no hay un razonamiento, solo es cuestión de probabilidad. Pero ahí está la fascinación por una tecnología que “simula” nuestra manera de estructurar y estar en el mundo.
Con el ingrediente adicional de que la interacción es cada vez más parecida a la que tenemos con otro ser humano. Esto ya venía en Alexa o Siri: de hecho, antes de dormirnos podemos pedirle a Siri en el iWatch que nos cuente una historia o un chiste (quién no lo haya intentado se sorprenderá de lo elocuente que es).
Esa posibilidad de que la IA Generativa entregue una capa adicional impactará nuestro proceso de pensar y tomar decisiones para resolver problemas. No obstante, como se indica en otro artículo de la citada agencia, “coherencia no es sinónimo de verdad”.
Tomar decisiones
La mayoría de las decisiones que tomamos se basan en información imperfecta. Es la naturaleza de lo humano, pero también de un mundo con cada vez más intersecciones y complejidades en donde todo pasa al mismo tiempo. En el área de los negocios confiar en la denominada intuición y dejar de lado la evidencia y los datos para resolver situaciones implica considerar que se pueda arrastrar sesgos.
En una reseña en el sitio de la Universidad de Stanford del libro Algorithms for Decision Making (abril 2022), del profesor Mykel J. Kochenderfer, se explica el rol de los algoritmos de predicción que permiten intervenir una situación para anticipar el mayor número de escenarios.
Imagine el ingeniero que diseña un carro autónomo y que se queda corto con los posibles efectos; o de forma relacionada un sistema de alerta de accidentes de aviación que complementa con escenarios menos probables y minimiza el riesgo de una colisión. La tecnología en este punto es una herramienta de gran ayuda. Permite procesar más datos en más corto tiempo y entrega resultados certeros para minimizar riesgos: está al servicio de grandes causas.
¿Qué pasa del lado de generar o crear algo nuevo?, ¿qué sucede si una gran mayoría encontramos el mismo sesgo o el mismo patrón? ¿Cómo lidiar con que a nuestro procesamiento le faltan variables que a la tecnología no? Tal vez la tentación esté del lado de volvernos un poco vagos porque la IA nos entregue de mejor manera y a mayor velocidad lo que nosotros luchamos por concretar: un ensayo para el fin de máster o ese texto marketero para una red social.
¿Qué sería del cubismo si Picasso le hubiera preguntado, más o menos, a una herramienta de IA, cómo romper la perspectiva renacentista en la pintura? Quizás Las señoritas de Avignon no hubiera existido y la manera de resolver el problema pictórico de Picasso se hubiera quedado relegada frente a la eficiente manera de resolverlo de la IA.
El genio creativo
Puede ser un ejemplo extremo, pero aún no sabemos qué pasará con la producción cultural y con esa fuerza de la naturaleza que produce genios y verdaderos contrarrevolucionarios que piensan por encima de su tiempo. Aún queda la duda de cómo la utilizaremos para dotar de sentido esa nueva información y de qué manera resolveremos el tema de los derechos de autor, las fuentes (esto merece otro capítulo) y si el resultado es el real o el impostor.
Ricardo Bilinski, en su podcast sobre IA, apoyado por investigadores y al estilo de los que hace la empresa Neurosound, logra un testimonio en audio que “suena” como su colega, excepto por ciertos matices de la voz. También cuenta que se le ha pedido que pinte un cuadro de Messi como lo haría Van Gogh en alguna de sus etapas artísticas.
No hay que ser apocalíptico con este tipo de herramientas. Sin duda habrá que luchar aún más para hacer prevalecer nuestro pensamiento crítico, fortalecer nuestra manera de ponderar datos (sin ayuda del algoritmo) y nunca perder nuestra capacidad de procesar información compleja o abstracta.
Nos queda defender nuestro potencial humano, la singularidad (entendida como la separación de lo común), el sello que le damos a nuestro paso por el mundo, lo que nos hace individuos frente a la propuesta de la tecnología que tan seductoramente nos estructura un nuevo mundo.
* La tecnología y su interrelación con lo humano ha sido uno de sus temas permanentes de investigación y experiencia. Primero cubriendo este tema como periodista para El Colombiano y ahora desde el mundo corporativo, en la compañía Choucair Testing..