¿Fiasco? ¿Por qué un fiasco?
Por: Íñigo Montoya
Es oficial. Esta película acaba de entrar a la lista de los grandes fiascos del cine. Lo de fiasco tiene que ver, en inglés de Hollywood, no con sus características cinematográficas sino con su recaudo en taquilla en relación con lo que costó producirla. Las cifras son: 250 millones en producción, más cien en promoción, pero solo recaudó menos de 200.
Es cierto que el cine comercial se debe medir en cifras, pero algo deja muy mal paradas estas cuentas, y es que ha habido películas terriblemente malas que les ha ido fantásticamente en la taquilla, como 2012 o Serpientes en un avión. En cambio, filmes como éste o los dos grandes fracasos de Kevin Costner (Waterworld y El mensajero), que son aceptables –incluso con muy buenos momentos- por razones desconocidas son repudiadas por el público y pasan a la historia como películas rematadamente malas.
John Carter apela a la probada fórmula de mezclar los géneros más comerciales del momento: aventuras, acción y ciencia ficción, y de hecho, consigue una mezcla balanceada e integral, sin que haya soluciones forzadas y con una argumento que lleva al espectador por la conocida del héroe que llega de otro mundo a salvar a los pueblos oprimidos. En este caso John Carter viaja del viejo oeste a Marte, donde obtiene algunos poderes, más su coraje, por supuesto. Esta la chica linda (Lynn Collins) y la historia de amor que termina motivándolo todo.
Entonces es una película que, de acuerdo con la medida para lo que fue hecha (entretener y crear imágenes espectaculares por vía de la imagen digital y los efectos especiales), resulta una cinta que no supera lo conocido pero que tampoco se queda corta en su cometido. Por eso es difícil entender qué fue lo que no funcionó con ella. Ese es uno de los grandes misterios de la industria del cine, que a pesar de las fórmulas, no existe -¡por fortuna!- una “fórmula maestra” que permita siempre ir a la fija. Esta película es la última prueba de ello.