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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • La mayoría de obra de Coral Bracho la publica Ediciones Era y sus libros los distribuye en Colombia el Fondo de Cultura Económica (FCE). En Medellín es posible encontrarla en librerías Antología, publicada por la Editorial Eafit en su colección Otramina. Foto: Cortesía FIL Guadalajara / Paula Islas.
    La mayoría de obra de Coral Bracho la publica Ediciones Era y sus libros los distribuye en Colombia el Fondo de Cultura Económica (FCE). En Medellín es posible encontrarla en librerías Antología, publicada por la Editorial Eafit en su colección Otramina. Foto: Cortesía FIL Guadalajara / Paula Islas.
  • Coral Bracho: una poeta en su ciencia

Coral Bracho: una poeta en su ciencia

La poeta mexicana es una de las más prestigiosas y desconocidas de Latinoamérica, ganadora del Premio FIL Guadalajara 2023. ¿Quién es y qué dice su poesía?

Juan de Frono* | Publicado

El próximo 25 de noviembre la poeta mexicana Coral Bracho recibirá el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, que entrega cada año la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El anuncio de su nombre fue una sorpresa, porque suele ocurrir esto cuando una poeta o un poeta gana uno de los grandes premios literarios del mundo. La buena poesía parece no tener la horma ideal para calzar muy bien con estos galardones: no es mediática, no dispara ventas millonarias y no genera miles de discusiones en redes.

No es algo malo, aunque se tienda a interpretar así. Si la poesía no obedece a las normas del mercado editorial o al burbujeo de los medios, es por una simple razón: la poesía es de las pocas expresiones humanas que es un verdadero acto de libertad, hecho en solitario y sin normas, a contracorriente del marketing y las modas y sin ningún propósito útil más allá de captar la esencia de la vida. De ahí “su subversión fundamental”, como lo explicó el escritor rumano Mircea Cartarescu durante su discurso de recepción del FIL 2022.

Al triunfar la poesía en un premio literario importante pierden el mercado y los likes, quizá, sin embargo, hay una victoria maravillosa: la de lectoras y lectores, y esto no es poco. Gracias a premios como el Nobel, el Cervantes o el FIL, los poemas de Wisława Szymborska, Tomas Tranströmer o Ida Vitale son cercanos y fundamentales para muchas personas. O para no ir muy lejos en el tiempo, hay gente que conoció y convirtió en compañía diaria los poemas de Louise Glück desde el oscuro 2020, cuando se le otorgó el Nobel de Literatura.

Ahora el turno de llegar a más lectores es para Coral Bracho, al menos en lo que respecta a esa región de más de 600 millones de hablantes de español. Hay una verdad: en un mundo hiperconectado e informado la buena poesía continuará viajando lento, esperando con paciencia el hallazgo de una lectora atenta, un lector juicioso. Aguardando un golpe del azar, como un premio que expanda la onda de un nombre y provoque notas de prensa (esta es un ejemplo) y un día de agitación y poemas compartidos en Instagram, WhatsApp o X.

Poesía y ciencia

¿Quién es Coral Bracho? Es una científica que ha centrado sus libros en la elasticidad de las palabras para abarcar el mundo próximo, con la fórmula imprecisa pero contundente de unir los sentimientos humanos con el universo vegetal y animal. Pero también es la científica que muestra, en sus trabajos de los noventa y comienzos de siglo XXI, cómo no existen los círculos, porque todo, de manera ineludible, tiende a ser una línea abierta que puede curvarse o no, descender o no, pero jamás cerrarse. Además, Coral Bracho también es la investigadora que ha estudiado en qué consiste ser y vivir a partir de las mutaciones que dejan los espacios en blanco, los paisajes que se borran de la memoria.

Lo anterior parece inexacto, pero no lo es. En su niñez, Coral Bracho quiso ser científica. Nació en 1951 en Ciudad de México y, desde pequeña, se planteó estudiar la mente. Fue así como se inscribió en ciencias en la universidad, aunque desistió pronto, al comprender que su destino era el arte, en concreto la poesía, ese ámbito de lo musical que la deslumbró cuando participó de coros infantiles y con las lecturas que realizó mientras estuvo interna en un colegio en Francia, luego de la muerte de su padre. Al leer sus poemas se comprende ese deseo: hay un propósito musical, un trabajo con el ritmo, la forma, que está al mismo nivel de importancia del sentido de lo que se dice.

Si “la ciencia es volver visible lo invisible”, como plantea Benjamín Labatut, la poesía es una ciencia y Coral Bracho es la científica que deseó ser de niña. La poesía viene de lo invisible para crear una presencia nueva en el mundo. Los poemas memorables logran ser esa prueba visible de lo desconocido, y hay excelentes ejemplos en los diez libros que componen la obra de Bracho, desde Peces de piel fugaz (1977) hasta Debe ser un malentendido (2018), publicados por Ediciones Era en Poesía reunida 1977-2018.

Quienes estudian y leen con atención la poesía de Bracho destacan varios aspectos: 1) la capacidad de reinvención estilística, como si cada tema, libro, necesitara su forma y su voz particulares; 2) “el talante filosófico y sensual”, en palabras de Verónica Murguía en la nota introductoria de una antología publicada por la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM; 3) la “continua indagación en la ‘politicidad’ de la poesía”, según el acta del jurado del FIL, con ejemplos maravillosos como el poema “Facilidades para desviar e invertir”; 4) la creación de un idioma Bracho, un decir lleno de “abismos, muslos, abisales, médanos, umbral, zumo, caudal, fugas, lindes, ecos, selva, grutas, estanques, ceibas”, como lo define la escritora Tedi López Mills; y 5) la observación: la capacidad de ver en un objeto o un ser —una habitación de hotel, una acacia, cuervos—, las conexiones y desgarraduras que acechan las preguntas que nos hacemos siempre.

Sirva como invitación para acercarse a la obra de Coral Bracho tres momentos de su trayectoria poética, desde el más reciente al más antiguo, representados en el mismo número de poemarios:

Ciencia del olvido. El conjunto de poemas más reciente de Coral Bracho, Debe ser un malentendido, nació como respuesta al Alzheimer que le diagnosticaron a su madre. A partir de la cercanía y el apoyo, la poeta se convirtió en la reportera del olvido, del agua que iba cubriendo las tierras de una mente agrietada. Lo hizo mediante poemas que son sospechas, apuntes, notas al margen, diálogos rotos, fragmentos que tiemblan, hieren, dudan, arañan verdades de arena.

Ciencia de la infancia. En Ese espacio, ese jardín (2003), Bracho ejerce el poema largo, aquel que no está divido en poemas cortos, cerrados, autosuficientes, sino que es un todo que ocupa el libro completo y corre por las páginas como un río. De esta manera, hace su aporte a una tradición que tuvo en el siglo XX maravillosas muestras como Alfabeto, de Inger Christensen, del que es una heredera. En Ese espacio, ese jardín el tema es, en apariencia, la infancia, y, como en los recuerdos de esta edad, los versos y las estrofas parecen inestables, magistralmente sin rumbo, a punto de meterse en la boca de un lobo.

Ciencia del éxtasis. En El ser que va a morir (1982), el segundo libro publicado por Coral Bracho, los poemas invitan a comprobar la certeza de una frase de Borges: “No sé si el arte está hecho para la comprensión; está hecho para suscitar emociones”. Como se lee en la contraportada de la primera edición del volumen: son “balbuceos primigenios”. Son poemas que hablan del amor y el éxtasis del cuerpo, y solo pueden “comprenderse” con el mismo cuerpo, origen y fin, espacio donde el amor arde, se humedece, y después es ceniza. Recomendado: “En la humedad cifrada”, uno de los poemas más extraños de nuestra lengua, por su fino erotismo, con versos así: “(Abro / a tus muslos ungidos, rezumantes; escanciados de luz).

*Poeta y periodista. Su libro más reciente es Hoja de furias.

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