"Quiero jugar todo el día, porque mientras más dificultad tenga el movimiento que hago, más retos me crea; me ayuda a ser paciente, tranquilo, a saber que con la constancia todo se puede lograr", manifiesta Juan David.Apenas lleva año y medio practicándolo, pero no hay un día que no entrene y que a veces tenga jornadas dobles, para pulir más su técnica.
"Desde que tuve contacto con el disco y lo hice girar en mi dedo, me gustó, es algo divertido, que me ha ayudado a manejar la frustración. Porque en este juego si uno falla, vuelve y comienza".
Emilyn Cañas pasó por la cancha de Blanquizal, se quedó mirando un rato a través de la malla y no se contuvo para entrar y hablar con el profesor. Es la practicante más nueva del grupo.
"Yo paso todo los días por esta cancha y un día me quede mirando y hablé con el profe Juan Gonzalo. Como no había que pagar le dije que quería jugar y me entregó un disco, me puso una uña postiza y ahora no veo la hora de estar jugando", relata Emily.
Tan encarretada quedó que a la mamá le toca ir a buscarla. "Cuando se demora mucho voy por ella, porque de lo contrario, si puede, se queda todo el día. Pero este deporte ha sido una bendición para todos. Antes era una niña (9 años) muy llevada de su parecer, ahora es paciente y siempre busca soluciones para salir adelante", admite Nancy Milena, su mamá.
