Por: Luz María Moreno Hernández – Juan Sebastián Velásquez
La muerte no nos roba los seres amados.
Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo.
La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
François Mauriac (1905-1970) Escritor francés.
La enfermedad terminal no es un asunto exclusivo del cine, pues el deterioro de la calidad de vida en las sociedades modernas y tecnológicamente “desarrolladas” ha llevado a que las condiciones de la salud se vean expuestas a múltiples amenazas y a qué miles de personas se encuentren en la batalla final entre la vida y la muerte, y en este contexto toma mucha importancia las películas que tratan esta temática, que ahora no sólo presentan trágicas situaciones de sufrimiento y agonía, si no que exhiben nuevas propuestas a los espectadores, dan interesantes giros temáticos en el manejo de la enfermedad y la preparación para la muerte, pero sobre todo permiten que el público se identifique con las realidades que en él se plantean.
Así es como el cine ha puesto a disposición del público una fuerte carga emocional representada en el impactante tema de las enfermedades terminales, duelos y muertes, muchas de ellas acompañadas de tendencias ideológicas; en este contexto encontramos algunas como Camino de Javier Fesser, Mar adentro de Alejandro Amenábar y La decisión más difícil de Nick Cassavetes además de otras tantas que lo tienen como tema principal de su argumento Elsa y Fred de Marcos Carnevale, Mi vida sin mí de Isabel Coixet y The Bucket List de Rob Reiner. Finalmente en esta categoría quedan algunas que si bien tratan el tema, se quedaron en la comedia romántica típica, con un tratamiento muy superficial de la temática y cuyo fin está más orientado al entretenimiento, algunas de estas son Dulce Noviembre de Pat O’Connor, El último regalo de Michael O. Sajbel y Carta a Dios de Eric-Emmanuel Schmitt.
Las enfermedades en estas películas son abordadas con la trascendencia que su público actual lo exige, al menos en la mayoría, obviando un Dulce Noviembre tal vez. El enfoque común es la vida, la muerte y el amor, aunque lo abordan desde distintas perspectivas, como la religión, los sueños y el deseo de libertad para elegir.
La mayoría de estas películas ofrece una serie de giros y de símbolos diversos que enriquecen la propuesta y dan lugar a historias que atrapan y que impactan las emociones del espectador. Presentan una misma realidad de maneras diferentes.
La muerte ha sido un tema universal en el cine, pero más que la misma muerte, el duelo se convierte en el argumento de fondo, pues el transcurrir de la enfermedad en medio del dolor, de las clínicas o habitaciones desoladas y de los seres amados que sufren por la pérdida inminente del ser querido, son el centro de la propuesta audiovisual y literaria. El hecho de la pérdida material supera la capacidad de comprensión humana y marca inevitablemente el final de la vida, y es esto lo que se muestra en los film.
En estas tramas, más exactamente en La decisión más difícil, se hace evidente el duelo y el apego de la madre como la verdadera causa de sufrimiento, pues en la medida que hacemos un equipaje de afectos y necesidades, más difícil resulta enfrentarse al proceso de la muerte sin sufrir la angustia que este supone. Y pese a que este film en particular, logra confundir al espectador frente a un problema de ética médica, debido a la niña que se niega a seguir poniendo su vida en riesgo para salvar la de su agonizante hermana, aún siendo concebida con ese fin, al final se puede ver realmente el trasfondo del argumento: una familia destruida, unos hijos olvidados y una pareja separada a causa del profundo apego de una madre que centró todo el sentido de su vida en la protección de su hija con enfermedad terminal, olvidando por completo las necesidades de los demás personajes involucrados en la temática.
De acuerdo con la teoría del apego, desarrollada por el psiquiatra británico John Bowlby[1], “los seres humanos establecen fuertes lazos afectivos con otros sujetos y estos provienen de la necesidad de protección y seguridad que se desarrollan a temprana edad y cuanto mayor es el potencial de pérdida, mayor es esta reacción”; y por esto cuando más se intenta retener a la persona en condición terminal, se desarrolla un sentimiento de fracaso y aparecen reacciones como el rechazo, la apatía y la desesperación. Y esto se evidencia en Mar Adentro, cuando la familia, los amigos, la misma iglesia y el Estado se oponen a la muerte de un hombre que no encuentra en su enfermedad nada más que una motivación para morir, pues tras el trágico accidente que le deja parapléjico, él solo desea liberarse, siendo este el significado de muerte, mientras para todos lo que le rodean es un absoluto crimen contra su propia existencia.
En este punto, el espectador es llamado a una reflexión sobre el tema de la eutanasia, que podríamos describir en un interrogante de la misma película: “¿Dónde está escrito que estás obligado a vivir?”. Y deja abierta la posibilidad al público para tomar partido según sea su posición con relación al tema.