García, de José Luis Rugeles

Un hombre simple en un mundo podrido

Por: Oswaldo Osorio

La diferencia esencial entre el cine de género y el cine de autor es que el primero apela a un esquema, además siempre tiene unos elementos conocidos, mientras que el segundo pretende ser más libre en su expresión y busca ahondar en las ideas, los ambientes y sus personajes. Por lo general, tienden a ser dos tipos de cine que se excluyen entre sí, pero también es posible lograr una combinación, un equilibrio incluso, como ocurre en esta película.

El relato empieza sin los esquemas del caso, más bien con un tono en la narración y construcción de personajes que se está haciendo muy frecuente en el cine contemporáneo, en el cine de autor para ser preciso, que es definido por una suerte de naturalismo cotidiano en la puesta en escena y un ritmo pausado que es el propio de personajes comunes que llevan vidas igual de corrientes. Así, lentamente y con tranquilidad, con una velocidad que es más la de la vida que la del cine, se va develando la personalidad de García, ya en su casa, en su trabajo o en la relación con su mujerm y esa personalidad es la de un hombre simple, introvertido y nada ambicioso.

Sin embargo, este personaje común tendrá que chocar contra un mundo que quiere otras cosas, un mundo que trasgrede esa ética básica que García tiene y que, incluso, se mueve más rápido que él. Por eso, como ocurre con muchas de las historias de la ficción, ésta se trata de algo extraordinario que le sucede a alguien ordinario, y justo ahí es cuando entra en acción el cine de género, el thriller en este caso. (Es necesario revelar sorpresas del argumento de aquí en adelante).

Continuar leyendo

Perro come perro, de Carlos Moreno

Carne cruda y corrupción

Por: Oswaldo Osorio

Cuando el cine colombiano ha querido consolidarse como industria, ha apelado a la comedia populista y al cine de género. En el primer caso, con Nieto Roa y Dago García se han visto unos buenos resultados en la taquilla, aunque no siempre en su aporte cinematográfico; mientras que con el cine de género, el asunto ha sido más azaroso, su éxito de público y buen nivel han sido irregulares, en gran medida debido a la dificultad de adaptar esquemas foráneos a nuestro cine y a nuestra realidad. Pero cuando se trata de un thriller, como es el caso de Perro come perro, todo está servido para hacer un producto que se ajuste al público, a la afortunada adaptación del esquema y a la realidad del país.

Como muchos thrillers, la opera prima de Carlos Moreno parte de un botín tras el que todos están. Además de esto, su premisa básica está contenida en el título, esto es, la corrupción (que es el término clave en todo thriller) y la falta de escrúpulos en el mundo del hampa. Se trata de la ética del  “todos contra todos”, que es un denominador común de las historias  del cine colombiano y que tiene en La gente de La Universal (Aljure, 1993) su más contundente ejemplo. Pero la recurrencia de estos tópicos y la simpleza de su premisa no necesariamente se deben tomar como defectos de este filme, pues es sabido que la coincidencia de elementos y recursos en el cine de género es lo que lo definen y lo que importa es cuál es el uso que de ellos se hace.

Continuar leyendo