Colombia: apertura comercial de un país que se desindustrializa.

Antecedente

Durante las décadas de 1960-1980, Colombia abrazó el modelo de Promoción de Exportaciones, el cual complementaba a medio siglo de Sustitución de Importaciones. Mientras este último permitió que algunas pequeñas plantas manufactureras se consolidaran como empresas de talla nacional (locerías, cerveceras, cementeras, fabricantes de gaseosas, textileros, confeccionistas, marroquineros, etc.), el primero pretendió que el país redujera la dependencia de las exportaciones de café. Ello permitió que se consolidara el concepto de Exportaciones Menores -todas aquellas diferentes al café y a los hidrocarburos-. Gracias a este esfuerzo proteccionista, los floricultores, bananeros y confeccionistas, principalmente, salieron a los mercados internacionales.

La realidad actual

Pero, a partir de 1990 cambiamos el modelo: abrimos las puertas a la competencia externa y al capital internacional. ¿Cuál era el objetivo?: obligar a nuestras empresas a competir y atraer capitales para que  se pueda modernizar el aparato productivo. Los cambios se han visto: la modernización de las comunicaciones y la sofisticación y ampliación de cobertura del comercio en grandes superficies y en la banca, principalmente.

Para consolidar la estrategia el país renuncia a liderar los proyectos de integración regional como la CAN, y se lanza a la apertura de mercados globales a través de la firma de TLC con países y bloques de Europa, Norteamérica y Asia.

Fuente: http://www.semana.com/economia/articulo/con-acelerador-fondo-tlc/346478-3
Esta tabla, publicada por la revista Semana, muestra el tamaño de los mercados con los que firmamos Acuerdos Comerciales y el actual comportamiento de nuestro comercio exterior con ellos. El balance es claro: Estados Unidos y la Unión Europea siguen siendo nuestros principales mercados, luego los países latinoamericanos son un blanco interesante (25% de nuestras exportaciones van a socios de nuestro vecindario).
 

Sin embargo, lo que estas cifras no muestran es que después de 23 años de apertura y más de una década buscando TLC con países de diferentes regiones, nuestra oferta exportable no ha tenido los cambios esperados. Veamos aleatoriamente unos datos. Según el DANE en el primer semestre de 2012 67,2% de las exportaciones fueron mineras, especialmente hidrocarburos, productos manufacturados 16%, y alimentos poco más del 10%.  Con respecto a 2011, dichas exportaciones aumentaron 10%, fundamentalmente por el crecimiento en las exportaciones de petróleo y otros productos mineros.

Ahora, si miramos por productos, encontramos que el aumento de las exportaciones de manufacturas, con respecto a 2011 se explica principalmente por el crecimiento en las ventas de ferroníquel y plástico en formas primarias y medios de transporte. O sea, además de que la industria manufacturera sigue siendo poco representativa en las exportaciones, sus pocos avances tienen que ver con productos de bajo nivel de complejidad tecnológica o ensamblajes.

De igual modo, si miramos la estructura de las exportaciones agropecuarias, veremos que café (33%), flores  (22%) y bananos (11%) representan 2/3 partes de las ventas del sector en 2012.

Ahora, según ANIF, la desindustrialización que vive nuestro país no sólo se evidencia en las exportaciones. La relación entre Valor Agregado y PIB, según un estudio de Clavijo ha caído de 24% en la década de 1970 a cerca del 12% en la actualidad. La industria manufacturera aportaba 1/4 del empleo en la década de 1980 y ahora apenas alcanza el 13%.

Esto, en concepto de los expertos, se puede explicar por el cierre del ciclo de la industria liviana de bajo nivel tecnológico (cervezas, gaseosas, calzado, confeccioines), lo que se tradujo en un auge del sector servicios. Pero también estarían haciéndose visibles los efectos de una típica “enfermedad holandesa” resultado de la expansión del sector minero energético. Esto último explicaría la revaluación de más de una década y el encarecimiento relativo de la mano de obra. Factores que juegan negativamente para el desarrollo de los demás sectores transables: manufacturero y agropecuario.

Conclusiones:

La estructura exportadora colombiana es la misma de la década de 1960 cuando el país instauró el modelo de promoción de exportaciones para reducir la dependencia del café y los hidrocarburos. El café sí redujo su participación, los caficultores, incluso, están viviendo su viacrucis, pero ahora dependemos de las exportaciones de petróleo y carbón. Ni el sector manufacturero, ni la agroindustria son las locomotoras exportadoras de este país.

Pero, el problema es más complejo si vemos, en general, la estructura del PIB del país: decrecimiento del valor agregado, reducción absoluta de la participación del sector manufacturero y relativo encarecimiento de la producción nacional, debido a la sobrevaloración de la moneda, fenómeno asociado al auge minero-energético.

SIn embargo, el país acelera la firma de TLC sin privilegiar la solución de los problemas internos que explican el éxito competitivo de los mercados emergentes y de los países industrializados: infraestructura de calidad, crecientes procesos de investigación, desarrollo e innovación, apalancados en un sistema educativo que forme profesionales emprendedores que promuevan transformaciones en procesos, productos y servicios.

Nuestra baja cobertura educativa, los problemas de subalimentación de, aún, significativos grupos de niños, y la poca inversión en innovación y desarrollo -lo que se evidencia en las pocas patentes que el país registra- son talanqueras concretas para un país que firma TLC con todo el mundo, con la expectativa de aumentar la participación en dichos mercados. Como lo hemos reiterado en artículos anteriores, no se necesita de Acuerdos Comerciales para exportar petróelo y carbón, estos productos tienen un mercado bastante libre a nivel global.

Alianza del Pacífico: bienvenidos al futuro…otra vez.

 

Autor: Giovanny Cardona Montoya

Acabamos de tomar una “nueva” gran decisión: ahora somos parte de uno de los más grandes bloques del mundo. O, bueno, eso dijeron los jefes de estado y los periodistas que desde Cali siguieron la cumbre entre los países integrantes de la Alianza del Pacífico. Según los protagonistas y los voceros de los medios de comunicación, éste sería el 8vo bloque económico más grande del mundo.

Pero, ésta es una nueva evidencia que no hemos entendido nada o casi nada, de lo que pasa en el contexto de la globalización comercial. En 1990, el entonces presidente César Gaviria nos daba la bienvenida al futuro con la Apertura Económica. Hace casi 20 años revivió el futuro con la reconfiguración del bloque andino y hace poco más de un año se nos volvió a aparecer el futuro con el tan anhelado TLC con Estados Unidos. Y esta semana, como una realidad paranormal, volvimos a tener una “aparición”.

La Alianza del Pacífico: ¿un gran bloque?

Evidentemente se han unido economías que equivalen a un gran pedazo de la torta del PIB  mundial. Eso sí, teniendo en cuenta que México representa 2/3 partes del mismo. Adicionalmente, si un país asiático va a mirar a México como un mercado interesante y “extendido” no será por la Alianza del Pacífico, sino por ser miembro del NAFTA.

Ahora, para que se consolide un verdadero bloque habría que ver el grado de profundidad de la integración. Se habla de librecomercio de mercancías y servicios, de movilidad de personas y de otros ámbitos complementarios.Veremos con los años que, de esto, se traduce en relaciones comerciales y de inversiones concretas.

Adicionalmente, hay que recordar que antes de la Alianza del Pacífico, entre estos países ya existían acuerdos bilaterales (Chile con la CAN, Colombia con México en el G-2). O sea, la Alianza del Pacífico, para hacer un verdadero aporte, tendría que profundizar los acuerdos existentes, puesto que el primer impacto al triangular los acuerdos bilaterales será una posible “erosión de preferencias”,  o sea, productores colombianos posicionados en Chile o Perú, por ejemplo, pierden con México ese mercado ganado bilateralmente.

Adicionalmente, se habla de que van a actuar como bloque ante terceros países. Y esa meta se ve difícil de cumplir. De un lado, no se ha hablado de una Unión Aduanera como para pensar en que se creará algún ente supranacional que representará a las naciones asociadas en la Alianza. Del otro, México tiene demasiados intereses relacionados con Estados Unidos como para pensar que negociará en bloque los grandes temas, por ejemplo en el escenario de la Ronda de Doha de la OMC. Igualmente, Chile ha demostrado ser un ave que prefiere volar sola; firma TLC con todo el mundo pero no se convierte en integrante pleno de ningún bloque.

En otras palabras, este acuerdo, como tantos otros, puede ser una oportunidad para algunas empresas y un gran riesgo para otras. Pero éste no es el bloque del pacífico que ayudará a sus integrantes a consolidar un mercado unificado y que los representará en las negociaciones comerciales con los países asiáticos. Este es un nuevo TLC con algunos asomos de mayor cooperación, nada más.

¿Qué es la Alianza del Pacífico para Colombia?

Para empezar, digamos que aunque Chile es un mercado creciente, su participación en el comercio exterior colombiano sigue siendo pequeña. Mientras en 2006 nos compraba 357 millones, para 2010 la cifra asciende a casi 1500 millones. Ahora, cualitativamente hablando, 1000 millones de las importaciones que nos realiza Chile tienen que ver con  petróleo y carbón. Adicionalmente sólo se destaca el azúcar.

En el caso de México, con este país hemos pasado de tener un déficit comercial de  US$287 millones en 2000, para llegar a US$5.849 millones en 2011. Pero, en una situación parecida a la de Chile, México sigue siendo un destino poco representativo para las exportaciones colombianas: en 2011 las exportaciones de Colombia hacia México solo representaron el 1,23% del total, mientras que las importaciones el 11,1%.

El comercio entre Colombia y Perú también ha sido creciente; éste alcanzó los 1,980 millones de dólares durante 2008, lo que significó un crecimiento de 250% respecto a lo comercializado en 2001. De este monto, 1,283 millones fueron las exportaciones de Colombia a Perú y 705 millones las importaciones. Los principales productos que Colombia vende a Perú son materias primas y productos intermedios (66.3%) y bienes de consumo (27.1%).

Preguntas, en lugar de conclusiones:

1. ¿Por qué Colombia necesita otro acuerdo para fortalecer sus relaciones con Chile, Perú y México, si con éstos ya tiene acuerdos en el marco de la CAN y el G-2? No puede ser para desligarse del ALBA porque Ecuador ya es observador de la Alianza del Pacífico.

2. ¿Estarán dispuestos estos países a asumir posturas en bloque, a negociar juntos con los tigres asiáticos y con China? Para lograr un mercado común habría que pensar no sólo en visas y homologación de títulos, sería necesario hablar de libre movilidad de trabajadores y capitales. ¿Están dispuestos a esto? Claro que no.

3. ¿México tomará posturas comerciales autónomas cuando América Latina le es un mercado marginal y Estados Unidos es, de lejos, su principal socio comercial? México tiene el 90% de su comercio concentrado en NAFTA, su TLC con la Unión Europea y algo con países asiáticos. En la OMC la voz cantante del NAFTA la lleva Estados Unidos.

4. ¿Por dónde va a salir Colombia al Pacífico? Este país se precia de tener frontera marítima por el Atlántico y el Pacífico. Pero, Chocó, que ocupa la mitad del borde pacífico es el departamento más abandonado de Colombia. Es un territorio no sólo lleno de problemas económicos sino, también, desconectado del resto del país. El puerto de Buenaventura en el Valle del Cauca presenta limitaciones para dar respuesta a las necesidades presentes, ¿cómo hará, entonces, para un ideal crecimiento de nuestro comercio con el Asia Pacífico?

4. ¿Podrá Colombia sacarle jugo a este nuevo acuerdo? Muy poco. Tenemos mercados abiertos en Europa, en Estados Unidos, en América Latina, en Corea y en otros países. Pero no los estamos aprovechando. Lo que Colombia exporta actualmente es lo mismo que hace 25 años, antes de entrar en esta “ola” de aperturas y TLC. Y eso que exportamos (commodities) no necesita acuerdos, ya que son productos de libre acceso: petróleo, carbón, ferroníquel, oro, café. Sólo algunos productos se benefician de las preferencias que nos ofrecen nuestros socios comerciales.

No necesitamos más acuerdos, necesitamos transformar nuestra oferta de bienes y servicios. El problema principal no está en la ausencia o presencia de TLC sino en la incapacidad productiva del país, que no agrega valor, que no innova, que no participa en las cadenas globales en las que se producen las mercancías de alto nivel tecnológico. Es en estas últimas donde está el negocio.

 

La OMC será dirigida por un latinoamericano.

Actualmente, la OMC se halla en el proceso de elección de su nuevo Director General. A Pascal Lamy se le acaba su tiempo y ahora dos latinoamericanos han llegado a la final en el proceso de selección de su sustituto. Herminio Blanco de México y Roberto Carvalho de Brasil se disputan el puesto más importante del comercio mundial.

¿Pero qué significa la OMC en el comercio mundial actual?

La Cátedra Abierta Gerenci@ de la Institución Universitaria CEIPA abrió sus puertas para que, en una sesión on line, habláramos sobre el tema.Para ver la conferencia completa, accedan al siguiente link: https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=xqfYy_gBmq4

Estas son las principales conclusiones de la misma:

1. La OMC ha expandido su influencia a 159 países, los cuales representan el 95% del comercio mundial; y ha bajado significativamente el proteccionismo global -los aranceles promedio mundiales se hallan por debajo del 5%.

2. Para los mercados industrializados (NAFTA, UE y Japón) y las potencias emergentes (Corea, Brasil, China, India, principalmente), los acuerdos de la OMC son el eje que guía la mayor parte de sus exportaciones.

Nota: la mayor parte del comercio de los países industrializados y los grandes mercados emergentes se rige por las reglas de la OMC (barra azul) el resto depente de TLC firmados con países en vía de desarrollo, principalmente.

 

3. Sin embargo, para los países en vía de desarrollo, los Acuerdos Regionales de Comercio (ARC) son la principal herramienta para abrir mercado a sus exportaciones (aunque los países dependientes de hidrocarburos y otros commodities estratégicos, no tienen barreras para sus exportaciones). Pero, muchos países subdesarrollados fincan la esperanza de aumentar sus exportaciones no tradicionales en la firma de TLC con las potencias de Norteamérica, Europa y el Este Asiático.

Nota: aunque la OMC ya reune a casi 160 naciones planeta y ha bajado los aranceles aplicados menos del 5%, en promedio, paralelamente se da una expansión de los Acuerdos Regionales de Comercio (ARC), principalmente en forma de TLC.
 

4. Pero los bloques regionales históricos, como la CAN, Mercosur o el Mercado Común Centroamericano, se están debilitando. Los países latinoamericanos han perdido interés en los proyectos regionales y, en cambio, han volcado sus ojos en los TLC que firman con la Unión Europea, Estados Unidos y naciones asiáticas, principalmente.

5. Pero un fenómeno objetivo explica esta dinámica. La división internacional del trabajo cada vez es más especializada. Las factorías y los países ya no se especializan en la producción de bienes, sino que hacen parte de una Cadena Global de Valor (CGV) en la que se distribuyen diferentes tareas a lo largo del planeta. Así, por ejemplo, un Ipod ensamblado en China, tiene componentes norteamericanos, alemanes, coreanos, taiwaneses y de una docena de países más. ¿Entonces, cuál es el país productor?

Nota: el Comercio Mundial de Tareas, la nueva forma de entender la División Internacional del Trabajo, significa que una mercancía es hecha para fábricas de diversos países. Ningún producto procesado es hecho totalmente en un sólo país.

 

6. ¿En esa CGV qué papel juegan economías como la colombiana? somos los proveedores de hidrocarburos con los que se ponen a funcionar las fábricas del planeta: los demás son los responsables del Valor Agregado.

 

Debate económico: ¿es un error subsidiar a los pobres?

Dar el pescado o enseñar a pescar: ¿Falso dilema?

El asistencialismo que caracteriza al Socialismo del Siglo XXI en Venezuela, la existencia del SISBEN en el régimen de Seguridad Social en Colombia y la actual política del presidente Santos de construir 100 mil viviendas gratis, son ejemplos de políticas asistencialistas bastante cuestionadas, especialmente desde una perspectiva neoliberal.

Frecuentemente se presentan evidencias empíricas y explicaciones que, desde diversas corrientes de la psicología o la sociología, sirven de base para argumentar que el asistencialismo estimula la inproductividad e invita a no participar en procesos productivos.

Ahora, desde la perspectiva económica, este tema tiene diversas aristas. En Europa se reconocen, por ejemplo, diferentes modelos de Estado de Bienestar. Aunque, en general, éstos se han debilitado en todo el mundo, los modelos existentes son buenos referentes para el análisis que nos proponemos.

Experiencias de Estados de Bienestar: paralelo con América Latina

El Modelo nórdico -aplicado por Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia y Holanda- se caracteriza por un alto gasto social de carácter universial y unas políticas activas para acelerar la reinserción de desempleados al mundo laboral.  En cambio el modelo continental -Alemania, Francia, Bélgica- está más centrado en la cobertura pensional y de invalidez. Sus políticas activas para la reinserción laboral son menores.

El modelo anglosajón es menos amplio en recursos pero, semejante al nórdico, también se centra en el tema laboral: subsidios para aquellos que han perdido empleo y políticas activas para recuperarlo.En el caso de los países mediterráneos, la seguridad social es mucho menor y se centra en el aseguramiento de la pensión.

De los anteriores modelos podemos destacar tres contrastes: el primero, entre aquellos países que establecen beneficios universales y los que segmentan, ya sea por incapacidad o en función de su participación en el mercado laboral. El segundo contraste tiene que ver con la finalidad: un asistencialismo dirigido a fortalecer el mercado laboral u otro que se centra en la compensación ante la ausencia de ingresos. El último contraste es cuantitativo: los nórdicos dedican grandes recursos a la seguridad social, mientras los países mediterráneos tienen un muy bajo gasto en este ítem.

Si hacemos un rápido balance de los modelos presentados, veremos que los países que aplican el modelo nórdico tienen una menor propensión al desempleo. En el modelo continental hay una gran brecha entre Alemania, con un desempleo del 6%  y el de Francia que bordea el 14%.  En la actual crisis, son los mediterráneos los que enfrentan la mayor crisis laboral, acompañados de Irlanda (anglosajón).

Si traemos este caso a la realidad latinoamericana, veremos que el panorama de los países con mayor intervención estatal (Venezuela, Argentina,  Brasil) no es menos positivo que el de aquellos que han privatizado más fuertemente su economía. De hecho, la tasa de desempleo abierto en Colombia es superior a la de los países recién enumerados. Sin embargo, Chile y Perú, con modelos neoliberales, también presentan buenos resultados en este indicador.

Ahora, una de las razones de ser de un Estado de Bienestar es la equidad. De acuerdo al índice GINI, los países que implementan el modelo nórdico se hallan entre los diez países más equitativos del mundo. Los del modelo continental aparecen entre los primeros 30 y el Reino Unido con Irlanda, entre los primeros 50. En síntesis, es evidente que el modelo nórdico ofrece mejores resultados tanto en materia de desempleo como de distribución de la riqueza.

En el caso latinoamericano hay que destacar dos elementos: el primero es que el primer país del subcontinente aparece en el puesto 66 (Argentina), seguido por Uruguay, Cuba y Venezuela. Estos países presentan una mejor distribución de la riqueza que Estados Unidos, inclusive. El segundo elemento es que, en general, hay una mejor redistribución en los países gobernados por la izquierda que en los que tienen un modelo neoliberal: México aparece en el puesto 120, Perú en el 127 y Colombia en el 150. Sin embargo, a pesar de sus avances, Brasil también ocupa uno de los últimos lugares de la lista.

Por último, están los indicadores de pobreza. La efectividad de un Estado de Bienestar se debe materializar en la reducción de la pobreza. En este caso, se da un hecho significativo: los países del modelo nórdico, al igual que Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda o Canadá, presentan los mejores indicadores con respecto a la población que vive bajo la línea de pobreza. O sea, se hallen afiliados o no al espíritu del Estado de Bienestar, los países industrializados, en general, han logrado sacar a su población de los niveles más bajos de la pobreza.

Sin embargo, paralelo a los países industrializados se destacan algunas naciones latinoamericanas: Chile tiene un porcentaje de población bajo la línea de pobreza menor que Estados Unidos. Sin embargo, para el PNUD, es tan compleja la situación de países con gobierno neoliberal -Colombia y Perú-, como la de naciones del llamado Socialismo del Siglo XXI que tienen más del 30% de su población  por debajo de la línea de pobreza.

En síntesis podemos destacar los siguientes grupos de países:

PAISES DESARROLLADOS CON MEJOR DISTRIBUCION DE RIQUEZA. Hay más equidad y menos pobreza en los Países Industrializados que poseen un Estado de Bienestar amplio, el cual, además, es activo en sus políticas para regresar a los desempleados al mundo laboral.

PAISES DESARROLLADOS CON DISTRIBUCIÓN INEFICIENTE DE RIQUEZA. Países de Europa continental y mediterránea, industrializados, con Estado de Bienestar medianamente amplio pero, ineficiente. Tienen altas tasas de desempleo y se centran en los pensionados.

PAISES DESARROLLADOS CON INJUSTA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA. Los Países Industrializados de corte neoliberal tienen una distribución menos equitativa de la riqueza, pero su poder económico logra que poca población viva bajo la línea de pobreza.  O sea, su índice GINI no es bueno, pero no hay pobreza extrema gracias al desarrollo de su economía.

PAISES EN VIA DE DESARROLLO CON MEJOR DISTRIBUCION DE RIQUEZA. Algunos países latinoamericanos como Uruguay o Chile se caracterizan por un crecimiento más estable de su economía, el cual se traduce en menos desempleo, buen índice de GINI y poca población bajo la línea de pobreza. En este grupo se incluye a Argentina pero su crecimiento económico es muy inestable, dependiente de una economía monoexportadora de commodities.

PAISES EN VIA DE DESARROLLO CON MALA DISTRIBUCIÓN DE RIQUEZA. Perú y Colombia son economías que crecen, pero poseen alto desempleo estructural (Colombia), mucha inequidad (GINI alto) y mucha población bajo la línea de pobreza. Venezuela y Ecuador tienen más equidad pero con mucha población bajo la línea de pobreza.

Moraleja 1:crecer sin distribuir no es justo, pero distribuir sin crecer no es viable. Es necesario fortalecer el empleo formal y la seguridad social contributiva para crecer y distribuir la riqueza de manera viable y justa. El subempleo y la expansión del SISBEN -en lugar de trabajadores contribuyentes- es un ancla que no permite desarrollarnos. Atender personas con limitaciones -ancianos, enfermos- es una prioridad, pero a las personas en capacidad de trabajar hay que darles herramientas para su desarrollo: educación, salud, alimentación y un transparente mercado laboral.

Moraleja 2: Los subsidios no son malos, per se, el problema es la mala gestión. Además de enfrentar la corrupción, es necesario seleccionar bien las ayudas a la población. Subsidiar la educación, la salud o la alimentación de niños y jóvenes es invertir en el recurso humano del futuro. Igual se puede decir de la ayuda que reciban las empresas si invierten en innovación, ciencia y tecnología.

En este mismo marco, darle vivienda a los ciudadanos más pobres no sólo es un acto de justicia, sino que es una gran oportunidad de mercado. Una vivienda es un activo que convierte a una familia en sujeto de crédito, de seguros, de negocios y en actor tributario. Una vivienda propia puede hacer la diferencia entre un trabajador informal y un empresario.

 

Socialismo del Siglo XXI: ¿un modelo económico coherente?

Han pasado casi 3 lustros desde que se dio inicio a la revolución liderada por Chávez, posteriormente conocida como Socialismo del Siglo XXI. Sus defensores a ultranza destacan los logros y pretenden dejar la impresión que el modelo es perfecto, que los objetivos se logran y que las críticas son infundadas. Pero, de otro lado, la oposición y muchos medios de comunicación se esfuerzan enormemente en demostrar que Venezuela ha empeorado sus indicadores económicos y que, más grave aún, se estaría volviendo en una bomba de tiempo.  ¿Qué hay de cierto en las críticas y en la defensa del modelo?

Indicadores sociales en Venezuela

El país andino gozó de dos importantes bonanzas petroleras en la década de 1970, éstas permitieron financiar una economía de subsidios amplios que elevaron el estándar de vida promedio de los venezolanos durante más de una década. Sin embargo, dichas bonanzas no fueron utilizadas para estimular el surgimiento y desarrollo de nuevas industrias, en consecuencia, finalizado el boom comenzó una fase de déficits que conllevó el desmonte de los subsidios.

Cuando el país tuvo que aplicar los ajustes, lo que se tradujo en impuestos, bajos salarios y caida de los subsidios, la población más vulnerable explotó: primero el sangriento “caracazo”, luego el intento de golpe de Chávez y, por último, el ascenso del “Socialismo del Siglo XXI” al poder. Entonces, un movimiento antineoliberal comenzó a gestarse.

El nuevo gobierno colocó a los pobres en el centro de su política económica. Los hogares pobres han descendido en Venezuela de 55% en 2003 a 27% en 2011. En este contexto, los hogares en pobreza extrema caen de 27% a 7%. De hecho, según la CELAC, Ecuador y Venezuela son los países que más redujeron la la pobreza entre 1997 y 2010. Para lograr estos resultados, el gobierno bolivariano incrementó el gasto social hasta 20%, cuando en la década de 1988 a 1998, este indicador apenas alcanzaba el 8% del PIB.

En consecuencia, para dar un ejemplo, la población con acceso a agua potable pasó de 80% a 92% en el transcurso de una década, al igual que el acceso a saneamiento creció 20 puntos en la misma época, pasando de 68% a 88%.

Ahora, la pregunta que subyace a este análisis preliminar es acerca de la sostenibilidad de estas políticas. Esto es, ¿se está consolidando un aparato productivo capaz de garantizar la sostenibilidad en el tiempo de la reducción de la pobreza que se está generando?

Los números de la macroeconomía:

Para empezar, hay que reconocer que Venezuela convive con la ambiguedad de un relativo buen crecimiento, pero acompañado de un constante síntoma de incertidumbre: una de las tasas de inflación más altas del mundo. Mientras la economía venezolana ha crecido en promedio por encima del 5% durante los últimos últimos años, su inflación mensual promedia el 1%, lo que es casi la mitad de la tasa anual de su vecino, Colombia. De hecho, este 2013, la inflación acumulada en dos meese es casi del 5%,  ya que enero tuvo alzas promedio, cercanas al 3,5%.

Cualquier país europeo o el mismo EE-UU se soñaría una tasa de crecimiento como la venezolana, pero una inflación de 20% anual es una señal de alta incertidumbre para los empresarios y un “impuesto” muy elevado para las personas de bajos ingresos.

Otro indicador macroeconómico importante es el desempleo. Para comienzos de 2013, la tasa de desocupación es inferior al 6%, lo que es un excelente indicador para cualquier país en el mundo. Sin embargo, como en muchos países latinoamericanos, la economía informal es un indicador de mucho peso que señala una mala calidad de la ocupación. En Venezuela sólo 52% de la población ocupada tiene empleo formal, el resto son subempleados.

Pero, para muchos países del tercer mundo, el crecimiento económico es altamente dependiente de las exportaciones de commodities, y Venezuela no es la excepción. Probablemente esta sea la principal señal de que el Socialismo del Siglo XXI no está llevando a este país por la senda del desarrollo. Entre 1997 y 1999, las exportaciones no petroleras de Venezuela pasaron de 22% a 37%, sin embargo, de ahí en adelante la dependencia de hidrocarburos creció hasta alcanzar 95% en 2010. Hipotéticamente se estaría evidenciando un proceso de desindustrialización en el país.

En 2011, Venezuela exportó 93 mil millones de dólares, de los cuales, 88 mil fueron ventas petroleras. De hecho el dato evidencia un incremento significativo, relacionado con el aumento en los volúmenes y precios del crudo exportado. Sin embargo, hay que recordar que en este punto, Venezuela tiene una ventaja sostenible: las mayores reservas mundiales de petróleo.

Comentarios finales en lugar de conclusiones:

Es ligera la crítica de opositores que centran el debate en la inflación y desconocen que 14 años de revolución bolivariana han servido para una distribución más equitativa de la riqueza. Incluso, mejorar los estándares de vida de los venezolanos, con indicadores positivos de salud  y educación, son un potencial enorme para la competitividad futura del país. Problemas de desnutrición y analfabetismo en la infancia retrasan el desarrollo una generación, y en este punto se han tomado decisiones correctas. El objetivo que se propuso el gobierno de Chávez tiene que ver con las necesidades sentidas y acumuladas de millones de venezolanos, cuyo país fue gobernado por décadas por unas élites que desaprovecharon las bonanzas en la década de 1970 para impulsarlos hacia el desarrollo.

Sin embargo, aunque el fin en sí es loable, la estrategia no se ve coherente. El gobierno ha escogido una ruta que, más que de Socialismo parece de Capitalismo de Estado, la cual no se ha traducido en la generación de más y mejores capacidades para la producción de bienes y servicios. El modelo aleja a la inversión privada del país, pero no la sustituye con algún modelo eficiente de economía solidaria o estatal. El país sufre crisis parciales de desabastecimiento, a la vez que incrementa la dependencia de las importaciones.

Si bien el desempleo es bajo, el subempleo, la inflación y el creciente gasto público convierten a este modelo en una bomba de tiempo. El gobierno cuenta con una gran ventaja: hay reservas de petróleo para muchas décadas, pero si no se define claramente una ruta desarrollista, la dependencia de commodities puede pasarles pronto una cuenta de cobro. Hoy los precios del combustible dependen de la cadena global productiva China-Europa-Norteamérica y ésta se halla en una clara fase de desaceleración desde hace un lustro.