Con Duque, la economía va mal. Pero no peor que antes.

Giovanny Cardona Montoya (junio 16 de 2019).

 

Hoy no busco defender o cuestionar al gobernante de turno -el del presidente Iván Duque de Colombia-; el objetivo es poner en tela de juicio nuestra ferviente costumbre de entrar en discusiones acaloradas sobre los problemas coyunturales de la economía. Y no es que la coyuntura no exista o que no sea importante, pero, lo que es más relevante es entender las raíces estructurales que nos traen a las dinámicas de corto plazo.

Para empezar, los medios, los académicos, los políticos, los empresarios y el público en general se trenzan en un acalorado debate ya que el desempleo cruzó nuevamente el umbral del 10%. En abril de 2018 el desempleo era 9,5%, un año después estamos en 10,3%. ¡Rasguémonos las vestiduras! Pero ese no es el problema de fondo.

Lo crítico va más allá del “listón psicológico del 10%.

trabajadores

– En Colombia, de manera crónica, desempleo más subempleo giran al rededor del 50% de la población económica activa (PEA) -actualmente, 44,2%. Eso sí es grave.

– Según el DANE, aproximadamente el 54% de la población colombiana accede a salud a través del SISBEN, o sea que hacen parte de los hogares en los cuales viven desempleados y subempleados, sin que haya cotizantes al sistema de seguridad social. Sólo 44% de la población se hallaría en el grupo de cotizantes -cuentan con un empleo formal-. En consecuencia la cobertura en salud es subsidiada en gran medida (con un consecuente déficit fiscal) y, adicionalmente, la mayoría de la población no estaría haciendo un ahorro pensional. Esto también es consecuencia de un mercado laboral cronicamente insuficiente.

– Según el DANE, 9 millones de colombianos -44& de la PEA- ganan un salario mínimo. Esto tiene muchos indicios y consecuencias preocupantes: de un lado, indica baja productividad y poca sofisticación de productos de las empresas colombianas. De otro lado, señala familias pobres y un mercado de bienes y servicios poco desarrollado. Un hogar necesita 4 salarios mínimos para acceder plenamente a la Canasta Básica Familiar.

Por lo tanto, indicar que un desempleo de 10,3% es preocupante pero que una tasa por debajo de 10% “está bien”, es una seña de que estamos evadiendo los verdaderos problemas de nuestra economía desde una perspectiva de desarrollo sostenible; o sea, de empresas, económica, social y ambientalmente rentables.

Veamos una segunda evidencia del “cortoplacismo miope” de nuestros analistas: la economía colombiana creció 2.8% durante 2018, lo que evidencia una recuperación económica desde 2016. ¡Brindemos por este logro!…¿cuál logro?

– La economía colombiana necesita crecer a tasas superiores al 5% durante un período largo para reducir de manera efectiva la pobreza, a través de la formalización del empleo. Así lo señaló la CEPAL en la última década de 1990 y lo ratifica el gobierno colombiano en este último año. Desde 2007 -hace 12 años- Colombia no alcanza una tasa de crecimiento igual o superior al 5%.

– Una de las razones por la que el crecimiento de 2018 no fue más precario, tiene nombre propio: recuperación de los precios internacionales del petróleo. Para un país que no tiene reservas internacionales para ser exportador a largo plazo -la Agencia Nacional de Hidrocarburos habla de 6-7 años-, un crecimiento centrado en la exportación de hidrocarburos -petróleo y carbón representan 70% de las exportaciones- no es muy promisorio.

– Sin embargo, en vez de hablar de estrategias para generar nuevas industrias, el país le apuesta al fracking. El actual gobierno estimula (en sus discursos al menos) a la economía naranja, pero en el congreso se discute es una ley para permitir el fracking en Colombia, o sea, alargar la dependencia de los hidrocarburos como  fuente de exportaciones y de inversión extranjera, abandonando a los agricultores y manufactureros.

– Las políticas de economía naranja -si se implementan- serán de gobierno, durarán hasta 2022; en cambio, la ley que legalice las nuevas técnicas de extracción de hidrocarburos será política de Estado. Esperemos a los magistrados, ellos tienen la última palabra en este momento.

mapa del fracking

En síntesis, nos equivocamos si seguimos mirando la economía desde una perspectiva de políticas de gobierno -corto plazo- y de crecimiento económico en lugar de desarrollo económico. La economía en este primer año del gobierno de Iván Duque no tiene buenos síntomas, pero no está peor que la que hemos construido a lo largo de 3 décadas desde la apertura económica de 1990.

Como lo hemos dicho en artículos anteriores, el modelo neoliberal de los tigres asiáticos – Corea, Taiwán, Singapur- que se proclamó como referente para nuestra apertura económica no se parece en nada a nuestra realidad: abrimos las puertas a la competencia externa, pero las políticas para desarrollar competitividad a base de innovación y agregación de valor  no se han cumplido. Son 3o años perdidos que nos han convertido en países exportadores de hidrocarburos y que han desindustrializado al aparato productivo. Consumimos producto importado de manera significativa y creciente.

Si las políticas económicas neoliberales pretenden ser exitosas en Colombia, no es suficiente la firma de TLC con “medio mundo”. Es necesario invertir en educación, en investigación, en desarrollo y en innovación. Formalizar el empleo y estimular los sectores, agrícola, agroindustrial y manufacturero en general, son también estrategias necesarias. Permitir que el país siga dependiendo de las exportaciones mineras es, además de un peligro para el medio ambiente, prolongar el subdesarrollo, la informalidad económica y la inequidad social.

 

 

Negociación del salario mínimo: ¿intereses colectivos o particulares?

Algo que caracteriza al ser humano es su condición de ser social. Aunque nos reconocemos en la individualidad es menester recordar que nuestra condición de integrantes de una colectividad es una característica fundamental para definir la identidad de seres humanos.

Esta cualidad del individuo se ha transmitido a las organizaciones sociales (empresas, familias, instituciones) las cuales se “agremian” con el fin de llevar sus intereses colectivos a un nivel superior. Así, las empresas que compiten en el mercado se organizan en gremios para fortalecerse y defender sus intereses ante los sindicatos, el Estado o la sociedad en general. De igual manera, los trabajadores recurren a la organización sindical como mecanismo de integración y fortalecimiento de los intereses de clase.

Con las luces de navidad llegan también las noticias de negociaciones para definir el salario mínimo de los trabajadores colombianos. El ritual se repite año tras año y, casi que como parte del ritual, al final no se llega a ningún acuerdo; lo que conlleva que el gobierno nacional establezca por decreto la remuneración de aquellos que ganan el salario más bajo -legalmente hablando-.

¿Por qué casi nunca hay acuerdo?

Buena pregunta. Son escasos los años en los cuales el salario mínimo nace de la concertación entre trabajadores y empresarios. Normalmente los trabajadores presentan una propuesta inicial “inviable” para los empresarios; al tiempo, los gremios hacen una oferta “inaceptable” para las organizaciones sindicales.

Seguramente hay varias formas de explicar este constante desacuerdo. Si alguien ha estudiado las teorías de Harvard de negociaciones, entonces, dirá que los negociadores “no se ponen en los zapatos del otro”; que los gremios no entienden los intereses de los trabajadores y mucho menos el poder limitado de los negociadores sindicales. Igual dirá de los sindicatos con respecto a los intereses y poder negociador de su contraparte. Incluso, teniendo en cuenta que el gobierno también hace presencia en la mesa de negociaciones, la pregunta sería ¿cuáles son sus intereses en esta negociación?

no oye no ve no habla

Esta sociología política me lleva a hacer una pregunta diferente: ¿saben los negociadores lo que realmente está en juego cuando se discute el salario mínimo? o sea, ¿efectivamente se analiza el impacto social y macroeconómico o simplemente se materializa una negociación entre los representantes de ciertos grupos empresariales y los representantes de trabajadores que no ganan el salario mínimo?

¿Por qué no subir “fuertemente” el salario mínimo?

Al margen de los análisis técnicos, nadie cuestiona que el salario mínimo colombiano no sostiene un hogar, incluso unipersonal. Así que ante esta obviedad, vamos a abordar el tema desde otras perspectivas.

La postura más evidente -la de los gremios empresariales- es la que hace referencia a la necesidad de mantener el salario  mínimo en un nivel bajo con el fin de estimular la generación de empleos por parte de los empresarios y poder controlar la inflación por parte del Estado. Ambos argumentos, a simple vista lógicos, tienen diversos detractores y defensores que tratan de explicar sus posiciones desde complejos modelos económicos o a partir de las evidencias empíricas (estadística histórica, generalmente).

Esta mirada “contraccionista” parte de la preocupación de que un incremento en el nivel de gasto de los trabajadores es inflacionario, y que los costos salariales son un determinante de la contratación por parte de los empresarios. Esto que parece ser tan obvio, no lo es realmente y por ello suscita debates.

Para validar el anterior postulado hay que responder varias preguntas que dejo para la reflexión ¿qué porcentaje de la población trabajadora devenga el salario mínimo? ¿debe el incremento del salario mínimo servir de referente -cómo sucede en la actualidad- para establecer tarifas de servicios, incrementar precios y ponderar salarios en otros rangos? ¿cuál es el peso del salario mínimo sobre los costos de producción? ¿se ha medido el beneficio marginal en productividad por cada unidad que crece el salario mínimo? -en otras palabras: ¿se sabe qué tanto estimula al trabajador la mejora de su remuneración; alguien ha hecho este estudio?

Incluso, hay una pregunta más compleja que requiere de un análisis elaborado ¿cuál es el papel que juega un salario mínimo legal en una economía donde más del 40% de la población (ver gráfica del DANE de 2008 a 2017) se halla desempleada (sin salario) o con un salario inferior al mínimo?

El postulado antagónico, el de la necesidad de incrementar el salario mínimo para compensar el poder adquisitivo perdido por los trabajadores (un tema de equidad) y para estimular la demanda agregada (un tema de eficiencia) es el que lleva a los trabajadores a proponer generalmente un alza en el salario que supere la tasa de inflación de períodos anteriores. La contraargumentación viene de los gremios empresariales, los cuales ven a los sindicatos como “egoistas” al defender el ingreso de los que tienen empleo, a costa de aquellos que no consiguen trabajo (que en Colombia, de manera crónica oscilan alrededor del 10%).

A partir de esta discusión es que me surge la duda sobre los intereses que defienden los gremios en las negociaciones del salario mínimo. El tema es complejo: a cada empresa le afecta el incremento del salario mínimo proporcional a la carga laboral en su estructura de costos pero, del otro lado, el mejoramiento de los ingresos de los trabajadores debería traducirse en un incremento multiplicado de la demanda, lo que estimularía las ventas y dinamizaría la economía en general.

Por lo anterior, me pregunto si la posición de los gremios hace una lectura general de las empresas a las que se supone representan o sólo a cierto grupo de corporaciones cuyos intereses están más asociados al control de los costos laborales (ejemplo empresas con una elevada planta de trabajadores de bajo nivel de cualificación) y/o en menor medida a la dinámica del mercado nacional (maquiladores para el mercado externo, por ejemplo). ¿No sería un buen negocio para las mipymes -99% de las empresas del país-, especialmente para aquellas que atienden el mercado doméstico, un incremento significativo de los salarios de la población?

 

Reflexión final.

No seriamos el primer país donde se evidencia que hay posiciones antagónicas entre trabajadores y patronos. Sin embargo, en naciones más desarrolladas donde se ha logrado o se aproximan al pleno empleo (Japón, por ejemplo) o donde la productividad es un eje central de la competitividad (Alemania o Corea) existen brechas más angostas entre la remuneración de los trabajadores y la satisfacción de sus necesidades. Un país con el desempleo estructural más elevado de Suramérica -Leticia Armenta lo constata- tiene que ser más creativo y solidario para abordar este tema del salario minimo.

 

 

Pronóstico muy conservador para la economía colombiana 2018.

1. Factores críticos de la economía colombiana:

  • El comportamiento de la economía global, la dependencia de exportaciones de commodities (hidrocarburos) y la desindustrialización histórica conllevan que la economía colombiana se mantenga en bajas tasas de crecimiento desde 2014.
  • El consumo de los hogares representa 3/5 partes del PIB. (Fuente: DANE)
  • La política monetaria del Banco de la República (gestionar la tasa de interés de intermediación) ha demostrado alta eficiencia en el control de la inflación (subir las tasas de interés) pero no muestra la misma evidencia en la recuperación económica (bajar las tasas de interés).
  • El desempleo estructural colombiano (alrededor del 10% de la PEA) es el doble del promedio de América Latina
  • En la última década, las exportaciones de hidrocarburos (petróleo, carbón) pasaron a representar 70% de la canasta de bienes (Fuente DANE).
  • Los bienes exportados manufacturados, con complejidad tecnológica media y alta apenas representan el 12%. (Fuente: Consejo Nacional de Competitividad).
  • La inversión Extranjera Directa –IED- llega fundamentalmente a la industria extractiva y a la banca y servicios. En menor medida a los sectores, agropecuario y manufacturero.
  • Dentro de las finanzas públicas, los ingresos derivados de la renta petrolera, representan 1/6 parte.

PIB y Demanda AgregadaFuente: diseño propio con datos del DANE.

2. Componentes relevantes del PIB colombiano.

Como se verá en el siguiente gráfico y datos complementarios, la economía colombiana es altamente concentrada, poco industrializada, y ha dejado de ser rural.

– el sector servicios representa más de la mitad del aparato productivo del país,

– dentro del sector servicios se destacan, el sector bancario y el sector de servicios personales y sociales,

– el sector manufacturero concentra en cinco industrias, más de la mitad de la producción del sector,

– en la minería, los hidrocarburos concentran el 90% de la industria,

– el sector agropecuario, de poco peso, ya no depende del café, el cual equivale apenas al 11% del sector.

PIB y serviciosFuente: diseño propio con datos del DANE

3. Dinámica de la Economía Global (Fuente: Congreso Nacional de Exportadores, memorias):

  • Fuerte desaceleración económica desde 2008, con estancamiento sostenido en la Unión Europea y Japón. Frágil recuperación de Estados Unidos y desaceleración permanente de China.
  • Caída en los precios mundiales de los commodities, especialmente hidrocarburos.
  • Participación pequeña de América Latina en el PIB global, mientras aumenta la participación del Este Asiático.
  • Crisis de los acuerdos comerciales en el mundo: Unión Europea (Brexit y Catalunya), NAFTA (Estados Unidos y México) y CAN (Colombia y Venezuela). Estancamiento de los Mega-tratados TPP y TTIP y de las negociaciones Multilaterales (OMC).

La economía global no presenta indicios de recuperación. Los pronósticos para 2018 señalan un crecimiento semejante al de 2017 (entre 3,3% y 3,8% según FMI); el cual es jalonado por los mercados emergentes y desacelerado por los países industrializados. Este crecimiento desacelerado no permite prever aumentos importantes de los precios del petróleo en 2018. El FMI pronostica que el precio del crudo se eleve sólo 2-4% en 2018 con respecto a 2017.

4. Escenarios socio-políticos para el año 2018 en Colombia:

La estabilidad política también marca el curso de la economía. En el caso colombiano, el proceso electoral será fundamental y, dentro de éste, las posiciones de los candidatos frente al proceso de paz. Para los empresarios, la clave de sus decisiones de inversión se halla relacionada con la certidumbre o incertidumbre que genere el ambiente político. Para ello, planteamos tres posibles escenarios y su relación con la incertidumbre del ambiente para los negocios:

  • Escenario 1: los candidatos favorables al SI en lo que respecta al proceso de paz obtienen la presidencia y las mayorías en el congreso. Se genera mayor certidumbre de corto plazo.
  • Escenario 2: los candidatos favorables al NO en lo que respecta al proceso de paz obtienen la presidencia y las mayorías en el congreso. Se genera mayor certidumbre de corto plazo.
  • Escenario 3: quien gana las presidenciales no logra mayorías en el congreso. Se incrementa la incertidumbre política.

El ambiente político, a medio año de las elecciones, indica que estamos más cerca del tercer escenario, esto es, el de mayor incertidumbre.

Conclusiones generales de corto plazo -2018-:

  • El año 2018 comienza con fuerte incertidumbre en lo interno y con un ambiente externo poco favorable al crecimiento económico. En consecuencia, ni el PIB, ni el empleo deben mostrar variaciones positivas relevantes. De hecho, debe ser un año de bajas inversiones, crecimiento desacelerado y estancamiento de la tasa de empleo.
  • El año 2018 no presenta factores favorables para la recuperación económica: los mercados de crudo no crecen, el precio del mismo permanece cerca a sus niveles actuales, Venezuela y Ecuador siguen siendo mercados poco atractivos y otras exportaciones que sustituyan al petróleo sólo crecerán lenta y gradualmente.
  • El mercado doméstico no crecerá en 2018, el ambiente no permite pronosticar crecimiento del empleo.
  • La ley de garantías electorales se suma al déficit fiscal como un fenómeno que mantendrá comprimido el gasto público.
  • La incertidumbre electoral, además de los bajos precios del petróleo, mantendrán bajos los niveles de inversión, al menos durante el primer semestre de 2018.