O la historia de las dos Alicias
Por. Oswaldo Osorio
A pesar de todas las adaptaciones que se han hecho del clásico de Lewis Carroll, empezando por la magnífica cinta animada de Walt Disney (1951), es con esta nueva versión que se conjugan dos elementos que potencian su fuerza imaginativa y su fascinante universo fantástico: el director Tim Burton y el desarrollo de la imagen digital. Porque con el talento y la retorcida imaginación de Burton y las posibilidades visuales sin límites que brinda ahora la tecnología, el País de las maravillas y sus personajes se presentan ante el público de una manera nunca antes vista, y que además es complementada por el formato en tercera dimensión.
Lo primero que hay que aclarar es que la película está basada en la combinación de los dos libros que Carroll escribió sobre el personaje, esto es, Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (1865) y A través del espejo y lo que Alicia encontró allí (1871). Es por eso que el argumento y los personajes se hacen familiares en muchos pasajes, pero también sorprenden en otros. Fue una afortunada decisión que le permitió a Burton ser original con una de las historias más conocidas de la historia de la literatura.
El asunto fundamental aquí, entonces, es el encuentro de este singular director con la popular obra. El relato de Carroll le proporciona un universo justo como los que le son afines a Tim Burton. La particular visión del cineasta se caracteriza por combinar lo fantástico con lo macabro, también por su gusto por los mundos puestos de cabeza, la locura inofensiva y los personajes y criaturas nobles e inocentes, que no ingenuos, pero sí con un aspecto y comportamientos bizarros e inquietantes. Todas estas propiedades coinciden con la obra, por eso la alquimia de este material es evidente, y el espectador asistente a un espectáculo visual llamativo y fascinante, a un vuelo de la imaginación estimulante y sugestivo.