Las cosas que ya no están
Tatee
Cohete Cómics, 2022
196 páginas
El amor nos aprieta. No lo hace desde los oficios de la ternura, sino desde los zarpazos de la desazón. A veces puede dejarnos sin esperanza, preguntándonos si volveremos a encontrar gracia en la vida. Entonces, zarandeados, nos topamos con el arte como método para resistir y —solo si se quiere y presta atención— hallar algo de belleza de nuevo. Una obra con carácter puede lograr comunicar esa experiencia humana de forma luminosa.
El trabajo de Tatee (Pereira, 1985) me hace pensar cómo los cómics tienen una capacidad única para crear esa conexión con los malestares del amor a través de la contemplación interior y la evocación exterior. «Las cosas que ya no están» nos invita a una lectura acompasada que describe con sutileza los hervideros del mundo propio y lo áspero de la realidad que percibimos afuera de nuestra consciencia.
Este libro cuenta la historia de un amor. El personaje principal es una mujer a la que conoceremos desde sus meditaciones más personales. Atendemos a ella desde el universo que ha confeccionado en las lecturas o canciones que le conmueven, sus aspiraciones relacionales, o su apreciación de los objetos o personas que la rodean. Hay mucho de soliloquio. Sabemos que para ella las cosas no han salido bien. Su noviazgo con un hombre ha colapsado entre la preocupación y la desafección mutua. Por lo que inferimos, esto ha sido causado por una enfermedad que le ha afectado a él de sorpresa. A la mujer la seguimos en los paralelos de dos merodeos: atendemos a la borrasca introspectiva de sus ansiedades y a la divagación plena de su cuerpo por Bogotá.
Tatee no está ansiosa por hacer una declaración. Hay trabajo de guion, buen ritmo. No hay secuencias impresionantes. Sabe usar las dobles páginas para enganchar sin exceso de artificios. Dibuja sus figuras con un estilo suelto y gomoso, con pocos detalles faciales. Los paisajes urbanos son austeros y transmiten la suficiente impotencia y tristeza. La paleta de color es vaporosa; la luz tenue. Ciertas metáforas visuales invitan al lector a realizar un trabajo introspectivo sobre sus propias aprensiones e inseguridades.
En el otro extremo, pienso que la trama es a veces un poco distraída. Que la historia en suma no logra trascender los adornos de su género narrativo. Que hay desapego o tibieza para tratar la aparición de la enfermedad mental. Y también siento que deja muchas preguntas: ¿Qué siente la mujer más allá de la órbita de angustia de ese amor? ¿Qué hay en esa relación con el hombre más allá de la aspiración romántica y de esa opresión seca con la que se le representa? Sin embargo, para mí tales preguntas no restan valor a esta obra. Este es un cómic catártico que parece guiarse más por la intuición que por cualquier otra cosa. Una novela gráfica que ratifica el aliento con el que Tatee alza su voz como autora. Su estilo visual elegante y minimalista, su seguridad como narradora, así como el brío de su delicadeza.
