Cuando hablamos de metaverso quizá nos referimos a más de lo mismo: otro territorio digital exclusivo y excluyente. Esto responde al hecho de ser una innovación controlada, una vez más, por las lógicas extractivistas de datos y recursos de Silicon Valley. Según Paz Peña Ochoa, experta en tecnologías, derechos humanos y género, integrante del Instituto Latinoamericano de Terraformación, “los metaversos, en tanto inmersivos, son entornos que buscan tomar nuestros cuerpos y nuestros datos en cada minuto de la vida: entre más tiempo pasemos allí, mejor”. ¿Mejor para quiénes? Para las corporaciones tecnológicas y las marcas que estimulan el consumo para obtener más utilidades. Lo que sabemos hoy sobre metaverso converge con mercantilización de productos y de los más explotados de la revolución digital: nuestros datos.
En octubre de 2021, Facebook se rebautizó como Meta, en sintonía con su enfoque en la construcción del metaverso. Lo que puede haber detonado los cambios de apariencia y razón social es que mucho de lo que pasa allí adentro es, aún hoy, sinónimo de desinformación, debate tóxico, hostilidad y acoso. Como efecto, la gente se va, y cada persona que se va hace que Facebook sea menos valioso para las personas que se quedan.
Cuesta trabajo confiar en que las aplicaciones del metaverso sean territorios digitales muy diferentes a los que ya conocemos y habitamos, que puedan aportar a la transformación de lo que ya, de vieja data, marcha mal en internet. Las alertas sobre el metaverso como campo fértil para el ensanchamiento de las desigualdades ya están prendidas. Lo que se recrea allí es algo muy parecido a lo bueno y lo malo de la vida fuera de línea. Como en las calles, en las versiones de prueba ya han ocurrido acosos y abusos sexuales, y hasta se ha sabido de la presencia de un mendigo en este nuevo mundo virtual.
La ONG francesa Entourage, que promueve redes de apoyo social para personas sin hogar, ha creado a Will, la primera persona sin hogar en el metaverso. En un video de un minuto, Will se pregunta por el sentido de grandes inversiones en posesiones virtuales como yates y mansiones, a la vez que señala que muchas personas en Francia no tienen cubiertas necesidades fundamentales. Con este personaje se busca cuestionar los vínculos “cada vez más precarios en la vida real”, el creciente aislamiento social y la inconveniencia de dedicar esfuerzos y recursos al desarrollo de otro entorno virtual, mientras tantas personas necesitan ayuda en el mundo físico.
Mientras Will es un personaje irreal, algunas denuncias han dejado al descubierto casos de violencia sexual. “A los 60 segundos de conectarme fui acosada verbal y sexualmente”, relata en su publicación de Medium Nina Jane Patel, quien afirma haber experimentado una violación virtual en el metaverso cuando varios avatares con apariencia y voces masculinas violaron virtualmente su avatar y tomaron fotografías.
La investigadora británica relató que cuando intentaba escapar de dicha situación, los avatares masculinos le gritaron frases como “no hagas como que no te ha gustado”. En su relato, cuestiona los límites de la realidad y la ficción en estos nuevos escenarios digitales. Ante su denuncia, la reportera recibió recriminaciones del tipo “la solución es que no te pongas un avatar femenino” y “no seas estúpida, eso no es real”.
A raíz de las recientes denuncias, Meta anunció en marzo pasado que los avatares podrán configurar burbujas para que nadie pueda acercarse a más de un metro y medio, distancia suficiente para disfrutar de la compañía, minimizando los riesgos de abusos. Como todo en el metaverso, estas burbujas están en fase de prueba.
Estos mundos virtuales funcionan como expansiones de los entornos físicos. Para María Juliana Soto Nárvaez, profesora del programa de Comunicación de la Universidad ICESI e integrante del colectivo Acoso.online, que brinda información a víctimas de violencia de género en internet en América Latina, “en estos desarrollos tecnológicos no ha primado el respeto por las libertades civiles y por un marco de protección a nuestros datos personales, a nuestra privacidad, entonces eso hace que sea difícil imaginar que ahora van a cambiar sus prácticas de explotación de datos por unas más incluyentes, que tengan en cuenta la diversidad del mundo y dejen de excluir y poner en riesgo a ciertas poblaciones cuyos derechos son sistemáticamente vulnerados”.
Sin regulación hoy, o con ella en el futuro, el metaverso se alimenta del extractivismo de datos personales y, aun si pudiésemos salir por un momento del contexto de derechos digitales, como la privacidad y la seguridad, es un hecho que el metaverso está delineado para estimular nuevas formas de consumo y no interacciones en línea que lleven a la solución de problemas fundamentales. María Juliana indica que resulta urgente “alentar la creación de otros territorios digitales que no dependan de las grandes corporaciones tecnológicas en donde se concentran poderes económicos y políticos que irrespetan los derechos humanos”.
Y si hablamos de derechos humanos, debemos nombrar un problema transversal a escala global: la crisis climática. Mientras corporaciones y marcas promueven el acceso al metaverso para unos pocos y se sostiene el monopolio tecnológico en donde las mismas personas y empresas concentran más poder y dinero, hay un desmedido consumo de recursos energéticos. Aumentar el consumismo dentro o fuera de internet, significa aumentar las formas de consumo de energía y de combustibles fósiles. Al respecto, Paz Peña Ohoa invita a “pensar en un metaverso distinto a lo planteado por las big tech. Creo que la pregunta real que deberíamos hacer a la luz de la crisis climática y energética es si como comunidades sinceramente queremos gastar la energía en los metaversos”.
El informe del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) llamado “Climate Change 2022. Mitigation of Climate Change” alerta sobre una falta de gobernanza adecuada de la revolución digital que se contrapone a la consecución de objetivos de mitigación: “El cambio tecnológico dirigido, la regulación y las políticas públicas pueden ayudar a dirigir la digitalización, la economía compartida y la economía circular hacia la mitigación del cambio climático”.
El metaverso se basa en la explotación de la vida en múltiples dimensiones. No solo de los datos personales, sino de recursos minerales que mantienen encendidos día y noche numerosos data centers que sostienen una realidad paralela, habitada por avatares artificiales con problemas reales. Las consecuencias de esa irracional explotación de recursos naturales la sufren las personas que están lejos de estar conectadas y apropiadas de tecnologías digitales: las poblaciones que habitan y sufren la devastación de los territorios rurales.
La discusión hoy sería inerte si la centramos en la existencia o no del metaverso: ya está aquí. Del nivel de empresas debe trascender a las comunidades (¡y no sólo de las virtuales!) ¿Cuáles son las prioridades que tenemos hoy en relación con derechos y problemas fundamentales? A esta conversación ojalá que no entren tardíamente los Estados, llamados a propiciar, por fin, las condiciones democráticas que no dejen a nadie por fuera de la revolución digital.
“Por las nuevas condiciones climáticas que vamos a tener, por ejemplo en el caso de Santiago de Chile, de extrema sequía, donde probablemente va a ser inviable estar en la calle, como estamos acostumbrados a hacerlo, quizá es importante empezar a pensar en un metaverso que permita el relacionamiento en esas nuevas condiciones”, vislumbra Paz Peña Ochoa. Tal vez es hora de, más allá de sólo observar y probar, movilizar que sea igualitario el acceso a internet y así podamos amoblar colectiva y colaborativamente unos mejores mundos virtuales, alejados de lógicas mercantilistas y excluyentes, en donde sea posible interactuar sin miedo a violencias y discriminaciones, y con consciencia de los recursos naturales que están en juego cada vez que damos vida a un nuevo avatar ◘
*Comunicadora social, periodista, radialista. Creadora de Ancestra: una disculpa para hablar sobre derechos dentro y fuera de internet con mujeres campesinas y poblaciones diversas