Tótem, de Lila Avilés
“¿Cuándo se va a acabar el mundo?” Le pregunta Sol a un teléfono celular, ella es una niña de siete años cuya mirada es el hilo conductor en esta película coral que nos adentra en la intimidad de una familia de clase media mexicana, dejándonos ver sus grietas y el vacío en ellas, por cuenta de lo irremediable.
Sol llega a la casa de sus tías paternas para la celebración del cumpleaños de su padre, quien padece una enfermedad terminal. Este será el último cumpleaños del hombre y aunque todos los saben nadie lo comenta. Sol, con su intuición y perspicacia natural también lo sabe, pero su imaginación de niña juega a negarlo. Una sombra recorre la casa y habita los personajes maravillosamente delineados, complejos y contradictorios, cada uno con un mundo interior propio y singular.
La directora mexicana, Lila Avilés, trabaja con las emociones humanas de manera aguda, y su habilidad está en usar ciertas pinceladas de humor para alejar la película de cualquier tinte melodramático facilista y predecible. Por el contrario, nos regala una película desgarradora y por momentos hasta cómica, que navega en las profundas capas de lo cotidiano. La clásica estructura narrativa aristotélica es reemplazada por un relato elaborado a partir de pequeñas situaciones que se siguen una tras otra cuya disposición no se debe a una lógica causal sino al transcurrir de la vida, tal como si fuera un collage o rompecabezas de sucesos aparentemente triviales, pero bajo los cuales se encuentra el latido de la experiencia humana. De ahí que el montaje de la película sea un elemento para resaltar de manera muy positiva. La estructura de la película es caótica, como lo es el momento que vive la familia: la celebración de una vida que está ad portas de la muerte, ya inevitable.
En una mezcla de guión e improvisación, las actuaciones resultan sorprendentes y veraces. La mayoría son actores y actrices profesionales y nos confirman que muchas veces el casting es la película. Los momentos de silencio son punzadas en el corazón y en los diálogos siempre hay subtexto. Avilés quien ya había demostrado un gran dominio del lenguaje cinematográfico, del guión y la puesta escena en su ópera prima La camarista (2018), plantea una escritura fílmica intensa acorde con los elementos narrativos, una cámara en mano centrada en los personajes, con encuadres estrechos y sin profundidad de campo, que por momentos asfixia e inquieta.
La directora experimenta con un espacio-tiempo radical y unitario que ancla a los personajes a un presente absoluto e ineludible, tan solo pasan unas horas en la casa del abuelo que se despliegan como días largos cargados de sentimientos e historias de amor que nos llevan a imaginar un pasado de felicidad.
Modesta y conmovedora, Tótem es un homenaje a la vida, a la familia y al amor que nos mantiene vivos.