El libro de los secretos, de los hermanos Hughes

La palabra de Dios, principio y fin

Por: Íñigo Montoya

Una película post apocalíptica con una original excusa argumental. En un mundo devastado por una guerra nuclear un hombre tiene una misión, proteger un libro para volver a empezar la civilización, mientras otro, el villano por supuesto, busca el libro para dominar el mundo. El libro es la Biblia, que originó la hecatombe y por eso fue erradicada. Sólo queda una, la que carga Dezel Washington.

Por lo demás, es como ver una actualización de Mad Max y tantas otras películas de mugrientos sobrevivientes que se destazan unos a otros por un sorbo de agua, o por puro gusto. Aunque el paisaje y la dinámica de las acciones y personajes se acercan más al western que a la historia post apocalíptica, lo cierto es que, en últimas, se trata sólo de otra película de acción más, con Denzel haciendo el mismo papel de hombre duro de otras tantas producciones.

No es que sea una cinta tediosa ni mal hecha, pero tampoco ofrece nada nuevo ni interesante, es sólo un filme de consumo hecho con elementos harto conocidos. Es como si el guionista y sus directores hubieran ido a una estantería donde se encuentran los ingredientes necesarios para hacer una película y hubieran tomado de aquí y de allá, para luego ensamblarlos justo como indica el libro de Hollywood.

Rescate del metro 123, de Tony Scott

Otra película de secuestros

Por: Iñigo Montoya

Ésta no es una película cualquiera de acción. Es una película de uno de los directores que más éxito ha tenido haciendo thrillers de acción, el inglés Tony Scott (hermano menor de Ridley). Un director que realmente tiene un buen sentido de lo que es el cine comercial y que, en algunos casos, ha conseguido cintas de un buen nivel a pesar de todas las concesiones que sabemos se tiene que hacer en este tipo de cine.

Películas suyas son: Déjà vu, Hombre en llamas, Enemigo público, Marea roja, Un romance de violencia (tal vez la mejor, algo en lo que ayudó el guión de Tarantino) y ese clásico del cine crispeta para adolescentes que es Top Gun. Salvo ésta última, las mencionadas son sin duda películas que, con sus limitaciones de cine comercial, tienen buenas cualidades, mínimo la de ser productos de entretenimiento sólidamente construidos y con cierto grado de originalidad.

Esta nueva película no podría decirse que califica para ponerla en este grupo de “cintas comerciales de calidad”. Es predecible de principio a fin y comete el primer y más grande error del cine comercial: apelar a arquetipos y, para ajustar, usar actores que una y otra vez han interpretado esos arquetipos. ¡Qué bueno es cuando se puede ver Denzel Washington o a John Travolta en uno de esos papeles en que no son ellos! Por ejemplo, a Travolta en A love song for Bobby Long y a Washington en El huracán.

En definitiva, es una típica película de “secuestro y rescate” en la que, también típicamente, el héroe es un hombre común y corriente (justo el arquetipo de siempre de Washington). Los momentos de tensión, los personajes sacrificables (uno de ellos es negro, por supuesto), el superficial trasfondo ético y político, los giros de último minuto y un en fin que nunca tiene fin. Sólo una película para comer crispetas y salvar un mal día.