Un salto a la libertad

Esta práctica gana espacio entre jóvenes, que en ella hallaron una forma de liberar adrenalina y de superar sus problemas sociales.
Por John Eric Gómez Marín


Alejandro Román, de contextura delgada, tatuajes y muy buena onda, es profesor de parkour del Inder y más allá de disfrutar de los saltos, tiene muy claras las razones para exaltar la práctica de un deporte desconocido para anteriores generaciones, pero que causa furor en las actuales.

Cuenta que él se inició en esta actividad por un correo electrónico que le llegó en el que había un enlace de video y en esas imágenes aparecía el francés David Belle, uno de los precursores del parkour que se inspiró en el método natural de superar obstáculos que había aprendido su padre en el ejército. "Él salía mostrando muchos saltos y recorridos, en ese tiempo yo no sabía que era una disciplina deportiva y se me metió la idea de que quería saltar así", relata Alejandro.

Utilizar el cuerpo para sobrepasar obstáculos no parece una idea muy tentadora, pero lo que produce el parkour, sobre todo en los jóvenes, los seduce. Son ellos los que nos cuentan su experiencia con esta nueva tendencia deportiva en Medellín y a través de sus testimonios justifican esta pasión. "Nos ayuda a superar unas limitantes mentales y físicas que hay que trabajarlas día a día a través de los saltos que supone esta disciplina", dice Alejandro, quien retoma el relato de sus inicios y cuenta que con la goma encendida, se fue para el Morro Cristo del barrio El Salvador a intentar imitar lo que vio en el video. Con el tiempo, se dio cuenta de que era un deporte y que tenía una forma de entrenar con movimientos estipulados.

"Desde el inicio, el parkour me aportó disciplina y por primera vez sentí una pasión real por algo. A medida que pasó el tiempo se convirtió en mi estilo de vida, lo empecé a estudiar más hasta que se me presentó la oportunidad de enseñarlo".

Se vinculó con el Inder mediante el programa "Adrenalina", que cobija las nuevas tendencias y deportes extremos. "Parkour es una de las 10 prácticas que hay en esta iniciativa".

Este ejercicio utiliza como escenario natural muros, casas, escalas, barandas y pasamanos, pero como indican sus practicantes, en Medellín no es fácil aceptar a un joven saltando de terraza en terraza, según ellos, muchos pensarían que se trata de un ladrón, además de los riesgos que esto conlleva. Por eso, en inmediaciones del coliseo Carlos Mauro Hoyos, se materializó un sueño para ellos: el Parkour Park.

Allí, encontraron un espacio para reunirse todas las tardes a saltar. "Para ejercerlo se necesitan ganas, saber que se pueden superar los miedos, cualquier ropa deportiva y unos tenis con suela grande", dice el "profe" como lo llaman sus alumnos.

Pero más allá de pasarla bien, otra cosa que destaca Alejo es que ha conocido jóvenes con vicios, en situación de violencia y otras problemáticas que encontraron otras opciones en esta práctica. "Tengo un alumno con autismo que se enamoró de los saltos y poco a poco fue mejorando su interacción social, y ahora su vida se estructura desde el parkour".

Otro de estos gomosos es Carlos Arturo Giraldo, quien hace tres años se dejó seducir por esta modalidad. "Todo empezó cuando mi mejor amigo me invitó a practicarlo y de una me gustó. Antes jugaba fútbol, rugby y baloncesto, pero ninguno me enganchó".

Al igual que Alejo, conoce casos de personas que solucionaron sus problemáticas a través del parkour. "En muchos de nuestros barrios hemos sido afectados por la violencia y guerras, pero nos acercamos a esta disciplina y estamos saliendo adelante".

"Esto deja de ser un pasatiempos para volverse en un complemento de vida y lo puedes aplicar en cualquier circunstancia que te desafíe".

Giraldo no oculta que antes de un brinco hay miedo de fallar y lesionarse, pero manifiesta que es un sentimiento con el que se debe aprender a convivir. "Siempre hay que arriesgarse. En la vida se dice que uno debe dar un salto a la madurez o en otros campos y acá lo hacemos de verdad".

Samuel Sucerquia tiene 19 años, es de baja estatura, pero con una potencia de piernas que impresiona y hasta en la gimnasia olímpica se podría destacar con sus impresionantes piruetas. Él confía tanto en sus condiciones, que no necesita colchonetas para dar vueltas en el aire, lo hace en el cemento con la convicción de que caerá parado y así lo consigue. "Este deporte me hace sentir libre, me llena. Me gusta cuando hago un movimiento y siento esa adrenalina al saltar".

Este joven, que parece de caucho por su agilidad, dice que emocionalmente ha crecido mucho y que pasó de ser un chico tímido a alguien extrovertido.

"Así como me arriesgo en un salto, también lo hago en mis relaciones personales. Con esto se dejan atrás las malas influencias, los vicios y la violencia. Uno cuando entrena, se engoma y no necesita de otras cosas".

Sus padres se preocupan por los peligros que implica esta práctica, pero él les explica que como jóven debe desfogar esa adrenalina normal de la edad de alguna forma y que la mejor manera es superando obstáculos. "Les digo a mis papás que estén tranquilos, que las lesiones se evitan con el entrenamiento. Se empieza desde lo básico a lo más difícil".

Cualquier joven nacido entre 1980 y 1990 jugó alguna vez el popular "seguimiento", que se trataba de imitar las piruetas del amigo que lideraba una fila india, el parkour no se aleja mucho de ese concepto. "En este deporte uno entiende que debe enfocarse en lo que quiere y se da cuenta que al otro lado del miedo está el éxito", asegura Samuel mientras sonríe.

En una sola frase define este deporte como "pura vida", que se contagia en los barrios de Medellín y de a poco gana un lugar importante entre la juventud.

Opinión

Daniel Palacios | Exdirector del Inder-Medellín

"Hemos rescatado jóvenes de la violencia" "Con el parkour hay unos procesos muy bonitos por ser un deporte muy urbano, una nueva tendencia que está convenciendo a niños y jóvenes, quienes lo practican en todos los parques de Medellín. Es un proceso muy bacano. Además, por las facilidades que implica su práctica, no se necesita nada más allá de unos tenis. Eso nos ha permitido ayudarle a una población vulnerable y con situaciones socioeconómicas complejas, entonces ha sido muy positivo el tema. De hecho, conocimos historias de muchachos que ahora son de los mejores exponentes de esta disciplina que nos han dicho que si no hubiera sido por el parkour estarían en otro cuento, en las drogas o la violencia. Este año se inauguró un parque de nuevas tendencias al lado del coliseo Carlos Mauro Hoyos en el que se encuentra el escenario del parkour, el primer lugar en la ciudad construido específicamente para su práctica.

El mejor del mundo visitó Medellín

Pavel Petkuns

Número 1 del Parkour mundial Hace dos años, en el barrio Santo Domingo Savio, Comuna 1 de Medellín, el letón se deleitó con los obstáculos únicos que le propuso este lugar y la estación de metrocable para desarrollar sus habilidades en el parkour. "Antes de venir pensaba que era un lugar peligroso y con gente violenta, pero experimenté la realidad y no fue así, encontré personas muy agradables y con buena actitud", dijo en aquel momento.