América Latina: entre los TLC y CELAC

A finales de noviembre estuve en Quito en un Congreso Internacional sobre Integración, Fronteras y Migraciones. Allí presenté una ponencia sobre las relaciones entre la OMC y los TLC que se firman por todo el mundo. Aunque mi investigación se ha enfocado a la forma como los TLC reemplazan al organismo multilateral, este evento sirvió para entender otra cosa: los Tratados con potencias y otras naciones fuera de la región, matan el interés por una integración latinoamericana.

No desconozco que el debate ideológico entre gobiernos neoliberales -Colombia, Chile o el anterior de Perú- y presidentes de izquierda, dificulta las negociaciones de un proyecto común. Pero no podemos olvidar que la integración europea comenzó con un tratado que firmaron Alemania e Italia con otras naciones que les enfrentaron durante la segunda guerra mundial. Y esto sucedió sólo unos años después del fin del mayor enfrentamiento militar de la historia.

Por lo tanto, llevemos el tema por otro lado. Acabamos de asistir al surgimiento de la CELAC –Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe-, un nuevo esfuerzo por integrar a las naciones de la región. Pero, la historia de la integración latinoamericana es una montaña rusa de éxitos y fracasos que, como la entretención mecánica, no llega a ninguna parte (ver siguiente gráfico):

Hasta llegar a CELAC, América Latina ha recorrido un camino de acuerdos que comenzó con ALALC (1960), organismo creado para estimular la industrialización de nuestros países por medio de una sustitución regional de importaciones. Actualmente, Mercosur y CAN son los dos procesos de integración comercial más avanzados, aunque ambos viven un estancamiento evidente: ninguno logra su meta de concretar una Unión Aduanera. Adicionalmente, países como Chile, Perú y Colombia han demostrado tener más interés en sus TLC con la Unión Europea, Estados Unidos y naciones asiáticas.
 

La pregunta que surge, entonces, es: ¿ofrece mayor potencial la integración regional o los TLC con el Norte Industrializado y los Mercados Emergentes? La primera evidencia que presentamos, indica que el comercio con países industrializados tiene mayor impacto que el comercio regional:    

 
Según estos datos de infobaseprofesional, a la mayoría de los países latinoamericanos poco los impactan las preferencias comerciales intralatinoamericanas (color rojo). Sólo  Paraguay y Bolivia muestran un comercio intrarregional y preferencial superior al 50% de su universo exportador. Otros como Chile, México, Brasil y Venezuela, evidentemente no tienen exportaciones significativas en la región. En cambio, para muchos países, las preferencias extrarregionales tienen un gran peso: México, Chile y las naciones centroamericanas llevan la mayor parte de sus exportaciones a países industrializados, gozando de preferencias arancelarias (color azul).

Sin embargo, tomando como ejemplo el caso colombiano, podemos reflexionar desde una perspectiva más cualitativa. Los TLC de Colombia con Estados Unidos y la Unión Europea buscan, entre otros objetivos, darle continuidad a las preferencias que, por décadas, las naciones industrializadas ofrecen a través del Sistema Generalizado de Preferencias –SGP- y el ATPA-ATPDEA. Y,  es en ese punto donde se debilitan los argumentos en pro de los TLC y renace la pertinencia de una integración regional:

Con base en estos datos de Garay y Buitrago, podemos darnos cuenta de un hecho contundente: ni el modelo de sustitución de importaciones, ni la apertura económica, ni el ATPA-ATPDEA, han logrado estimular una transformación productiva del sistema económico  de Colombia. Las exportaciones a Europa y Norteamérica han sido y siguen siendo commodities de la agricultura y la minería. De hecho, es impactante ver que para 2005, sólo el 10% de las exportaciones a Estados Unidos aprovechaban las preferencias del ATPDEA. La razón: principalmente vendemos petróleo, carbón, café verde, ferroníquel, productos con poca restricción para entrar a Norteamérica. En cambio, al grupo andino lo abastecemos fundaentalmente de manufacturas y alimentos: en 1995, el 73% eran productos intensivos en capital (IK) y en mano de obra (IMO) y en  2005, el 79% eran productos industriales.
 
 

No idealicemos a la CAN, de  hecho la mayor parte de las manufacturas se le vendían a Venezuela, nación que renunció al grupo en 2006. Pero, la realidad es que, mal que bien, ha sido la integración regional la que ha ofrecido resultados de comercio manufacturero, eso si, con excepción del sector textil-confección, el único que realmente ha  tenido peso en nuestro comercio con naciones industrializadas.

Por ello, vale la pena preguntarse si son los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea o la integración latinoamericana los caminos que  deberiamos recorrer para coadyuvar a una transformación económica que se base en la innovación y la agregación de valor, y nos saque de nuestra condición de eternos proveedores de materias primas.

La economía global en crisis: el tsunami no se detiene.

Desde finales de 2007, la economía mundial ha entrado en una crisis que parece un remolino del que no se puede salir. Sin embargo, algunos países están más cerca de la playa que otros. ¿Qué tan segura es la posición de estos países? ¿la calidad de sus salvavidas es confiable?

Hagamos una clasificación de actores y su situación presente de cara al 2012.

Grecia, España e Italia. Estos países presentan la peor situación. De hecho, la recuperación de la confianza de los mercados financieros depende de las medidas de ajuste que estos países implementen. Pero, luego de recuperada la confianza, la sostenibilidad del ajuste dependerà de los resultados que éste comience a arrojar en los meses subsiguientes. Con la aprobación del rescate a Grecia –incluida su titubeante aceptación-y las medidas tomadas por el gobierno español para evitar la quiebra, podría decirse que se ha dado el primer paso. Pero, entonces, vendría el gran reto.

Admirables economistas como los premios nobel, Krugman y Stiglitz, consideran que estas no son las medidas correctas, éste es un ajuste que desestimula la demanda. El caso es que, tomado este camino, los ciudadanos de España y Grecia (al igual que los irlandeses e italianos) están poniendo el mayor esfuerzo: disminución del empleo, del ingreso y del gasto. En consecuencia, la solidez de la recuperación dependerá de la creatividad de los productores para crear mercados donde hay bajos ingresos y de la paciencia de la población que, de ser poca, podría traducir esta crisis económica en una política. Las manifestaciones de “inconformes” por el mundo industrializado son una señal de ello.

Estados Unidos. Si bien la potencia norteamericana apagó el incendio de su crisis financiera, el aparato productivo aún no despega  a pesar de la estrategia expansiva: devaluación del dólar y aumento de la oferta monetaria. Aunque el desempleo dejó de aumentar, aún se halla muy lejos de los indicadores anteriores a la crisis. Hoy Estados Unidos tiene casi el doble de desempleados que en 2006.

En Estados Unidos la confianza no se ha restablecido, ni por parte de los consumidores ni del sistema financiero. El indicador más crítico es que el mercado de vivienda aún no se reactiva, los precios de las casas siguen estancados en el fondo, lo que hace inviable al crédito: “si no tienes una casa con un precio de mercado atractivo, no te puedo prestar dinero”, más o menos esa debe ser la respuesta de los banqueros hoy en día en Estados Unidos. Y es que el centro de la crisis aún no se ha resuelto: cientos de miles de norteamericanos tienen una vivienda con una hipoteca cuyo monto supera al valor de mercado de la casa, a pesar de que llevan varios años pagándola.

Los demás países de la Unión Europea. En general, el crecimiento europeo será lento ya que este bloque se caracteriza por un fuerte comercio intrarregional. El principal cliente de los productos europeos son los mismos países de la región. Así que mientras no se restablezca la confianza del sistema financiero y comiencen a generarse nuevos empleos, Europa avanzará a la velocidad que le permita el lastre de la crisis. Obviamente, el colchón de Alemania es superior al de sus vecinos, lo que se traduce en menores efectos para la población teutona.

Países emergentes productores de commodities. Naciones como Perú o Colombia han salido relativamente bien libradas de la crisis. Sus economías crecen, el desempleo no aumenta y la balanza de pagos se ve sólida gracias a las exportaciones de materias primas y a los ingresos de inversiones extranjeras. En parte es la misma situación de Venezuela o Argentina, aunque ellos tienen otro tipo de problemas domésticos: excesivo gasto público, inflación y ausencia de confianza por parte del capital extranjero, especialmente en el caso venezolano.

Todo indica que en el corto y mediano plazo se gozará de relativa buena salud ya que los precios de combustibles seguirán al alza por dos razones fundamentales: China sigue creciendo gracias a la expansión de su mercado interno; y la caída en la oferta de petròleo y gas como resultado de problemas políticos en Medio Oriente y Norte de África, principalmente. Pero, no hay garantía que los precios de los alimentos conserven la misma tendencia.

El reto de estos países, que es lo que hace Argentina, es tratar de aprovechar la bonanza para estimular la industria nacional. Aquí es donde no se ven claramente los esfuerzos de los países andinos. El combustible no es renovable, esta bonanza se acabará y, entonces, ¿con qué apalancaremos nuestro crecimiento futuro? Hay que direccionar el superávit y estimular nuevas inversiones hacia otros sectores, particularmente productores de bienes y servicios con alto valor agregado.

China, India y otros países emergentes fuertes en industria y servicios. Estos son la locomotora de la economía global. Dos factores determinan que su futuro cercano siga siendo promisorio: la expansión de sus mercados internos y el hecho que siguen siendo los más atractivos para la inversión extranjera. Los capitales internacionales siguen privilegiándolos para colocar su liquidez.

Sin embargo, no están exentos de problemas: China y Brasil presentan problemas de inflación y existe, adicionalmente, una fuerte presión de Estados Unidos y Europa para que China revalúe su moneda y aligere la carga comercial de los países industrializados. Vivimos en un mundo global y China no puede contar con un crecimiento sostenido de largo plazo, si sus principales compradores no salen de la crisis.

En el 2012 veremos si baja la cresta de la ola de este tsunami global.

TLC a la vuelta de la esquina: ¿dónde está la Agenda Interna?

Desde el mismo momento que las negociaciones del ALCA se congelaron, el gobierno nacional declaró como estratégica la firma del TLC con Estados Unidos. Luego de muchas mesas de negociaciones y en un ambiente de debate nacional, se gestó el acuerdo hace ya cinco años. Entonces, todos éramos conscientes de la importancia de estar preparados:

1. para que los sectores ganadores pudieran aprovechar las nuevas oportunidades del mercado norteamericano

2. para que los sectores frágiles pudieran ajustarse a los nuevos retos y enfrentar a nuevos competidores.

Por ello, se acuñó el concepto AGENDA INTERNA. Una agenda de prioridades en diferentes frentes para preparar la economía colombiana en lo jurídico, infraestructura, investigación y desarrollo, seguridad, entre otros.

Sin embargo, hoy se reconoce que dicha agenda descansa en el congelador. Según Hernando José Gómez, negociador en jefe del TLC y hoy director de Planeación Nacional, el sector público y el sector privado se cansaron de esperar. El aburrimiento de nuestros empresarios y gobernantes nos ha costado un lustro.

Esta pérdida es increible, ya que,  si se firmó el acuerdo fue con la convicción de que, a pesar de los tropiezos, éste sería ratificado. Pero, tal vez, lo más preocupante es ver que la agenda se congeló a pesar de que se seguían firmando acuerdos con la Unión Europea, Mercosur, Centroamérica, entre otros.

Es innegable que Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, pero también es un hecho que nos hemos estancado como un país exportador de commodities, sin lograr abrir de manera importante mercados para nuestras manufacturas y servicios. O sea que más que el TLC con Estados Unidos, lo que está en juego es nuestra política comercial al mundo, la cual debe dar un giro de 180 grados para transformar nuestra oferta exportadora hacia sectores procesadores de materias primas y servicios de alto valor agregado. Si bien el TLC con Estados Unidos se enredó, otras puertas se abrieron y, además, la crisis de relaciones con Venezuela obliga a una estrategia agresiva de búsqueda de mercados para nuestras manufacturas, ya que, como se ha enfatizado en LA CAJA REGISTRADORA, el país vecino era casi nuestro único cliente para este tipo de bienes:

Aunque Venezuela aparecía como nuestro 2do cliente para 2009, era el primero en materia de manufacturas. Con su salida de la CAN, esas exportaciones han perdido mercado y Venezuela dejó de ser un comprador importante desde 2010. Hay que buscarle un mercado sustituto.

Por lo tanto, la Agenda Interna no puede ser la respuesta a un TLC en particular, se debe tratar de una Hoja de Ruta para redireccionar la economía colombiana para competir en un mercado global. La bonanza de commodities que estamos viviendo desde hace algunos años es una oportunidad, cuyos recursos se deberían dirigir fundamentalmente hacia los temas claves de dicha Agenda:

Infraestructura: es claro que el transporte terrestre en Colombia, desde los centros industriales hasta los puertos, es sumamente costoso. Por ello es prioritario construir, ampliar, dar mantenimiento a las vías y elevar su seguridad; además de protegerlas del deterioro por temporadas de lluvias -aquí juega un papel fundamental el Ministerio del Ambiente-.

Igualmente, en materia de transporte marítimo, el escenario no es el más alagueño. En los mejores años de crecimiento económico en la primera década de este siglo, se evidenciaron problemas de capacidad para movilizar carga. Fueron frecuentes los casos en que nuestros exportadores no encontraron espacio para sus contenedores en buques que llegan a los puertos colombianos después de haber cargado en otras naciones del subcontinente. Tal vez es hora que los inversionistas vean la posibilidad de crear una nueva naviera colombiana, para asegurar el movimiento de carga hacia nuestros crecientes mercados.

Aduanas: la firma de TLC incluye contingentes -restricciones cuantitativas-. Ello implica que la DIAN debe proteger a los agricultores colombianos, de modo tal que se cumpla lo acordado en materia de cuotas, en temas relacionados con leche, arroz, carne, maíz, principalmente. Este tema también es relevante en otros acuerdos como el del Mercosur y la Unión Europea. Con la DIAN es necesario fortalecer, además, las instituciones especializadas en controles técnicos, veterinarios, sanitarios, fitosanitarios y ambientales. Hoy el comercio mundial no es sólo un tema de aranceles y licencias de importación.

Investigación y Desarrollo: en esta temática se han tomado decisiones pero somos lentos. Si bien el sistema educativo se ha transformado en los últimos años, es evidente que los mayores logros se han dado en materia de ampliación de cobertura y en menor medida en calidad. Aunado a ello, el país no despega en lo referente a patentes, innovaciones, desarrollo y emprendimientos. Aquí también hay un rezago notorio en temas ambientales. El comercio mundial cada vez será más exigente en materia de insumos naturales, procesos de producción limpia, embalajes y empaques no contaminantes, etc. Hay mucho que innovar en este ámbito.

Las cosas hay que decirlas, los presupuestos del Estado y de las empresas siguen siendo pequeños en materia de I+D. Colciencias apenas comienza a mostrar liderazgo, y el sistema educativo sigue relegando el estudio de la matemática, la física, la química y las ciencias naturales, disciplinas fundamentales para preparar personas que puedan participar en el desarrollo de nuevos productos, servicios y procesos.

En síntesis, el embolate en el que anda la Agenda Interna es un fiel reflejo del cortoplacismo que caracteriza al liderazgo nacional. El Estado y el sector empresarial no han hecho la tarea, ahora nos tocará habilitar para no tener que repetir…la década.

2012: ¿Año de la segunda recesión en línea o de la recuperación económica?

Los hechos:

Los datos de desempleo en Estados Unidos y el lacónico pronóstico del FMI sobre una posible segunda recesión son señales y a la vez motores de la debacle. Los pésimos informes estadísticos del desempleo en Estados Unidos –sobre el 9% desde 2009- no sólo son explicaciones de lo que está pasando, sino que a la vez son trenes que empujan en la dirección que se quiere evitar: la recesión. Aumenta la incertidumbre y eso frena la inversión y la contratación de nuevos trabajadores.

Hace un par de meses, cuando el congreso de Estados Unidos no se ponía de acuerdo para subir el techo de la deuda del gobierno americano, la bolsa se desplomó; luego, cuando Standard and Poors bajó la calificación de la deuda de largo plazo de los Estados Unidos, la bolsa se volvió a caer. Hoy, lunes 5 de agosto, la bolsa de Europa se hunde con los datos de desempleo de Estados Unidos en un ambiente ya orquestado por el informe del FMI que considera altamente probable una nueva recesión. Mañana, cuando abra Wall Street, seguramente se sentirá el coletazo.

En Europa se toman medidas complementarias para contener la crisis, dando un impulso a Portugal e Irlanda. Pero eso no es suficiente, ni España, ni Italia, ni Grecia dan señales de recuperación.

Como deciamos en nuestro artículo anterior, es difícil lograr una recuperación significativa cuando las grandes empresas multinacionales de Europa y Estados Unidos han trasladado en las últimas décadas su producción a China, India y demás economías emergentes.

Las recetas:

Los ortodoxos del FMI, el tea party y demás vocero del ala más ortodoxa del neoliberalismo están de acuerdo en que el primer gran paso es sanear las finanzas públicas: reducir el gasto público para estabilizar los mercados, recuperar la confianza y reiniciar la ruta del crecimiento. En otras palabras, menos gasto social, menos empleos públicos para tener menos deuda pública, menos presiones inflacionarias y tasas de interés más atractivas para el mercado. En este caso la receta es recuperar el mercado para los inversionistas, sacrificando la población más vulnerable en la etapa de ajuste. Cuando la economía comience a crecer, los beneficios volverán a través de impuestos por aumento en la producción y empleo por incremento en las ventas.

Pero, críticos respetables como los premios Nobel Joseph Stiglitz y Paul Krugman consideran que el Estado debe jugar el rol contrario: emitir dinero, gastar y estimular el consumo para crear empleos. Para los heterodoxos, pagar el costo de algo de inflación es un daño menor, comparado con el impacto de dar dinamismo a la economía estancada por poco más de tres años.

Dos recetas diametralmente opuestas para solucionar un mismo problema.

¿Qué nos espera a los colombianos?

Nuestra economía ya ha sufrido las consecuencias del deterior en el empleo de Europa y los Estados Unidos. Nuestros compatriotas en Estados Unidos y España tienen cada vez más complicaciones para sostener sus empleos, legales o ilegales. En consecuencia, las remesas en la balanza de pagos han caído.

Sin embargo, las exportaciones no se han visto afectadas. ¿La razón? El crecimiento de los mercados emergentes, particularmente China e India, han mantenido altos los precios de los commodities –petróleo, carbón, ferroníquel, café-. Incluso, los temores de una nueva recesión han mantenido en vilo a los inversionistas quienes tienen al oro como “el último de los refugios”, haciendo que el metal precioso permanentemente bata récords de precios. Aquí también hemos salido ganando.

Pero la economía, al final de cuentas, es sólo una. Si Europa y Norteamérica no se recuperan, para China e India será difícil  mantener altas las tasas de crecimiento. Ya la economía del coloso asiático muestra señales de inflación, particularmente los precios de los no transables: la vivienda, los arriendos, los servicios personales. Así que, será muy difícil seguir creciendo de modo sostenido si las economías industrializadas siguen deprimidas y compran menos. Hay una propuesta para que China haga crecer su mercado interno, pero eso será gradual, demorará años antes de hacerse significativo, sin que se dispare la inflación. China no va a renunciar de un solo golpe de la ventaja comparativa y competitiva que ha desarrollado al tener mano de obra eficiente, tecnológicamente avanzada y de bajo costo.

Conclusión:

Caída en las remesas, deterioro de los precios de nuestros exportables –commodities- y reducción de inversiones extranjeras por cuenta del estancamiento de Europa y Norteamérica, esas son las correas de transmisión por las que llegarán las consecuencias de la segunda recesión de la economía mundial en menos de cuatro años.

El Iceberg de la crisis económica global: sólo vemos la parte superficial

En la primera semana de agosto, Standard and Poor´s bajó la calificación de la deuda soberana de largo plazo de Estados Unidos. En consecuencia, este lunes, las bolsas del mundo tuvieron una caida fenomenal. Pero, esto es coyuntural y no muestra la esencia del problema. De hecho, las bolsas se irán recuperando gradualmente después de este “lunes negro”.

Vamos a tratar de hacer una analogía con un Iceberg. Un témpano de hielo tiene la particularidad que en la superficie sólo exhibe su extremo más pequeño. Pero, en la medida que bajamos la mirada y nos sumergimos, vamos viendo que éste es más y más grande. Así que miremos el Iceberg desde su pináculo hasta el fondo.

1. La punta visible: Caída en la calificación de la deuda soberana de Estados Unidos. Esto significa que, en concepto de la calificadora de riesgo Standard and Poor´s, Estados Unidos no es un deudor “ideal”, o sea, ya no es triple A. Aunque la calificación doble A plus es muy buena para el resto de países del mundo, para Estados Unidos no lo es. Por décadas, la nación norteamericana había sido calificada triple A. Como reacción al fenómeno, la Reserva Federal ha anunciado que mantendrá las tasas de interés bajas, lo que se espera tranquilice a los mercados. Pero, anunciar que mantendrá bajas las tasas, por más de un año, es bueno y es malo. Bueno porque indica que la banca central se mantiene comprometida con la recuperación económica. Pero es malo, porque indica que sus pronósticos son muy pesimistas.

2. La parte no visible más superficial: El gobierno de Estados Unidos necesitó incrementar el techo de su deuda para poder cubrir sus gastos corrientes. Durante varias semanas, los congresistas demócratas y republicanas estuvieron negociando las condiciones para aprobarle un incremento del techo de deuda al gobierno y, así, Obama pudiera salir a tomar dinero del mercado para pagar empleados, proveedores y deuda vieja.

El problema del techo de la deuda, en sí, no es serio. El gobierno de Estados Unidos se puede endeudar, la banca le presta. El problema fue político. Los demócratas y los republicanos se trenzaron en una pelea por la elección presidencial del próximo año.  Sin embargo, este debate político afectó la confianza de los mercados y enrareció el ambiente.

Ahora, realmente Estados Unidos si tiene un serio problema: su Estado es históricamente deficitario y, más temprano que tarde, se tendrán que tomar medidas para reducirlo. Eso implica reducir gasto público y/o aumentar impuestos. Ambas son medidas recesivas. En un año electoral como el que se avecina, el debate entre el Tea Party (que no quiere que se suban impuestos bajo ninguna circunstancia) y el resto de la clase política que quiere aplicar una combinación de reducción de gasto y aumento de impuestos, es un factor que no ayudará a la recuperación económica.

3. Tercer nivel de profundidad: la crisis financiera de 2008. Este pedazo de témpano es enorme. La recesión cíclica de 2007 -agudizada con la crisis inmobiliaria y financiera de 2008- ha dejado huellas enormes. El desempleo se disparó en Europa y Estados Unidos y, tres años después, aún no se ven señales claras de recuperación. Estados Unidos tiene 14 millones de desempleados (el doble del desempleo que tenía antes de la crisis), España anda con un tasa de paro cercana al 20% y algo grave también sucede en Grecia, Portugal, Italia y Francia.

O sea, es difícil que la economía salga de la crisis si la construcción no se reactiva, si las operaciones financieras no se reaniman -prestarle dinero a la gente- y si el empleo no se recupera. O sea, la inestabilidad laboral, el alto nivel de endeudamiento de la gente y la caída en el precio de las viviendas, no motivan a los bancos para reactivar el crédito. Y, si la gente no reinicia el consumo, la economía difícilmente comenzará una senda sostenida de crecimiento económico.

4. La parte más profunda y grande del iceberg: los Mercados Emergentes y la caída en la competitividad de las economías de los Países Industrializados. Aquí está el verdadero origen de la crisis. Por décadas, las grandes firmas de Estados Unidos, de Europa y de Japón han ido trasladando su producción a China, India y otros mercados emergentes. Las empresas de estos países han destruido empleos para trasladarlos a los BRIC y a otros mercados emergentes.

Aprovechando los bajos costos laborales de una mano de obra cada vez más cualificada, en países que han ofrecido beneficios tributarios, las multinacionales de Europa y Estados Unidos han cerrado plantas en sus países de origen, para trasladar la producción a países emergentes. Sólo den una mirada a la etiqueta o marquilla de sus camisetas o tenis deportivos: son marcas europeas, japonesas y norteamericanas, pero su producto ha sido elaborado en China, Taiwan, Corea, Indonesia, India, Malasia, etc.

Esta es la base central del problema: los países industrializados están dejando de ser competitivos. Por décadas, los altos niveles de especialización han hecho que las empresas transnacionales trasladen procesos productivos a países con menores costos laborales. La producción oversea y offshoring se ha consolidado porque los TLC, las diferencias salariales y los beneficios fiscales, lo permiten; porque la especialización cada vez más compleja en la producción de bienes  y servicios así lo exige y porque a las empresas no les importa el lugar donde producen, siempre y cuando les ofrezcan seguridad de inversión y ganancias mayores.

En lugar de conclusión: el iceberg se sacude. La economía mundial no tiene una crisis mayor porque China y los demás países emergentes siguen creciendo. Sin embargo, las señales inflacionarias del coloso asiático hacen prever medidas recesivas -subir tasas de interés- lo que puede frenar el consumo y la inversión en dicho país. En parte los colombianos no sentimos una crisis mayor porque los precios mundiales de petróleo, gas, ferroniquel y café se mantienen altos gracias a la demanda creciente de los mercados emergentes. Si China se desacelera, la crisis global se agudiza…

…el mar está picado.