DIARIO DE ÍÑIGO

Febrero 16 de 2009. La ciudad de los amigos. Interior/Exterior. Día/Noche.

¿Se puede perder un amigo por culpa del cine? Parece que es posible. Porque hay quienes tienen fuertes discusiones por hablar de política o de fútbol, pero yo las tengo por el cine. La mayoría de mis amigos son cinéfilos o, al menos, les gusta mucho el cine y lo frecuentan lo suficiente como para tener bien formado el criterio. Pero a diferencia de la política o del fútbol, que generalmente son cosas externas a las personas, el cine siempre tiene que ver con lo que somos y lo que pensamos, porque, como se sabe, el cine es como la vida. Así que mi ataque a una película puede ser tomado de forma muy personal por algún amigo. De hecho ha ocurrido: Con el señor C. la relación se hizo un témpano por poco más de un año, todo por culpa de Vanilla Sky, esa tonta película con Tom Cruise. Y anoche con la señorita M. nos alzamos la voz y nos atacamos con suspicacias por culpa de, quién lo creería, una película infantil: Coraline y la puerta secreta. Se pueden tener tantos amigos como películas imprescindibles pueda haber visto uno, que en realidad son pocas. Y los amigos, generalmente, también son imprescindibles, e igualmente pocos. Pero es que cuando se habla de cine hay mucho en juego: la pasión, la concepción del mundo y la forma de asumir la vida. Son absolutos muy poderosos, que cuando chocan con los amigos, tal vez alguno salga herido.

Coraline y la puerta secreta, de Henry Selick

Más fantasía que narración 

Tal vez a muchos les parezca inoficioso hacer una reseña crítica de una película infantil, pero en realidad son muy pocas las cintas que sólo están pensadas para niños y también es posible que los adultos, no sólo las disfruten, sino que puedan identificar sus cualidades en distintos aspectos.

En este sentido, hay verdaderas obras maestras o al menos películas con grandes cualidades cinematográficas, como Toy Story, el primer Shrek, El gigante de hierro o El extraño mundo de Jack. Precisamente Henry Selick, el director de ésta última, acaba de hacer Coraline, una película que ciertamente tiene unos puntos en común con la anterior, en especial su concepto visual y las atmósferas un poco macabras que crea.

Sin embargo, Coraline es una historia que deja mucho que desear en su narración y la esencia de su conflicto, así como en su enseñanza, porque todas las películas infantiles tienen una enseñanza. En su narración resulta dilatada y tediosa, porque se demora mucho en presentar sus personajes y la situación que la protagonista tiene que enfrentar, pues sólo como a la mitad del relato se plantea el conflicto real, estos es, la confrontación con la otra madre y la necesidad de salvar a sus seres queridos.

En cuanto el conflicto y la enseñanza, hay un gran problema, que efectivamente la niña es ignorada por sus padres y es completamente lógico que le gusten más sus otros padres. De manera que el conflicto debería ser lo maltratada que es con la indiferencia de sus padres, mientras que, al final, se supone que la moraleja es que los padres no deben darle todo lo que los hijos le piden, pero es que a Coraline no le dan casi nada.

Así que se trata de una historia mal contada, tediosa y con una cuestionable moraleja. Aunque no se pude negar lo ingeniosa e imaginativa que resulta en ciertos momentos, como en la transformación de la otra madre o los mágicos momentos que vive en el otro mundo la niña. Además, la película tiene el atractivo adicional de ser en tercera dimensión  (la que se ve con gafas), y aunque es una experiencia estética deslumbrante, la película no aprovecha en todas su posibilidades esta ventaja técnica y estética.

I.M.

Revolutionary road, de Sam Mendes

Jugando al papá y a la mamá

Por: Oswaldo Osorio

La historia que cuenta esta película es una catástrofe mayor que el hundimiento del Titanic. Y es que el drama que aquí se presenta es propio de buena parte de la sociedad norteamericana y, por extensión, de un gran sector del mundo contemporáneo.

Esto a despecho de quienes piensan que verán otra romántica historia de amor protagonizada por la que es, según la taquilla, la pareja más popular del cine de todos los tiempos (DiCaprio-Winslet). Porque esta historia comienza donde el amor termina, o al menos donde éste deja de ser lo más importante.

 

Antes de que el espectador se haya acomodado en su butaca, el relato salta del paraíso del amor a primera vista al infierno del matrimonio, pues su director no se anda con rodeos y de entrada asume su asunto, esto es, poner al descubierto el vacío y la muda frustración que experimentan todas esas parejas aprisionadas en el esquema a partir del cual funciona la sociedad norteamericana, en especial esa aséptica clase media que vive en los suburbios jugando al papá y a la mamá, justo como lo dictan los comerciales de televisión.

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Lujuria y traición, de Ang Lee

La historia, la política y los sentimientos

 

Esta película produce sentimientos diversos y encontrados. Son apasionantes sus personajes, pero su historia es demasiado simple y pobre; consigue reconstruir con fuerza y esplendor una atmósfera y una circunstancia Histórica, pero por momentos no pasa de ser una convencional película de época; y en buena parte del tiempo crea en el espectador tensión y expectativa por lo que sucederá, pero otro tanto se hace un relato reiterativo y tedioso, al que bien le podrían suprimir 45 minutos de sus más de dos horas y media de metraje.

Por otro lado, se trata de la película de un director con una importante carrera que se debate entre oriente y occidente, es decir, entre sus orígenes y su formación. Por eso cuenta con grandes películas como Banquete de bodas, Sensatez y sentimientos o El tigre y el dragón, pero por otro lado, tiene verdaderos ejemplos de lo superfluo o sospechoso del cine de Hollywood, como Hulk, Cabalgando con el diablo o El secreto de la montaña.

Esta película se sitúa entre esas dos orillas, la intensidad y elaboración de sus mejores cintas, por un lado, y los convencionalismos y efectismos de sus filmes más cuestionables. Y es que realmente esta cinta tiene momentos brillantes y consigue introducirse en las profundidades de los sentimientos de sus personajes, sobre todo de la protagonista, pero también a la larga resulta un relato interminable y lleno de lugares comunes.

Con estos argumentos a favor y en contra, entonces, ¿vale la pena verla? Absolutamente sí. Porque es un director importante y con talento, porque son más los aciertos que desaciertos y porque tiene un final inesperado que es el que le da la fuerza y la profundidad a toda esa cantidad de cosas que se vieron en el filme. Es un final que frustra o fascina, que cuestiona, un final que hace la diferencia y plantea una tesis sobre la condición humana y la naturaleza de sus sentimientos.
I.M

El curioso caso de Benjamin Button, de David Fincher

El anciano torpe y el niño tonto

Por: Oswaldo Osorio

“Érase una vez un niño que nació viejo…” Sí, definitivamente es una idea atractiva y fascinante para crear una historia de ficción. Y así lo hicieron Scott Fitzgerald en un cuento y David Fincher en esta película que se basa en ese relato. Pero en realidad todo parte de una frustración que los hombres han albergado siempre, la cual Mark Twain, con su literaria lucidez, resumió diciendo que era una lástima que el mejor tramo de nuestra vida estuviera al principio y el peor al final. La recriminadora frase, que fue el origen del cuento de Fitzgerald, hace alusión a la forma en que está descompensada, tanto en la vejez como en la juventud, la relación entre el cuerpo y la mente en su respectivo desarrollo.

Sin embargo, tanto el cuento como la película presentan una inconsistencia de fondo en relación con la idea original que quisieron desarrollar, la cual, expresada en otros términos, se trata de preguntarse por cómo sería la vida si fuéramos más sabios cuando tenemos que afrontar tantas cosas por vez primera y, en contrapartida, si a las limitaciones de los achaques del cuerpo le correspondiera una mente menos lúcida, que no le exigiera tanto a ese viejo cascarón ni se desperdiciara vanamente.

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El Man, de Harold Trompetero

No divierte, pero tampoco indigna

El título de este texto puede parecer pesimista para con el cine colombiano, pero el miedo a que indigne tiene que ver con muchas de las comedias colombianas de los últimos años, en especial las producidas por Dago García, las cuales generalmente buscan ser un taquillazo en el país a partir de la suposición saber cómo somos los colombianos.

El director de esta nueva película, aunque le ha dirigido películas a Dago García (Muertos de susto), es un realizador que sí trata de diferenciar sus películas de esta línea populista. Lo hizo con una cinta ciertamente respetable como Diástole y sístole, lo hizo con una pequeña obra maestra como Violeta de mil colores, e incluso lo hizo con una película que algunos consideran de ese mismo montón, Dios los junta y ellos se separan, pero que es una cinta más audaz y hasta políticamente incorrecta.

La idea de El Man en principio era buena, esto es, hacer una comedia a partir de lo que podría ser un súper héroe nacional. Sin embargo, si bien es una película con una historia bien contada, una atractiva dirección de arte y con algunos momentos y diálogos realmente cómicos, no funciona del todo bien.

El problema tal vez tiene con la verosimilitud, pues si bien a una comedia no se le debe exigir siempre que sea realista, sí es fundamental que sea verosímil, que le creamos a los personajes y lo que les ocurre según la lógica propuesta por la película.

Mi abuelo, mi papá y yo, Las cartas del Gordo, La esquina o Ni te cases ni te embarques, son verdaderos ataques al buen gusto y al elemental sentido de lo que es cómico. Aún así, muchas de ellas han tenido un éxito que la película de Trompetero parece que no tendrá. “La masa no piensa y tiene mal gusto”, decía Lisa Simpson, y aunque siempre no estoy de acuerdo con esto, en el caso del cine colombiano sí puede ser cierto.
O.O.

Sí señor, de Peyton Reed

Lo cómico del Señor No

Las comedias de Jim Carrey siempre han sido polémicas entre el público y, sobre todo, entre la crítica. Acusado de sobreactuación y de hacer películas fundadas esencialmente en su histrionismo, Carrey ha hecho algunas películas realmente tontas y otras osadas e ingeniosas, pero sin importar a cuál grupo pertenezcan, todas han sido muy populares.

Al margen de la comedia, Jim Carrey ha demostrado ser aún mejor actor. Eso se ha comprobado con películas como El mundo de Andy, El Show de Truman o Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Su seriedad, versatilidad y talento le han dado la legitimidad como actor que muchos quisieron negarle como cómico.

Con esta nueva película el actor sigue demostrando que es bueno en lo que hace, pero la diferencia con muchas de sus otras comedias es que se trata de una cinta inteligente y bien construida, incluso con una idea esencial de fondo válida y seria.

En principio parece una variación de Mentiroso, mentiroso, pues aquí en lugar de no poder decir mentiras, es que no puede decir que no. La diferencia está en que la primera está construida prácticamente sobre ese histrionismo exagerado del actor cuando trata de evitar decir la verdad, en cambio este nuevo filme está hecho de una sucesión de situaciones cómicas e ingeniosas que sirven para contar una historia con un propósito final. Además, también es una comedia romántica, lo cual le da un ingrediente adicional bastante atractivo para el argumento y el disfrute del público.

I.M.

Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen

O el amor insatisfecho

Por: Oswaldo Osorio

altConsterna pensar que cada película de Woody Allen pueda ser su última película. Sobre todo porque lo que más sorprende de su cine es que aún nos siga sorprendiendo, que todavía tenga cosas por decir, esto muy a pesar de sus más de setenta años y cuarenta películas sólo como director. Y es un director norteamericano pero con mentalidad europea, incluso desde hace unos años está haciendo películas en el viejo continente, porque en su país de origen ya no lo comprendían, como a Kubrick y a muchos otros artistas. Y allí en Europa parece que su visión del mundo está más en sintonía con sus personajes y situaciones.

De hecho, la historia que en esta ocasión trae se funda, en parte, en esa diferencia que hay entre ambos mundos y mentalidades, saliendo muy mal librados los estadounidenses, por supuesto. En principio es una comedia romántica como cualquiera, que, como es natural, empieza por el esquema “chico encuentra chica”. Aunque la primera variación sustancial es que introduce a dos chicas, las del título. Y en su presentación se afana por definir la personalidad de cada una de ellas, puesto que es lo que las diferencia, justamente, donde está la propuesta esencial de esta película. 

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Siete almas, de Gabriele Muccino

O la pretenciosa sensiblería

El afiche de esta película lo dice todo: Will Smith en una foto tipo documento de identidad. Es decir, una película vendida por el actor, en principio, y lo que es peor, un actor que ha sido muy eficaz para la acción y la comedia, pero que se le ha dado últimamente por hacer dramas en los que no actúa, sino que sólo fija la mirada y hace pucheros.

La historia es otro cuento sensiblero tipo En busca de la felicidad, de esos diseñados para no dejar ojo seco en toda la sala de cine. Pero esa película al menos era un muy bien armado cuento de superación personal, que es justamente lo que muchos buscan en el cine. Esta nueva película, en cambio, no sólo está mal armada, sino que luego se vuelve predecible y al final artificialmente sensiblera (que no sensible, sutil o emotiva).

El primer problema es que para la media hora inicial el espectador no se ha enterado de nada. Ocultan las intenciones del protagonista y se extienden en una presentación de personajes y situaciones inconexas y aburridas. Cuando se sabe por fin para dónde va el asunto, sigue la retahíla de situaciones entrecortadas y aburridas que dilatan y dilatan ese final anunciado desde la primera escena cuando este hombre reporta su propio suicidio.

Pero lo peor de todo: la película parece contada para hablar de la bondad y generosidad de un hombre para con siete personas, pero desde muy temprano es evidente que lo hace es por culpa, que de no haber sido antes tan insensible y negligente no hubiera ocurrido el accidente y su ataque de “generosoidad” nunca sería posible en su vida. Para colmo, enamora a una pobre desahuciada, aún sabiendo que no podrá corresponderle porque se va a suicidar. Pero mucha gente sigue creyendo que esta es una película emotiva y sensible. ¡Sólo una patraña más de Hollywood para incautos!
I.M.

DIARIO DE ÍÑIGO

Enero 18 de 2009. La ciudad del cine cursi. Interior. Noche.
Nunca voy un viernes temprano en la noche a ver cine, menos si es en época de vacaciones. Pero esta vez las circunstancias así lo quisieron. Sabía a lo que me enfrentaba: muchedumbre, crispetas, celulares, batallar con el codo del vecino, en fin. Pero allí estaba, como hacía muchos años no lo estaba. La película era Crepúsculo, una insólita mezcla de cine de vampiros e historia romántica, con menos sangre y acción (mucho menos horror) que romance y cursilerías. Como la vida de un vampiro, una eternidad, eso fue lo que se demoraron en introducir el conflicto. Y como se sabe, un relato sin conflicto es como un muerto en vida, también igual que un vampiro.

Pero más que lo insufrible de la cinta, me sorprendió la actitud del público. En una película de horror la gente grita, en una comedia ríe, pero en una historia de amor, endulzada hasta el extremo, las reacciones son las más insólitas, desde suspiros en coro que se oyen en todo el teatro, pasando por risitas nerviosas, hasta piropos cada que aparece un galán. No miento, ¡piropos! Parezco burlándome de estas criaturas que tan ingenuamente caen en la trampa de una sospechosa película, pero al mismo tiempo, mi sorpresa es porque confirmo la fascinación que aún el cine, pero sobre todo el rito de verlo colectivamente, despierta en el público. Por eso el cine no va a morir nunca como espectáculo, porque muchos espectadores necesitan esa complicidad con los demás en las emociones que el cine despierta. A mí eso me gustaba, pero cuando tenía diez años.