Por: May

Bueno, después de despedirme de esa amante de verano, verano que no apareció ni por aquí ni por allá, y esta amante que fue más expectación que hechos, y que no ameritó la infidelidad, aterricé y me tomé los días necesarios para purificar mí código genético.
Y es que terminado el primer torneo del fútbol criollo, me sometí a una intervención similar para llegar renovado
al Olimpo africano y ver a los dioses de la hierba construir sus palacios en esta nueva Tesalia, que cada 4 años se muda a la región designada. Procedimiento vano y costoso.
Sin embargo lo volví a hacer, retomé la esencia, normalicé mi ADN que es netamente verde, a diferencia de las representaciones científicas que hacen uso del arco iris para significarlo. Y aunque leí por ahí que los seguidores
del fútbol somos “doctores en desilusiones” y que nuestro equipo no hizo gran inversión y las nuevas contrataciones dicen, palabras más palabras menos, “siempre quise jugar en Nacional…”. Ahora me queda asumir el “amanecerá y veremos”.
Nacional comenzará su participación oficial en el torneo y aparejado con este hecho, se reactiva la ansiedad e incertidumbre del aficionado que espera, que esperamos que esta vez sí. Y como últimamente la desesperanza es nuestra alegría, entonces “Mientras esperamos la felicidad, seamos felices”