Glauber Rocha y el Cinema Novo

Brasil en una época de militancia y cine furibundo

Por: Manuel Alejandro Muñoz


Preámbulo

La necesidad de realizar una reflexión sobre lo que nos rodea es una actividad habitual de los artistas y críticos de cualquier época. Glauber Rocha fue un importante director cinematográfico y critico brasileño que desarrolló perspectivas y análisis del contexto sociopolítico de su época, su cine contribuyó a la formación de un movimiento denominado “cinema novo”, el cual se distinguía por el constante reproche y reflexión acerca de los hechos sociológicos entre finales de los 50´s y 70´s, periodo en donde se daba un contexto importante para la cinematografía latinoamericana.

Glauber Rocha en sus ensayos La estética del hambre y La estética del sueño generó una posición acerca de cómo los burgueses y las sociedades europeas percibían el individuo latinoamericano; postuló una teoría de transformación social por medio de lo que él llamó arte revolucionaria. Es importante explorar la vida y obra de Glauber Rocha como referente de las repercusiones que sus puntos de vista y opiniones tuvieron en Brasil y Latinoamérica en aquella época de cambio y revolución.

El Cinema Novo ha sido una tendencia cinematográfica latinoamericana que se ha encargado de generar soluciones y reflexiones a lo que fue llamado como “geopolítica”, esta tendencia ha criticado una realidad que sugiere conclusiones y criticas sobre innumerables problemas sociológicos, problemas de los que se ha ocupado el cine latinoamericano durante muchos años.

Rocha imprimió en sus obras mensajes discrepantes que reflejaban una necesidad por demostrar las particularidades y los problemas de Brasil y Latinoamérica en un contexto global. En sus películas y textos demostró su interés por las cuestiones sociales.

Una manifestación: El Cinema Novo y Glauber Rocha

La expresión de las necesidades e inconformidades sociales era el imperativo en el Brasil de los 50´s. El país estaba asumiendo un cambio sociopolítico en muchos de sus ámbitos económicos, culturales y hasta automovilísticos con aquel proyecto del Autódromo de interlagos (José Carlos Pace) en Sao Paulo. La industria cinematográfica no se quedaba atrás.

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Andrés Caicedo

Una visión suicida; ante una sensación de vida, el cine

Por: Sara Botero jaramillo

Andrés Caicedo encontró en su conflicto personal, la respuesta a la disyuntiva de su literatura, la incomunicación con los otros debido a su problema de tartamudeo, lo llevaron a un mundo de disciplina, allí  se sumergió en su apasionamiento sutil entre la cinefilia y la literatura, en ambas sucumbían todas aquellas proezas que ya desde pequeño había prometido, desde sus 15 años ya era un literato, en el sentido de ser reconocido por varias personalidades importantes de la literatura colombiana, en la medida que fue trascendiendo su corta vida, fue exactamente esa incomunicación paradójicamente la que hizo de la traducción de su lenguaje, una voz joven, opacada por el godismo que se veía en esa época y por el poco apoyo artístico que brindaban en Cali, su ciudad natal, musa incluso, de muchos de sus cuentos, relatos, guiones y novelas.

A medida en la que el cine colombiano avanza a través de la literatura: María de Jorge Isaacs, Aura o Las Violetas, La vorágine, Cóndores no entierran todos los días y otras tantas identitarias de la Colombia pasada, pretenden quizá llenar un vacío existente en el emerger de las realizaciones fílmicas y bibliográficas, Andrés y su pasión por el cine  sofocaron un poco esta esfera fílmica pero desde su cine-club en Cali, donde espectadores caleños ratificaban su talento innato para ser cinéfilo.

Andrés, desde su visión pesimista alentaba la posibilidad inquietante de un drama desmesurado, diluyéndose sobre todo, en experiencias underground, allí dentro de éstas, apelaba a una adolescencia muy “particular” para la época, en donde, si bien es cierto el devenir de criterios innovadores y excéntricos en una rama artística como la literatura, era algo casi que imposible e improbable, adolecer de ciertos criterios conservaduristas en su forma narrativa, lo hizo muy sui géneris para los escritores de ese tiempo en específico.

Dice Sandro Romero “Sus escritos poseían la virtud de la euforia creativa y el afán por el dominio de la técnica y la estructura de un film”  con esta descripción ajustada a su narrativa, se adhiere entonces a una creación rica en elementos cineastas pero también enriquecidos de vivencias sobretodo clandestinas, es el caso de Calicalabozo el libro del recuento de relatos escritos por él, todos estos en el acontecer de la Cali cotidiana, esa Cali en donde lo callejero es lo primero y lo que sigue son puras y no más que irrelevancias maltrechas.

Siempre con esa precocidad reacia al cambio, con esos pensamientos sujetos al presente, a la realidad, al mirar para creer, a la reacción de experimentos, siendo él, el científico chiflado de su historia.

Si bien,  la única creación tangible que tuvo en el cine fue la codirección con Carlos Mayolo, de una película inconclusa en 1971, Angelita y Miguel Ángel, uno de sus escritos, de Unos pocos buenos amigos, en este aspecto también se mantuvo su estilo innato, la prescripción que bordea su personalidad mítica:  la capacidad de establecer criterios propios y sostenibles a través de textos inéditos estructurados de una manera intrínseca, pero al mismo tiempo subordinada a lo que veía en su cine-club de Cali, en donde no sólo tenía la presencia de un crítico con mucha actitud  sino, también una sorpresiva curiosidad que transmutaba de manera recíproca entre sus textos literarios, de cine y sus diarios personales, todos estos ahora, aprehensibles para la ayuda académica de materiales fílmicos.

Lo que más incurrió en su constante crítica del cine tiene que ver con los temas de films norteamericanos, en donde la preocupación principal radicaba en las películas de  horror y de vampiros, también, incurrió en la curiosidad constante del western, el asombro constante de Andrés por el cine norteamericano, lo llevó a la preparación de varios largos y cortometrajes, para ser traducidos luego por su hermana, pero fracasando en su intento por llevarlos al cine Hollywoodense, esto con el argumento de que en Colombia no habían posibilidades de hacer cine. Más tarde Carlos Mayolo y Luis Ospina  se inspiraron en varios de sus guiones para hacer películas como Pura sangre y Carne de tu carne, utilizando todos estas estructuras de vampiros, sangre y horror.

Otro proyecto relevante en la vida de este escritor fue la participación en la revista Ojo al cine, en esta se  dieron a conocer sus variadas opiniones acerca del cine, su “testamento” y unas cuantas cartas, todos estos inconfundibles por la utilización y amaestramiento de un lenguaje nuevo, “fresco” aunque decirlo suene un poco abrumador, esa era la intención principal, representar la jovialidad de su vida, las vidas que habitaban a la suya, la vida de él que habitaba a las otras vidas, y en esta cadena constante de querer encontrar, encontrase en los otros desde su salvajismo (las drogas y los excesos) inspiración constante de sus pensamientos, esos mismos en los que los críticos han encontrado la diatriba para hacer su contestación en contra.

Tanto la literatura como el cine han constituido hoy en día las dos formas principales del relato contemporáneo, la mediación para la narrativa y el texto sean una conservación de sentido en sí mismas, de ahí, la importancia que tiene Andrés en las esferas intelectuales del país, sus aportes van ligados a las rupturas de la brecha de la línea narrativa del cine y la literatura que hasta el momento se convierte en contemporánea, esa diferencia abismal (entre pasado y presente) aporta la posibilidad por ejemplo de trasladar sus realidad al escenario de su cinefilia, como ocurre en los mensajeros donde Cali es transformado en un estudio de cine y sus experiencias son explícitas o como ya se ha mencionado antes Angelita y Miguel Ángel.

Además de una observación  interna a todos aquellos aspectos de la vida de Caicedo, es preciso ajustar que tanto la literatura como el cine son en definitiva nuestros medios intelectuales de identidad, en este sentido, el afianzamiento y la claridad que se evidencian son en sí ese constructo endeble que queda archivado en las bibliotecas y en las salas de estar de otros cinéfilos empedernidos, Andrés muy bien lo apuntaba al decir “ cada gusto es una aberración” pero esa aberración es en sí la realidad metamorfoseada en un aspecto estético, que a fin de cuentas puede traducirse como mejor le parezca a quien lo transforme: Íntimo, mundano, banal, psicológico, ridículo o bello.

“Más de una vez, los cineastas de identificaron con obras literarias que reflejaban las peculiaridades del sentir y el obrar de sus países de origen” esto escrito en Panorama del cine iberoamericano, presume el canibalismo sustancioso de los gustos de Caidedo, quien en el sentido más literal de la palabra en cada vivencia acentuada desmembraba el quehacer en una sustancia deleitosa para los espectadores y ahora adeptos de sus pensamientos suicidas, en los que retrataba el consentimiento de querer morir a los 25 años, según él, vivir más allá de esa edad era una osadía e insensatez, después de su muerte ¡Que viva la música! Puede considerarse como obra póstuma, en esta novela se evidencia sin más,  el inconsciente de todas sus experiencias, desde el cine, utilizando sus elementos descriptivos y netamente en modo zoom para encontrar la sensación exacta en la literatura y la emoción ajustada al vivir del otro.

Una separación, de Asghar Farhadi

Entre la verdad y la justicia

Por: Oswaldo Osorio


En una sociedad en la que jurar con la mano sobre el Corán sí tiene un valor real, la búsqueda de la verdad dice mucho sobre esa moral colectiva condicionada por el islamismo y que, aún así, mueve sus límites, más que por egoísmo o mezquindad, con las buenas intenciones de no herir o hacer sufrir a los seres queridos.

La película ganadora del Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín se nos presenta como una pieza que, apelando al realismo de una puesta en escena simple y eficaz, se cuestiona sobre las negociaciones que, en un país como Irán, se hacen entre la verdad y la justicia. Una verdad sostenida sobre el temor a Dios y a las consecuencias que afectan la vida cotidiana, y una justicia que se aplica sumariamente y no conoce de relativismos.

Lo que en principio y desde el título parece un drama conyugal, toma un inesperado giro cuando Nader y la mujer que cuida al padre de éste entran en una disputa moral y judicial. Él la acusa de haber dejado amarrado a su padre a una cama y tomar un dinero, y ella de haberla empujado y causarle un aborto como consecuencia de la caída. Con estos ingredientes el relato adquiere un moderado tono de thriller judicial (al estilo iraní) y la narración sostiene permanentemente la atención mediante la dinámica de ocultar y revelar los distintos componentes de lo que en verdad sucedió.

A primera vista, lo que está en juego son las consecuencias penales tanto de las acciones de la una como del otro, sin embargo, el director y guionista inteligentemente sabe cómo poner el énfasis en cuestiones más de fondo que tienen que ver con la ética y la moral. Todo esto enmarcado dentro de los lazos familiares, ya por vía de la complejidad de las relaciones conyugales o de la fragilidad con que se sostiene la visión de los padres frente a sus hijas.

Ocultar los hechos, mentir o decir la verdad. Todo esto es posible que se presente entre las personas envueltas en los sucesos, pero no se puede tomar partido ni tener preferencias o rechazo por alguno de los protagonistas. Y esta es otra de las virtudes de esta cinta, la forma como el director expone la naturaleza de sus personajes, quienes verdaderamente quieren ser honestos y correctos, pero la complejidad de la vida y las relaciones sociales no entiende solo de buenas intenciones, mucho menos la justicia.

Una historia originada prácticamente en una cadena de malos entendidos, aunque también de emociones precipitadas y orgullos vanos, donde los personajes son víctimas de accidentales circunstancias, pero que igual los obliga a tomar unas decisiones de orden moral que los pone en entredicho y en evidencia frente a su familia y la sociedad. Ahora, cuando tal vez se solucione este problema, habrá que enfrentar de nuevo la separación, la que todo lo inició.

La enfermedad terminal en el cine

Por: Luz María Moreno Hernández  – Juan Sebastián Velásquez

La muerte no nos roba los seres amados.

Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo.

La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.

François Mauriac (1905-1970) Escritor francés.

La enfermedad terminal no es un asunto exclusivo del cine, pues el deterioro de la calidad de vida en las sociedades modernas y tecnológicamente “desarrolladas” ha llevado a que las condiciones de la salud se vean expuestas a múltiples amenazas y a qué miles de personas se encuentren en la batalla final entre la vida y la muerte, y en este contexto toma mucha importancia las películas que tratan esta temática, que ahora no sólo presentan trágicas situaciones de sufrimiento y agonía, si no que exhiben nuevas propuestas a los espectadores, dan interesantes giros temáticos en el manejo de la enfermedad y la preparación para la muerte, pero sobre todo permiten que el público se identifique con las realidades que en él se plantean.

Así es como el cine ha puesto a disposición del público una fuerte carga emocional representada en el  impactante tema de las enfermedades terminales, duelos y muertes, muchas de ellas acompañadas de tendencias ideológicas; en este contexto encontramos algunas como Camino de Javier Fesser,  Mar adentro de Alejandro Amenábar y La decisión más difícil de Nick Cassavetes además de otras tantas que lo tienen como tema principal de su argumento Elsa y Fred de Marcos Carnevale, Mi vida sin mí de Isabel Coixet y The Bucket List de Rob Reiner. Finalmente en esta categoría quedan algunas que si bien tratan el tema, se quedaron en la comedia romántica típica, con un tratamiento muy superficial de la temática y cuyo fin está más orientado al entretenimiento, algunas de estas son Dulce Noviembre de Pat O’Connor, El último regalo de Michael O. Sajbel y Carta a Dios de Eric-Emmanuel Schmitt.

Las enfermedades en estas películas son abordadas con la trascendencia que su público actual lo exige, al menos en la mayoría, obviando un Dulce Noviembre tal vez. El enfoque común es la vida, la muerte y el amor, aunque lo abordan desde distintas perspectivas, como la religión, los sueños y el deseo de libertad para elegir.

La mayoría de estas películas ofrece una serie de giros y de símbolos diversos que enriquecen la propuesta y dan lugar a historias que atrapan y que impactan las emociones del espectador. Presentan una misma realidad de maneras diferentes.

La muerte ha sido un tema universal en el cine, pero más que la misma muerte, el duelo se convierte en el argumento de fondo, pues el transcurrir de la enfermedad en medio del dolor, de las clínicas o habitaciones desoladas y de los seres amados que sufren por la pérdida inminente del ser querido, son el centro de la propuesta audiovisual y literaria. El hecho de la pérdida material supera la capacidad de comprensión humana y marca inevitablemente el final de la vida, y es esto lo que se muestra en los film.

En estas tramas,  más exactamente en La decisión más difícil, se hace evidente el duelo y el apego de la madre como la verdadera causa de sufrimiento, pues en la medida que hacemos un equipaje de afectos y necesidades, más difícil resulta enfrentarse al proceso de la muerte sin sufrir la angustia que este supone. Y pese a que este film en particular, logra confundir al espectador frente a un problema de ética médica, debido a la niña que se niega a seguir poniendo su vida en riesgo para salvar la de su agonizante hermana, aún siendo concebida con ese fin, al final se puede ver realmente el trasfondo del argumento: una familia destruida, unos hijos olvidados y una pareja separada a causa del profundo apego de una madre que centró todo el sentido de su vida en la protección de su hija con enfermedad terminal, olvidando por completo las necesidades de los demás personajes involucrados en la temática.

De acuerdo con la teoría del apego, desarrollada por el psiquiatra británico John Bowlby[1], “los seres humanos establecen fuertes lazos afectivos con otros sujetos y estos provienen de la necesidad de protección y seguridad que se desarrollan a temprana edad y cuanto mayor es el potencial de pérdida, mayor es esta reacción”; y por esto cuando más se intenta retener a la persona en condición terminal, se desarrolla un sentimiento de fracaso y aparecen reacciones como el rechazo, la apatía y la desesperación. Y esto se evidencia en Mar Adentro, cuando la familia, los amigos, la misma iglesia y el Estado se oponen a la muerte de un hombre que no encuentra en su enfermedad nada más que una motivación para morir, pues tras el trágico accidente que le deja parapléjico, él solo desea liberarse, siendo este el significado de muerte, mientras para todos lo que le rodean es un absoluto crimen contra su propia existencia.

En este punto, el espectador es llamado a una reflexión sobre el tema de la eutanasia, que podríamos describir en un interrogante de la misma película: “¿Dónde está escrito que estás obligado a vivir?”. Y deja abierta la posibilidad al público para tomar partido según sea su posición con relación al tema.

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Víctor Gaviria

Realidades inmersas en narraciones mordaces

Por: Andrea Carolina Guerra Posada


“Hay muchas clases de reinos. Entre los más pobres hay algunos que superan a los demás en pobreza, llevan con una alegría inusual su saco y su sombrero agujereados, su espíritu a prueba de todo resplandece con el simple paso del tiempo…”

Este pequeño fragmento del poema “La novia que no duerme” de VíctorGaviria resume lo que es el cine para él, un cine que llego por accidente cuando el solo quería ser escritor. Un cine lleno de realismo y soberbia. En medio de la porno miseria, del cine de realidad de JoséArzuaga y de los inicios de los grandes carteles del narcotráfico en Medellín nace el cine realista de VíctorGaviria quien ve en el cine otra forma de conocer y comunicar la realidad de un país excluyente, sumergido en la indiferencia. Hablar del cine de VíctorGaviria es hablar de compromiso social, actores naturales, de lenguaje parlache, camaradería y locaciones auténticas.

Algo evidente y muy natural en el cineasta VíctorGaviria es el hecho de sumergirse en un proceso de investigación intenso en el que descubre todos los inconvenientes que viven a diario sus protagonistas, en ese camino largo y turbulento en el que andan. Víctor. De esas experiencias o existencias a documentar saca las bases en las que construye sus nuevas historias, es por ello que muchos le acusan de realizar documentales en vez de argumentos, muy a pesar de todo esto el sigue viviendo miles de horas con los protagonistas, miles de horas siendo su amigo y viviendo como ellos. Y esto indudablemente se ve reflejado en esos filmes honestos, intensos, verdaderos y llenos de vida propia, que realiza. Para VíctorGaviria el guion tiene que estar ensamblado en la investigación de campo, en la que se desarrolla un constante dialogo que lleva a la cocreación directa y permanente de la película. Si hay algo que Víctor Gaviria logra con propiedad es ese trabajo al interior de los personajes, desde el exterior, en el que todo detalle es importante, ya que le da un sentido de realidad y, sinceridad [1]

Para VíctorGaviria un actor natural es aquel que lleva su vida acuestas y que la adhiere a todas las actividades que realiza sin necesidad de que alguien lo pueda constatar. Un ejemplo de esto es la utilización de palabras o frases propias de los actores al interior de la película, frases como “esas no son penas”, o como decían en Rodrigo D (1990), “normal”, o la de La vendedora de rosas (1998) “para qué zapatos si no hay casa” Son expresiones que tienen significado, y que son respuestas a una realidad social y vivencial. Es por esto que los actores naturales de Víctor Gaviria siempre están expuestos a puntos medios no parecen ni muy buenos ni muy malos, Mas bien se encuentran en ese punto gris en el que a la final todos nos paramos.

En el afán de huir de ese racismo o clasismo intelectual en el que la mayoría de veces se ve envuelto el cine colombiano, Víctor Gaviria ha creado un cine de realidad en el que los actores pueden ser unos pobres y unos arrastrados, pero tienen mucho poder [2] el poder que les da este en ese universo propio que les crea. Gracias a esto y a muchas cosas másVíctor Gaviria ha logrado un sello y un estilo propio que con el tiempo fue reconocido, en el que la conjugación de los elementos apropiados hace de la obra de Gaviria un legado sólido y maduro.

VíctorGaviria desde sus inicios ha mostrado el profundo inconformismo que siente alrededor de la sociedad desigual y burgués del país, especialmente de la sociedad medellinense que siempre está alardeando de progreso, tradición y bonanza, cuando en realidad en sus calles hay pobreza, vandalismos y exclusión. El principal reflejo de esto es su opera prima Rodrigo D: No futuro en la que le da una cachetada a todas esas promesas y creencias de un futuro mejor, mostrándonos a un grupo de jóvenes anarquistas que no creen en nada, que no tienen ni Dios ni ley, que lo único que esperan es el momento de morir. Rodrigo D, es una película de desesperanza, de rupturas y caos. La vida para estos jóvenes amantes del punk consiste en poseer un arma, una mujer y ropa de moda, vivir disfrutando de todo esto hasta que llegue el día del adiós final, de un adiós esperado con valentía y gozo.

En un país donde las clases dominantes son las que tienen la última palabra, “Rodrigo D: No futuro” quiso ser desechada pero muy a pesar de esto consiguió no solo ser aceptada por los organizadores del festival de cine de Cannes sino por el curador de la sección de cinematografía del museo de arte moderno de nueva york.  Evidentemente por más que las clases dominantes estuvieran revueltas ya no podían hacer nada, porque Rodrigo D: No futuro no solo era un éxito de Gaviria sino un éxito de la cinematografía colombiana, en la que se hablada de la realidad de Medellín una ciudad  aparentemente pujante y progresista, que en sus calles y comunas esconde una profunda cultura desconocida para la mayoría, la cultura del “No futuro” tapada por ideales e intereses políticos. Este fue el gran dilema de Gaviria al atreverse a mezclar realidad social con política y anarquismo sin delimitar el lenguaje cinematográfico utilizado, es por esto que no se puede saber a ciencia cierta que es Rodrigo D: No futuro, si un documental, un testimonio o un argumental. Lo que sí es evidente es la importancia de esta nueva dramaturgia que plantea Gaviria a lo largo de su obra.

Continuando con el cine polémico y de contenido de Víctor Gaviria aparece ante nuestros ojos  La vendedora de rosas (1998) una historia bañada de pueblo, niños y calle. En la que se cuenta la historia de Mónica, una niña de 13 años golpeada por la soledad quien se encuentra la mayor parte del tiempo en la calle, compartiendo este espacio y sus vivencias con otros de su misma edad. Mónica decide vender rosas en la ciudad de Medellín un día antes y durante la noche de navidad, por cosas del destino esta hermosa niña de 13 años se topa con un borracho que le obsequia un reloj, el cual a grandes rasgos termina siendo el causante de su muerte.

Esta película hecha como la anterior con actores naturales, permite ver la espontaneidad de la realidad en que se desenvuelven los protagonistas. Partiendo de su lenguaje (el parlache), la significación de su entorno, su modo de vestir, de pensar y contradecirse. Permiten evidenciar esa cultura sumergida dentro de los muros y las calles, esa cultura que aún nos negamos aceptar y que podemos palpar en el destino trágico de los actores que intervinieron en la obra, esos que terminaron muertos, encarcelados o en el olvido.

Después del flamante éxito de la vendedora de rosas Víctor Gaviria decide explorar el fenómeno que en últimas era el trasfondo de las películas mencionadas con anterioridad. El fenómeno del narcotráfico. Sumas y restas (2005) Es una película que paradójicamente y muy a pesar de su temática no enfrenta policías ni ladrones, y en la que casi no hay derramamiento de sangre. Es una película que se centra más en mostrar los matices culturales y en ese cambio de vida que surge al involucrarse en el negocio de la droga. Logrando todo esto a través de personajes de bajo perfil y basándose en la historia real de un amigo, Víctor Gaviria obtuvo como resultado una película honesta que habla de esa búsqueda de las cosas que nos han confundido el camino, del cambio de los códigos y valores al deseo tortuoso por tener cada vez más y más dinero, sin importar nada más que ese deseo.

La naturaleza sensible de Víctor Gaviria, sus ojos de poeta, su conciencia social fuertemente arraigada, y el enfoque antropológico y sociológico que le da a su trabajo facilitan a través de la etnografía la creación de dichas obras majestuosas llenas de realismo y pureza con las que a lo largo de los años nos ha venido sorprendiendo, no sabemos a ciencia cierta cuálserá su próximo acierto o si simplemente desatinara lo que sí es seguro es que en su próxima película se verá reflejada nuevamente ese compromiso que tiene con la realidad en la que en este país todos estamos inmersos.

Diario de un seductor, de Bruce Robinson

Sostenidos de una botella de ron

Por: Oswaldo Osorio


Una vez más los comerciantes que titulan las películas en español yerran o engañan con su versión. The rum diary (Los diarios del ron) la única “seducción” que propone es la de los diálogos ingeniosos y el poético atractivo de quienes viven al margen, flirteando con la vida bohemia y las causas perdidas. De eso va esta estimulante cinta: más que de un galán se trata de un desheredado de la fortuna, más que de amor habla del desconcierto frente al mundo.

Esta es una película del escritor Hunter S. Thompson y del actor Johnny Depp, el uno como inspirador de un estilo de vida y una forma de ver y describir el mundo asociados con la contracultura, y el otro como un fanático de ese estilo y de esa visión. La conexión entre estos dos personajes se dio con ese fascinante filme titulado Miedo y asco en las vegas (Terry Gilliam, 1998), basado también en el escritor e igualmente protagonizada por Depp.

Los diarios del ron (llamémosla así para no seguirle haciendo el juego a los comerciantes que quieren engañar a las fanáticas del buen Johnny) se puede considerar como un antecedente de la película de Terry Gilliam, y en esa medida se debe entender a su protagonista, esto es, como un alter ego de Hunter S. Thompson que apenas se nos presenta como el germen del irreverente y trasgresor escritor y periodista que terminara suicidándose en 2005, el mismo que es descrito en todo su ímpetu y excesos en el documental Gonzo : Vida y hazañas del Dr. Hunter S. Thompson (Alex Gibney, 2008).

En 1960 este alter ego, Paul Kemp, era apenas un timorato escritor que no había encontrado su voz y, en cuanto las drogas y el alcohol, apenas “se encontraba en la parte más alta de los bebedores sociales”. Todavía su fiereza y su genio con las palabras no habían terminado de aflorar, por eso, justamente, esta cinta propone lo que sería la génesis de esa transformación. Es en ese momento y en el paradisiaco Puerto Rico donde este escritor decide ir a contracorriente y luchar siempre contra los “bastardos”, es decir, contra los hombres del sistema.

El relato tiene el orden y la estructura propios de dos periodistas gringos que viven medio ebrios bajo el sol caribeño. Por eso su narrativa puede parecer dispersa y algo desvertebrada. Pero si uno se sintoniza con esa actitud de desorientación existencial y la errática búsqueda vocacional del protagonista, puede comprender y hasta disfrutar los tumbos que da el relato. Además, el guion está finamente aparejado con unos diálogos agudos y divertidos, así como con unos personajes secundarios que de lo pintorescos y bizarros por momentos se antojan postizos, aunque no por ello menos encantadores.

No se trata tampoco de un filme sólido e inolvidable, sino que debe asumirse como lo que es, un tributo que Johnny Depp le hace a su amigo Hunter S. Thompson y a su estilo (de escribir y de vivir). El resultado es un desenfadado relato que juguetea con las palabras y con el sentido de las cosas, y que desde el fondo de un vaso de ron hace una idealista declaración de principios que anhela un mundo mejor.

Habemus Papam, de Nanni Moretti

Con seria irreverencia

Por: Oswaldo Osorio


El cine fantástico (pero aquel que no solo se interesa por el entretenimiento) plantea una “realidad otra” para comentar nuestra realidad, para decir algo de ella de manera indirecta pero con mayor fuerza poética o metafórica. Esta película es una suerte de fantasía, aunque no la de un director de cine de género que nos quiere trasladar a mundos de magia o de ciencia ficción, sino la fantasía de un ateo, pero de uno que, aún así, cree en el papel de la Iglesia como una de las guías del mundo.

La fantasía parte, inicialmente, de la posibilidad de que antes de ser anunciado el nuevo Papa, éste tenga un ataque de pánico por el peso de tal designación. Este planteamiento es en parte un divertimento para burlarse un poco de ciertas instancias y propiedades de la Iglesia y los clérigos, pero también, y sobre todo, una excusa para sugerir entre líneas asuntos más de fondo, no solo sobre esa institución sino sobre el mundo actual.

Las dudas de este Papa pueden ser las mismas de Cristo. Pero lo importante aquí es leerlas en relación con este mundo en que vivimos. Y ese es el primer dardo envenenado de Moretti contra esta entidad religiosa: sembrar la duda en hombres a quienes los define la fe. Y si duda el hombre de mayor fe, el elegido por Dios a través de un colegio de cardenales, ¿Quién está exento de dudar y cuán mal andará el mundo de hoy?

Por otro lado, si la fe no tiene las respuestas, tal vez las tenga la razón. Entonces Moretti continúa aún más insidioso y propone al sicoanálisis como la solución. Esto le sirve para contrastar razón y fe, para darles la oportunidad de que cada una dé sus argumentos, pero también para ridiculizarlas un poco y poner en evidencia sus limitaciones. Tal vez para sugerir que puede ser más fácil encontrar las respuestas con la unión de ambas, dejando a un lado los dogmas y fundamentalismos.

Ahora, en lo que se refiere a la acción y la trama, el relato propone un bien diferenciado contrapunto. Por un lado está el confundido Papa vagando y cavilando por las calles de Roma, y por otro el colegio de cardenales en una espera que termina en asueto. Así, mientras el uno aparece aplastado por el peso de sus angustias y dudas espirituales, en los otros es el cuerpo el que toma la preeminencia y se abandonan a prácticas más ligeras y terrenales.

Y tal vez en la descompensación de este contrapunto es donde esté la mayor debilidad de esta película, pues el tono reflexivo del conflicto que vive el Papa, y en especial lo significativo de sus dilemas en relación con quien es y lo que representa, se impone ante el tono farsesco de los cardenales jugando cartas y voleibol, así como ante la ruidosa presencia del sicoanalista entre ellos. De ahí que algunos pasajes de este segundo componente argumental se antojen absurdos y disparatados, a veces para bien (por vía del humor y la irreverencia con toda esa sacralidad), a veces para mal (con momentos verdaderamente salidos de tono e innecesarios).

Nanni Moretti es un director que rara vez defrauda y que sorprende con su versatilidad y la originalidad de sus propuestas. En esta cinta la posibilidad de sorprenderse es inevitable. Nos propone lo impensable pero para obligarnos a pensar en asuntos importantes. A veces disparatada e irreverente, otras profunda y grave, esta historia nos da el golpe de gracia con un final más sorprendente y desolador aún, para que, de verdad, nos pongamos a pensar. Y luego de pensar bien y ser realmente conscientes de las implicaciones de ese final, este puede resultar más terrorífico que cualquier película del cine fantástico.