Cómo será la ciudad y la vivienda poscovid
Con el debilitamiento del coronavirus en el mundo, el urbanismo re-piensa las ciudades en pro de la salud.
Periodista de la Universidad de Antioquia. Al igual que Joe Sacco, yo también entiendo el periodismo como el primer escalón de la historia.
A lo largo de la historia moderna se ha visto cómo luego del paso de las más graves epidemias y pandemias, nuevos modelos urbanísticos se imponen en el diseño de ciudades, haciendo que esta disciplina de la Arquitectura sea tan trascendental para la salud como los mismos aportes médicos.
Y como la pandemia de la covid-19 no es la excepción, los urbanistas y arquitectos ya piensan como serán esas viviendas y ciudades de la pospandemia, teniendo en cuenta que la crisis del coronavirus también mostró las falencias de las urbes y su desigualdad e insostenibilidad, en lo económico y lo social.
Así lo ratifica Armando Arteaga, arquitecto, doctor en Urbanismo y profesor de la Universidad Nacional sede Medellín, quien señala que en Colombia cerca de 18 millones de personas no tienen condiciones óptimas de calidad residencial.
La ciudad de la pospandemia
Según Alejandro Restrepo Montoya, doctor en Ingeniería y Arquitectura, y profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana, la pandemia dejó grandes lecciones. Una de ellas es que las ciudades, como Medellín, requieren más espacios públicos cualificados y de mayor expansión.
“Ya sabemos que compartir el espacio con una buena circulación de aire y manteniendo un distanciamiento razonable entre las personas permite seguir disfrutando de las ciudades sin aislarnos en espacios cerrados. Y ese es uno de los principales antídotos ante cualquier condición de pandemia”, resaltó.
Además —de acuerdo con Restrepo— aparte del espacio público, el mundo necesita concebir ciudades más saludables, más compactas, más integradas, y más mixtas en términos de servicios colectivos urbanos, de vivienda, de comercio, de educación y de cultura. El docente recalca que dicha concepción de ciudad debe ser acorde a las particularidades regionales de cada metrópoli.
“Pero esto no solo se propone por las afectaciones de la covid-19, también por la contaminación ambiental, el cambio climático, la reducción de especies naturales y de zonas boscosas que deterioran profundamente la calidad del aire, hecho que anualmente deja más de cuatro millones de muertos, cifra superior a los que ha dejado la covid-19 en más de 15 meses” dijo.
Otro punto que resalta el académico es que, en el futuro, los espacios públicos como parques, zonas de ladera y/o cubiertas de terrazas se podrían adecuar para la siembra y la producción agrícola de insumos de primera necesidad en medio de la ciudad, logrando así configurar economías locales de forma mucho más directa y sostenible.
Vivienda polifuncional
Para el profesor Arteaga, en las últimas décadas, el diseño de la vivienda de promoción estatal en Colombia ha sido muy deficiente, y la pandemia lo ha demostrado. Espacios pequeños y estandarizados, mal ventilados e iluminados, con condiciones de hacinamiento y ausencia de flexibilidad son las características generales, según él.
“La proyección contemporánea de la vivienda debe superar el problema del techo visto solo como un asunto cuantitativo y entender los complejos problemas del hábitat desde la calidad de vida que ofrece una vivienda y su entorno”, recalcó.
En una línea similar opina Mónica Mejía Escalante, profesora asistente de la Escuela del Hábitat de la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín, quien señala que desde la aparición de la covid-19 en el país, no ha visto por parte del mercado inmobiliario propuestas de vivienda acordes a las exigencias que marcó la llegada del virus. “No hay referencia de soluciones a todas esas inadecuaciones que estamos viviendo por el confinamiento, la pospandemia y el trabajo en casa”, dijo.
De otro lado, Arteaga repunta indicando que, de darse la transformación urbana pospandemia, las nuevas viviendas deberán ubicarse donde existan ciudad y servicios, no en la periferia.
“Además, deben ser hogares con tecnologías flexibles, que faciliten su transformación en el tiempo y que brinden el máximo aprovechamiento de recursos y óptimo manejo de residuos, entre otros aspectos”, explicó.
Para él, barrios como Carlos E, Nueva Villa de Aburrá, La Playa o Torres de Bombona, –que cumplen varias de las propuestas anteriormente descritas– son ejemplo de estas propuestas que hoy en el cercano escenario poscovid vuelven a plantearse.
Por su parte, Restrepo vislumbra que en el corto y mediano plazo los hogares serán más polifuncionales.
“Ante la evidenciada fragilidad de la estructura socioeconómica del mundo, la vivienda (en espacios que se puedan acondicionar) podría ser un lugar donde se puedan construir economías locales, trabajar en temas de autoabastecimiento, producción, maquila y trabajos virtuales”.
Cabe resaltar que en el oriente antioqueño, constructores privados planean desarrollar algunos proyectos urbanísticos que recogen algunas de las recomendaciones dadas por los expertos.
Poca implementación
Los consultados coinciden en que, si bien hay normativa vigente y planteamientos sólidos que recomiendan la construcción y transformación a ciudades amigables con el medio ambiente, desde las grandes esferas gubernamentales es poco lo que se ha implementado.
Por ejemplo, según Arteaga, hace poco se expidió la ley 2079 de 2021 que busca garantizar el ejercicio efectivo para acceder a hábitat y vivienda digna para los colombianos.
“La pregunta es, ¿cómo entendemos la dignidad? ¿Lo que venimos construyendo la representa? Esperemos que la implementación de esta ley traiga mejores estándares urbanísticos en la construcción del hábitat”.
Para la profesora Mejía, pese a que las normas existen –como la Ley 170 de 1994 o el Decreto 1341 de 2020 que propenden por mejor calidad de vida en lo rural y lo urbano– , estas no se ponen en práctica en la mayoría del territorio muchas veces por incapacidad financiera.
Según el docente Restrepo mientras los grandes gobiernos deciden pasar a la acción, la tarea de implementar recae en las municipalidades.
Si bien – a rasgos generales– en materia nacional el saldo urbanístico está en rojo, municipios como Medellín intentan erigir esa urbe ideal.
Por ello, Restrepo refiere lo hecho –según él– en la capital antioqueña entre 2016 y 2019.
“Lo que se hizo fue incrementar el espacio público de la ciudad en más de 1.500.000 metros cuadrados entre construidos e intervenidos, y sobre ellos se sembraron cerca de 1.200.000 árboles; también se implementaron modelos de movilidad eléctrica; se combinaron y balancearon vías vehiculares y senderos peatonales y se trabajó mirando como influir en los cambios de paradigma de la conceptualización urbana de países desarrollados desde Medellín”.
El tiempo apremia
Los consultados concluyen que estos cambios que deben priorizarse, no van a la velocidad deseada.
Arteaga indica que hacer bien la ciudad sigue siendo el horizonte y sigue siendo un tema vigente. “Desde hace tiempo sabemos las ventajas de una ciudad compacta, diversa, mixta, conectada, verde, generosa en espacios públicos, moderna y segura. Creo que lo estamos intentando, y la escala y el impacto de las operaciones varía con la escala y complejidad de los territorios”.
Mejía asegura que ante la pasividad de los entes gubernamentales, la pauta la deberá marcar la gente.
“Se nos está olvidando que vivimos en viviendas inadecuadas en estos tiempos de confinamiento, se nos olvida que los espacios públicos no son los más adecuados, puede ser porque nos acostumbramos y nos adaptamos. Por eso creo que los cambios solo podrían pasar a través de la demanda social”.
Restrepo, más acucioso, señala que si los modelos y las conceptualizaciones se implementaran ya, podríamos tener un planeta más saludable pronto. “A eso debemos apuntar, no en próximos años o meses, sino en próximos días.