Desempleo: el lunar de la economía global…y de la colombiana

Dimensión global del problema del desempleo.

Cuando se hace balance del desempeño económico del mundo o de una región en particular, se recurre principalmente a dos indicadores: crecimiento económico y desempleo. Como hemos visto en nuestros anteriores análisis, el crecimiento económico ha sido diverso para diferentes regiones del mundo. Aunque la mayoría de naciones vivió una franca recuperación y crecimiento de su economía entre 2002 y 2007, algunos países han salido más rápidamente de la crisis financiera que explotó en el año 2008.

Sin embargo, en materia de desempleo, se evidencia que hay un problema global que supera los vaivenes del ciclo económico, o sea, incluso en etapas de crecimiento económico millones de habitantes del planeta no logran conseguir empleo.

Como podemos ver en el gráfico anterior, incluso en los años de la recuperación económica -posterior a la recesión de finales del siglo XX-, el desempleo mundial llegó a los 188 millones. O sea que, las tasas importantes de crecimiento económico entre 2002 y
 
2007 no se tradujeron en una creación importante de nuevos empleos. Esto tiene diversas explicaciones. 

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Exportaciones colombianas: la brújula nos señala un Nuevo Norte.

Introducción:

Las exportaciones colombianas se clasifican en Tradicionales y No Tradicionales. Las primeras recogen fundamentalmente a los sectores de hidrocarburos y café. En el segundo  grupo se incluye el resto de sectores. Sin embargo, es evidente que el término No Tradicionales es anacrónico ya que recoge principalmente al sector textil-confección, bananos, flores, y otros de bajo nivel de agregación de valor. La categoría de No Tradicionales respondía al reto del último cuarto de siglo XX, de reducir la dependencia del café y la minería.

Oferta poco diversificada y mercados:

En la actualidad, se puede decir que Colombia ha avanzado poco en materia de diversificación de exportaciones. Según el DANE, el 52% de las exportaciones de 2009 fueron hidrocarburos y café; mientras que la mayor parte de las No Tradicionales fueron: textiles y confecciones (9,2%) banano (5,3%), alimentos, bebidas, azúcar y animales (20,7%), flores (6,8%), oro (8,6%). O sea que la mitad de  las No Tradicionales son productos de bajo nivel de valor agregado.

En nuestro informe anterior Commodities: nueva perspectiva para países no industrializados,  habíamos reconocido el potencial que representan los combustibles fósiles y los biocombustibles para nuestro desarrollo pero, es necesario hacer una lectura de un nuevo reto que enfrenta el sector exportador colombiano: el destino futuro de nuestros productos. Según el DANE, Colombia tiene una alta dependencia de tres mercados internacionales: Unión Europea, Estados Unidos y Venezuela.

Según esta tabla: Estados Unidos, Venezuela, la Unión Europea y la CAN representan ¾ partes de la demanda mundial de las exportaciones colombianas. Fuente: http://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/exportaciones/bol_exp_jul09.pdf

 

 

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Economía global 2011: en cuidados intensivos

Introducción:

Una mala época es una buena oportunidad para explicar que significa el término Globalización. Las economías mundiales están más conectadas desde la última década del siglo pasado que lo que lo estuvieron durante el resto del siglo XX. Eso hace que el ciclo económico posea unas correas de transmisión mucho más engrasadas y por ende, los contagios sean más rápidos y evidentes. En consecuencia, a pesar de que los precios  mundiales de commodities han impulsado el crecimiento de países subdesarrollados y los mercados emergentes más representativos salieron rápidamente de la crisis,  el riesgo de una segunda recesión sigue latente como consecuencia de los problemas de Europa, Norteamérica y Japón.

Pronóstico de crecimiento en el mundo

Según el DAES, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, las perspectivas  de crecimiento de los países industrializados para 2011 no son alentadoras:

Estados Unidos 2,2%  (0,4% menos que en 2010).

Unión Europea 1,3%  y 1,9% en 2012.

Pero, de otro lado, los mercados emergentes, según el FMI, presentan un horizonte de corto plazo más optimista. Sus proyecciones de crecimiento para 2011, son:

China: 9.6%

India 8%

Brasil 4.1% (desacelerado con respecto a 7.5% de 2010)

Rusia 4.3% (idéntico al 2010, a pesar de los excelentes precios de los combustibles, principal fuente de exportaciones de Rusia).

Todo lo anterior se sintetiza en una proyección de crecimiento global de 4.3% . Veamos gráficamente el pronóstico del FMI para el mundo en general y para los países industrializados en particular:

Sin embargo, estos pronósticos –que no son muy optimistas- pueden empeorar por variables de alta sensibilidad en el corto plazo. En concepto del DAES, los altos niveles de desempleo –agudizados con la recesión de 2008- la fragilidad financiera, la deuda soberana y la no resuelta guerra de monedas, son los mayores obstáculos de la recuperación económica.

Igualmente, para el FMI, cualquier turbulencia en los mercados de la deuda pública podría desencadenar una bola de nieve que absorbería al sector financiero, afectando la recuperación global. Además, la crisis presupuestaria de varios países de la Zona Euro desaceleró la recuperación del segundo semestre de 2010. En consecuencia, la austeridad presupuestal será recurrente en estas naciones durante 2011, lo que afectará al  crecimiento económico.

Las preguntas del 2011

¿Podrán las naciones industrializadas y China concertar compromisos en materia cambiaria; en otras palabras, frenar la guerra de monedas? La respuesta a esta pregunta no es simple, ya que un acuerdo en esta temática tiene que ver con una redistribución global de los empleos en el corto plazo. Es difícil que Europa o Estados Unidos renuncien a sus prioridades en esta materia. El desempleo estructural en Europa es alto -una bomba de tiempo para su sistema de seguridad social- mientras que Obama sabe que se juega su reelección sino muestra resultados concretos en materia de recuperación de empleos.

¿Se frenará el dominó de crisis fiscales en las naciones de la Zona Euro? La proactividad de las naciones en riesgo de contagio es fundamental. Será necesario que se realicen ajustes fiscales en el nivel nacional y que se lleven a cabo reformas institucionales en el nivel comunitario –la Zona Euro no puede seguir manejando las crisis como nacionales, éstas tienen dimensión comunitaria-.

¿Podrán ver la luz al final de túnel las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC? El escenario oscuro de la economía mundial en el 2011 es un ambiente altamente negativo para negociaciones comerciales. Es difícil pensar que se pueda llegar a acuerdos comerciales entre Japón, Unión Europea, Estados Unidos y los mercados emergentes, en este contexto. Esto también me sirve de argumento para pensar que el optimismo que se vislumbra en Colombia con respecto al TLC con E-U, para este 2011, también debe ser moderado. Si bien el regreso de las mayorías republicanas al Congreso  puede verse como un punto a favor, el ambiente económico no lo es.

Comentario Final:

La economía mundial enfrenta una de sus mayores encrucijadas. Después de haber derrotado al comunismo, el capitalismo requiere de una mayor concertación entre sus principales actores. Pasar del G-7 al G-20 no es un cambio cosmético. Las naciones industrializadas y los mercados emergentes deben ponerse de acuerdo y repartirse los costos de la recuperación económica. La recuperación del empleo en Europa y Estados Unidos está asociada a la dinámica económica en China y al creciente consumo de sus habitantes. Ningún país o bloque saldrá de la crisis sin el concurso de sus socios y competidores del mercado mundial.

La guerra de monedas ha sido la manifestación más evidente de la “des-concertación” entre los diferentes mercados de la economía mundial. Pero, la tasa de cambio  no es una variable independiente. La fuerte revaluación que sufren las monedas de América Latina, de Japón y de Europa se traduce en efectos de déficit fiscal y desempleo, principalmente. En consecuencia, lo que está en debate no es la estabilidad cambiaria sino la competitividad de las economías y el bienestar de las poblaciones.

Por último, los esfuerzos fiscales que se han hecho en muchos países para salir de la crisis de 2008 no son gratuitos. El déficit fiscal crece como espuma y los gobiernos tendrán que empezar a ajustar sus cinturones y deberán salir a buscar nuevos recursos para cubrir su deuda pública. El ajuste de gasto afectará directamente al empleo y la búsqueda de liquidez para cubrir sus pasivos elevará las tasas de interés, afectando la inversión privada y contrayendo nuevamente al empleo.

De la Guerra de Monedas a la Guerra Comercial: proteccionismo a la vista.

La FED acaba de anunciar que liberará 600 mil millones de dólares al mercado. El país dueño de la “máquina” de emisión de dólares, hará uso de su monopolio para financiar las políticas de reactivación económica. En otras palabras, el Banco Central le presta dinero al gobierno para que gaste y así estimule la demanda, la producción y el empleo en Estados Unidos. Hasta ahí todo va bien.

Pero, la economía es global. Nada que suceda en Estados Unidos va a pasar desapercibido en el resto del planeta. Lo que hace Estados Unidos no es otra cosa que reactivar el círculo vicioso acción-reacción que, en últimas, retrasará la recuperación económica global. Veamos esquemáticamente a qué nos referimos:

Estados Unidos crea dinero (dólares), en consecuencia, por la alta oferta de liquidez, se mantienen bajas las tasas de interés en Estados Unidos.  Los inversores buscan otros mercados de capitales de renta fija que tengan tasas de interés más altas: Europa, Japón y los mercados emergentes reciben más dólares.

Consecuencia cambiaria: la sobreoferta de dólares hace que se revalúen el Yen, el Euro y las monedas de los mercados emergentes (incluido Colombia). El Yuan de la china no se revalúa porque está anclado al dólar

Consecuencia Comercial: se abaratan más los productos norteamericanos y chinos y se encarecen los productos del resto del mundo.

Medidas de ajuste: ante la medida tomada por Estados Unidos, los demás países reaccionan con medidas que buscan contrarrestar los efectos de la política monetaria norteamericana. Las medidas pueden ser:

1. Los bancos centrales bajan sus tasas de interés de referencia (todos tratan de hacer esto),

2.  Los gobiernos gravan las entradas de capitales de corto plazo o establecen barreras administrativas como por ejemplo, limitar los plazos de permanencia de los capitales especulativos (Brasil).

3. Los gobiernos esterilizan sus propios ingresos de divisas (el gobierno colombiano no monetizará en el corto plazo un porcentaje de sus rentas petroleras, las dejará temporalmente en el exterior)

4. Los gobiernos hacen sacrificios fiscales (reducir déficit) para no presionar las tasas de interés con el endeudamiento público (algunos gobiernos de Europa, tal vez).

Hasta acá, la punta del iceberg. Si esta guerra de monedas no se resuelve prontamente con un “pacto de caballeros” del G-20 (qué, a propósito, se reune esta semana), entonces vendrá la artillería pesada: Proteccionismo comercial. En otras palabras, restricciones a las importaciones recíprocas entre los tres grandes centros de la economía mundial y los Mercados Emergentes puede ser el paso siguiente de esta crisis. Aranceles más altos, contingentes de importaciones y exigencias de restricciones voluntarias de exportaciones, estarán a la orden del día en la mesa de negociación geo-económica mundial.

En los actuales momentos, donde el Sistema Multilateral de Comercio, regido por la OMC, no ha logrado cerrar satisfactoriamente la Ronda de Doha que comenzó hace 10 años, nada puede ser más nocivo que una guerra comercial.  Esta puede ser peor que la actual guerra de monedas, y arrastraría a la economía mundial a una segunda recesión en menos de tres años.

Dolar barato: problema global en la puerta de nuestra casa

Píldoras para inducir el tema:

1. Aunque nos preocupa la revaluación del peso en Colombia, no podemos perder el horizonte de que éste es un problema global. O sea, el dólar está barato en todo el mundo.

2. Aunque el problema se puede atacar directamente, frenando la entrada de dólares por alguno de sus canales, también es cierto que hay raíces más profundas en la poca capacidad de ahorro del país y en los continuos déficits fiscales.

3. Aunque nos parezca que el precio del dólar es una gran preocupación de los exportadores, los desequilibrios de tasa de cambio también pueden provocar burbujas en sectores no transables, -como la construcción- con efectos muy nocivos en el largo plazo. Una bonanza de divisas eleva los precios de los no transables -que no tienen competencia vía importaciones- pudiendo atraer capitales desde sectores transables -que sí tienen competencia en las importaciones- lo que desequilibra la estructura del aparato productivo.

Problema Global

Hay dos actores fundamentales en este problema: China y Estados Unidos. El primero es un país que recicla una gran cantidad de dólares por ser el mayor exportador de la economía mundial y por atraer importantes flujos de inversiones extranjeras para su emergente industria; sin embargo, su política de control de cambios no permite que se de la deseada revaluación de su moneda: Yuan Renminbi.

El segundo actor es Estados Unidos, país que ha salido debilitado de la última recesión económica y cuya política monetaria expansiva estimula la devaluación del dólar. En otras palabras, el dólar está barato en el mundo porque la economía americana se ha debilitado y porque las autoridades monetarias toman medidas que aumentan la oferta mundial de dólares. Ello les ayuda a mejorar los precios de sus mercancías exportables y alivia en parte sus problemas de déficit comercial y caída del empleo.

Soluciones Globales:

Actor uno: China acaba de subir sus tasas de interés y, de este modo, trata de suavizar dos de sus mayores dolores de cabeza macroeconómicos. De un lado, frena el crecimiento de la demanda interna, que se ha expandido como consecuencia del aumento del ingreso de sus habitantes, lo que se refleja especialmente en la inflación de los bienes no transables, particularmente la vivienda. Del otro lado, estimula el interés de los inversionistas extranjeros por los papeles bursátiles chinos, lo que debería llevarnos a la revaluación de su moneda, que es la mayor exigencia que americanos y europeos le hacen al gobierno de Beijing.

Actor dos: Estados Unidos no debería relajar más su política monetaria, que está aumentando la liquidez en dólares de los mercados mundiales. Pero, esto difícilmente va a suceder; mientras no hayan señales de inflación en Estados Unidos, la Reserva Federal va a seguir expandiendo la oferta monetaria para estimular el consumo, la inversión y el empleo, que son sus mayores prioridades de corto plazo.

Una gran conclusión global: Estados Unidos es más débil ahora que antes, los mercados emergentes están copando espacios y, por eso, el dólar es y debe ser una moneda más devaluada que en el pasado. Aceptemos una nueva realidad, la devaluación del dólar también es una manifestación clara que el aparato productivo estadounidense está dejando de ser el más competitivo.

Problema local:

Colombia, al igual que muchos mercados emergentes, se ha convertido en un importante receptor de dólares: los precios mundiales de los commodities -particularmente los combustibles- lo atractivo que se ha vuelto el país para las inversiones en minería, servicios de comunicaciones y sector financiero, principalmente, al igual que la privatización de ciertas empresas, además de un flujo significativo de remesas enviadas por los colombianos que migraron en la década pasada, hacen casi inevitable una tendencia revaluacionista del peso.

Soluciones locales:

En el corto plazo se puede pensar en mayores compras de reservas por parte del Banco de la República o en alguna intervención estatal sobre las entradas de capitales (plazos de reintegros, impuestos a los movimientos de capitales, etc.).

Pero hay que entender que, en el largo plazo, el problema más que cambiario es fiscal. Colombia necesita aprender de los chilenos y manejar una política fiscal más sana, o sea, menos deficitaria, que sea realmente contracíclica y que en momentos como éstos permita que bajen las tasas de interés. Un déficit fiscal cuasi-crónico como el colombiano mantiene al Estado endeudado, conllevando altas tasas de interés en el mediano y largo plazo, lo que motiva el ingreso permanente de capitales que buscan la rentabilidad de  los títulos de deuda.

Una gran conclusión local: el Banco de la República puede dar una manito, pero el problema real es que el dólar es una moneda devaluada en el mundo y la manera estructural de evitar que los efectos sean mayores en Colombia es a través de una política fiscal más ortodoxa que ayude a mantener las tasas de interés en niveles que hagan competitivo al aparato productivo.

Pero, para eso, hay que mirar la economía en el largo plazo. Darle gusto a ciertos sectores o gremios o tomar medidas de impactos inmediatos da más réditos políticos que ser juicioso y aplicar recetas que aseguren crecimientos sostenibles en el largo plazo.