La civilización en tinieblas
Por: Oswaldo Osorio
Cierra los ojos y verás, decía el pensador francés Joseph Joubert. Pero está sugerente máxima, que hace referencia a la lucidez y al entendimiento, está muy lejos de ser asumida debidamente por todas esas personas que en esta película quedan ciegas. Aquí, no ver, es sinónimo de oscuridad total, de la vista y el entendimiento. Esa oscuridad en la que están sumidos todos es tomada por Fernando Meirelles (en su adaptación de Ensayo sobre la ceguera, del Nobel José Saramago), tanto como para crear una trama contada en clave de dramático thriller, como de alusión a la vulnerabilidad de la naturaleza humana y su civilización, la física y la moral.
La verdad es que el esquema que propone, tanto la fuente literaria como el filme, es harto conocido, esto es, poner a un grupo de personas, representativas de la sociedad, en una situación extrema y luego dejar que se desarrolle el drama producto de la tensión existente entre esas otras dos máximas, una que dice que el hombre es malo por naturaleza (Hobbes) y la otra que afirma que es bueno pero la sociedad lo corrompe (Rousseau). El señor de las moscas, de William Holding, es el referente más cercano, pero con el drama adicional de tratarse de niños.