El fin de la utopía en Cuba: camino hacia la economía de mercado

A mediados de marzo tuve la oportunidad de visitar la mayor de Las Antillas. Durante una semana pude echar un vistazo a Cuba, país que no visitaba desde 2007 pero que he podido recorrer varias veces en la última década. Y, como a la mayoría de la gente, me llama mucho la atención su sistema económico socialista. La experiencia vivida parece ratificarme lo que muchos creen ver venir desde hace varios años: la caída del sistema de economía planificada y la incursión plena de la isla en el mercado capitalista. Así que voy a explicar como percibo la evolución de la economía cubana.

El modelo económico socialista se ha centrado, en casi todos los países donde se ha experimentado, en la propiedad estatal y las cooperativas. El mercado, como manifestación espontanea de la oferta y la demanda, es remplazado por la planeación estatal, la cual regula la producción y el abastecimiento de bienes y servicios.

Hasta 1990,  los cubanos gozaron de una visible comodidad económica, reflejo de los relativos éxitos del modelo pero, especialmente, de las privilegiadas relaciones económicas que sostenía el país con sus aliados de Europa del Este y la Unión Soviética. Pero, la caída del muro de Berlín y del comunismo en la URSS desnudaron las debilidades del sistema económico cubano: el desabastecimiento de combustibles –históricamente provistos por los soviéticos en condiciones altamente favorables- y la pérdida de un mercado estable para sus exportaciones no manufacturadas o de industria liviana –particularmente el azúcar- demostraron que el país en 30 años de revolución no había construido una economía suficientemente sólida para interactuar en un mundo globalizado.

El llamado “período especial” que inspiró las políticas del gobierno para enfrentar la advenediza crisis (década de 1990) no mostró mayores avances. Sólo cuando el país abrió las puertas a la inversión extranjera, especialmente en el sector turismo, y flexibilizó el régimen de remesas –cientos de miles de cubanos viven fuera de la isla- comenzaron a sentirse los alivios. Sin embargo, en términos generales, lo que se evidencia es que 50 años de revolución socialista no lograron consolidar una economía competitiva y justa. No conservaron los logros del capitalismo anterior a la revolución (productividad, eficiencia, calidad), ni se logró superar a la economía de mercado en materia de equidad en la distribución: hoy en Cuba hay ineficiencia en el aparato productivo y escasez de bienes y servicios para un importante número de cubanos.

¿A qué me refiero? La idea era crear un sistema económico más justo, con más equidad. Y, sin hablar de la historia, sino remontándonos a la situación presente, está pasando todo lo contrario; se evidencia que se está gestando una reorganización de clases: los pobres que cobran su salario en pesos cubanos y los no-pobres que utilizan el CUC como moneda para sus pagos. El CUC es una moneda convertible a dólar que pueden utilizar cubanos o extranjeros para hacer sus compras en el mercado de divisas: taxis, hoteles extranjeros o mixtos, tiendas privadas o mixtas, etc. Hoy en Cuba hay una amplia dotación de bienes y servicios. Pero, sólo los cubanos que tienen acceso a las divisas pueden comprarlos.

¿Y quién puede acceder a los CUC? Todos los cubanos que tienen familiares en el extranjero y aquellos que trabajan en áreas relacionadas con el exterior: médicos, militares, docentes o artistas que viajan a otros países y los empleados del sector turístico, son la nueva élite económica cubana. Ellos tienen un ingreso  en CUC que les permite resolver sus necesidades y disfrutar de la nueva ampliada oferta de bienes y servicios.

¿Qué pasa con el resto de la población? Obreros, funcionarios rasos, campesinos o maestros de escuelas, que no tienen un trabajo relacionado con el CUC, que cobran salarios entre 250 y 1000 pesos cubanos (entre 10 y 40 dólares), sólo pueden comprar aquello que les ofrece el sistema de economía planificada. Si bien el acceso a la educación y la salud sigue siendo gratuita, la calidad y cantidad del transporte público es deplorable, las viviendas se deterioran por falta de mantenimiento, a la vez que el abastecimiento de alimentos e implementos para el hogar en el mercado de pesos cubanos es cada vez más precario. Hoy la subsistencia básica es imposible si un cubano no puede acceder al mercado del CUC.

En conclusión, las reformas que se están implementando están alivianando la situación de millones de cubanos, los del CUC, pero la calidad de vida del resto del país se deteriora porque su salario no permite acceder al bienestar que está surgiendo.

Crece la inequidad, pero lo hace de la mano de la baja productividad. La realidad última es una: en Cuba hay empleo para toda la población pero no hay trabajo. Esto no es un juego de palabras, es una realidad. La gente tiene empleo, pero la organización social del trabajo es perversa, las personas asisten a sus oficinas o fábricas pero ocupan su tiempo con una improductividad pasmosa.

Seguramente las reformas de los próximos años incluirán más libertad de mercado y privatizaciones, pero también desempleo para poder ajustar las cargas, reducir costos y reformar las empresas que sobrevivan. La inversión extranjera, que ya opera exitosamente en la isla, especialmente en la industria del turismo, mostrará el camino. 

Reflexiónes finales:

Los logros de Cuba en materia de medicina y educación son innegables, además son necesarios. No tienes una economía competitiva con una población sin salud y con bajos niveles de formación. Pero, esto, si bien es necesario, no es suficiente. El modelo de gestión socio-económica debe ser eficiente para que la organización de la producción cree la riqueza que se requiere para la población. 

Peor, si bien el bloqueo estadounidense a la economía de la isla fue por décadas un gran lastre para que el gobierno sacara adelante sus políticas económicas, la realidad es que medio siglo ha sido más que suficiente tiempo para que el partido comunista cubano demostrara su capacidad de gestión y consolidara el modelo de economía planificada. No lo ha logrado. Seguramente los nuevos líderes mirarán a China y a Rusia para escoger el nuevo rumbo de la economía cubana.

 

Economía del Petróleo: Escenarios de Futuro.

Petrocrisis.

Desde la crisis inmobiliaria -2007-2008-, la economía mundial no es la misma. A pesar de los rescates a los bancos y empresas automotrices en Estados Unidos, los ajustes fiscales en Europa y el ímpetu de la economía de los grandes Mercados Emergentes, China, India y Brasil principalmente, el ciclo económico mundial aún no se mueve en dirección ascendente. Y en este escenario aparece el petróleo con sus múltiples facetas: geopolítica del medio oriente, motor de crecimiento de ciertos países en vía de desarrollo –inclusive Colombia-, fuente principal de energía de la industria y el transporte mundial, materia prima para la elaboración de fibras sintéticas, entre otras.

¿Se agota el petróleo?

El petróleo fue el combustible del siglo XX, pero su importancia no ha sido constante sino creciente. Antes de la segunda guerra mundial los propietarios de vehículos eran básicamente ciudadanos del Norte; en la actualidad el número de automovilistas crece en cantidades astronómicas, tanto en los países industrializados como en las demás naciones de Asia y Latinoamérica. Si a eso aunamos el auge de las fibras sintéticas desde la década de 1960, es evidente el acelerado consumo de los combustibles fósiles através de los años, especialmente en el último medio siglo.

Según Hubbert, el consumo de un producto finito significa que un día llega su máximo de producción y luego inicia la curva descendente.  Las estadísticas muestran que el Peak-oil de Estados Unidos llegó en 1970 y el del mundo en la década 2000-2010. O sea, hemos comenzado la curva descendente de la producción mundial del combustible fósil. Según la UNCTAD, para 2006 se habrían consumido casi un billón de barriles de petróleo y quedarían por extraerse aproximadamente 1.4 billones, lo que al ritmo de consumo actual sucederá en menos de medio siglo.

Con base en estos datos podemos llegar a una primera conclusión: aunque pueden aparecer nuevos pozos, la tendencia ascendente de consumo no permitirá que los precios bajen. O sea, aunque pueden haber pequeños ciclos de crecimiento en la oferta, en el mediano y largo plazo, el precio se moverá siempre al alza.

Determinantes actuales del precio:

Los precios actuales del combustible están atados a una realidad de largo plazo: una creciente demanda enfrentada a pronósticos de caída de las reservas mundiales; y a otra realidad de corto plazo: ante la crisis, los inversionistas buscan refugios, y los futuros de petróleo son una de sus mejores opciones.

Estas dos variables se han complementado en el último año con la incertidumbre geopolítica, particularmente en el Medio Oriente y Norte de África. La crisis Libia redujo sus producción de 1.8 millones de barriles diarios a un millón. Pero la actual fuente de incertidumbre es Irán, país que produce cerca de 3.5 millones de barriles. La simple amenaza de un posible ataque por parte de Israel, elevó la cotización del oro negro en un 15%.

El futuro:

Primer escenario posible, de corto plazo. Si la economía de Estados Unidos no consolida su recuperación y los ajustes europeos no logran sacar rápidamente a la Eurozona de la crisis, entonces, China, India, Brasil y otros emergentes importantes, desacelerarán su crecimiento y, en consecuencia, reducirán la demanda de combustibles, lo que se traducirá en caídas de los ingresos de los monoexportadores de petróleo y otros fósiles, como Rusia, Colombia, Venezuela, naciones del Medio Oriente, Nigeria, entre otros.

Segundo escenario posible, de corto plazo. La posible tensión de relaciones entre Occidente e Irán mantendría la escalada ascendente en los precios del petróleo. Si, adicionalmente se producen escaramusas o enfrentamientos entre el país persa e Israel, la escalada puede ser mayor. Algunos analistas consideran que si se bloqueara efectivamente las exportaciones iranies de combustibles, el precio mundial podría alcanzar los 240 dólares por barril.

Escenario posible de largo plazo. La inevitable tendencia alcista, con mayor o menor velocidad según los escenarios anteriores, indica que los países cuya balanza comercial depende fundamentalmente de las exportaciones de petróleo o de sus sustitutos, tendrán un ambiente favorable para los próximos lustros. Sin embargo, excepto aquellos países que tienen reservas de petróleo y gas confirmadas para varias décadas (Emiratos del Medio Oriente, Rusia, Venezuela, Irán), los verdaderos ganadores de estas tendencias serán aquellos que incursionen exitosamente en la producción de biocombustibles y otras fuentes de energía alternativa: eólica,  nuclear, solar, eléctrica, etc.

Los líderes en la producción de bioetanol (Brasil y Estados Unidos) y biodiesel  (Alemania, Francia, España) tienen una ventaja frente a las demás naciones con respecto al futuro de las fuentes de energía renovables. El primero es un alcohol que se obtiene de la caña, el sorgo o el maiz principalemente; el biodiesel se obtiene apartir de aceites de soja o girasol, principalmente.

Aunque la producción de biocombustibles enfrentará una ardua discusión ya que las tierras cultivables se dedicarán cada día más a la producción de combustibles que a la de alimentos, es un hecho que el futuro de la economía mundial dependerá en gran medida de esta nueva industria.

India, quinto consumidor mundial de combustibles, ha logrado incursionar en la producción de biocombustibles a partir de recursos no comestibles: melaza de caña de azúcar para la producción de etanol y aceite de jatrofa para obtener biodiesel.

Moraleja:

Colombia ha alcanzado la producción de un millón de barriles diarios de petróleo y exporta cantidades importantes de carbón. Sin embargo, somos poseedores de un nivel muy limitado de reservas. La bonanza  presente debe dedicarse a crear condiciones para una diversificación de la base exportadora. Ello implica analizar nuestro verdadero potencial de largo plazo en materia de producción de fuentes alternativas de energía.

 

 

100 años de la Economía Colombiana: ¿qué ha cambiado? Algunos datos.

Nuestro diario EL COLOMBIANO hoy cumple 100 años. Sea esta la oportunidad para presentar unos datos que permitan comparar lo que ha cambiado, desde la economía colombiana de comienzos del siglo XX hasta la actual.

Hace 100 años: población y educación.

Según Jorge Orlando Melo, uno de los principales estudiosos de la historia económica de Colombia, 100 años atrás este país era habitado por 4 millones de personas, de los cuales, 88% vivían en el campo o en pueblos de menos de 10 mil habitantes. Una familia tenía, en promedio, seis hijos, de los cuales, uno moría antes de cumplir el primer año de edad –enfermedades gastrointestinales o viruela-, y sólo uno más lograba llegar a la escuela primaria. El 75% de la población era analfabeta, sólo el 2% de los colombianos terminaba la secundaria y menos del 0.5%, una carrera universitaria.

Colombia hoy: población y educación.

Según el Banco Mundial, Colombia tiene una población cercana a los 47 millones de habitantes, y el DANE indica que la mortalidad infantil para comienzos de esta década se halla en 0.2%. En 100 años la población ha aumentado casi 12 veces, viviendo una tercera parte de ésta concentrada en 4 ciudades: Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla.

En materia de calidad de vida son evidentes los cambios en temas de educación; según el MEN para inicios de ésta década, la cobertura de educación secundaria es del 73% y la de primaria 92%. En la misma dirección, como resultado de una estrategia patrocinada por organismos multilaterales, el estado colombiano ha incrementado los recursos para aumentar la cobertura en educación superior. En la actualidad, el 35% de los bachilleres ingresa a una carrera profesional -universitaria, técnica o tecnológica-, aunque, sólo la mitad de ellos logra graduarse: preocupante que se tenga una tasa de decersión tan alta; ello demuestra, tanto problemas económicos de los estudiantes como ausencia de una mayor articulación pedagógica entre la educación universitaria y los procesos curriculares de los colegios y escuelas.

Hace 100 años: la mujer en la sociedad y la economía.

Aunque la legislación relegaba a las mujeres a la condición de amas de casa, en la práctica, muchas familias pobres eran lideradas por mujeres que araban la tierra o elaboraban artesanías. Sin embargo, la universidad les era vedada y aquellas que tenían un salario, sólo lo hacían por el desarrollo de actividades de servicios domésticos.

La mayor posibilidad que tenían las mujeres de superarse y articularse en la vida social y económica era a través de la educación o la iglesia: su papel como maestras –normalistas alfabetizadoras- o monjas que atendían enfermos en los hospitales, fue fundamental para mejorar la baja cobertura de salud y educación de la época. Sin embargo, en opinión de Melo, ya para 1920 comenzaba el proceso de igualación de géneros en materia educativa y laboral. En dicha década habían tantos hombres como mujeres en la escuela primaria; a partir de 1930, el proceso comenzó a notarse en la educación secundaria, para luego, las mujeres, gradualmente, abrirse paso en la educación superior.

Colombia hoy: la mujer en la sociedad y la economía.

Las mujeres son aproximadamente la mitad de la población colombiana (ver gráfico 2.9 de DANE y DNP). Aunque aún se presentan evidencias de discriminación, especialmente en materia de remuneración salarial, es notorio el creciente rol de la participación de la mujer en los diferentes escenarios de la vida social, política y económica del país. La población estudiantil cuenta con una distribución muy pareja de los cupos en centros educativos. Incluso, en algunas profesiones, las mujeres ocupan más de la mitad de los cupos en Instituciones de Educación Superior.

En materia laboral y política, la proporción de mujeres es cada vez más notoria, aunque hay evidencias que muestran un rezago para que ellas accedan a los cargos más altos de las organizaciones públicas y privadas. Aunque parezca paradójico, la existencia de normas que establecen que en ciertos niveles del sector público deba garantizarse un mínimo de cupos para las mujeres, evidencia la presencia, aún, de discriminación en la sociedad con respecto al género femenino.

Hace 100 años…y Colombia hoy: sector externo. ¿Nada cambia?

Según Banrepública, a comienzos del siglo XX, la balanza comercial debía ser, fundamentalmente, superavitaria, ya que el país no tenía un acceso estable al crédito internacional. En consecuencia, las exportaciones debían aportar los ingresos suficientes para cubrir las necesidades de importaciones. En consecuencia, el tabaco, el café y algunos minerales tenían la responsabilidad de asegurar los recursos para comprar los bienes industriales que no producía el país.

Gráfico

Colombia: protagonista del mercado mundial cafetero durante 100 años

Pero, lo llamativo es que a lo largo de los últimos 100 años se ha evidenciado una constante: una economía con pocos cambios derivados de una política pública de internacionalización. A diferencia de las demás naciones, nuestro país comenzó el siglo XX con una economía más cerrada que la del resto de naciones del continente, dicho proteccionismo a través de las décadas se fue agudizando, ahora si, en línea con nuestros vecinos.

Sin embargo, las cifras evidencian que el mayor o menor grado de apertura, a lo largo del siglo, siempre se asocia a los precios internacionales de algunos productos estratégicos: petróleo y café, principalmente. En consecuencia, las exportaciones como porcentaje del PIB han sido un indicador que crece o decrece como consecuencia de los precios internacionales de commodities y no como resultado de políticas conscientes de internacionalización. Incluso, desde los inicios de la apertura económica (1990), la participación de las exportaciones en el PIB sólo ha crecido cuando los precios internacionales han aumentado y, adicionalmente, como resultado de la expansión del comercio regional latinoamericano, en el marco de Acuerdos de Integración en los que parece que los gobiernos colombianos no creen mucho.

El siglo XXI: son las exportaciones de commodities, el motor de la economía colombiana, igual que hace 100 años… ...¿Será que todo tiempo pasado fue mejor?

 

 

Desempleo en Colombia: ¿hay razones para tanto optimismo?

La navidad de 2011 fue bastante alegre para el gobierno nacional: el niño Dios le trajo de regalo un cuarto trimestre con un desempleo inferior al 10%. Al fin, después de 20 años, la tasa de desocupación es de un dígito. Sin embargo, este dato, que evidentemente es positivo, debe ser analizado con lupa. Lejos estamos de un desempleo aceptable, que refleje un mejoramiento sostenible de la calidad de vida de los colombianos.

Para comenzar digamos que, según datos de la CEPAL, entre 1990 y 2010, en Suramérica sólo Colombia tuvo permanentemente tasas de desempleo de dos dígitos. De hecho, cuatro de nuestros vecinos, a pesar de las diferentes crisis, siempre estuvieron con un desempleo de un solo dígito. Los únicos países que mostraron tasas de dos dígitos en algunos años fueron: Argentina (con la crisis de la paridad y el corralito) y Venezuela, a partir del caracazo y durante la última década del siglo XX.

De hecho, un dato significativo es que durante estos 20 años Colombia ha tenido, año tras año, la primera o segunda mayor tasa de desempleo del subcontinente. Por lo tanto, si bien hay naciones que no muestran el atractivo para la inversión extranjera que exhibe hoy nuestro país o que tienen una elevada inflación, la verdad es que es crítico ver que la relativa bonanza de la economía colombiana no se refleja en una mejor distribución de la renta, vía empleos. De hecho, en 2007, año en el cual el PIB colombiano creció casi 8%, nuestro país tenía la más alta tasa de desempleo de Suramérica.

Subempleo e informalidad: la máscara de la pobreza en un país que crece.

Pero, no sólo el desempleo abierto muestra la magnitud del problema. Aunque nuestra economía ha sido de las más estables de Latinoamérica por décadas, y crece satisfactoriamente en los últimos años, esto no se traduce ni en más empleos, ni en reducción del subempleo, ni en más estabilidad para los trabajadores vinculados.

Según el DANE, para junio de 2011 el  país se acercaba a los 2.5 millones de desempleados, pero el número de subempleados se multiplicaba casi por 4 (9.3 millones).

Históricamente, en el último lustro, el desempleo y el subempleo han sido relativamente inelásticos. Esto significa que a pesar del auge económico de 2006 y 2007 o la recesión de 2008-2009, la tasa de ocupación ha variado poco y el subempleo se ha mantenido en proporciones más o menos estables. Así, en 2002, año de la mayor tasa de desocupación en varias décadas, la suma de desempleo y subempleo se acercaba al 60%.  De igual manera en 2007, el año de mayor crecimiento en la década, desempleo más subempleo superaban el 50%.

Pero, el deterioro del mercado laboral tiene una tercera dimensión: la inestabilidad del trabajo. Según el DANE,  en 1990, en el sector industrial los empleos permanentes representaban más del 90% de los ocupados, mientras los temporales sólo llegaban al 7%. Para 2003, la ocupación temporal en el sector supera el 25%. A partir de 1994, según Ramírez y Guevara, los temporales siguen creciendo, además de un aumento de la subcontratación y la vinculación por prestación de servicios, en lugar de contratos laborales. Evidentemente el empleo también se ha malogrado por su creciente inestabilidad.

Causas y consecuencias de este problema:

1.    Algo crítico está pasando. Las exportaciones crecen a pasos agigantados, los inversionistas extranjeros  nos eligen como uno de sus destinos preferidos en la región, y el PIB tiene un relativo buen comportamiento a lo largo de la década…pero muchos colombianos no encuentran un empleo estable, digno y bien remunerado: son desempleados, son subempleados, tienen trabajo temporal o se vinculan por prestación de servicios.

Autores como Enzo Faletto, hace 20 años, ya explicaban las “bondades” de una economía informal para un mercado poco justo en la distribución de la riqueza: la existencia de vendedores ambulantes, viviendas subnormales y otros servicios personales prestados en condiciones irregulares, permiten que los trabajadores puedan subsistir con salarios bajos. En otras palabras, aunque la informalidad en la economía es una competencia “desleal” para los empresarios que pagan impuestos y cumplen las normas técnicas exigidas, aquella permite que trabajadores de la economía formal puedan subsistir con salarios bajos, al acceder a bienes y servicios de la economía informal.

2.    El otro elemento crítico de este débil mercado laboral es la sostenibilidad del régimen de seguridad social. Si pocos colombianos tienen empleo formal, bien remunerado y a término indefinido, entonces, muchos compatriotas deben recurrir al régimen subsidiado, ya que no cotizan al régimen de salud o lo hacen con bajas cuotas. En consecuencia, el Estado, a través del SISBEN, debe asegurar la cobertura del grueso de la población colombiana, incrementando el déficit fiscal.

Moraleja
Estamos haciendo lo incorrecto. En lugar de asegurar empleos estables, permitimos un mercado laboral lleno de informalidades –hasta el Estado ha incrementado la contratación de proveedores de servicios en lugar de su vinculación laboral-. Por lo tanto, en vez de tener un régimen de seguridad social auto-sostenible, financiado con los aportes de los trabajadores y los empleadores, mantenemos un sistema clientelar, ya que los desprotegidos deben acudir al “Gran Hermano” para que supla sus necesidades insatisfechas: salud para los pobres, asistencia a los ancianos no jubilados y alimento para los niños desprotegidos.

El aguinaldo del niño Dios para el gobierno colombiano no se comparte con la mayoría de la población. La economía crece, la inversión extranjera llega, las exportaciones se multiplican, pero el mercado laboral colombiano no refleja estos avances…lo que no sólo afecta a los desempleados y subempleados sino que debilita el proceso de desarrollo que se pretende construir. Es imposible salir del subdesarrollo con una economía altamente informal y un mercado doméstico débil.

¿Qué exporta Colombia?…eternamente commodities

El año 2011 terminó con muy buenos indicadores macroeconómicos: crecimiento en los últimos trimestres superior al 7%, desempleo de un dígito, inflación baja, creciente Inversión Extranjera Directa (IED) y aumento de las exportaciones.

Sin embargo, la economía hay que mirarla en un contexto de tiempo y espacio. Esto significa que los datos de un año determinado no son suficientes para hablar de la evolución del Desarrollo Socio-Económico de un país. Esos datos deben ser comparables en el transcurso del tiempo y además analizados en el marco de la dinámica económica global, ya que no hay sociedades autárquicas, la interdependencia es una realidad del mundo moderno.

¿Qué estamos exportando?

En la lectura integrada llaman mucho la atención los excelentes resultados en materia de IED y Exportaciones-. Lo interesante es que desde 2008 los países industrializados viven una marcada crisis económica y, a la vez, las ventas a Venezuela, -otrora nuestro mejor cliente en la región- comenzaron a descender asombrosamente.

Analicemos, entonces, el comportamiento dinámico de las exportaciones y la IED:

Los datos tomados de Garay, y otros cálculos propios, muestran que en 30 años Colombia no ha dejado de depender de las exportaciones de commodities. Entre 1976 y 2005, este país ha dependido fundamentalmente de las exportaciones mineras y agrícolas. Sólo en 1995 se denota un papel importante de la industria liviana (70% de agroindustria, molineras -trilla de café- y fibras sintéticas). Pero, ya en 2005, se reitera la vocación minera de Colombia.

Tanto el modelo de sustitución de importaciones (1930-1989) como la apertura económica (1990-actual)han sido estrategias de desarrollo para diversificar la economía colombiana y agregar valor a nuestro sector exportador. Entonces ¿dónde están los resultados?. Si analizamos los datos del gráfico anterior encontramos que el mercado norteamericano, por décadas ha demandado el petróleo colombiano, algunos derivados de éste y productos del sector textil-confección. Es significativo y preocupante que, para 2005, sólo el 10% de las exportaciones a Norteamérica se beneficiaban de las preferencias ATPDEA. ¿Algo irá a cambiar con el TLC?, esa es la pregunta del momento.

El caso europeo ha sido similar, aunque con mayor dependencia de exportaciones menores agrícolas: flores, bananos y frutas. Sólo la CAN ha sido un mercado diversificado y de manufacturas: para 1995 vendiamos a Venezuela y Ecuador mercancías  de 9 sectores intensivos en capital y 5 en mano de obra. Para 2005, el 79% de las exportaciones a la CAN eran manufactureras.

La situación actual no parece cambiar el panorama. En 2006, el 63.2% de las exportaciones al mundo eran bienes primarios y basados en recursos naturales. En 2008, este indicador sube a 70.9%, lo que se explica por los precios mundiales de  los combustibles, el café y el oro; y por el gradual deterioro de las exportaciones a los países andinos, especialmente desde que Venezuela anunció su salida de la CAN (2006).

Según el DANE, para octubre de 2011, las exportaciones tradicionales (hidrocarburos y café) representan más del 70% del universo exportado. Del 30% restante, 2/3 partes son bienes industriales. Los  mercados más importantes que compran nuestros bienes industriales son, en su orden,: EE-UU, Ecuador, Venezuela, Perú y México. En síntesis, ningún modelo de desarrollo ha acercado a Colombia hacia una verdadera dinámica industrial, no se ha cambiado la vocación exportadora: proveedor al mundo de commodities. El único indicador notorio de ruptura es el mercado latinoamericano que, aunque pequeño en la mayor parte del tiempo, se ha convertido en el principal cliente de manufacturas colombianas, eso sí, especialmente industria liviana con bajos niveles de agregación de valor. Según Proexport, entre 2006 y 2008, sólo el 1.2% de las exportaciones son Productos de Alta Tecnología.

La inversión extranjera: ¿cambiará la estructura de nuestra oferta exportadora?

Con el fin de estimular el crecimiento y diversificar el aparato productivo colombiano, las políticas de apertura privilegian la atracción de IED. El capital internacional de largo plazo se considera una fuente fundamental de financiación, no sólo por sus volúmenes sino porque aquel trae apalancado el know-how de empresas exitosas en el mercado global, de los países industrializados, principalmente.

Sin embargo, las cifras muestran que la IED se ha focalizado hacia sectores de industria extractiva y comercio y servicios: la industria manufacturera y el sector agropecuario no hacen parte de sus objetivos…son la cenicienta de esta historia. Según Fedesarrollo, entre 1994 y 2000, el sector manufacturero absorvía el 30% de la IED, mientras el comercio y los servicios recibían casi el 60%. Fue una época en la que los inversionistas extranjeros se interesaron en la privatización de la banca colombiana y de los monopolios de comunicaciones, la compra de industrias que no resistían los retos de la apertura económica sin una inyección de capital para modernizarse, además de la expansión de la actividad comercial.

Pero, a partir de la primera década de este siglo, el capital extranjero con claridad privilegió nuestra condición de proveedor de hidrocarburos y otros productos de origen mineral. Entre 2001 y 2008, el 48% de la IED se ha dirigido a minería y petróleo (Fedesarrollo). En cambio cayó en 1/3 la participación en sector manufacturero y la agricultura siguió siendo descartada por los inversionistas extranjeros. De hecho, entre 2007 y 2008, la IED minera se duplicó, mientras la incipiente del sector industrial cayó 66%, según datos de Proexport.

Reflexión final:

La IED en la industria de la extracción no tiene que ser negativa para la economía de un país -esto, omitiendo el tema mediambiental-. Lo crítico es que no hay una clara relación entre los números y los objetivos. Se supone que queremos fortalecer el sector industrial, elevar la competitividad, agregar valor a nuestras mercancías, entrar en el mercado de la diferenciación y elevar la calidad del empleo -trabajadores altamente cualificados que innoven y emprendan- pero, década tras década, seguimos conectados al mercado mundial a través de nuestros bienes primarios.

Entonces, nos hacemos las siguientes preguntas: ¿por qué no logramos canalizar inversión extranjera hacia la industria manufacturera, incluida agroindustria, de manera creciente y sostenida?, ¿estamos dirigendo los excedentes de exportaciones de commodities, hacia la generación de capacidades para exportar productos procesados de alto valor agregado?, ¿las decisiones en materia de educación, ciencia, tecnología e infraestructura están creando condiciones para diseñar y patentar nuevos productos y servicios?