Psicosis: La obra maestra de un mirón

Por: Estefanía Herrera Agudelo

Marion Crane, una joven secretaria, roba 40.000 dólares a un cliente de la oficina donde trabaja. Comienza la huída de la ciudad, maneja por horas y mantiene el temor de ser atrapada. Cansada, decide descansar en el Motel Bates, un lugar manejado por Norman, un aparente hombre indefenso…

Hitchcock en las películas, al igual que Dostoievski en los libros, sugería, gracias a  las experiencias estéticas que sufre el espectador al entrar en relación con el objeto mirado, los despeñaderos presentes –ocultos, pero latentes– de la psicología humana. Y es así precisamente como se muestra Psicosis (Psycho, 1960), como una obra maestra de las borrascas humanas; vista y recordada por miles, sólo comparable a Lo que el viento se llevó y Casablanca, como diría Albert Solá (2006, p.217).

Psicosis no fue un film ligero, tanto en su proceso de producción como en sus etapas de creación. Fue una película tremendamente cuidada desde su guión y puesta en escena, dirección, fotografía y banda sonora, cuidada con celo.

Sin duda alguna su guión (una adaptación de Joseph Stefano tomada de su homónima en novela Psycho de Robert Bloch) está cuidadosamente pensado. La adaptación de la idea (un hombre trastornado con complejo de Edipo, como se miraría escuetamente desde un psicoanálisis silvestre) hasta la elaboración del argumento y el guión literario, fueron pensados –incluidas las efectivas modificaciones en la apariencia de los personajes y en algunas formas estilísticas y narrativas que funcionan diferente para los medios visuales–  para ser un producto profundo pero con una amplia capacidad de inundar mercados.

Continuar leyendo

Thriller no es suspenso

Este es el primero de cuatro textos, que se publicarán cada domingo, sobre Alfred Hitchcock y los temas que le son afines a su cine. Los textos son el resultado de un juicioso y apasionado  trabajo de investigación y escritura de Estefanía Herrera Agudelo, estudiante de  Audiovisuales de la Universidad de Medellín.

Por: Estefanía Herrera Agudelo


“(…) y el suspense,

como los guijarros blancos de Pulgarcito o el paseo de

Caperucita Roja, se convierte en un medio poético ya

que su fin primero es conmovernos más, hacer latir nuestro

corazón más aprisa.”

F. Truffaut (El cine según Hitchcock)

Thriller: el que emociona, el que engancha, el que hace fijar las miradas. Así, con una definición terriblemente escueta, podría explicarse la característica fundamental de éste género pero, sin duda, es importante resaltar las características que lo constituyen como género cinematográfico. El thriller es popularmente conocido bajo el nombre genérico de “suspense” (suspenso), pero es preciso aclarar que esta categorización no es la más adecuada.

El suspense, respondiendo a las denominaciones construidas por la teoría del cine y a las formas de clasificar que ésta propone, es un recurso expresivo o dramático –no un género– que puede ser utilizado como elemento principal y conductor de la estructura del thriller u otros géneros cinematográficos.

Ahora, los elementos esenciales que determinan la singularidad de este género, desde la perspectiva de Martin Rubín (2003), podrían resumirse en: la intriga, la manipulación de la información (revelación y ocultación), la oscilación de la atención del espectador, el crimen (consumado o latente) como punto fundamental de conflicto y uno o más personajes sobre los cuales recaiga algún tipo de duda.

Estas características narrativas y de tratamiento, combinadas con una estética que, en la mayoría de los films de este género, –y un ejemplo claro son las obras de Hitchcock– propone unas imágenes con cierta carga violenta que, más que fortuita, es decisiva o con información determinante para el desarrollo de los actos, sumado a unas formas de puesta en escena ciertamente sugeridas (elementos de tensión) y a un montaje sumamente expresivo, desembocan en un frenesí de emociones incalculables que, como confesaba Truffaut, jamás rayará con lo corriente (1974, p.12).

Siempre, desde una perspectiva puramente dramática, el thriller pretenderá mantener el sentimiento de estrés al máximo y generar ciertos efectos estéticos y éticos que mediante antagonismos que opriman la voluntad y deseo del protagonista despierten emociones cognitivas que, como lo estuvo una vez el querido John Robie, nos mantengan “al borde de la cornisa”.

Continuar leyendo

Antes que el diablo sepa que has muerto, de Sidney Lumet

Hermanos de sangre

Por: Iñigo Montoya

Hay directores con los que no se debe pensar dos veces ir a ver sus películas. Lumet es uno de ellos, por muchas razones: ha hecho poco más de cuarenta películas, aún a los 83 años sigue siendo lúcido y contundente, es autor de un inigualable puñado de clásicos (Doce hombres en pugna, Perros de paja, Network, Tarde de perros, Sérpico, El veredicto) y su cine siempre está poniendo en cuestión la ética y moral del sistema y del hombre contemporáneo.

Esta película, como su título lo indica, es un descenso a los infiernos, o al menos una promesa de que eso le pasará a sus protagonistas. Lo más impactante de esta historia  es que está protagonizada por hombres ordinarios, ciudadanos de bien, comunes y corrientes, con esposa, hijos, familia tradicional, corbatas y cuentas por pagar. Pero es este último aspecto el que termina por conducirlos a desmoronarse en un abismo de corrupción y culpa.

Tanto los dos hermanos que, para salir de sus apuros económicos, deciden atracar la joyería de la familia, como el mismo padre de ellos, terminan envueltos en una intrincada trama de desesperación, culpa, desconfianza y asesinatos. Es por eso que el contraste entre el ambiente de normalidad de sus vidas, su trabajo y su casa, en relación con la espiral criminal en que se ven envueltos, es el lo que lleva a este relato a revelarnos la vulnerabilidad a la que puede estar expuesto el hombre actual, sumido en su vida consumista y llena de vicios con los que se busca paliar la infelicidad.

 La película está narrada de forma fragmentada y dando saltos temporales y de puntos de vista, pero no tanto porque está de moda este tipo de relato, sino porque –y éste debería ser el criterio siempre- el énfasis que se le quiere dar a la historia tiene que ver con las decisiones morales que toman los personajes en relación con los demás, quienes, y aquí es donde se concentra la contundencia de este drama, son los integrantes de la misma familia.

Aunque no se trata tampoco de una obra maestra, estamos ante una película estimulante en su narración y que nos deja pensando en sus personajes y en esas decisiones morales que toman, así como las consecuencias de esas decisiones. Es un thriller moral protagonizado por muy buenos actores de Hollywood que, con películas como ésta, hacen la diferencia con tanta películita de robos y asesinatos que nos llega de esa factoría.  

James Bond: Quantum of Solace, de Marc Foster

El nuevo héroe de acción 

Por: Oswaldo Osorio

Al personaje que protagoniza esta célebre saga cinematográfica se lo considera como la quintaesencia del espía glamurizado y sofisticado. Así fueron las primeras veinte entregas, en especial las protagonizadas por Pierce Brosnan. Los cinco anteriores actores que encarnaron al 007 preferían el martini “agitado, no revuelto”. Al nuevo James Bond, Daniel Craig, en su primera película, Casino Royale, no sólo le daba igual si era agitado o revuelto, sino que en ésta última entrega hasta cambió de cóctel.

Parece superfluo hablar de los tragos que toma el personaje más reconocido del cine de las últimas décadas, pero es que en ese cambio subyacen de fondo redefiniciones más significativas desde el punto de vista cinematográfico e incluso ético. El nuevo James Bond encarna al nuevo héroe del cine de acción que está tomando el relevo de aquellos que, por definición, eran nobles, justos, políticamente correctos y patriotas. Los de una par de décadas hacia atrás eran retocados con alguna carencia o defectillo, pero eso era para hacerlos parecer más rudos y diferenciarlos de los clásicos héroes del cine o de los relatos épicos.

Continuar leyendo

La desconocida, de Giuseppe Tornatore

Un relato a migajas

Por : Oswaldo Osorio

Desde Hollywood es que nos viene la medida de cómo debe ser un thriller. De Hitchcock a Brian De Palma están planteados los recursos, recetas y hasta el tono en que se ha desarrollado este género cinematográfico que tiene como principal recurso el suspenso, un término que el público ha tomado como el nombre genérico de este tipo de cine. Pero cuando aparece un thriller europeo, muchas veces tiene unos elementos diferenciales que refrescan al género. Y si quien lo hace es un maestro del cine emotivo y hasta ternurista, el resultado es verdaderamente interesante.

Porque si bien a Giuseppe Tornatore todo el mundo lo conoció con la entrañable Cinema paraíso (1988), en su película anterior, que también es su opera prima, Il camorrista (1986), ya se había ensayado en el cine de género, porque se trata de una película de gangsters. Luego vendrían películas como Todos estamos bien (1990), El fabricante de estrellas (1995), La leyenda del pianista en el océano (1998) y Malena (2000), con ese tono cargado de emotividad e inocencia y un dejo de nostalgia que creíamos que era su estilo personal y definitivo.

Continuar leyendo

Sin lugar para los débiles, de Joel Coen

No Country for old men

Toda violencia pasada fue mejor

Por: Oswaldo Osorio

La lista de películas que empiezan con una maleta llena de dinero es larguísima. Pero en las buenas películas, lo que menos importa es esa maleta, pues ésta resulta ser lo que se conoce como Mcguffin, que no es otra cosa que una excusa argumental en función del desarrollo de la historia y los personajes. Los hermanos Coen son expertos en usar este recurso en sus filmes, aunque por su pericia narrativa y el vistosismo de sus imágenes, muchos se quedan apreciando sólo la trama de acción, atentos al Mcguffin, pero lo que subyace en estas historias, aparentemente formalistas, es mucho más profundo y poderoso.

Quienes empezaron como realizadores un poco marginales y con una concepción del cine ciertamente fuera de lo común, ahora resulta que, aún sin cambiar su estilo, son bien recibidos por el gran público y la Academia de Hollywood. Aunque Joel siempre firma como director y Ethan como productor, lo cierto es que lo suyo es una sociedad creativa que ya ajusta una docena de películas y que da cuenta de una concepción del cine como pocos realizadores la tienen en la actualidad.

Continuar leyendo