Hollywood, el anti Rey Midas
Por: Iñigo Montoya
Es cierto que a una película que fue diseñada para ser simple entretenimiento de vacaciones no se le puede pedir mucho, pero la verdad es que hay unas a las que, de acuerdo con ciertas circunstancias, si habría que exigirle un mínimo de nivel y de buen seso.
Esta película, por ejemplo, cuenta con una de las más importantes estrellas de Hollywood de la actualidad (Jack Black), así como con un gran presupuesto y, sobre todo, está inspirada en una de las más celebradas obras de la literatura universal, escrita por el genio lúcido y agudo de Jonathan Swift. Con esos tres elementos, esta cinta no tenía por qué ser el relato banal, de mal gusto y medio tonto que fue.
En primer lugar, tenemos a un Jack Black que lo vemos haciendo el mismo personaje que ha hecho desde Escuela de rock: un adulto superficial e inmaduro que se mueve en el mundo con la pinta y las actitudes de un quinceañero vulgar y egoísta.
Pero lo que más desentona es lo que le hicieron al clásico de Jonathan Swift, un libro que, aunque se cree que es infantil, fue escrito como una aguda crítica a la naturaleza humana y a la sociedad. Esta película, en cambio, desaprovecha todas las posibilidades que brinda el personaje y su aventura para, además de tratar de hacer una cinta divertida y entretenida, crear también un relato inteligente y con un trasfondo, porque lo uno no excluye lo otro (hay que ver el primer Shrek, por ejemplo).
Y es que finalmente todo termina siendo, ni siquiera un relato infantil (que por lo general gozan de unos planteamientos más sólidos) sino una película adolescente, con chistes fáciles, con doble sentido, escatológicos y heroísmos de high school.
De Hollywood sale el mejor cine del mundo, pero también el peor, como en este caso, en el que una obra que es el equivalente al oro en la literatura, el espíritu superfluo y mercantil de la industria la convirtió en basura.