Balance 49 Festival de Cine de Cartagena

¿El fin del escepticismo?

Por: Oswaldo Osorio

La relación entre la cinefilia del país y el Festival de Cine de Cartagena siempre ha sido contradictoria, pues de un lado, los amantes y comprometidos con el cine procuran nunca faltar a la cita anual, pero por otro, mantienen un malestar por los vicios e irregularidades de la organización. De ahí que, por lo general, ha primado el escepticismo para referirse a este evento, aun sin llegar nunca a negar su importancia, tanto por su gran tradición como por el hecho de ser la fiesta del cine nacional más concurrida y rica en actividades y personajes.

Desde hace algunos años se han visto paulatinos cambios, como el aumento de muestras paralelas, el robustecimiento de las actividades académicas y la creación de espacios para el encuentro y desarrollo de distintos sectores del audiovisual.

Durante esta nueva versión tales cambios están más consolidados y la “utilidad” del festival ya no sólo se limita a su habitual función de vitrina del cine iberoamericano y de gran salón social frecuentado por el gremio y la farándula (lo más lamentable de todo el festival es la gran diferencia que hay entre la motivada multitud de las fiestas en las noches y el lánguido público de las ruedas de prensa en las mañanas).

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