Homo botanicus, de Guillermo Quintero

El jardín infinito

Oswaldo Osorio

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Ante la mención de la categoría de Cine científico, es posible encontrar reticencias por lo áridos que puedan parecer sus contenidos y tratamiento. Y si bien esta película podría entrar en esa categoría, decir que es un filme científico sería encasillarlo y tal vez restarle posibilidades con el público por las mencionadas reticencias. Esta película es un documental, y punto, con todo lo que implica este tipo de discurso: esa fascinación por unos temas y sujetos que sabe transmitir al espectador, su tratamiento creativo de una realidad y, a fin de cuentas, el relato de una historia contada con inteligencia y pasión.

Como ya es bastante habitual en el documental contemporáneo, el director hace parte de ese universo del que quiere dar cuenta. Guillermo Quintero antes hacía esa labor  que sus dos personajes desarrollan durante toda la película: internarse en los bosques nativos de Colombia y recolectar muestras de especies vegetales para su clasificación. Ahora regresa a su antiguo maestro, ya trabajando con otro discípulo, y los sigue por la espesura de la naturaleza en esa tarea que él mismo califica como infinita y que, incluso, cuestiona lo necesaria o inabarcable que puede ser.

Pero si en algún momento hay dudas, estas se empiezan a despejar con el compromiso, comprensión y casi cariño con que el director expone finalmente, con su propia voz incluso, esa ingente labor a lo largo de su relato. Sin mucho alarde en su concepción visual y su montaje, la película sigue de cerca y juiciosamente a maestro y discípulo en sus funciones de botánicos entregados y apasionados. Entonces el espectador puede empezar a comprender ese universo y sus dinámicas, justamente, a partir del entusiasmo de estos dos hombres, o más bien tres, si se cuenta al director.

El relato también pone en evidencia, de distintas maneras, ese sentido último que tiene la existencia humana: la transmisión del conocimiento, ya por vía del rigor en el trabajo de recolectar y clasificar especies de los botánicos desde Humbolt hasta el joven aprendiz de este documental, o a partir de la relación entre los dos personajes de esta película, en la que hay una armonía y una dinámica de cambios de estados entre la verticalidad, por la transmisión de ese conocimiento, y la horizontalidad, por el colegaje en que trabajan y la entrega a esa labor que los une.

La sinopsis de esta película y su posible clasificación dentro del Cine científico podría hacerla parecer un producto cinematográfico poco atractivo, por lo especializado y específico de su tema, incluso por la naturaleza de sus dos protagonistas, pero el caso es que con este material su director, seguramente por esa mencionada cercanía, es capaz de construir un relato envolvente y hasta revelador, así como dar cuenta de unos personajes con los que espectador inevitablemente empatiza  y hasta pude llegar a sentir admiración.

El cuento de las comadrejas, de Juan José Campanella

Del cine, la vejez y la muerte

Oswaldo Osorio

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Las comedias negras siempre se agradecen, sobre todo en estos tiempos de corrección política en el cine comercial, porque sí, este director argentino, con todo su oficio y talento, en sus últimas películas (El secreto de sus ojos, Metegol) ha buscado el beneplácito del público, aunque sin hacer grandes concesiones, al contrario, ha logrado piezas con un buen equilibrio entre el cine de entretenimiento y un cine con muchas virtudes cinematográficas. Y no es que esto sea incompatible, pero sí suele ser difícil de conciliar.

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Rocketman, de Dexter Fletcher

Solo quiero que me amen

Oswaldo Osorio

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“No es un biopic, es una fantasía musical”, dijo Taron Egerton, el actor que interpreta a Elton John en esta película sobre la vida del célebre cantante. Pero en realidad, se trata de las dos cosas, una biografía cinematográfica y un musical con las características de ese género caído en desuso hace décadas y solo revisitado eventualmente. Y es justo esta combinación lo que puede diferenciar a este filme de otros biopics que recurren una y otra vez a los mismos esquemas, que se quedan en el plano expositivo de los hechos y donde se echa de menos la creatividad.

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Dos películas colombianas

Amalia y El Piedra

Oswaldo Osorio

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La diversidad del cine nacional está representada en dos películas que coinciden en la cartelera pero que son opuestas en muchos de los aspectos que las definen: Amalia, de Ana Sofía Osorio, y El piedra, de Rafael Martínez. La primera es una historia de mujeres, se desarrolla en Bogotá (aunque con producción caleña), de bajo presupuesto y precisa en su puesta en escena; mientras la otra es una historia de hombres, en Cartagena, con un presupuesto que se refleja en su buena factura, pero con titubeos en su guion y actuaciones. Continuar leyendo

La casa de Jack, de Lars Von Trier

Un arte extravagante

Oswaldo Osorio

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Esta es la película de un sádico, y tal vez hay que decirlo por doble partida, por el protagonista de la historia y por el director del filme. El primero, es un asesino en serie con trastorno obsesivo compulsivo, y el segundo, un autor que parece disfrutar creando unos personajes que violentan al espectador, cuando no es que él mismo somete a todo tipo de vejámenes a sus personajes. Juntos hacen una película violenta y casi obscena, por un lado, pero reflexiva, inteligente y atractiva, por el otro. Continuar leyendo

Las dos reinas, de Josie Rourke

Poder femenino

Oswaldo Osorio

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El cine sobre la historia de las monarquías europeas, centrado en las intrigas palaciegas y las luchas de poder, puede ser harto reiterativo y predecible luego de la interminable lista de películas que se han hecho al respecto. Y ni se diga si el espectador, por sus conocimientos generales de historia, ya sabe de qué va su argumento. Es por eso que cada película de este tipo debe proponer un valor agregado que la diferencie de tantos y tantos títulos con las mismas dinámicas. Esta película, efectivamente, de cierta forma lo propone. Continuar leyendo

El silencio del río, de Carlos Tribiño Mamby

La violencia que flota inerte

Oswaldo Osorio

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El río de las tumbas es una de las películas más importantes de la historia del cine colombiano, en ella, Julio Luzardo, su director, da cuenta de uno de los principales gestos que define las muecas de la violencia de nuestro país: los cuerpos de las víctimas que son arrojados a los ríos y la advertencia que hacen a la gente que, con miedo e impotencia, los ve pasar a lo largo de las riveras. Continuar leyendo

Burning, de  Lee Chang-Dong

Como ver arder un triángulo

Oswaldo Osorio

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Hace casi una década, este ahora prestigiado director coreano hizo una película titulada Poesía (2010). En ella trató de explicar, con palabras, imágenes y por medio de su protagonista, lo que podría ser la definición y expresiones de este sublime y sutil arte. Lo consiguió solo parcialmente, pues tal empresa resulta difícil y hasta pretenciosa. En este, su siguiente filme, de nuevo se ven sus intenciones de crear poesía con sus imágenes, con la relación entre sus personajes y el tono de las situaciones que propicia. Y otra vez se antoja pretencioso y su objetivo solo se cumple parcialmente. Continuar leyendo

Guerra fría, de Pawel Pawlikowski

Porque el desamor conmueve

Oswaldo Osorio

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Desde Abelardo y Eloísa, pasando por Romeo y Julieta, hasta llegar a Titanic, las historias de desamor siempre han vendido, pues resultan tan fascinantes y entrañables como las de amor. Tal vez sea ese masoquismo agazapado que tantos llevan dentro o la idealización romántica de los sinos trágicos, quién sabe. El caso es que de Polonia llega esta otra historia de desamor, acompañada del nombre de un director que ya cuenta con algún prestigio, melancolizada aún más con una bella banda sonora y con el tufillo “indi” que le da el ser de época, cuadrada en su formato y con un acabado en blanco y negro. Continuar leyendo

Escuela de Crítica de cine de Medellín

Publicación virtual

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La crítica de cine no tiene, al menos en Colombia, la posibilidad de algún tipo de formación más o menos formal que vaya más allá de algún curso o seminario dictado por entidades culturales de forma esporádica y sin continuidad. Los críticos de cine normalmente son autodidactas o, cuando más, derivan este oficio de su formación como escritores, comunicadores o periodistas. De hecho, la crítica de cine ni siquiera está contemplada en alguno de los contenidos de las materias teóricas en los programas de cine o audiovisuales. Continuar leyendo