Más de 100 vainillas de fusil repartidas por la humilde finca, una mula acuchillada, un perro ajusticiado de un balazo y el terror esparcido por toda una vereda, son las señales de la crueldad con la que un grupo armado arrasó con la vida de siete personas en el municipio antioqueño de Amalfi.
Las causas de la matanza son difusas: a guerrilleros, “urabeños” y hasta al Ejército han señalado de esta atrocidad, que nos hace recordar que las masacres son una maldición que está lejos de abandonar nuestra región.