La historia de Beatriz González como artista comienza con la primera exposición individual que realiza en 1964, a dos años de graduarse de la Facultad de Artes de la Universidad de los Andes. Martha Traba, la destacada crítica colombo-argentina, la invita a hacer esta exposición en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, allí presenta una obra que consta de 13 versiones de La Encajera de Vermeer. Con ese inicio y esa confianza, Beatriz González participa al año siguiente, en 1965, en la que será la primera de 15 ocasiones en las que es reconocida por jurados y curadores en los Salones Nacionales de Artistas de Colombia.
En esta primera oportunidad su presencia es contundente y se hace merecedora del premio de pintura con su obra Los suicidas del Sisga, que marcará su carrera artística, pues lleva a cabal realización lo que había comenzado con La Encajera: reproducir y reinterpretar una fotografía ampliamente difundida en la prensa local y nacional, de esta pareja de amantes suicidas, con colores fuertes y altos contrastes. Inicia el pop art de Beatriz González sin ella misma saberlo o nombrarlo así; en el mundo apenas despuntaba esta tendencia con Lichtenstein y Warhol y aún no había llegado a nuestros registros.
Los Salones Nacionales de Artistas son casa de acogida y reconocimiento local para Beatriz González. Comenzaron en 1940 como un espacio para que los artistas nacionales exhibieran sus obras y se acercaran no solo a la crítica y a la academia sino al público nacional. Buscaron ser, como la misma Beatriz González dice “un termómetro del arte nacional”. Esa ha sido su esencia, siguen realizándose desde hace más de 80 años y, aunque no han estado exentos de críticas y detractores, continúan vigentes. En ellos Beatriz González ha ganado tres premios: en el Salón XVII de 1965 con Los suicidas del Sisga, en el XIX de 1969 con las obras Apuntes para la historia extensa de Colombia y en el Salón XXXIII de 1990 con las obras Apocalipsis camuflada y Ora pronobis, además de haber sido jurado en el Salón XXXVIII de 2001.
Si bien los Salones no son el único espacio en el que el arte de Beatriz González ha sido reconocido, si abrieron las puertas a su tendencia trasgresora e inédita, ella ha sido faro de muchos otros artistas, referencia en los estudios académicos y motivo de orgullo para los colombianos que vemos en su obra no solo el testimonio de la evolución de una forma de expresión sino de lo que ocurre en nuestro país. Acaba de ser abierta una exposición en la que ella complementa la obra de otra gran artista colombiana con amplio reconocimiento internacional, Doris Salcedo. La obra de González, Bruma, se une a Fragmentos de Salcedo, en las que se repite la imagen de la memoria de los desaparecidos que ha dejado la guerra en Colombia.
Pero González no sólo ha sido una artista del Salón. Tienen obras suyas como parte de la colección permanente los museos más importantes de Occidente: El MoMa de Nueva York, La Tate Modern de Londres, El Reina Sofía de España y el Museo de Bellas Artes de Houston, Estados Unidos. Ella ha hecho del mundo toda su tierra, ha sido profeta con su obra y su trabajo, haciendo que lo local y lo internacional se comuniquen de tal modo que pueda dirigirse indistintamente a uno u otro ámbito.
* Ana Cristina Vélez López.
Profesora Titular de la Escuela de Artes y Humanidades de la Universidad Eafit y mamá de Avril Castrillón.