Bolt

¿La última novedad tecnológica?

Hacía bastante tiempo que no se veía una película en tercera dimensión en la ciudad, por eso el estreno de Bolt ha sido una grata sorpresa y una fascinante experiencia. Pero en esta noticia con tintes de novedad hay muchas cosas que precisar.

Lo primero es diferenciar la 3D que es un efecto óptico y la 3D que se consigue con la imagen digital. La primera existe desde 1915, tuvo su momento de gloria en los años cincuenta y es esa en la que se usan unas gafas de colores y que dan la sensación de profundidad, unas, o de que las cosas se salen de la pantalla, otras. La otra es la llamada animación en 3D (Toy Story, Buscando a Nemo), para diferenciarlas de las animaciones en 2D, como las clásicas de Disney, por ejemplo.

La segunda precisión es que Bolt es una película en 3D en ambos sentidos, es decir, como animación digital y como efecto óptico. Pero lo principal es que no es el efecto de siempre, con las agotadoras gafas de cartón y con un lente verde y el otro rojo, sino que es una nueva tecnología que usa lentes polarizados y unas gafas más cómodas, de manera que no cansa ver un largometraje.

La tercera precisión es que no se trata de una más de las escasas películas en 3D que se hacen cada tanto, porque en realidad se producen muchas películas con esa tecnología cada año, sólo que a Colombia nunca nos llegan esas versiones. Es por eso que películas como Matrix, El señor de los anillos, Harry Potter, El Hombre araña, Piratas del Caribe y la mayoría de las grandes súper producciones, aunque tienen su versión en 3D, por cuestiones de  costos, en nuestro país las vemos aplastadas en la pantalla en sus menos espectaculares dos dimensiones.

Aclaradas las cuestiones técnicas, sólo basta celebrar lo divertida e ingeniosa que resulta esta nueva película. Aunque habría que decir que el hombre que está detrás de los estudios Disney, John Lassetter (el mismo que lo inició todo con Toy Story), repitió la fórmula de su primera película. Si se comparan los personajes de Buzz Lightyear y Bolt, así como sus conflictos, se podrá ver que tienen el mismo planteamiento, y consecuentemente, muchas  similitudes sus historias. Pero aún así, vale la pena pagar la costosísima entrada. Al menos quedan las gafas como souvenir, seguramente las primeras de muchas que vamos a tener, porque se avecina una avalancha de cine en 3D.
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El cine de culto

Tim Curry en The rocky horror picture showEntre la carencia y el exceso

Por: Oswaldo Osorio

Si hay una película que de lo mala resulta fascinante, otra que casi nadie vio el día de su estreno y ahora la estudian en las universidades o una más que excede todos los límites de la cordura, el mal gusto o la desmesura, eso es cine de culto.

Pero habría que precisar que la condición de su existencia está dada por los “cultistas”, un raro tipo de cinéfilo a quien no sólo le apasiona el cine como arte o como experiencia emocional, sino también como icono visual susceptible de ser adorado, celebrado y mitificado.

The rocky horror picture show (Jim Sharman, 1975) es una exuberante historia de rock y horror (blando) protagonizada por el Dr. Frank N. Furter, un científico loco travesti de otro planeta. Se trata de uno de los ejemplos más populares y representativos del cine de culto: por sus excesos, porque se sale de todo molde conocido hasta entonces y porque sus proyecciones a media noche en las salas de arte han sido una literal celebración del rito del cine en general y de las imágenes y la música de esta película en particular, pues los asistentes no se conforman sólo con verla, sino que también se visten como sus personajes, asumen roles y cantan y bailan al unísono con las imágenes de la pantalla. Este ritual se puede repetir a la semana siguiente o al mes siguiente y así desde hace un cuarto de siglo.

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Muerte sí, tetas no

La torpe e irrespetuosa censura a la que el canal RCN sometió a sus dos películas de un sábado en la noche, es una prueba de dos de los tantos males de Colombia: la doble moral y la mala televisón.

 

 

Un país en donde, en los más o menos veinte noticieros diarios que emiten los distintos canales, es moneda corriente ver historias de asesinatos, masacres, secuestros y violaciones a menores, resulta absurdo cómo la censura parroquiana y de doble moral se empeña en no permitir imágenes relacionadas con el sexo, ya sea desde una teta, pasando por una mujer semidesnuda sobre una cama llena de dólares, hasta -mucho menos- un menage a trois con coito masculino de por medio.

La censura siempre ha existido en el cine y la televisión, pero como ocurrió en el Hollywood del Código Hays,  ésta llegó incluso a servir para aguzar el ingenio de los realizadores al decir y mostrar lo innombrable de las más estimulantes formas. Sin embargo, la censura que mutila la obra original es la de peor calaña, como cuando en la España franquista cambiaban los diálogos en el doblaje o cuando en Cinema paraíso el cura tocaba la campana para condenar al fuego purificador los fotogramas obscenos o lascivos.

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