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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Fotos: Manuel Saldarriaga y Carlos Velásquez
    Fotos: Manuel Saldarriaga y Carlos Velásquez

Diversidades que ruedan

Diversidad y discapacidad, dos mundos marginados que se unen para pasar por encima de un tabú y reclamar que la inclusión no sea una apariencia.

Juan Alcaraz | Publicado

Nicolás Ceballos prefiere que lo llamen marica y no gay. Aunque la palabra marica no le remite a nada concreto, solo al mundo complejo de una disidencia sexual, le gusta más. Él es marica, más brilloteo. Tiene 38 años, es abogado, nadador, pintor y docente en la Universidad de Antioquia y en Eafit.

Juan Pablo Osorio tiene 22 años, es activista, miembro del Voluntariado Diverso de Antioquia (grupo de jóvenes que luchan por los derechos Lgtbiq del departamento), gamer, creador de contenidos en redes sociales —en TikTok tiene más de 160.000 seguidores— y se identifica como queer.

Estas historias están unidas por un hilo incluso más delgado que el de la diversidad: tanto Nicolás como Juan Pablo son personas con movilidad reducida, son usuarios de silla de ruedas.

Sus vidas se mueven en dos mundos opuestos: la casa y la calle. En el primero, el más cercano, están rodeados por sus familias. En el otro extremo está el áspero, afuera, que no es la mullida casa ni la comprensiva familia. La calle dura, excluyente, indiferente. Allí explota la burbuja de todo lo que han ajustado y organizado para cuidar lo que son.

Nicolás tiene un discurso elaborado, de profesor universitario. Lo primero que dice es que los lugares públicos en general no están pensados para las personas con movilidad reducida como él, lo cual los lleva a tener que estar atentos a cada milímetro del espacio urbano, laboral y académico. Es común que se detengan a considerar las barreras que se encuentran cuando salen de sus casas, lo que constata que la ciudad se construyó en contra de algunos.

—Cuando estudiaba en Eafit, me gradué en 2008, las oficinas de los profesores eran en un quinto piso y yo me demoré cuatro años para conocerlas hasta que pusieron el ascensor. Es decir, durante todo ese tiempo nunca pude ir a chismosear con un profesor en su oficina.

La intransigencia de la gente que no quiere ver que es una barrera es una de las cosas que más le saca la piedra a Nicolás. Esa barrera para escuchar y darse cuenta de que muchas veces se está cometiendo una injusticia.

Escuche aquí la historia de Nicolás y Juan Pablo:

—A la gente le da mucha rabia admitir que están haciendo parte de una injusticia y, en cambio, dicen que uno no entiende y que las cosas funcionan de determinada manera, quieren revictimizarlo a uno diciendo que no hay ninguna injusticia.

Por los pasillos de la Universidad de Antioquia es común ver a Nicolás en su silla de ruedas eléctrica, ni ser marica ni su condición física despiertan misterio ni se ven como una rareza. Saluda a los alumnos, se le arriman o él mismo se acerca a ellos para darles la mano. En el aula se mueve habilidoso, utilizando la palanca de mando de la silla.

Juan Pablo salió del clóset a los 12 años. Dice que aparte de enfrentar su condición tuvo que lidiar con preguntas incómodas: sus padres le insistían en que se fijara en las mujeres. Y por la presión que sintió “me dejé convencer”. Ya un poco más grande asumió que en realidad era un hombre gay: un hombre al que le gustan los hombres.

—Fueron conversaciones difíciles porque mi papá pensó que me iba a convertir en una mujer trans, que me pondría falda, que cambiaría de nombre, pero con el tiempo mi familia ha aprendido mucho sobre estas disidencias, estas formas de ser.

En su mundo de adentro, Liliana Osorio es mamá y amiga. Un soporte fundamental: le ayuda a bañarse, por ejemplo. Juan Pablo tiene neuropatía motora, una enfermedad degenerativa que con el tiempo hace que pierda la fuerza en sus pies. Sin embargo, lleva una vida normal: se pinta las uñas de colores vibrantes, se maquilla con perlas blancas, su corte de pelo es estilo mullet, usa medias veladas de malla. También se va de rumba con sus amigos. En el pasado Candela Ball, la fiesta drag más grande de Medellín, estuvo en medio del río de gente: allí movía las manos al ritmo de la música. Al igual que Nicolás, disfruta pintar y dibujar. Más que discapacidad, lo suyo y lo de sus iguales es una “diversidad funcional”, dice.

—Para mí la palabra discapacidad suena a no tener la capacidad para hacer algo y a través de mi vida he entendido que a veces sí tengo la capacidad, pero de una manera diferente, es decir, hago las cosas, pero de formas diferentes.

Dice también que el camino recorrido ha sido un constante redescubrimiento de sus capacidades y lo que puede lograr. Ser influencer lo ha convertido en referente. Hace pedagogía sobre las personas con discapacidades y doblajes graciosos, incluso se atreve a burlarse de sí mismo: “Ay, amor, me acuerdo cuando estaba en el colegio yo no perdía la silla, o sea, yo siempre tenía mi sillita”, dice en uno de sus videos en TikTok. Todo lo hace de una manera cercana. Mucha de la gente que lo sigue encuentra en él una inspiración.

En las personas con discapacidad ha existido una tendencia a la infantilización, se les priva de elementos como la sexualidad y, de alguna manera, a expresar su orientación e identidad sexual. El psicólogo y sexólogo Carlos de la Cruz dice en un texto publicado por la Universidad de Salamanca de España, que es momento de pasar “del tabú a la tarea” y propone cuatro ejes de acción: acabar con el silencio alrededor de la sexualidad de las personas con discapacidad; favorecer la intimidad, cuando “muchas veces se ha primado la protección”; ofrecer tanta autonomía como sea posible, evitando la sobreprotección; y el acceso al cuerpo.

Y agrega: “Ahora que hablamos de legitimar sexualidades, no se nos puede olvidar que dentro del colectivo de personas con discapacidad existe un porcentaje de personas Lgtb que necesita expresar su sexualidad igual que el resto”.

Nicolás y Juan Pablo dicen que efectivamente han sido infantilizados porque muchas veces necesitan ayuda de un acompañante, así como ocurre con los infantes. Los tratan como niños cuando salen a la calle y la gente se les acerca y los quieren saludar, así no los conozcan; les tocan la cabeza; los tratan con diminutivos; los ven más chiquitos y no se relacionan con ellos, sino con sus acompañantes.

—¿Nicolás qué piensa sobre la infantilización a las personas en situación de discapacidad? —le pregunto.

—Ha sido el recurso, sobre todo en Occidente, para incluir sin incluir del todo. Pasa con las mujeres, los indígenas. Es el recurso cultural y jurídico para tratar la diferencia, decir que todos somos humanos, hijos de Dios y lo que sea, pero no todos tenemos las mismas capacidades. Es una estrategia para mantener a todos los grupos distintos en un marco.

Por otro lado, dice que para ser una sociedad más inclusiva se debe tener en cuenta a esta población, pero no a veces, sino que estén presentes siempre. Estar en los espacios de decisión, opinión y poder, no ser una cuota de apariencia. Que para ser más empáticos simplemente hay que escuchar al otro como un ser humano complejo. Que escuchar es un mecanismo fácil. Escuchar lo que piden, gritan. Escuchar y no ponerse a la defensiva. Juan Pablo lo ve simple:

—Quiero que estemos en espacios de participación donde nuestra palabra pueda cambiar situaciones. Me gustaría una sociedad que esté dispuesta a escuchar y a cambiar, consciente de lo que pasa; dispuesta a amar y a aprender, muchas cosas de las que hoy nos pasan a veces es porque no preguntamos, no nos ponemos en la tarea de escuchar por tabú.

Juan Alcaraz

Periodista. Hago preguntas para entender la realidad. Curioso, muy curioso. Creo en el poder de las historias para intentar comprender la vida.

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