El Iceberg de la crisis económica global: sólo vemos la parte superficial

En la primera semana de agosto, Standard and Poor´s bajó la calificación de la deuda soberana de largo plazo de Estados Unidos. En consecuencia, este lunes, las bolsas del mundo tuvieron una caida fenomenal. Pero, esto es coyuntural y no muestra la esencia del problema. De hecho, las bolsas se irán recuperando gradualmente después de este “lunes negro”.

Vamos a tratar de hacer una analogía con un Iceberg. Un témpano de hielo tiene la particularidad que en la superficie sólo exhibe su extremo más pequeño. Pero, en la medida que bajamos la mirada y nos sumergimos, vamos viendo que éste es más y más grande. Así que miremos el Iceberg desde su pináculo hasta el fondo.

1. La punta visible: Caída en la calificación de la deuda soberana de Estados Unidos. Esto significa que, en concepto de la calificadora de riesgo Standard and Poor´s, Estados Unidos no es un deudor “ideal”, o sea, ya no es triple A. Aunque la calificación doble A plus es muy buena para el resto de países del mundo, para Estados Unidos no lo es. Por décadas, la nación norteamericana había sido calificada triple A. Como reacción al fenómeno, la Reserva Federal ha anunciado que mantendrá las tasas de interés bajas, lo que se espera tranquilice a los mercados. Pero, anunciar que mantendrá bajas las tasas, por más de un año, es bueno y es malo. Bueno porque indica que la banca central se mantiene comprometida con la recuperación económica. Pero es malo, porque indica que sus pronósticos son muy pesimistas.

2. La parte no visible más superficial: El gobierno de Estados Unidos necesitó incrementar el techo de su deuda para poder cubrir sus gastos corrientes. Durante varias semanas, los congresistas demócratas y republicanas estuvieron negociando las condiciones para aprobarle un incremento del techo de deuda al gobierno y, así, Obama pudiera salir a tomar dinero del mercado para pagar empleados, proveedores y deuda vieja.

El problema del techo de la deuda, en sí, no es serio. El gobierno de Estados Unidos se puede endeudar, la banca le presta. El problema fue político. Los demócratas y los republicanos se trenzaron en una pelea por la elección presidencial del próximo año.  Sin embargo, este debate político afectó la confianza de los mercados y enrareció el ambiente.

Ahora, realmente Estados Unidos si tiene un serio problema: su Estado es históricamente deficitario y, más temprano que tarde, se tendrán que tomar medidas para reducirlo. Eso implica reducir gasto público y/o aumentar impuestos. Ambas son medidas recesivas. En un año electoral como el que se avecina, el debate entre el Tea Party (que no quiere que se suban impuestos bajo ninguna circunstancia) y el resto de la clase política que quiere aplicar una combinación de reducción de gasto y aumento de impuestos, es un factor que no ayudará a la recuperación económica.

3. Tercer nivel de profundidad: la crisis financiera de 2008. Este pedazo de témpano es enorme. La recesión cíclica de 2007 -agudizada con la crisis inmobiliaria y financiera de 2008- ha dejado huellas enormes. El desempleo se disparó en Europa y Estados Unidos y, tres años después, aún no se ven señales claras de recuperación. Estados Unidos tiene 14 millones de desempleados (el doble del desempleo que tenía antes de la crisis), España anda con un tasa de paro cercana al 20% y algo grave también sucede en Grecia, Portugal, Italia y Francia.

O sea, es difícil que la economía salga de la crisis si la construcción no se reactiva, si las operaciones financieras no se reaniman -prestarle dinero a la gente- y si el empleo no se recupera. O sea, la inestabilidad laboral, el alto nivel de endeudamiento de la gente y la caída en el precio de las viviendas, no motivan a los bancos para reactivar el crédito. Y, si la gente no reinicia el consumo, la economía difícilmente comenzará una senda sostenida de crecimiento económico.

4. La parte más profunda y grande del iceberg: los Mercados Emergentes y la caída en la competitividad de las economías de los Países Industrializados. Aquí está el verdadero origen de la crisis. Por décadas, las grandes firmas de Estados Unidos, de Europa y de Japón han ido trasladando su producción a China, India y otros mercados emergentes. Las empresas de estos países han destruido empleos para trasladarlos a los BRIC y a otros mercados emergentes.

Aprovechando los bajos costos laborales de una mano de obra cada vez más cualificada, en países que han ofrecido beneficios tributarios, las multinacionales de Europa y Estados Unidos han cerrado plantas en sus países de origen, para trasladar la producción a países emergentes. Sólo den una mirada a la etiqueta o marquilla de sus camisetas o tenis deportivos: son marcas europeas, japonesas y norteamericanas, pero su producto ha sido elaborado en China, Taiwan, Corea, Indonesia, India, Malasia, etc.

Esta es la base central del problema: los países industrializados están dejando de ser competitivos. Por décadas, los altos niveles de especialización han hecho que las empresas transnacionales trasladen procesos productivos a países con menores costos laborales. La producción oversea y offshoring se ha consolidado porque los TLC, las diferencias salariales y los beneficios fiscales, lo permiten; porque la especialización cada vez más compleja en la producción de bienes  y servicios así lo exige y porque a las empresas no les importa el lugar donde producen, siempre y cuando les ofrezcan seguridad de inversión y ganancias mayores.

En lugar de conclusión: el iceberg se sacude. La economía mundial no tiene una crisis mayor porque China y los demás países emergentes siguen creciendo. Sin embargo, las señales inflacionarias del coloso asiático hacen prever medidas recesivas -subir tasas de interés- lo que puede frenar el consumo y la inversión en dicho país. En parte los colombianos no sentimos una crisis mayor porque los precios mundiales de petróleo, gas, ferroniquel y café se mantienen altos gracias a la demanda creciente de los mercados emergentes. Si China se desacelera, la crisis global se agudiza…

…el mar está picado.

Colombia: tan cerca del mundo…tan lejos de América Latina

Hoy quiero proponer un tema, a primera vista, muy político pero, la verdad, trascendental para el desarrollo económico de nuestro país: el proyecto de integración de Colombia.

La integración económica surgió como excepción a las negociaciones multilaterales del GATT. La idea era estimular el comercio regional, fortaleciéndose las economías conectadas. Así nacieron, el bloque europeo, la ALADI o la Comunidad Andina de Naciones -CAN-. Integrarse tiene muchos matices y puede ser un proceso complejo y profundo o superficial y básico.

Superficial es la firma de un TLC, ya que lo único que se logra es la liberación -no plena- de mercados de bienes y de capitales. Complejo es el proyecto de Unión Aduanera de la CAN o el del Mercosur, ya que desaparecen las aduanas nacionales y se crea un gran territorio aduanero regional, lo que reduce los costos de transacción y obliga a la creación de una administración fiscal supranacional. Es un reto grande.

El mejor ejemplo de lo que es un gran reto es la Unión Europea: permitir el libre movimiento de trabajadores, de mercancías, de servicios y de capitales; crear políticas regionales en agricultura, infraestructura, educación, hasta llegar a tener una moneda regional: eso es todo un reto de integración.

¿A qué le está apostando Colombia?

Las evidencias empíricas muestran que Colombia no es un líder en materia de integración regional. Es notorio el interés de nuestros gobiernos y de los empresarios por los TLC con Europa y Estados Unidos. Eso no es un error. La cuestión es que estos TLC no son proyectos de integración económica, sólo son propuestas de liberalización comercial. Eso es todo. Detrás del TLC no hay un proyecto de compartir experiencias, de creación de capacidades instaladas, de generación de bienes públicos de beneficio binacional. No, sólo hay una propuesta de liberalización incompleta de mercados.

Ahora, la otra evidencia empírica es que después de muchos años de gozar de preferencias aduaneras en Europa (SGP) y en Estados Unidos (ATPDEA), estos mercados siguen siendo importantes para venderles agricultura y, especialmente productos de la minería.

Es claro que la estrategia de diversificación de exportaciones que se inició en el gobierno de Lleras Restrepo -1966-1970) dio sus frutos, estimulando a exportadores no tradicionales como los bananeros, los floricultores o los confeccionistas. Pero, 50 años después, nada nuevo ha pasado. La política exportadora colombiana y, particularmente nuestra estrategia de integración no ha creado nuevas industrias exportadoras. Hoy exportamos con el mismo nivel de transformación que hace medio siglo. Antes era el café, ahora es el petróleo acompañado de carbón  y ferroniquel. Nada ha cambiado.

¿por qué Colombia no mira hacia Latinoamérica?

Durante más de una década, Colombia tuvo un comprador importante de manufacturas: Venezuela. Este mercado natural colombiano compraba casi todos los carros ensamblados que Colombia exportaba; igualmente compraba el 50% de nuestras confecciones. Era, cuantitativamente hablando, nuestro segundo mercado pero, cualitativamente, el primero: era el mayor importador de valor agregado colombiano.

Por diversas razones, geopolíticas principalmente, ese mercado fue cerrado. Sin embargo, trajimos el caso venezolano sólo como un ejemplo. El caso es que en Latinoamérica hay mercados interesantes para manufacturas de la calidad y el reconocimiento de los productos colombianos. Confeccionistas de de ropa interior femenina y ropa casual masculina, fabricantes de electrodomésticos y productores de alimentos procesados así lo han demostrado.

La pregunta es, por qué nuestros gobernantes no toman las riendas de la CAN y lideran un proceso que permita crear plenamente la Unión Aduanera Andina. Y ésta no es una meta final. Creada la Unión Aduanera hay que pensar en liberar los mercados de inversión en la región, iniciar proyectos de infraestructura para comunicar estos mercados: hoy es mucho más facil llegar a Miami que cruzar a Perú. Igualmente hay que llegar a acuerdos sobre movilidad de estudiantes, homologación de títulos, reconocimiento regional de patentes, integración energética, etc. etc.

Y la CAN no es un fin último tampoco. El gran proyecto es la unión CAN – Mercosur. Un gran mercado que incluye a Brasil y Argentina, las dos naciones más grandes de Suramérica. No por casualidad, Brasil es un BRIC, y ambas naciones hacen parte del G-20 grupo que está tomando las grandes decisiones de la economía global.

Mirar a Sur: ¿ese será nuestro Norte?

Un hecho es relevante en la actualidad: las economías del Norte han entrado en su peor crisis desde 1930 y aún no se ve luz al final del túnel. En cambio los mercados emergentes se han robustecido y se han convertido en la locomotora de la economía mundial. Además en Latinoamérica los proyectos de integración como Mercosur y UNASUR, avanzan a pesar de nosotros. Son otros los que los lideran. ¿vamos a dejar que esta locomotora avance sin nuestro concurso?

Chile es un ejemplo interesante: tiene convenios con todo el mundo, y su comercio es diversificado: América Latina es tan importante para los exportadores chilenos, como lo es Estados Unidos. La razón: este país tiene una base exportadora diversificada: minería, agricultura, agroindustria y otros sectores con valor agregado.

Población Mundial: pronto seremos ¡7 mil millones!

En octubre seremos 7 mil millones. La población mundial sigue creciendo y, aunque es toda  una oportunidad, las preocupaciones aumentan a la misma velocidad. Pobreza, migraciones, seguridad alimentaria, analfabetismo, son sólo algunos de los temas asociados a la variable demográfica. Veamos algunos indicadores críticos:

Población con bajos ingresos. La OCDE reconoce 61 países con una renta per cápita inferior a 1000 dólares anuales. Son básicamente países asiáticos y africanos, además de Haití. Estos países no sólo se caracterizan por una renta muy baja sino, también, por una pésima distribución de la misma. En estos 61 países se concentra la mayor parte de problemas de salud, alimentación y expectativa de vida.

Pobreza, en los países en vía de desarrollo. Para comienzos de este siglo, habían cerca de 1300 millones de pobres en el mundo.  Incluso, en los países industrializados este indicador se acercaba a los 100 millones de habitantes, dato que se ha agudizado con la crisis económica y financiera de 2007-20008. Pero, obviamente, la evidencia muestra una situación crítica en el tercer mundo, especialmente África y parte de Asia donde la pobreza se refleja en altos índices de desnutrición (ver mapa)

Analfabetismo. Según la UNESCO, en el mundo hay 870 millones de adultos analfabetas, lo que equivale a 13% de la población mundial, pero éste es un indicador mucho más elevado si sólo se mide la población adulta.  Malí, país africano, tiene la mayor tasa de analfabetismo del mundo: 81% en el año 2006. Lo más crítico es que, en concepto de la UNESCO, los gobiernos del mundo sólo dedican 1% de su presupuesto a la educación.

Un hecho adicional, pero no menos importante, es el de analfabetismo funcional, o sea las personas que pierden la capacidad de leer o escribir para resolver sus problemas cotidianos. Sólo en España hay cerca de un millón de analfabetas funcionales y en algunos países este indicador llega al 25% de la población adulta. En las condiciones de economía global que vivimos y de alta competitividad empresarial y laboral, el analfabetismo funcional adquiere real preponderancia y nuevas dimensiones. Si adicionanos a este tema el dominio de la informática o el hablar una segunda lengua, entenderemos que el tema de analfabetismo funcional requiere de análisis más profundos.

Migraciones. Según la ONU, de 1990 a 2005, las migraciones internacionales crecieron de 155 millones a 191 millones. Este fenómeno, que encierra muchas causas y consecuencias, se caracteriza por la marcada unilateralidad: habitantes de países en vía de desarrollo migran hacia naciones industrializadas. Muchos son ciudadanos con bajo nivel de formación y, por ende, pocas expectativas laborales. Sin embargo, también se da la fuga de cerebros que cobija a los habitantes mejor cualificados que migran hacia naciones desarrolladas que buscan explotar su potencial científico o tecnológico. Ciudadanos de Africa, Asia y América Latina migran fundamentalmente hacia Europa y Norteamérica. Europa del Este también se convirtió en exportador de mano de obra, como consecuencia de la caída del socialismo y la disolución de Yugoslavia y la URSS. Veamos gráficamente la tendencia:

La contraprestación son las remesas que cada vez tienen mayor importancia. Las naciones centroamericanas y varias del Caribe, lo mismo que muchos países africanos, tienen en las remesas su principal fuente de ingresos en cuenta corriente. Para Colombia, las remesas son tan importantes como las exportaciones de petróleo. El Banco de la República reconoce que entre 1996 y 2005, las remesas se incrementaron de menos de mil millones a más de 3 mil. Veamos gráficamente el caso colombiano:

La idolatría a los TLC: paganismo de la integración económica.

TLC con Estados Unidos, TLC con Corea del Sur, TLC con la Unión Europea…TLC con ¡la cochinchina!. Desde hace varios años, el país parece haberse sumido en el dulce sueños de los acuerdos comerciales. Este sueño tiene dos niveles. En el Nivel 1 creemos que Colombia saldrá del subdesarrollo y la pobreza si firma muchos tratados de integración regional. El Nivel 2 simplifica el concepto de integración y lo reduce a la dimensión más elemental que existe: TLCs.

Sueño del Nivel 1

La experiencia internacional ha demostrado que el gran éxito de las economías industrializadas y de varios de los países emergentes no se reduce a la firma de acuerdos comerciales. Vamos al grano:

Chile: además de firmar Tratados Comerciales, Chile ha tomado decisiones fundamentales que transforman su aparato productivo. La inversión bruta de capital fijo del país austral supera, en promedio, a la del resto de naciones de América Latina. En otras palabras, Chile invierte más que sus vecinos en infraestructura física y humana para elevar y diversificar su capacidad productiva. O sea, Chile, para venderle más a otros países, amplia, moderniza y diversifica su capacidad de producción. Colombia, como decíamos en el artículo de la semana pasada, sigue siendo un exportador de commodities.

Tigres asiáticos: Durante sus reformas, los países del sureste asiático, 20 años atrás, no permitieron que el Estado renunciara a su rol director. Si bien, se realizaron privatizaciones y se desreguló el mercado, los gobiernos de estos países dieron claras directrices fiscales, monetarias y administrativas para estimular las inversiones en educación, ciencia y tecnología e infraestructura.

China: la expansión económica del país más populoso del mundo no se explica por la firma de acuerdos comerciales. La China comunista, guiada por el Estado, ha atraído inversiones extranjeras para desarrollar nuevos sectores productivos, ha promovido la creación de empresas nacionales en sectores estratégicos y ha mantenido un fuerte control sobre las variables macroeconómicas críticas.

Los tres grandes centros de la economía mundial: el comercio entre Europa Occidental, Estados Unidos y el Este Asiático es el más grande del mundo. Sin embargo, la razón por la que Japón le vende a Estados Unidos o la potencia norteamericana a Europa, no es la existencia de acuerdos comerciales entre ellos. El intercambio se da porque producen y consumen bienes de alto valor agregado. El comercio mundial más creciente (excepto por la actual bonanza de combustibles y alimentos) es el de mercancías tecnológicamente complejas y servicios.

Sueño del Nivel 2

Los TLC son la forma más precaria de integrarse. Este modelo de integración es un esquema simple que sólo busca la reducción de barreras para el intercambio recíproco. Pero no tiene pretensiones de desarrollo económico: no se acuerdas políticas comunes de infraestructura o de sectores específicos, ni se unifican reglas de juego en materia de políticas macroeconómicas. En otras palabras, sino se coordinan, por ejemplo, las políticas cambiarias, se corre el riesgo que al abrir el mercado recíproco, uno de los dos actores salga ganando por una devaluación competitiva de su moneda. De igual manera, sectores frágiles pero potencialmente competitivos, no serán atendidos con estrategias que eviten que salgan como perdedores en el mediano o largo plazo. Existen otros modelos más ambiciosos:

Las Uniones Aduaneras: esquemas de integración que crean bloques. Crear un territorio aduanero regional reduce los costos transaccionales y evita que se tengan que establecer criterios de origen en el mercado regional. Esto facilita el comercio y el trabajo de las aduanas. Se reducen los riesgos de una competencia desleal entre socios. Igualmente, se afecta en menor medida a socios que no hacen parte del bloque.

Los Mercados Comunes: permitir que los inversionistas y los trabajadores amplíen su área de desempeño local a toda una región, es una gran oportunidad para la capacidad productiva de cada uno de los países socios. Firmar un acuerdo comercial no tiene que ser una herida de muerte para un sector débil. Empresarios visionarios pueden repensar su estrategia y en lugar de exportar productos, pueden trasladar su capacidad productiva hacia países menos competitivos, pero que poseen capacidades instaladas, a la vez que se reducen los costos logísticos para abastecer el mercado ampliado.

Las Uniones Económicas. Es más fácil viajar desde Colombia hacia Europa o Norteamérica que visitar a nuestros vecinos suramericanos. América Latina necesita una infraestructura que nos una. De igual modo, temas como el potencial de recursos naturales: agua, oxígeno, biodiversidad –negocios que marcarán el futuro-, deberían ser objeto de acuerdos regionales.

Las Uniones Económicas son procesos de integración que, al unificar las políticas macroeconómicas y sectoriales, reducen los riesgos de competencia desleal, a la vez que aumentan el potencial de desarrollo regional.

Está de moda hablar mal de la Unión Europea. Está en crisis, es un hecho. Pero la integración europea es un proceso histórico que, con sus vaivenes, ha sacado a millones de personas de la pobreza. El ingreso per cápita y los niveles de bienestar de griegos, españoles, irlandeses y portugueses de antes de su anexión al bloque era muy inferior al actual. Hoy están viviendo problemas serios, no lo podemos negar, pero ese es el reto de una región que se ha consolidado como tal y que deberá resolver sus dificultades en bloque. La integración requiere de compromisos.

Colombia debe mirar a la Unasur, a la CAN y su potencial conexión con el Mercosur…pero no sólo para expandir, sino, especialmente, para profundizar la integración.

El caso Saludcoop, enfermedad de un bebé que nació sin defensas: La Seguridad Social en Colombia.

El descubrimiento de mafias que se habrían encriptado en el Sistema de Salud en Colombia, tendiendo una maraña que enreda a diversos niveles e instituciones, incluido el mismísimo Ministerio de Seguridad Social, y la reciente intervención en Saludcoop, son virus fuertes que atacan a un organismo con un débil sistema inmune: La Seguridad Social en Colombia.

Según Rofman y Lucceti, en las sociedades tradicionales las familias se hacían cargo de los mayores y los desvalidos. Pero, con el desarrollo del mercado laboral, la reducción del tamaño de las familias y el envejecimiento de la población surgió la necesidad de una propuesta alternativa para este problema. Una definición clásica W. Beveridge) asume la Seguridad Social como la abolición del estado de necesidad de los individuos, asegurando a cada ciudadano en todo tiempo, una entrada suficiente para hacer frente a sus necesidades.

En los modelos de economía de mercado regulados por el Estado (como los que existen, con diferencia de grado, en casi todos los países del mundo) el salario de los empleados es el principal garante de la Seguridad Social y es complementado con los ahorros para jubilaciones, desempleo (cesantías) y salud.

Salud y Pensiones: análisis comparativo entre Colombia y el mundo

Mientras en los países industrializados la cobertura de seguridad social es cercana al 100% en los Países Menos Avanzados –PMA- ésta no llega al 10% y, en promedio, en el mundo sólo el 25% de la población está protegida.

Las reformas realizadas en América Latina, a partir de la apertura económica, y que en Colombia se comenzaron a materializar con la ley 50 (cesantías) y la ley 100 (salud), han tenido un objetivo fundamental: priorizar la seguridad social de los colombianos a partir de la universalización de la cobertura.

Sin embargo, América Latina es un pésimo ejemplo de equidad en materia de acceso a salud. Según la OPS casi una cuarta parte de los latinoamericanos no tiene acceso a ningún servicio de salud y sólo el 50% cuenta con algún seguro de salud. Para la CEPAL, en Guatemala o Ecuador, el 30% de los gastos en salud van dirigidos a la población de mayores ingresos y sólo el 12% a los más pobres.

Según un estudio realizado por la U de A, la Procuraduría General de la Nación, la UIS y Colciencias, la cobertura en salud ha crecido significativamente en Colombia, pero el hecho de que las personas tengan un carnet (cotizante, beneficiario o SISBEN) no garantiza que obtengan atención de calidad. Las empresas prestadoras de servicios colocan barreras para controlar los costos en un sistema que no tiene al ser humano como centro, tal y como lo exige la Constitución.

El tema pensional es el otro gran pilar del Sistema y el comportamiento demográfico del mundo acrecienta las dificultades. En materia de pensiones Colombia ofrece uno de los peores indicadores de la región. Según el estudio de Lucceti y Rofman, los colombianos mayores de 65 años que gozan de un beneficio pensional no llegarían al 20% (para el año 2005) pero se reconoce que el indicador ha mejorado desde los años 90s. Sin embargo, en Argentina, Brasil o Uruguay, la cobertura de beneficiarios adultos rodea el 80%. Aunque en Argentina la tendencia es negativa, contrario a lo que pasa en el resto de la región.

Las fuentes del problema:

Según Rofman y Lucceti, en la última década del siglo XX, sólo 41% de los asalariados colombianos estaban aportando a la seguridad social y para 2005, este indicador aún no llegaría al 45%. Si medimos el dato en términos de Población Económicamente Activa, PEA, o sea, en edad de trabajar y que necesita empleo,  apenas el 20% de la PEA estaría cotizando. Lo más crítico, desde la  óptica de financiación del sistema, es que el número de personas ocupadas y de PEA que cotizan al sistema, en lugar de aumentar ha disminuido.

Según el DNP para el año 2006, 16 millones de colombianos contribuían al régimen de salud y 70% de los no contribuyentes gozaban del servicio subsidiado. Para el 2010, la meta del gobierno nacional era llegar a 100% de cobertura subsidiada (23 millones de personas, aproximadamente), contra 17 millones de contribuyentes.

También es destacable que incluso en el sector público se presenten elementos de informalidad. En casos como Argentina o Colombia, cerca del 20% de los trabajadores aparecen como no cotizantes. Eso evidencia que incluso el Estado incrementa los contratos de prestación de servicios y proveedores, en lugar de empleados vinculados laboralmente.

Contrario a lo que pasa en Colombia, en Chile y Costa Rica -referentes ideales de la región- cerca del 60% de la PEA está cotizando y, en el caso de trabajadores asalariados, el dato se aproxima al 80%.

Empleo Formal: eje de la solución.

Se pueden aplicar correctivos que se justifiquen matemáticamente como son el incremento en la edad de pensión, el alza en el valor del aporte por parte de trabajadores y/o empleadores, el establecimiento de copagos a los servicios o la reducción del monto de las mesadas. Incluso, es necesario luchar contra la corrupción en el sector para optimizar los recursos, pero un hecho es contundente: con la tendencia a un desempleo estructural superior al 10% y la informalización del empleo -ya sea por el subempleo, la masificación de contratos por prestación de servicios o a través de empresas de temporales-, el Sistema de Seguridad Social que nos soñamos con la Constitución del 91 nunca será una realidad.

El problema principal de los Sistemas de Seguridad Social es la relación inversa entre la cantidad de empleos bien remunerados y el número de personas que requieren de sus servicios. No es viable un Sistema de Seguridad Social que dice centrarse en el ser humano si, mientras la expectativa de vida de la población aumenta, no se estimula la creación de empleos formales y bien remunerados.

El régimen de Seguridad Social Colombiano es relativamente joven, aún  no cumple 20 años, pero hace parte de un sistema más complejo: el productivo. Si la economía no crece, (pero no nos referimos a las exportaciones de commodities de la minería, sino a la industria, a los servicios, a la agricultura diversa); y, en consecuencia, si no aumentan los empleos y los salarios altos, derivados de más productividad y competitividad de nuestras empresas, el Sistema de Seguridad Social de cobertura universal y justo nunca llegará a ser adulto.