¿Los baños del futuro? En Medellín construyeron un baño ecológico que no necesita agua
La construcción ambiental es un piloto que puede ser llevado a muchos rincones de la geografía antioqueña.
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Visto a la distancia, el baño tiene al aspecto de un faro: las paredes de guadua barnizada brillan con el sol mientras el techo simula un follaje de verde tenue. Dentro del baño, el ingeniero agrícola Mauricio Oliveros Rojas abre una puertecita ubicada a un lado de la taza del excusado y saca de ella un recipiente plástico lleno de aserrín.
“En este baño no usamos agua o usamos muy poca. Acá invitamos a la gente a hacer cagadas felices y con consciencia ambiental”, dice mientras arroja el aserrín dentro del excusado y explica el proceso por el que los orines y el excremento humanos se convierten en abono para las huertas y los trabajos de recolección.
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Sin embargo, antes de continuar con la explicación técnica suelta una frase potente: “Es increíble que en la ciudad ensuciemos el agua limpia: la ensuciamos en el lavadero, en el baño, en los platos. Y esa agua la mandamos por el alcantarillado al río Medellín”, dice. Y tiene razón. ¿A quién se le ocurre dilapidar el agua en asuntos que se solucionan de otra manera?
La historia del baño
Como casi todas las historias relacionadas con el ingenio y la inventiva, la del baño seco –que está en una plancha de una casa esquina del barrio Santander de Medellín, en la que funciona el aula ambiental de la fundación Tierra de Semillas– surgió de la necesidad de los campesinos de algunas zonas rurales del municipio de Buriticá, ubicado en el occidente antioqueño.
Según Oliveros Rojas, allá el servicio de agua se va con frecuencia y en muchos casos a los habitantes de las veredas les toca hacer sus necesidades fisiológicas en los cafetales, a falta de batería sanitaria. Con ese asunto en mente, los miembros de Tierra de Semillas llegaron a Medellín para realizar aquí el piloto de un proyecto que podría aplicarse en cualquier parte del departamento. “El baño está hecho con materiales naturales y cuenta, además, con un panel solar para el suministro de energía. Este baño lo hicimos nosotros, con la plata de nuestros bolsillos”, dice.
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Una vez concluido este primer baño, que es usado por los niños y los adultos mayores que asisten a los cursos del aula ambiental, los gestores del proyecto tienen dos objetivos inmediatos: el de crear una batería sanitaria para los espacios comunitarios del barrio Santander y el de llevar este modelo a la administración de Buriticá, en espera del visto bueno de los nuevos mandatarios locales. Mientras esto sucede –si es que sucede–, Mauricio cuenta que los abonos procesados en el baño serán enviados a laboratorios para que sean analizados sus compuestos. “Así le entregamos a la gente abono limpio”, dice.
¿Cómo funciona el baño?
Los baños secos son una propuesta ecológica que no usa agua en el manejo de los excrementos y orines humanos. Este modelo ha sido implementado en Suecia y en China: en esos países las materias fecales se convierten en compostaje que sirve para la huerta y el cultivo. Todo esto, por supuesto, debe realizarse con la asesoría de un experto.
En el caso del baño del barrio Santander, la novedad consiste en que las orinas y las heces se separan, evitando así la contaminación cruzada. El popó va a una caneca “activada” con microorganismos que inician el compostaje. Aparte de eso, se le adiciona algo de ceniza, de carbón activo y harina de rocas. Al final ese material se deja en reserva durante cinco meses, tras los cuales ya puede ser usado como abono.
Por su parte, la orina se deja fermentar un mes en un recipiente con carbón activo y microorganismos. Luego de ese tiempo queda listo el abono líquido.
¿Y los olores?
El diseño del baño ecológico del Santander tiene la suficiente entrada de aire para que los olores fuertes del excremento y los orines no se perciban. Es más, el interior de este baño es más acogedor que el de muchos que dilapidan agua en casas y edificios.