Barrio Colombia es un barrio sin iglesia. Una rareza en una ciudad conservadora, como Medellín, donde las comunidades suelen construirse alrededor de los templos y que cuenta, ni más ni menos que con 335 centros parroquiales. Pero Barrio Colombia es así, un barrio de talleres, sobre todo de mecánica automotriz, con algunos árboles, casi todos de mango, unas pocas familias, menos de 20, y cada vez más talleres de arte y galerías. Ahora al barrio se le conoce también como el Distrito de Artistas Ba.Co.
Un barrio pequeñito, acechado por el futuro, que se presenta en la forma de enormes edificios que lo rodean y lo van hundiendo, sofocándolo. Hasta que cada casa y cada taller se conviertan en uno de esos edificios enormes. Ese es el plan. Lo ha sido desde 2014, cuando se formalizó el Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín, que busca contener el crecimiento de la ciudad hacia las laderas y potenciar el centro para concentrar allí el desarrollo inmobiliario. La idea es que en las zonas donde la ciudad tiene más servicios esté la mayor parte de la población. Que Medellín sea una ciudad compacta y que crezca en altura. Así se concibe el futuro.
Pero el futuro del barrio no son solo los edificios, sino también el arte, porque allí, en unas pocas manzanas, se ha generado un circuito de galerías y talleres de artistas que la ciudad no tenía, y que sin saber necesitaba. Un escalón intermedio entre la formación y la profesionalización de los artistas. Un espacio para la circulación de clientes, pero también de estudiantes y curiosos. Y para el encuentro de los creadores, que se reúnen cada tanto.
Después de una de esas reuniones, se dio esta conversación con Verónica Muñoz, artista de La Hoja Taller; Douglas Gaviria y Jorge Mazuera, artistas de Atelier.4; en El Coleccionista Galería, fundada por Alejandra Villa, gestora cultural y galerista.
—¿Qué significa este distrito para los artistas y para la ciudad? —les pregunto.
—Para mí ha sido 100% ganancia. Uno absorbe, toma, aprende y da. Hay intercambios y eso refresca mucho el panorama artístico y cultural de la ciudad —dice Verónica Muñoz.
—Para mí como docente ha sido súper positivo. La universidad fue de las últimas en dar la luz verde para volver a habitar los espacios después de la pandemia, entonces empecé a traer a los alumnos aquí, y a rotar por los talleres. Eso es más nutritivo que la información que uno les puede dar de manera vertical en una cátedra. Aquí conocen los artistas, sus problemas, es el taller de campo para conocer diferentes situaciones y confrontarlas, y confrontarse ellos a sí mismos a futuro, ¿qué es lo que quieren hacer? —dice Douglas Gaviria.
—Es el mundo real. El mundo ideal es el mundo académico, el mundo real es el que vivimos nosotros —dice Jorge Mazuera.
—¿El distrito es una escuela? —pregunto.
—También, pero nosotros lo que hacemos es una pedagogía extendida —responde Douglas.
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La llegada de los artistas al barrio Colombia suele situarse en 2017, con el establecimiento del taller del artista Alejandro Tobón, que llegó acompañado por un grupo de arquitectas llamado Trópico Arquitectura. Al año siguiente llegó Danilo Cuadros, y en 2019 llegaron Diego Díaz, Jeison Sierra, Carlos Carmona y Andrés Layos (con Búnker Galería), Alejandra Villa y Camilo Correa.
Y no es que antes de ellos otros artistas no hubieran tenido talleres en el barrio, sino que cuando se juntaron estos, en 2019, empezaron, de manera más bien espontánea, a crear el circuito agendando citas con clientes y llevándolos a los diferentes talleres.
Ese fue el primer momento de lo que hoy se conoce como Distrito Ba.Co. Pero en ese entonces, ese primer grupo se llamó Colectivo Barrio Colombia. Luego llegaron más artistas y llegó también la pandemia, que fue determinante, no solo porque varios locales quedaron disponibles, sino porque la gente, en general, se interesó por el arte.
—Mucha gente desocupó. Donde nosotros estábamos había un taller de confecciones que tuvo que cerrar y dejar el local y lo tomamos —dice Jorge.
—Y para los chicos que iniciaron fue un año muy bueno en ventas, porque los clientes querían salir de sus casas, además, la gente que no convivía en sus espacios mucho tiempo empezó a ver esta carencia y que querían de verdad habitar esos espacios. Entonces les fue súper bien —dice Alejandra Villa.
—Es que nos fue bien hasta a los que no teníamos trayectoria. A mí, por ejemplo. Mi arte se disparó —dice Verónica.
La llegada de estos nuevos artistas al barrio después de la pandemia marcó el pasó del colectivo a la colectividad, es decir, los artistas trabajan y crean de manera autónoma e independiente, pero tienen intereses en común y por eso se juntan, buscando, sobre todo, formas de sostenibilidad a largo plazo.
En noviembre pasado iniciaron un proceso de formalización que contó con el apoyo del Fondo Inmobiliario de Colombia. Por ahora, esta colectividad, que reúne a más de 30 artistas y 12 espacios entre talleres y galerías, está articulada bajo la marca Barrio Colombia, Distrito de Artistas Ba.Co. Cada taller o galería en el distrito está señalizado con un pequeño aviso amarillo con las iniciales BA.CO.
—Aquí vamos a punta de ensayo-error. No sabemos cómo va a funcionar, nos toca ensayar y ensayar, hasta que salga, aunque sí partimos de que por lo menos el 90% somos de universidad, y esa formación académica nos da un horizonte —dice Jorge.
—La misma historia del arte nos lo dice, ¿qué fueron las vanguardias históricas? grupúsculos de personas que se unieron a ser disruptivos. Claro que en ese momento los grupos eran pequeñitos, ahora tenemos la posibilidad de que se hagan grupos más grandes, pero que no sea un grupo homogéneo, sino con varios intereses y así plantear unas agendas donde nos beneficiemos directa e indirectamente —dice Douglas.
—La visión ideal que casi todos tenemos es ser un referente de aporte cultural en la ciudad y en el país —dice Verónica.
—Pero hay una queja recurrente en los artistas y es que en Medellín no se apoya el arte, sobre todo las artes plásticas y visuales —les digo.
—Aquí hay consumo cultural, pero cultura del entretenimiento. Reguetón y todas esas cosas... Llevamos más de 40 años con esa falencia, porque al paisa lo enseñaron a consumir lo masticado. En otras latitudes el arte contemporáneo es un negocio, menos acá. Vaya usted a Europa, Estados Unidos, al Golfo Pérsico, al Sudeste asiático, donde se están moviendo grandes cantidades de dinero por el consumo de arte contemporáneo. Por eso también esto es un ejercicio, no tanto de vender obra, que es lo ideal, sino de formación de públicos, que vengan y generemos un diálogo y a partir del diálogo se genera conocimiento —dice Douglas.
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En Medellín hay dos grandes museos, el Museo de Antioquia y el Museo de Arte Moderno, y no hay muchas galerías, es decir, hay poco espacio para los artistas, sobre todo para los de corta y mediana trayectoria. El Distrito de Barrio Colombia es un espacio alternativo pensado por y para ellos. Y es, por lo tanto, un espacio que la ciudad necesita, aunque no muchos ciudadanos lo noten.
A simple vista no hay gran diferencia entre los talleres de arte y los talleres que tradicionalmente han ocupado el barrio. Aunque las fachadas se ven más coloridas, sobre todo por los grafitis que se han hecho en festivales como Pictopía, y esa también es una forma de arte, el arte urbano, quizás el que más ha ganado notoriedad en la ciudad y que tanto atrae a los turistas.
Dicen algunos mecánicos y trabajadores del sector que cada vez se ven más turistas por el barrio, que los ven recorriendo los grafitis y entrando a los otros talleres de los artistas. Pero el cambio se percibe más de puertas para adentro. Por ejemplo, a los artistas del sector los visita la prensa local y nacional cada tanto, los clientes cada vez más y muchos de los extranjeros que van, vuelven a la ciudad. Estar juntos les ha dado visibilidad, atención. Les va abriendo posibilidades.
Para muchas personas Barrio Colombia se ha vuelto sinónimo de arte, como lo fue en algún momento también de grandes discotecas. Hay, incluso, proyectos inmobiliarios que se venden bajo esa idea, como ArtCity. “Un proyecto en el que podrás vivir, socializar y trabajar en un solo lugar”. Lo dicho, al barrio lo acecha el futuro, los edificios enormes, la transformación urbana de Medellín.
—Todos los días que camino me pregunto lo mismo. No veo cómo afrontar la situación —dice Alejandra.
—Yo no lo veo tan fatalista. Uno migra. A la colectividad no la hace el lugar, sino las personas —dice Verónica.
—Pero ¿migrar para dónde? —les preguntó.
Aunque esa no es una pregunta solo para los artistas del distrito, sino una preocupación común en los habitantes de Medellín, porque la gentrificación, los nómadas digitales, el turismo y el encarecimiento de la vivienda está, poco a poco, desplazando vecindarios y transformando la ciudad.
*El Distrito de Artistas de Barrio Colombia está conformado por La Hoja Taller, Taller Alejandro Gutiérrez, Taller Ana Bel Zabala, Nadir Figueroa y Lina Velásquez, La Factoría –que reúne los talleres de Olga Mercedes Bautista, Yasmin Sánchez y María Marcela Patiño Upegui–, Atelier.4, El Coleccionista Galería, Búnker Galería, Estudio Alejandro Tobón, Estudio Jeison Sierra, Estudio Danilo Cuadros, Taller Estrato 3 y Lab1401.