Esfuerzo por lo que se ama
Juan, estudiante de tercer semestre de Ingeniería Civil en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, dice que, al año, parte unas seis tablas, las cuales tienen un costo que alcanza, más o menos, los 600 mil pesos: la madera vale 180, el chasis unos 200, las llantas 125 y los rodamientos 110. "Y también gasto muchos tenis, aunque busco la forma de coserlos, es que me da pesar de lo que tienen que sacar mis padres para apoyarme".
Orfa Nelly Vallejo, su madre y ama de casa, no duda en que esta modalidad es bastante costosa; Arley Montoya, papá y quien ejerce como abogado, solo le expresa que se maneje bien.
"Aunque ellos no saben que muchas veces me vuelo de clase para venir a montar", suelta otra carcajada este ágil skater de contextura delgada -1.77 m de estatura y 65 kilos, y a quien apodan GT, por su parecido al patinador Grant Taylor, uno de los más reconocidos en Estados Unidos.
"Pero soy buen estudiante. Para que mis padres no hagan tanto sacrificio, realizo rifas, vendo hamburguesas y dulces en la universidad para poder costearme los gastos en el deporte", comenta el joven de 20 años de edad, cinco de ellos inmerso en esta disciplina.
"Dicha actividad estuvo estigmatizada en cuanto al tema de vandalismo, porque muchas veces algunos dañaban paredes o se montaban por lugares por donde no se deben. También se pensaba que quienes la practican consumen vicio, pero no es así, somos personas que invierten buen tiempo haciendo deporte, buscando mejorar cada día".
Y, con la misma velocidad que monta la tabla agrega que "Llegar al programa olímpico es un gran triunfo de nuestro deporte y un motivo para que continúe la masificación. Esto es de caer y pararse, de repetir y repetir, como todo en la vida", se despide, mientras continúa raudo en la patineta, la cual describe como su alma gemela. "¡Hasta duermo con ella!".
