¡Gracias Ana María!

_APrensa Escuela lamenta el fallecimiento de la Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana Ana María Montoya.

Ana María fue tallerista en el año 2015 y se destacó por ser apasionada y comprometida.

Le expresamos a su familia y amigos nuestro  sentimiento de solidaridad y condolencia.

Elisa Arango Vélez
Aprendiz de Comunicaciones
Prensa Escuela EL COLOMBIANO

La motivación debe estar por encima de la información

 

“Lo importante es lo que el maestro es capaz de hacer para motivar a esos niños, para entender quiénes son ellos y para conocer qué es lo que saben”

-Alex Beard

Alex B

En Prensa Escuela creemos que deben existir acciones que incentiven el deseo de aprender para convertir la información en conocimiento, es por esta razón que las palabras del profesor, escritor y explorador de la educación Alex Beard se convierten en un referente para nuestra visión del aprendizaje.

De acuerdo con una entrevista que realizó EL COLOMBIANO a Beard y con su charla realizada en Hay Festival de Jericó, recopilamos algunas de sus palabras que representan sus hallazgos encontrados en el libro “Otras formas de aprender” y su visión de educación en el siglo XXI.

¿Qué es la educación para Alex Beard en el siglo XXI?

“Es una mezcla entre lo local y lo global. El contexto cumple un rol de definir qué es, pero también las presiones globales. La educación del siglo XXI no es una sola cosa, es lo que desea una región, nación o comunidad ser.

Es muy importante que sepan de historia o matemáticas, que tengan un eje central que les permita acceder al mundo, pero se debe desarrollar ese conocimiento para que piensen de manera crítica y analicen el mundo a su alrededor entendiendo su rol en él”.

¿Cómo puede un maestro usar de la mejor manera los recursos que tiene a la mano?

“Lo más importante que hay que entender es que somos seres que tienden al aprendizaje desde el nacimiento. Un bebé entra el mundo desde el día uno con un cerebro que es el resultado de miles de años de evolución, para aprender del ambiente, de las herramientas que ha creado la cultura humana y especialmente para aprender de otras personas. Nacemos con un sentido social que solo podríamos aprender de otros seres humanos, ese es nuestro superpoder, esa habilidad de aprender los unos de los otros”.

¿Por qué es tan importante la inteligencia emocional para el desarrollo académico?

“En los sistemas educativos nos hemos enfocado mucho en cómo los niños se desarrollan académicamente, que les vaya bien en sus exámenes. Creo que todos, los padres, los niños, los maestros, sabemos que la educación es más que solo qué tan bien te va en los exámenes. Para mí, hay que tomarse más en serio y más a consciencia en desarrollar la inteligencia emocional. Hay varias razones: los niños viven en un mundo que cambia muy rápido, en el que será difícil encontrar trabajos y quizá necesitarán desarrollar su resiliencia”.

Las palabras de Beard nos hacen reconocer que no existe un modelo educativo perfecto, lo importante es que cualquiera de estos sea útil en su contexto y que la base fundamental para todos los procesos educativos, sea siempre el buscar que los estudiantes se apasionen con el aprendizaje para convertir la información en conocimiento.

Elisa Arango Vélez
Aprendiz de Comunicaciones
Prensa Escuela EL COLOMBIANO

Leer para volver a conectarnos

Ilustración Elena OspinaAnte el afán generado por la Era Digital que promete conectarnos con el mundo, resulta paradójico encontrar que las personas estén alejándose cada día más. Las familias ya no conversan en la mesa, el modo de consultar ha cambiado, los jóvenes sienten impaciencia al hacer lecturas largas, incluso según un estudio que realizó Maryanne Wolf ─una neurocientífica dedicada a investigar los trastornos de la lectura─, los buenos lectores han sido afectados por las ansias de la inmediatez.

Todos los días nos encontramos ante pantallas que nos brindan gran cantidad de información, estamos leyendo todo el tiempo, pero leemos de forma fragmentada y apresurada. Nuestra paciencia se ha perdido porque la manera en la que procesamos la información, ha cambiado. El tener abundante información de manera inmediata nos hace buscar lecturas cortas y breves, alejándonos de conversaciones profundas y con amplio vocabulario.

Para Prensa Escuela, la lectura es necesaria para estimular las diferentes áreas del cerebro y, además,  es una puerta abierta a las conversaciones que nos permite tener espacios de socialización, fomentando la empatía, los encuentros, las pausas y la introspección.

La tecnología nos ha conectado con quienes se encuentran lejos, pero nos ha desconectado de las personas que tenemos cerca. Es una preocupación que a todos nos agobia, pero más allá de eso, esta situación nos hace repensar las estrategias y responsabilidades que debemos asumir para fomentar la lectura desde los espacios educativos, evitando así, la desconexión de nuestras conversaciones.

Para más información, te recomendamos leer el artículo de The New York Times “El consuelo de los libros frente a la angustia de internet”. Haz click aquí para leerlo.

También te recomendamos el nuevo libro “Lector vuelve a casa” de Maryanne Wolf.

Elisa Arango Vélez
Aprendiz de Comunicaciones
Prensa Escuela EL COLOMBIANO

Una forma de habitar las palabras es a través del Periodismo

Hoy queremos reconocer el ejercicio del periodismo  compartiendo con ustedes  la experiencia de Daniela Jiménez, redactora de El Colombiano, quién decidió habitar las palabras a través del Periodismo gracias, en parte,  a Prensa Escuela.

La Redactora de El Colombiano del área Metro, Daniela Jiménez González, desde niña siempre tuvo una relación cercana con la lectura y la escritura. Cuando tenía quince años, cursando el grado noveno en el Colegio El Carmelo de Sabaneta, se vinculó al programa Prensa Escuela, allí tuvo un primer acercamiento al periodismo con su participación en El Taller Edición 2010, una publicación anual de Prensa Escuela que recopila los mejores trabajos de los jóvenes que participan en este encuentro de formación ciudadana.

Foto Daniela Jiménez 2

“El programa de Prensa Escuela lo cambia a uno en la medida en que lo hace a uno más sensible. En Prensa Escuela yo aprendí a mirar con otros ojos y a escuchar más, aprendí a recorrer la ciudad con los ojos de un foráneo, es decir, poniéndole mucha atención a los detalles. Aprendí de sueños colectivos, por ejemplo el de cómo se crea un periódico, que más allá de ser un proceso técnico, es un resultado bello después de pasar por muchas manos”.

Para Daniela haber estado en Prensa Escuela fue la posibilidad de comprender que un periódico es una conjunción armónica entre muchas manos, muchas mentes y muchos propósitos diferentes, puesto que reconoce que detrás de un solo texto, existe una gran cantidad de investigación.

“Sí hay algo que me ha demostrado el estar acá en El Colombiano, es que un periódico no se arma si no hay un trabajo colectivo”

Hace nueve años, en la clausura de Prensa Escuela, Daniela recibió una mención especial con su texto “El reloj de péndulo de la abuela”, un relato que habla acerca de  un reloj que acompañó la vida de su abuela y se convirtió en elemento fundamental de su biografía. Ese mismo día en la clausura, Daniela decidió estudiar Periodismo con las palabras de Clara Tamayo, Coordinadora de Prensa Escuela, quién le dijo: “Nunca dejes de escribir, Daniela”,  una frase sencilla y corta que definió su futuro.

Certificado del Reconocimiento Especial

“Mi Editor, Juan Diego Ortíz, dice que el periodismo es como un milagro diario, que uno muchas veces entra a un cuarto oscuro y no sabe dónde está la luz, pero la tiene que prender. El Colombiano me ha regalado muchas cosas: triunfos, frustraciones y alegrías también, al ver que lo que uno cuenta genera conocimiento -incluso para uno mismo-, me ha enseñado mucho de una región que tiene sitios apartados en los que yo no había ahondado. El Colombiano ha sido eso, una oportunidad para pulirme en el ejercicio, para descubrir la región, para hacer amigos, incluso un poco como el recordar el tiempo de la Universidad al tomarse un café, -porque acá también lo hacemos-“.

Daniela habita las palabras en su cotidianidad, observa y escucha siempre de manera atenta su región, su ciudad, sus amigos, sus compañeros de trabajo y su familia; sabe que las mejores respuestas se encuentran en lo simple, en lo que muchas veces pasa desapercibido. Para Daniela, la literatura es una oportunidad para encontrarse con otras voces  y escribir es la mejor forma de poner en orden todo lo que percibe, siente e investiga.

 CEfestival del buen comienzo

Elisa Arango Vélez
Aprendiz de Comunicaciones
Prensa Escuela EL COLOMBIANO

Nuevos aprendizajes que nos acercan a la lectura de la realidad

Para la Universidad de San Buenaventura ser parte del Programa Prensa Escuela en alianza con El Colombiano es una oportunidad para fortalecer los procesos de responsabilidad social y desarrollar estrategias de formación para construir ciudadanía desde el ámbito educativo. Por eso ha promovido la creación de la asignatura Periodismo y Literatura en la Licenciatura en Humanidades y Lengua Castellana, con el ánimo de reconocer las relaciones entre comunicación y educación, de explorar los lazos culturales que nos permiten convivir, así como identificar los compromisos del rol docente ante los medios de comunicación y la creación de contenidos. Después de trabajar un semestre en estos temas las estudiantes de dicha asignatura realizaron diferentes ejercicios de escritura que las llevaron a explorar su entorno, a reconocer personajes, lugares y contextos de comunicación.

Publicamos en el blog de Prensa Escuela anécdotas y reflexiones que tienen su origen en situaciones reales que han vivido las estudiantes, situaciones que narran después de conocer elementos básicos de algunos géneros periodísticos como el perfil, la crónica y la entrevista.

Estos ejercicios de escritura sobre la realidad cercana permiten reflexionar acerca de quiénes somos y cuál es nuestro papel en la comunidad, además de sensibilizar a los jóvenes frente al papel de la información en el proceso de formación de niños y jóvenes, así como descubrir historias y personajes en los hechos cotidianos más simples.

Un olvido más

Por Stefanía Ortega Céspedes

Abuela

Hoy la visité en su casa, su esposo me atendió muy bien, siempre he dicho que ese hombre es un santo, igual que mi abuelo, y que lo malo que les pasa debe ser obra y gracia de algún ser perverso. Su esposa tardó más de lo normal en recordarme, por un momento ella sintió que era la primera vez que me veía, y yo no me pude sentir peor.

¿Cómo luchar con un recuerdo que siempre se le escurre entre las manos, como el agua? ¿Cómo vivir el día a día con una persona que pronto nos olvidará a todos sin quererlo? ¿Cómo será el día en que ella se levante y no reconozca a ese hombre que, día tras día, se ha despertado a su lado? Entonces entendí que la vida con ella es un momento, que la vida con ella se escurre con sus recuerdos y que, aunque quisiéramos, no podremos evitarlo. Me tragué las lágrimas, se me estrujó el corazón y, una vez más, me presenté: “Mucho gusto, yo soy Stefanía, una vieja amiga, aunque no lo creas”.

Síndrome de la impaciencia

Por Mariana Ortíz Uribe

trafico

Siempre he sentido que el que va atrás, afanado, tiene más ganas de morir que yo, por eso decido tomarme las cosas con calma; aunque para algunas personas esperar esos micro segundos las convierte en perdedores de la carrera donde van en el puesto número uno. Así lo sentí el día que aquel sujeto en un carro amarillo me pitó ochenta veces porque mi carro no prendía. Sin darme cuenta, por mi cara comenzaron a caer gotas de agua salada, parecidas al sudor, me temblaron las piernas, apagué la música y me acosté en la cabrilla a llorar.

No hice más que liberar mi sentimiento de angustia por un carro que no prendía, aunque la responsable de su arranque era yo, en ese momento sólo podía pensar en el hombre de atrás. No hice más que llorar, y de pronto miré hacia la ventana derecha y solo vi al señor del carro rojo, o amarillo, ya no lo recuerdo, el cual sacó su cabeza igual que una tortuga y muy exaltado me gritó seis palabras:

—¡Tenía que ser mujer esta hijueputa!

Era para mí, eso lo tengo claro. He sido la culpable de hacerle perder tres minutos de su carrera, tres minutos que tal vez para él valían mucho más que una mujer. Las palabras quedaron retumbando en mí el resto del día. Extrañamente al encender la radio comenzó a sonar mi canción favorita, sentí un deseo profundo de pisar el acelerador y, efectivamente mi carro arrancó, aunque seguramente el señor ya había llegado a su meta, como ganador.

Detrás del silencio más profundo

Por Jessica Marcela Castaño Jaramillo

abuelos

Me levanto, salgo al patio de mi casa y veo que mi abuelo ya está en posición para recibir los rayos del sol como todos los días. –Hola mi Chabelo– le digo con gran alegría y le doy un beso, uno muy apretado para que no se le olvide lo mucho que lo amo. Él me responde –Hola mi Chabela–. Me siento a su lado queriendo hacerle compañía y el momento se llena con un silencio muy profundo. Siempre me cuestiono que estará pensando mi abuelo a estas alturas de la vida, qué guardará detrás de tanto silencio y quietud. Solo puedo observar que toca constantemente las argollas que rodean su dedo anular.

De repente me dice: – ¿Vos sabés hace cuanto murió Romelia, 5 años, cierto? –. A lo que yo le respondo: – ¡No abuelo! Hace 3 años. Él asintió – ¡ah, nooo! Esto se me ha hecho una eternidad ¿Cuándo será pues que piensa mi vieja venir por mí? – Y yo mientras aprieto su mano le digo: –Ay sí abuelo, una eternidad no tenerla. ¡Como la extrañamos de harto! –. A lo que él me dice: –Pues vea mija, yo sí le digo que yo amé tanto a Romelia que cuando me muera tengo que encontrarla. De nuevo acaricio su mano y le digo, –Abuelo, relájate, algún día ella vendrá por ti.

En ese instante me quedo mirando el infinito, así como mi abuelo lo hace todos los días, y por fin comprendo qué es eso en lo que tanto piensa, eso que hay detrás de un silencio tan profundo. Ahora tengo mis ojos llenos de lágrimas de pensar la eternidad de 3 años sin ella, sabiendo que en sus 70 años juntos el tiempo no era nada.