La fuga de un apartamento de Medellín, protagonizada por Óscar Camargo Ríos, alias “Pichi” o “el Pablo Escobar de Santander”, sigue resonando en el bajo mundo de la ciudad, pues reflejó una serie de fallas institucionales que favorecen las operaciones del crimen organizado.
Los más preocupante es que no se trata de un hecho aislado. Otros peces gordos de la mafia también escaparon de sus sitios de reclusión en los últimos dos y terminaron escondidos en Antioquia. Este es un informe periodístico de El Colombiano, con apoyo de Revelaciones del Bajo Mundo.