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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Muchas vidas en una

Muchas vidas en una

Iván Darío Gómez Castaño | Publicado

En una vida habitan infinidad de seres. Individuos por denominación, pero plurales por constitución. Cada uno de nosotros es una quimera de valores y posibilidades. Nuestros dioses son fiel imagen hecha bajo el mismo molde: benévolos, malvados, rencorosos, bondadosos, sinceros, mentirosos, víctimas y victimarios. La arcilla con la que los creamos a nuestra imagen y semejanza viene de las cenizas que ha dejado la historia al forjar la humanidad. Somos el cruce de infinitos destinos que hoy toman una forma temporal. La materia que hoy nos constituye es diferente a la que nos engendró y distante de la que nos verá morir. En nuestro ethos dormita lo humano y lo divino, lo bueno y lo malo. El presente es una imagen borrosa de todo lo que hemos sido: hijos, padres, alumnos, maestros, víctimas y victimarios. Hemos sido caminantes y caminos. Tal como lo sentenció Ernesto Sábato: “Llevamos una máscara, una máscara que nunca es la misma, sino que cambia para cada uno de los papeles que tenemos asignados en la vida: la del profesor, la del amante, la del intelectual, la del marido engañado, la del héroe, la del hermano cariñoso. Pero ¿qué máscara nos ponemos o qué máscara nos queda cuando estamos en soledad, cuando creemos que nadie, nadie, nos observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos suplica, nos intima, nos ataca?”

Esta existencia líquida se va solidificando paulatinamente ante cada decisión y circunstancia. La constante incertidumbre de la vida es la que permite que hoy sintamos el júbilo de la benevolencia, pero bajo el sin sabor que deja un camino pavimentado con maldad. La pregunta por quiénes somos y nuestras calidades siempre estará abierta, pues será el tiempo quien dé forma e interpretación a las nebulosas acciones y contextos. La bondad de nuestras acciones, a pesar de las buenas intenciones, termina siendo un juicio de valor que emitirá la historia. Un buen ejemplo de esto es la historia de Hércules, quien por indicación divina asesina a Gerión y roba su ganado. De regreso con su botín, Hércules es asaltado por Cacus y pierde parte de los animales hurtados. Hércules encuentra la caverna de Cacus y lo asesina, recuperando su camino con el ganado robado. Así, desde la versión Romana, nació el mito de Hércules el semidios, mientras que para Cacus no se cumplió la ley del “ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón”.

La historia es política e indiscutiblemente sirve para mitificar y engrandecer al triunfador. Es como el prisma que descompone la luz en sus diferentes colores, logrando que la luz blanca revele su colorido. Somos como rayos de luz blanca, seres que integran todos los valores posibles y que, tal como las diferentes longitudes de onda que componen el espectro visible, queda a discreción del lente filtrar un color en particular. La historia es tal vez un lente miope con el que se construye el relato para la posteridad. Por naturaleza plurales como un rayo de luz blanca, pero condenados a un solo color por la historia.

Queda atrás la pregunta por la coherencia en una vida tan heterogénea y rizomática. ¿Podremos trazar una línea hacia el futuro y caminar sobre ella a lo largo de nuestra vida? ¿Y si decidimos renunciar a ser un rayo de luz blanco, con qué color nos quedamos? Es difícil decidir sobre una vida que no hemos vivido, especialmente cuando sus posibles destinos son dinámicos e inciertos, de manera que la ilusión de la coherencia se parece más a una condicionante moral que a una máxima vital. De una vida asumida en estricta coherencia solo queda el sabor que deja la decepción de una promesa incumplida: una vacía e incompleta libertad. Ante esa guillotina moral, debemos ser compasivos en todo plano, especialmente con quienes habitamos tan incierto destino. Tal vez logre esculpir algo de humildad en nosotros, aquello que bellamente escribió Michelle Serres: “Eres un animal; eres un hombre; eres un rey y eres un pastor; eres culto e ignorante, bueno y malo; eres todo, y transitas por todas partes. La geometría de todos los sitios posibles está en ti. El nudo inexpiable que une todos los valores. Tú eres todo esto al mismo tiempo, igual yo y todos nosotros. Y lo posible es tan solo el presente puro antes de ser encadenado por el tiempo”

* Académico. Interesado en la vida, su organización y formas.

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