Incertidumbre cambiaria y escalada inflacionaria, ¿qué esperar?

Por: Giovanny Cardona Montoya (abril 10 de 2016)

 

¿Qué ha pasado?

Tal vez la última vez que el ambiente económico global fue relativamente tranquilo y con bajos niveles de incertidumbre fue el que se vivió entre 2004 y la crisis inmobiliaria de las subprime entre 2007 y 2008. Sin embargo, y aunque los países industrializados aún no emergen plenamente de la crisis, la economía colombiana -al igual que muchas emergentes- se recuperó desde 2009 y los indicadores del ambiente económico se mantuvieron saludables: baja inflación, tasa de cambio sin sobresaltos y desempleo a la baja. Pero a partir del segundo semestre de 2014 el ambiente se ensombreció.

 

¿Cuál es la coyuntura?

La coyuntura que angustia a las empresas colombianas se deriva de la fuerte caída en los precios del petróleo, el acelerado alza de la tasa de cambio y la gradual y escalonada inflación. Estas tres variables se relacionan entre sí: el bajo precio del petróleo afecta nuestra balanza comercial y reduce la entrada de Inversión Extranjera Directa -IED-, lo que ha elevado el precio del dólar, encareciendo las importaciones. La devaluación del peso eleva los costos de los insumos y demás bienes importados, lo que, aunado al fenómeno del Niño, trae más inflación.

La incertidumbre que presenta la economía colombiana se acompasa de una débil recuperación de la economía global. Europa lentamente sale de su crisis, pero sus indicadores apenas sirven para devolver una pequeña porción de los empleos perdidos desde 2008. Si bien Norteamérica muestra una economía más saludable, algunos indicadores aún no generan confianza. Adicionalmente, Japón parece haberse acostumbrado a un crecimiento precario y China sigue su tendencia de desaceleración económica. Esta situación hace prever que el mercado mundial no será el gran jalonador de nuestro crecimiento económico.

 

¿Qué esperar?

Más que un pronóstico, me propongo hacer una sugerencia: seamos prudentes con las predicciones de corto y mediano plazo. En otras palabras, no sugiero marcados optimismos, sino, ubicarnos en escenarios que se aproximen poco al ideal. Tengo dos razones para ello:

1. La economía global no parece tener bases para lograr una recuperación acelerada. Al contrario, parece que China enfrenta problemas que no podrá solucionar sin la implementación de ajustes, los cuales se relacionan fundamentalmente con la dinámica de su mercado doméstico. Tantos años de éxito inevitablemente se traducen en un crecimiento del consumo doméstico, con los consabidos riesgos de inflación y revaluación. Mientras China no enfrie su recalentado mercado, los precios de los no tranzables (vivienda y servicios personales) se alejarán de los de los bienes comercializables, provocando una crisis estructural.

Los demás países emergentes, artífices de la recuperación desde 2009, no parecen tener un mejor ambiente: México, Brasil y sus vecinos latinoamericanos se desaceleran o están en recesión. Igualmente, Europa enfrenta problemas en su modelo de integración, los cuales, aunados al tema migratorio -exacerbado por la guerra de Siria- y a las preocupaciones por el terrorismo fundamentalista, no parecen hacerle fácil el camino hacia una sólida recuperación económica.

2. La inflación en Colombia. Tengo varios argumentos para pensar que en 2016 y al menos en parte de 2017, este indicador seguirá dando dolores de cabeza. Para empezar, los desajustes climáticos no son un fenómeno coyuntural; a las sequias les siguen los temporales invernales, y el ciclo vuelve a empezar. En otras palabras, si la inflación está asociada a las cosechas, entonces, estamos condenados a periódicos ciclos inflacionarios derivados de la crisis global medioambiental.

El calentamiento globla es un fenómeno estructural y no coyuntural. Las convenciiones de Kyoto sobre calentamiento global, y ahora el Acuerdo de París, son una clara evidencia de que el desorden climático es permanente. Ahora tendremos que aprender a convivir con comportamientos impredecibles de las cosechas. Así que, si nos preocupa el fenómeno del Niño como gestor de inflación, mejor nos vamos acostumbrando.

El calentamiento globla es un fenómeno estructural y no coyuntural. Las convenciiones de Kyoto sobre calentamiento global, y ahora el Acuerdo de París, son una clara evidencia de que el desorden climático es permanente. Ahora tendremos que aprender a convivir con comportamientos impredecibles de las cosechas. Así que, si nos preocupa el fenómeno del Niño como gestor de inflación, mejor nos vamos acostumbrando.

El otro tema que está provocando inflación es el alza en los tipos de cambio. Colombia es un país que importa una amplia gama de bienes de consumo, incluso de alimentos. Bajo estas circunstancias, actualmente se están negociando las compras del segundo semestre y de la temporada navideña, lo que indica que, al margen de la evolución de la tasa de cambio en el segundo semestre, el efecto inflacionario de este dólar de más de tres mil pesos ya se hace inevitable para 2016.

Entonces, de mediano plazo la pregunta es ¿bajará el precio del dólar a finales del año?

La respuesta depende de dos factores fundamentales, el precio de los combustibles en el mercado mundial y las políticas monetarias de la FED. Con respecto a este segundo argumento no hay certezas. Después de varios años de aplicar políticas expansivas, la FED ha dejado de estimular el crecimiento económico. Elevar las tasas de interés puede ser un vehículo que mantenga una tendencia del dólar hacia la revaluación.

El otro argumento, el del precio del petróleo es más complejo aún; todo indica que su caída se explica por una combinación de razones objetivas (desaceleración económica global) y subjetivas (geopolítica y especulación en los mercados de futuros).  Si nos centramos en los argumentos objetivos, el precio del combustible parace haber encontrado piso, prueba de ello son los acuerdos que se están dando por parte productores para evitar más caídas. Ya el mercado cambiario ha empezado a reaccionar, lo que también se refleja en un dólar de 3 mil pesos, en lugar de 3.300 pesos, como estuvo hace unos meses.

Pero, lo más difícil de predecir son los comportamientos geopolíticos de los Estados y las reacciones especulativas de los mercados. La crisis de relaciones de Estados Unidos con Venezuela y Rusia benefician un petróleo a la baja; pero, los grandes productores de petróleo no convencional (en Estados Unidos principalmente) salen afectados con este combustible tan barato que hace inviables las inversiones en la nueva tecnología del fracking.

 

Conclusiones:

Probablemente el petróleo encontró su piso y el precio del dólar ya baja de su techo…pero esto no es seguro; hay demasiadas variables en juego, y no todas son de racionalidad económica.

En síntesis, invito a que nos movamos en escenarios no muy optimistas, que no finquemos nuestras expectativas en la recuperación de las variables críticas: inflación, tasas de interés o tipos de cambio; sino que construyamos presupuestos y planes de mediano plazo con base en esfuerzos propios dirigidos a la innovación, los nuevos proyectos, mayores eficiencias, alianzas estratégicas con proveedores domésticos y extranjeros y búsqueda de nuevos mercados.

 

 

 

 

 

 

Economía 2016: razones para el pesimismo.

 

Septiembre 28 de 2015

 

Autor: Giovanny Cardona Montoya

El contexto:

La economía colombiana, al igual que la de varios países exportadores de commodities de la minería, está viviendo un viacrucis por cuenta de la estrepitosa caida en los precios internacionales, particularmente de los combustibles fósiles.

Sin embargo, esta caída no es la única mala noticia. Europa, economía que se recupera muy lentamente de una larga recesión, ahora vive una crisis social nacida de las entrañas del conflicto sirio, la cual seguramente pasará factura a las finanzas públicas y a la confianza de los inversionistas.

Adicionalmente, China continúa su proceso de desaceleración económica, el cual seguramente sólo se detendrá con cambios estructurales, los cuales no se darán en el corto plazo. El coloso asiático ha sembrado un mercado doméstico, el cual ahora florece con espinas inflacionarias, las cuales no dejarán de provocar incertidumbre hasta que la producción de bienes y servicios no transables no se adecue a los reclamos de la creciente demanda.

Adicional a Europa, Japón sigue estancado y el crecimiento norteamericano es frágil. De hecho, a pesar de su debilidad, seguramente antes de que termine este 2015 la FED subirá sus tipos de interés, enviando una señal de que se acabó la época de estimular el crecimiento a través de medidas monetarias. La fiesta se habrá acabado, a pesar de que aún los invitados no han celebrado suficiente.

¿Cuál es la situación de la economía colombiana?

Pero no sólo las grandes economías industrializadas y China andan en un proceso de desaceleración económica. El escenario también es negativo para Brasil y para otras economías que son muy sensibles a nuestros intereses: México y Ecuador. La situación de esta última nación es particularmente crítica, ya que no sólo sufre las consecuencias de un petróleo barato, sino que, además, no tiene moneda propia para devaluar, por lo tanto, las demás industrias no se benefician de un tipo de cambio que reduzca importaciones o compense la rentabilidades de otros bienes exportables (banano, por ejemplo).

En consecuencia, las exportaciones colombianas caen drásticamente (los ingresos por la venta al exterior de combustibles, representan alrededor del 70% del total) y las finanzas públicas se contraen. Lo anterior conlleva pérdida de dinamismo en el mercado doméstico, particularmente por el ajuste que tiene que hacer el gobierno. Pero, si bien en la coyuntura éstas son las señales más críticas, en el fondo el problema es más estructural.

La devaluación del peso, que ha sido bastante drástica (60%, nominalmente hablando), debería ser el vehículo para un ajuste-precio que se tradujera en más exportaciones y menos importaciones. Pero esto no se sucede si no hay condiciones.

Algunos exportadores se beneficiarán -los caficultores, los floricultores, los bananeros, principalmente-. El margen de ganancia crecerá para ellos, pero su participación en los mercados no aumentará, por lo menos en el corto plazo. De un lado, porque otros países exportadores también tienen devaluación y, del otro, porque son mercados saturados o porque nuestras empresas no tienen la capacidad de aumentar la oferta en el corto  .Un ejemplo claro es la forma como Colombia ha ido perdiendo participación en el mercado mundial de café -desplazado por Vietnam e Indonesia-, a la vez que Brasil ha seguido consolidando su liderazgo en esta industria. Esta tendencia no es fácil de romper.

La otra cara de la moneda son las importaciones. Para el ajuste adecuado estás no están cayendo al ritmo necesario, y la razón es muy sencilla: necesitamos importar aquello que no producimos y este país cada vez tiene una oferta nacional menos diversificada. Importamos todo tipo de bienes de consumo, a la vez que la industria manufacturera y las pocas exportaciones con valor agregado tienen un alto componente de insumo importado.

En síntesis, no habrá un suficiente ajuste-precio en el corto plazo y, por lo tanto, el equilibrio tendrá que darse a través de la renta: gasto público, empleo y salarios. En consecuencia, el crecimiento económico, desde las variables domésticas, seguirá desacelerado. Este año creceremos más cerca del 2% que del 3% y las expectativas para 2016 son inciertas.

Adicionalmente, este mes de septiembre, el Banco de la República ha subido los tipos de interés un cuarto de punto, lo que indica que hay nubarrones de inflación en el corto plazo. O sea, la economía desacelerada y el banco central aplicando medidas de contracción. ¿Puede haber peor escenario?

¿Cuál puede ser la ruptura de corto plazo?

La tendencia de desaceleración (con riesgos de recesión), sólo se podrá romper en el corto plazo si los precios de petróleo se recuperan. ¿Esto de qué depende? Si miramos el mercado objetivo, no habrá recuperación de precios con la tendencia recesiva de las economías industrializadas y emergentes. Con un crecimiento tan frágil, la demanda de combustible no crecerá. Si pensamos en otros factores, entonces, habrá que esperar si la OPEP reacciona, lo que depende de factores geopolíticos o de la evolución de las exploraciones de combustibles no convencionales (fracking).

¿Cuál puede ser la ruptura de largo plazo?

Colombia tiene que revisar su modelo de desarrollo. Nuestra capacidad de responder y adecuarnos a crisis cíclicas y estructurales de la economía global no puede depender de la tasa de cambio o de la firma de uno u otro TLC. Este país tiene que recomponer el camino, reduciendo la dependencia de las exportaciones de petróleo y de las importaciones de bienes de consumo.

Para hacerlo, es necesario tomar las decisiones correctas, a nivel de Estado, con la participación de gremios y la Academia para que se fortalezcan, el sector rural, la agroindustria y la industria manufacturera. Se deben hacer las obras de infraestructura, invertir en I+D+i, elevar la calidad educativa, formar ingenieros, formalizar el empleo y fortalecer el sistema de salud. La competitividad se logra con una industria productiva y de calidad.

El postconflicto tiene que ser algo más que tierra para el campesino. Hay que modernizar el aparato productivo y hacer viable la vida empresarial en el campo y la ciudad.

 

 

 

 

 

Economía y energía: el retorno de la biomasa

Autor: Giovanny Cardona Montoya

La revolución industrial es un fenómeno relativamente reciente de la humanidad. Esta inició en la segunda mitad del siglo XVIII y tuvo como una de sus características principales el uso del carbón. Con aquella, terminaron siglos dominados por el uso de la tracción humana, la tracción animal y la leña para la calefacción. Nació la era de los combustibles fósiles.Según BP, los combustibles fósiles reinan desde finales del siglo XVIII. Pero, la leña tuvo el poder durante milenios. http://www.bp.com/en/global/corporate/about-bp/energy-economics/statistical-review-of-world-energy.html

 

Sin embargo, desde mediados del siglo XX, la hegemonía de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) ha entrado en crisis. Y esta crisis está marcada básicamente por dos razones: el calentamiento global, resultado, entre otros, del uso desmedido del petróleo y el carbón; y el agotamiento de las fuentes no renovables de energía.

Agotamiento del petróleo: ¿cuento chino?

Aunque es difícil predecir cuánto petróleo aún acumula el planeta, por años ha hecho carrera la tesis de que hemos consumido aproximadamente el 50% de sus reservas. Por ello, aunque el petróleo tiene uso desde hace más de un siglo, debemos tener en cuenta que su consumo ha tenido un crecimiento exponencial. La expansión del mercado de vehículos y de fibras sintéticas ha hecho que año tras año el consumo se multiplique. En consecuencia, los pronósticos hablan de reservas sólo para algunas décadas.

Sin embargo, esta afirmación debe ser matizada, teniendo en cuenta algunos tecnicismos:

– el agotamiento es relativo ya que hay pozos que no son rentables de explotar a cierto precio, por lo tanto, ese combustible puede ser extraido en algún momento en el que el mercado ofrezca un precio más elevado;

– el desarrollo tecnológico busca, entre otros, producir máquinas que sean más económicas en lo que respecta al consumo de energía;

– la aparición del fracking, como técnica de explotación, tiende a incrementar las reservas mundiales, ya que se obtiene un combustible con el que no se contaba -el que sale al explotar las rocas-: el gas de esquisto.

¿Y qué hay de las demás fuentes de energía?

Aunque el agotamiento de recursos no renovables es un factor importante, el tema ambiental es una de las principales causas por las que el hombre debe buscar alternativas. La emisión de gases de efecto invernadero, responsable del calentamiento global, está asociada a la industria extractiva de petróleo y carbón, lo mismo que a su uso desmesurado.

Este mapa nos muestra los grandes responsables de la emisión de gases de efecto invernadero. En dicha lista se evidencia el protagonismo de los mayores productores y consumidores de petróleo (color morado y tamaño de la circunferencia).

 

Desde hace 80 años, la energía nuclear interesa a los gobiernos, aunque, la verdad sea dicha, ha sido la guerra el principal estímulo para desarrollarla. Sin embargo, los riesgos conexos derivados de posibles accidentes, desestimulan las inversiones en la misma. De hecho, Alemania, una de las mayores economías del planeta, ha decidido apagar sus reactores y se ha convertido en un adalid mundial por el desmonte de esta fuente de energía.

Aunque se han logrado avances con la energía solar y la eólica, la verdad es que en términos de viabilidad económica se ha avanzado poco. En cambio, la energía eléctrica, con sus diferentes fuentes (agua, carbón, gas) sigue teniendo una importancia significativa en la balanza energética global. Incluso, se evidencia que su participación en el mercado de vehículos se hará notoria en las próximas décadas.

Dentro de las fuentes alternativas de energía, la biomasa y la hidroeléctica aparecen como las de mayor preponderancia.

 

Por último, la producción de biocombustibles (alcohol carburante) parece ser una de las alternativas que más se abre camino, especialmente para menguar la dependencia del petróleo en la industria del transporte. Mezclar un porcentaje de alcohol carburante con gasolina parece ser uno de los avances más sostenibles en el mediano plazo.

Sin embargo, las preocupaciones por la seguridad alimentaria del planeta han encendido las alertas sobre el temor de que el agro se convierta en un productor de combustibles en lugar de comida.  Teniendo en cuenta que la frontera agrícola mundial se reduce y que la población mundial no dejará de crecer hasta mediados del siglo XXI, la alarma no se debe tomar a la ligera.

La biomasa…en lugar de conclusión.

Por último es necesario resaltar la importancia potencial de esta fuente de energía. Por siglos, el planeta dependió de la leña y del carbón vegetal. Hoy, las señales de mercado indican que hay que retomar esta alternativa. La ciencia y la tecnología ya han avanzado para desarrollar calderas que funcionen con biomasa y que tengan utilidad tanto en las empresas como en el sector domiciliario (calefacción de vivienda y calentamiento de agua).

Desarrollar el mercado de la biomasa puede ser una verdadera alternativa para frenar el calentamiento global, ya que los residuos vegetales no producen gases más allá de los que ya absorvieron en su ciclo vital, y sería una alternativa para reducir el consumo de combustibles fósiles que, parece, tendrán una segunda ola de expansión con el fracking, hecho que preocupa seriamente a los ambientalistas.

 

Acerca del petróleo, ecopetrol, la devaluación y otros demonios

Introducción:

Los últimos meses de 2014 han sido una turbulencia para el barco de la economía colombiana y de muchas otras de América Latina. La aparatosa caída de los precios internacionales del petróleo se ha acompañado de un debate por la reforma tributaria, la caída del mercado bursátil, especialmente la acción de ecopetrol, y de una acelerada devaluación del peso, lo que, en consecuencia, teje una sombra de incertidumbre ad portas del año nuevo.

Por lo tanto, aunque La Caja Registradora se ha caracterizado por centrarse en los debates del largo plazo, dejando las preocupaciones de corto plazo a otros expertos en materia de coyuntura económica, esta vez partiremos de las preocupaciones emanadas de la caída coyuntural de los precios internacionales del petróleo.

Nuestro propósito es explicar un conjunto de factores que deben ser tenidos en cuenta para comprender la complejidad de largo plazo del tema petrolero y su incidencia en el desarrollo económico de Colombia y de muchas economías latinoamericanas.

Reservas Mundiales de Petróleo y el fantasma del fracking.

Venezuela es el único país latinoamericano que juega en las grandes ligas de la producción mundial del oro negro. Sin embargo, son evidentes el liderazgo de Arabia Saudita (11 millones de barriles diarios -mbd-), el crecimiento del autoabastecimiento de Estados Unidos (alcanzando 11 mbd en 2012) y la consolidación de Rusia en tercer lugar con cerca de 10 mbd. Colombia, con una producción cercana al millón de barriles, se colocaría cerca de la posición 20 en este ranking.

Sin embargo, si hablamos de desarrollo económico de largo plazo, el problema no es la producción presente sino el nivel de reservas, y en este punto la situación de Colombia no es mejor. Venezuela y Arabia Saudita lideran la lista, casi doblando a Canadá, Irán e Iraq, quienes los siguen. Las reservas colombianas de petróleo (2300 miles de millones bp) son aproximadamente el 1% de las reservas de Arabia Saudita y se calcula que alcanzan sólo para sólo 6.6 años.

Adicionalmente, Colombia tiene una doble dependencia de la economía petrolera: principal producto  exportaciones, a la vez que el Estado es propietario del 85% de las acciones de ecopetrol. O sea, el ingreso de divisas y las finanzas públicas están asociados al éxito petrolero. Por eso señalamos que el problema de fondo no son los precios actuales sino las reservas del crudo, y en este punto el escenario no es optimista.

El otro tema relevante es el relacionado con el fracking, -búsqueda de gas de esquisto- que se ha convertido en la novedad en materia de hidrocarburos. El caso es que este “shale gas” ha cambiado la estructura mundial de reservas. Estados Unidos tiene las mayores reservas comprobadas de este combustible no convencional, el cual se considera que puede asegurar abastecimiento mundial por 65 años a una tasa de consumo como la actual.

Por lo tanto, si se consolidan las hipótesis sobre este hidrocarburo y sobre las reservas de Estados Unidos, se abre un panorama de mediano plazo en el que este país se hace más autosuficiente, lo que seguramente alterará los precios a futuro de los combustibles.Sin embargo, el tema del fracking no puede observarse por fuera de las preocupaciones ambientales. Existen reclamos mundiales que señalan que esta técnica de extracción no tradicional es mucho más invasiva que la tradicional.

Ecopetrol: días amargos.

La empresa de petróleos de Colombia es una organización de capital mixto, pero con un capital mayoritario del Estado (más del 80% de las acciones), lo que la convierte en protagonista de las exportaciones del país y de la estabilidad fiscal del gobierno. Esta empresa enfrenta varios problemas que afectan su desempeño: bajo nivel de reservas, caída acelerada del precio mundial del petróleo y caída del precio de la acción hasta un nivel no visto en varios años. Adicionalmente, la empresa tiene que tomar decisiones sobre fracking y modernizar sus refinerías en Cartagena y Barrancabermeja.

La acción de ecopetrol llegó a superar la barrera de los 5000 COP y hoy se halla por debajo de los 2000 COP, precio que se asemeja a la cotización de finales de 2012. El precio de esta acción para recuperarse depende de factores internos y externos.

En el plano doméstico, las exploraciones son la principal fuente de recuperación de la acción. Si la política de exploración no se intensifica, difícilmente el valor de la acción podrá tener una recuperación sostenible (en 2014, el número de exploraciones autorizadas -115- estuvo por debajo de lo presupuestado). A nivel internacional, la incierta recuperación económica, que elevaría la demanda global, y las políticas de la OPEP -liderada por Arabia Saudita- determinarán el futuro del sector.

Un hecho que tiene efectos compensatorios ha sido el comportamiento de la tasa de cambio. El dólar, que se había mantenido por debajo de los 2000 COP durante gran parte del año, ya se cotiza cercano a los 2500 COP; este hecho beneficia a los exportadores, entre los cuales Ecopetrol es el principal protagonista. En otras palabras, parte de la pérdida de la petrolera colombiana como consecuencia de la caída del precio del crudo ( de 100 a 65 dólares americanos a lo largo del año), se compensa con la monetización de sus divisas, aprovechando la devaluación nominal que ronda el 30%.

Ahora, en términos de desarrollo económico, hay que reconocer que los demás exportadores, como los caficultores, los floricultores, los bananeros y la poca industria manufacturera que vende al exterior, se beneficia de la nueva tasa de cambio, la cual probablemente se mantendrá alta en los próximos meses. Pero, como contraprestación, amenazan vientos de inflación, como consecuencia del encarecimiento de las importaciones.

A modo de conclusión:

Como ha sido recurrente decirlo en este espacio, el problema del desarrollo económico de nuestro país, al igual que de otros países latinoamericanos, está atado a la falta de voluntad para diversificar el aparato productivo. Si bien hay una gran preocupación por la caída del precio internacional del crudo, es claro que Colombia no tiene reservas para garantizar ingresos en el largo plazo y la balanza comercial en los últimos años, en lugar de diversificarse ha incrementado la dependencia de las exportaciones de origen minero.

La estabilidad fiscal, la balanza comercial, el empleo y el crecimiento económico de Colombia avisoran un futuro de mediano plazo bastante incierto. Probablemente el escenario de 2015 no sea el más pesimista (se pronostica un crecimiento del PIB superior al 3%), pero si Colombia no diversifica sus exportaciones, sino desarrolla una industria manufacturera más significativa, y si Ecopetrol no incrementa sus reservas, será difícil mantener la dinámica económica que se tuvo en los últimos años.

Si hay preocupación por la actual reforma tributaria, qué decir de un escenario menos optimista en el próximo lustro…

 

 

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