Hola Galileanos!
Luego del éxito maravilloso del trabajo realizado en la Fiesta del Libro y la Cultura, en la que aproximadamente 1.500 personas disfrutaron de las observaciones asistidas con los telescopios ubicados en el Jardín del Desierto, dentro del Jardín Botánico, volvemos a la escritura con un tema que me resulta más que apasionante.
El Planetario de Medellín, Jesús Emilio Ramírez González, llega a sus primeros 25 años de servicio a la ciencia y a la divulgación de la misma. El 10 de octubre de 1984 se abrieron las puertas de un edificio que, sin duda, resultó facinante para todos. Nada más por el hecho de ver la gran cúpula del domo de proyecciones, con 15 metros de diámetro, se garantizó el éxito de la apertura a un espacio que prometía ser tan lleno de sopresas como en efecto lo ha sido durante tantos años.

Vista nocturna del viejo Planetario
Vestigios de la historia
El viejo Planetario, que todos conocimos y admiramos, contaba con grandes espacios para el aprendizaje y la expreimentación. Recuerdo muy especialmente las grandes terrazas, en las que era posible instalar toda clase de telescopios, y usarlos adecuadamente gracias al trabajo dedicado y siempe voluntario de los integrantes de la Sociedad Julio Garavito para el Estudio de la Astronomía, amén de las personas que laboraban en la edificación. Fueron días de goce porque cada objeto del cielo, cada evento astronómico, contaba con la explicación oportuna de alguien que sumaba su conocimiento a la delicia de gozar el cielo estrellado sobre la ciudad.
Igualmente, recuerdo con gran afecto los talleres de cometas, de astronomía básica a precios simbólicos, aptos para cualquier estudiante de colegio o de universidad, y mucho más de cientos de personas que asistían a dichos programas. No se me olvida el lleno a reventar del auditorio, con cada edición de los cursos de astronomía básica, de observación y de uso de binoculares y telescopios.

El Planetario de Medellín, en 1984, hace 25 años. Un edificio apasionante.
Y claro, mi papá…
Como yo se que él lee muy juiciosamente este blog, quiero compartir con ustedes, lectores y amigos, la primera sensación de un contacto inolvidable y para la posteriodad con el Planetario de Medellín. Un domingo cualquiera, luego de insistir muy poco, mi papá me llevó al Planetario, a la función infantil (yo tenía 11 años…), para ver la historia del sastre que le hacía los vestidos a la luna. Como se imaginarán, esa historia estaba pensada para explicar las fases lunares con toda la didáctica del caso, y la verdad es que lograban su objetivo con gran acierto, pues nunca se me olvidó la lección. Fueron los 45 minutos más deliciosos de esa semana, justamente los que marcaron para siempre mi afición por las ciencias del espacio, así no las haya estudiado profesionalente y me haya dedicado a la comunicación social y a la virtualidad para la inclusión.
A mi papá le debo estar haciendo este blog, y de paso la gratitud eterna por la paciencia y el amor con los que me llevó a ese sitio delicioso del norte de Medellín.
Legados para siemrpe, bases del futuro

El proyector planetario. Luego de sus 25 años de servicio, soñamos con su renovación
Muchas personas se preguntan por el sentido de un planetario en una ciudad. En Colombia tenemos 9 de ellos, dedicados a tareas de divulgación y promoción de la ciencia. Los planetarios, en todo el mundo, están orientados justamente a esas tareas, pues sólo con la motivación es posible fundar las bases de la ciencia que requiere la humanidad para comprender lo que le sucede todo el tiempo. De los corredores abiertos, siempre abiertos del Planetario de Medellín salieron personas apasionadas por la ciencia, como el muy juicioso Jorge Iván Zuluaga, astrofísico admirable y gran impulsor (padre, para casi todos) del pregrado en Astronomía de la Universidad de Antioquia. Qué decir del actual Presidente de la Sociedad Julio Garavito, Campo Elías Roldán, Ingeniero Mecánico y gran estudioso de las ciencias del espacio, además de un gran experto en la divulgación de la cohetería y la aeronáutica (y experto en cohetes de agua, perfectos para los niños), de Herman Mosquera, también ingeniero egresado de la Universidad de Antioquia y hoy en día uno de los más importantes astrofísicos mundiales, con investigaciones de altísimo nivel en Italia, Alemania, Brasil (su sede principal) y publicaciones permanentes en las más importantes revistas científicas del mundo. Claro, no hay que dejar de lado a don Antonio Bernal, gran divulgador hoy residente en España, y galardonado hace poco con el reconocimiento internacional de su labor, al ser nombrado un asteroide con su propio nombre de pila. La Unión Astronómica Internacional así lo validó, y el profesor Bernal es el segundo colombiano con su nombre en el espacio, luego de don Julio Garavito, que tiene su nombre asignado a uno de los cráteres de la cara oscura de la Luna.
El planetario de hoy

El actual Planetario, sigue al servicio de la ciencia y de la astronomía
Hoy las cosas son distintas, y si bien se mantiene el espíritu de siemrpe, el Planetario cumple ahora funciones de ciencia en asocio con algo de entretenimiento, que tanto beneficia a las nuevas generaciones. Al sobrevivir de de un lamentable incendio, el Planetario resurgió como edifciación y sigue atendiendo a quienes quieren acercarse a las ciencias del espacio, ahora con el apoyo del ITM. Se que no cometo una imprudencia al decir que se requiere de una profunda renovación, comenzando por el proyector planetario, que ya requiere de un cambio total para que tengamos en la Ciudad un planetario acorde con los nuevos estándares mundiales en la materia.
En esta celebración quiero invitar a todos los galileanos, y a toda la ciudad, a disfrutar de este sitio que queda pegado a la estación Metro Universidad. Sólo es cuestión de bajarse allí y conocer las experiencias museales, los atractivos mecánicos y las tradicionales proyecciones astronómicas que, como cuando mi papá me llevó por primera vez, siguen causando un gran impacto en los niños y visitantes.